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Suecia y su literatura |
Suecia es un país desconocido de nosotros, los sudamericanos, y sin embargo, por su geografía, por su clima, por sus habitantes, por su técnica y nivel cultural, merece que se le dedique atención. De unos 450.000 kilómetros cuadrados, resulta uno de los países extensos del Viejo Mundo; es una tierra de variada geografía, que modifica su panorama, desde las ondulantes llanuras del sur, hasta las montañosas regiones del noroeste, junto a la frontera noruega, con extensiones pobladas, en buena parte, de pinos y abetos, y en cantidad, de alisos, álamos y sauces, atravesada por ríos, especialmente en las partes central y sur; tierra rica en lagos, como el de Vanern (situado en el oeste, que desemboca en el mar, por medio del río Gota) y los de Vattern y Malaren, de menor tamaño. Suecia es, asimismo, como Noruega y Finlandia, el país donde durante dos meses del verano el sol no se pone nunca, así que en ese lapso ilumina durante unos sesenta días consecutivos; sin verse la noche, es la época del llamado "sol de media noche"; pero en invierno, el sol no aparece tampoco durante una noche en dos meses, por lo que hay que usar, en ese período, luz eléctrica. Este fenómeno ocurre en su plenitud, en la zona norte del país. Por eso, si el invierno presenta al viajero paisajes nevados, cubiertos de ramas de flores de nieve, que, a pesar de su belleza, a un sudamericano le llenan de romántica melancolía, todo revive al aparecer la primavera, y pocos paisajes la festejan tanto. Al llegar el "Día de San Juan" el "Midsommar" o "Mitad del Verano" uno de los más cálidos y soleados, cuando las flores son más hermosas y la naturaleza se halla en su esplendor, la población entera se entrega al regocijo y baila alrededor del "majstong" o árbol de mayo, que es, en realidad, un mástil enflorado que se levanta profusamente en diversos lugares de las ciudades y de los campos. La fiesta del "majstong" tiene una tradición muy antigua. Las puertas se adornan frecuentemente con ramas de abedul, y asimismo las ventanas, e incluso los medios de transporte terrestre y fluvial. Durante mucho tiempo existía la tradición siguiente: en la noche de Midsommar, las jovencitas ponían siete flores diferentes debajo de su almohada, pues pensaban que de ese modo podrían ver en sueños a su futuro marido. Aparte de la población de habla sueca, de alrededor de siete millones y medio de habitantes, hay allí dos minorías raciales: la mayor, de 30.000 finlandeses y la menor, de 10.000 lapones, que aunque ciudadanos suecos, se expresan en sus propias lenguas. Como contrapartida, un sector de la población de Finlandia habla en sueco y algunos valores de esta literatura, como Edith Soedergran (1892-1923) eran de nacionalidad finlandesa. Las ciudades no son grandes, pero sí hermosas: Stockholm es apenas mayor que Montevideo; Goteborg tiene algo más de 500.000 habitantes y el puerto de Malmo, más o menos la mitad de la anteriormente mencionada ciudad. A Stockholm se le llama "la ciudad sobre el agua", porque está en buena parte edificada sobre doce islas, lo que le da un aspecto de atractiva y singular belleza: en esa ciudad se alternan los edificios antiguos, bellos y ricos palacios, con otros de gran altura, verdaderas torres de muchos pisos, de estructura completamente moderna. Los lagos, como el de Vattern, junto a promontorios, y rodeados de cómodas autopistas, contribuyen a dar a Suecia un particular encanto. También es país de famosas universidades, como la de Upsala, cuya fundación se remonta al siglo XV, y la de Lund, de mediados del siglo XVII; en cuanto a las de Goteborg y Stockholm, son posteriores a aquellas. Asimismo debe destacarse que la educación primaria es en Suecia de una extensión tal, que prácticamente no hay analfabetos, e incluso la escuela por correspondencia adquiere una importancia capital. Su régimen político es una monarquía parlamentaria; el Riksdag tiene un sistema bicameral y es el que elige al Primer Ministro, cuyo gabinete, por él presidido, puede caer, en caso de no contar con el suficiente apoyo parlamentario. Los reyes en la actualidad reinan, aunque no gobiernan, pero en otro tiempo fueron a menudo monarcas poderosos; la primera dinastía, la de los Inglingos, que se inicia con Bjorn (de