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Supervivencia de las ideas en las escrituras antiguas
Hyalmar Blixen

Desde los tiempos más remotos de la historia, el ser humano ha luchado por dejar algo escrito en signos de diversas formas, que casi siempre el investigador moderno ha descifrado. Uno de los más antiguos pictogramas conocidos, está constituido por dos pequeñas piedras: la que se halla en el Seminario Teológico de Nueva York y la que se encuentra en la Universidad de Pensilvania. Tal vez sean del 6000 antes de Cristo, aproximadamente. Muy antiguas son otras dos piedras, de un color verdoso, con caracteres pre-cuneiformes, que se guardan en el Museo Británico. En piedra fue escrito, debajo de la figura de Hammurabi, el código redactado por este rey de Babilonia. En cuanto a Egipto, la llamada "Inscripción Send" constituye uno de los textos más antiguos del período pre –faraónico. Conocidas son también la piedra de Raschid (Roseta), el "Decreto de Kanopos"; la primera, en tres escrituras pero en dos lenguas, permitió a Champolión descifrar los jeroglíficos. La otra, estudiada por Lepsiud, demostró la verdad del método de Champolión. En Karnak, cerca de Tebas, hay un texto epigráfico notable: se narra allí, en una forma intermedia entre verso y prosa, la hazaña de Ramsés II en la batalla de Kadesh, librada contra los hititas, aunque el poeta de este relato, Pentatur, ha fantaseado bastante.

 

OTRAS FAMOSAS INSCRIPCIONES PETREAS

 

En la religión del Kurdistán sobre el río Koaspes, está la notable inscripción en cuneiformes mandada grabar por Darío I, para celebrar su triunfo sobre Gaumata, el mago usurpador de sus derechos al imperio persa, cuyos antecesores habían sido Ciro y Cambieses. Esta piedra, también en tres tipos de escritura, permitió que Rawlinson, Smith y Norris, lograran descifrar el sistema de escritura cuneiforme (llamada así por el arqueólogo alemán Engelberg Kämpfer, porque sus signos se parecen a cuñas (del latín "cuneus").

En otras regiones, por ejemplo en el Sinaí, hay inscripciones sobre arenisca que son intermedias entre los signos egipcios y un pre –alfabeto. También deben ser citadas las halladas en las tumbas hebraicas de Jueces y Reyes, que se inician en el 150 antes de Cristo. En cuanto a las de la colonia fenicia de Yebel (Biblos), también son dignas de mención porque aportan datos sobre ese pueblo. Se sabe además, que los Mandamientos de Moisés estaban sobre piedra, aunque dicha inscripción no se conserva en su material original, sino en los textos de la Biblia.

En el área griega hay también importantes textos epigráficos: los "Mármoles de Paros" nos han hecho conocer la historia desde la fundación de Atenas hasta el arcontado de Diognetes, han aportado datos que no conocían Herodoto ni los demás historiadores. En otra piedra está la "Ley Gortyna" inscripción que consigna el derecho griego.

En el área americana, las inscripciones son muy numerosas: célebre es la Piedra de los Soles con la figura central de Tonatiú, luego los cuatro jeroglíficos de los años rectores: "Acatl" (caña); "Tépatl" (pedernal); "Tochtli" (conejo) y "Calli", (casa) y hacia fuera, en forma circular, los veinte signos del Tonalámatl. Se le llama "calendario azteca", pero no es propiamente un calendario. Inscripciones hay en la zona que luego fue el Tawantinsuyu o imperio de los incas. Especialmente las de Yonán, Chavín y notable por su cantidad, la de Ica, que han dado lugar a especulaciones curiosas, pues hay en ellas dibujos que representan animales pre –históricos e incluso de algo parecido a seres sobre platos voladores. Pueden ser interpretaciones fantásticas, pero...

Son, desde luego, muchísimas más las que se hallan en la gran cantidad de estelas mayas, generalmente con cómputos matemáticos, pues los sabios de esa cultura fueron los más adelantados de la civilización: inventaron el número "cero" para sus cálculos, pues se halla en estelas del siglo primero. La otra invención del "cero" es de origen hindú, según parece, fue recogida por los árabes y su sistema de numeración prevaleció sobre la griega y luego la romana.

 

LA ESCRITURA EN ARCILLA

 

Dejando de lado las inscripciones en material pétreo recordemos que los textos sumerios, akkadios, hititas y hurritas, etc. estaban escritos en cuneiformes o en otros signos, sobre arcilla. Las bibliotecas de Nínive, Babilonia y otras ciudades de Mesopotamia, es decir, las ubicadas dentro de las cuencas del Tigris y el Eufrates, o sea aproximadamente lo que ahora es Irak, usaban tablillas de barro para memoria de sus célebres textos. El bibliotecario tomaba arcilla de la costa de alguno de los ríos, la amasaba, la colocaba sobre un molde, y en ese barro fresco escribía raros signos trazados por incisión de un estilete de afilada caña y otro objeto punzante, generalmente del hueso. Luego la tablilla se dejaba secar al sol, tan cálido, de esa región, o se introducía en hornos. En la Biblioteca, se ordenaban en estantes los textos y han sido encontradas dos tablillas que tienen traza de ser catálogos de entrada, por orden de títulos. Los cuneiformes son una especie de taquigrafía o simplificación de antiguos jeroglíficos, dibujos que a veces eran ideogramas, es decir, tenían valor simbólico.

Los estudiantes aprendían en escuelas para bibliotecarios o escribas llamados "nissu dupi satri", es decir "hombres de las tablillas escritas". Había un director "ummia" y maestros algo así como "grandes hermanos", que enseñaban distintas materias. Hay un texto procedente de la época sumeria, que narra con gracia la sátira del estudiante remolón y del examinador que se ablanda con regalos. El chico sale por la mañana y le dice a su madre que le prepare los panecillos (sin duda de cebada) para su merienda. La madre se los entrega, el estudiante escucha le lección, escribe las planas con cuneiformes, aprende de memoria y vuelve a la casa donde el padre escucha la lección del niño y queda satisfecho. Se observa la preocupación del progenitor por los estudios del chico. Y esta no es una simple curiosidad, sino un contralor digno de ejemplo. El caso es que, según parece del texto, ese día le ha ido bien al estudiante, pero otras veces, las más, no actúa de modo tan ejemplar. Al día siguiente llega tarde y el bedel llamado significativamente "dueño del látigo", designación que no necesita explicación alguna, lo reprende. El estudiante va hasta donde está el maestro y para ganárselo le hace una profunda reverencia. Pero, si no sabe, con eso no va a arreglar nada. Escribe mal, y efectivamente han sido hallados cantares en cuneiformes con faltas de ortografía, lo que indica que no eran textos de biblioteca sino planas de estudiantes, aunque, salvado eso, valen su contenido. Como va de mal en peor, el padre invita al maestro a su casa, el estudiante le sirve bebidas y comestibles; el padre lo hace sentar en sitio de honor, le regala una túnica y un anillo. El maestro se ablanda, y es cómica la serie de entusiastas ponderaciones que entonces hace del chico, al que llama discípulo de Nebu (la inteligencia Suprema) y de Nidaba (diosa del saber). Es evidente que la "coima" se inventó en los tiempos prehistóricos.

Hyalmar Blixen
Diario "Lea" - Montevideo

22 de diciembre de 1989

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