fines del siglo IX y principios del X) época todavía de grandes aventuras marítimas, emprendidas por los vikingos desde tiempo atrás... Luego, a mediados del siglo XIII, ocupa el trono la dinastía Folkunga y después la de los Wasa, iniciada por Gustavo I (1523-1560) que impuso la reforma protestante y mandó traducir la Biblia al sueco. En el siglo XIX, Bernadotte, un general de Napoleón, inicia una nueva dinastía. Tras esta introducción tan apretada, y entrando en el tema literario, cabría señalar, que, como los noruegos, daneses e irlandeses, los suecos deben haber tenido sus sagas legendarias, pero éstas se han perdido: fueron destruidas para siempre tras las guerras que se produjeron para imponer el cristianmismo, guerras que no sucedieron en los demás países escandinavos. Pero habría que suponer, y así lo cree Helmut von Boor en su libro sobre la literatura sueca, que "es indudable que en Suecia, lo mismo que en los restantes países de lenguas escandinavas, floreció, con anterioridad al cristianismo, una abundante literatura estrechamente emparentada con la de dichos territorios. Portador de esa poesía -si exceptuamos proverbios, fórmulas de derecho y otras particulares concepciones análogas- fue el canto épico cuyo contenido procede en parte de las sagas heroicas y en parte de las narraciones religiosas. Respecto a la forma, podemos imaginarnos estos cantos con la misma aliteración y con la misma estructuración estrófica que nos han dado a conocer los poemas del noroeste (las sagas noruegas e irlandesas) y que, por una multitud de inscripciones rítmicas escritas en forma métrica, consideramos como suecas". Deben, pues, los suecos, haber tenido en sus orígenes poetas ambulantes, como los "escaldas", especie de "aedas" de Noruega, Dinamarca e Islandia, que acompañarían a los reyes en sus aventuras bélicas o irían de lugar a lugar, cantando gestas heroicas. Así, haciendo literatura comparada, cantos como los que son leídos en las "eddas", donde resaltan las aventuras del dios Odín, quien con su esposa, Frigga, residía en su ciudad celestial (Asgard) cerca de la cual había sido levantada la ciudadela del Walhalla, donde los héroes muertos en las batallas combatían todos los días para entretener al dios, quien, montado a veces en su caballo de ocho patas, saltaba montañas y franqueaba ríos y lagos con velocidad increíble, habrán sido, sin duda, temas de leyendas, no solamente noruegas o danesas, sino también suecas. No olvidemos que en Upsala, ciudad de Suecia, habíase levantando un gran templo, donde Odín, Frigga y Thor, uno de los hijos de la pareja divina, eran adorados. Thor poseía un martillo mágico, que despedía relámpagos y truenos, y un cinturón, igualmente encantado, que multiplicaba sus ya considerables fuerzas, y armado de esas armas, recorría la tierra en busca de aventuras. Frente a esos dioses había demonios y monstruos, como los engendrados por Loke en la giganta Angeboda, cuyo nombre significa "mensaje de la desgracia" y que era: el temible lobo Fenris, de prodigiosa fuerza, la gran serpiente Midgard que apretaba la tierra con sus anillos para triturarla, y Hela, el más espantable de esos tres monstruos, es decir, la Muerte. Muchas son las aventuras de estos y otros dioses que cuentan las eddas escandinavas... También deben haber sido objeto de viejos cantares suecos las célebres aventuras marítimas de los vikingos, aunque las sagas que se conservan de ellas son noruegas, islandesas y danesas en su mayoría. Incluso las expediciones de los vikingos hacia Rusia, las hazañas de Hjalmar, el amor de este héroe por la hija del rey de Upsala, su duelo a muerte, acompañado de Odur contra Argantir y sus once hermanos, tienen una base sueca indudable. Luego se impone, lentamente el cristianismo, y en la literatura cristiana del siglo XIV hay que destacar las visiones de Santa Brígida, que tienen un contenido, no sólo religioso, sino profundamente poético, de tal manera que ella es considerada, cronológicamente, la primera poetisa de Suecia. A propósito de sus "Visiones" o "Revelaciones" (Uppenbarelsen) dice Helmut von Boor: "son dictadas más bien por un temperamento intensamente poético, reconociéndose en ellas una franca mirada sobre el mundo y sobre los hombres y una capacidad para explicar vivamente a los demás lo que ella ha visto"; "es también una representante típica del temperamento sueco, pues el exaltado vigor místico de su visión enlázase en ella con un espontáneo realismo". Aparte de esto, en Suecia se desarrolla la "balada", de carácter popular y de ideales caballerescos, balada que proviene de diferentes lugares: del mundo germánico y mismo de otras regiones escandinavas, y que se aclimata en la Suecia medioeval. Todos los ideales de la Edad Media, que Vedei ha señalado con harta precisión, son transmitidos a esas regiones del norte de Europa, y ellos llevan al florecimiento de una literatura cortesana. Una de las obras notables de la literatura sueca en el período medioeval es la titulada "Conducta de reyes y príncipes" (Um Styrilse Kununga ok Hofdinga) de autor anónimo, escrita en la primera mitad del siglo XIV, en la que se desarrolla la idea de lo que debe ser el buen príncipe cristiano. También del siglo XIV son algunas interesantes crónicas rimadas, como la "Eriks Kronikan" y la "Kares Kronikan"; pero por encima de todo ese material, todavía redactado en una lengua dura, habría que señalar, como obra de fuerte valor subjetivo, el "Epistolario amoroso de Ingrid Persdotter", dedicado a Axel Nilsson, y que podemos ubicar en las postrimerías del siglo XV. La obra de recopilación bibliográfica de Juan Bureus y su cultura excepcional, enciclopédica (era director de la Biblioteca Real) y que influye en la formación del rey Gustavo Adolfo, no puede pasar inadvertida, como no debe omitirse la de Olavus Petri (1493-1552), quien, en sus viajes por Alemania entabló contactos con Lutero, cuyos sermones tradujo al sueco en 1528. Petri escribió tratados y se caracterizó por el uso de un lenguaje claro, que pudiera llegar al pueblo; además, aprovechó, como ningún sueco de la época, la imprenta, poco antes descubierta por Gutenberg, para la difusión de su pensamiento. Petri fue un reformador, pero desprovisto de prejuicios, un hombre que se adelantó a su época, pues estaba ausente del dogmatismo evidente en otros autores. La época de Gustavo Adolfo (siglo XVII) constituye una especie de segundo período viking, pues este monarca, la figura más destacada de la "guerra de los treinta años", ambicionó agrupar a todos los estados luteranos de las márgenes del Báltico en una especie de federación bajo la hegemonía sueca, pero después de una serie de triunfos, el gran rey cayó herido de muerte en Lutzen (16 de noviembre de 1632). Sin embargo durante el reinado de su hija, Cristina, y gracias a la política del canciller Oxenstierna, Suecia mantuvo el contralor del Báltico, hasta que se formó una gran liga contra aquel país, integrada por Dinamarca, Rusia, Polonia y Sajonia. Los suecos hicieron prodigios de valor, pero Carlos XII fue vencido por Pedro el Grande, zar de Rusia, el Poltava (1709). Durante los tiempos de Gustavo Adolfo hubo, por encima de todos, un poeta: Georg Sternhjelm (1598-1678). Este viajó por Alemania y adquirió una cultura difícil de superar en aquella época, pues escribió ensayos sobre filología, filosofía, matemáticas, física y astronomía; además, logró suavizar el verso sueco, hasta entonces demasiado rudo, dándole mayor eufonía, e introdujo, como una vuelta a la antiguedad, de reminiscencia renacentista, el exámetro, estructura de verso con la que escribió, entre otras, su famoso poema "Hércules". Gustavo Adolfo le protegió y le otorgó un título de nobleza; en cuanto a la reina Cristina, que tuvo una evidente inquietud por los temas literarios y filosóficos (no olvidemos que invitó a Rene Descartes para estudiar con él esta última materia) nombró a Sternhjelm "poeta de la Corte". Tras este vate memorable y de algún otro que podría ser citado, llega a Suecia, como a todas partes de Europa, el Aufklarung o Edad de las Luces... En ese período hay que destacar a Olaf von Dalin, que aclimató, a la poesía y prosa suecas, el estilo de los autores ingleses e incluso franceses. Se expresó frecuentemente en versos alejandrinos y al respecto hay que destacar que en ese metro compuso su poema "La libertad sueca". La otra figura de la poesía del siglo XVII fue la poetisa Eduviges Carlota Nordenflycht, delicada y fina, cuyo salón literario, en Stockholm, rivalizaba, no sólo con el de la reina Ulrica Leonor, sino con los famosos salones franceses. Tras estos valores, se suceden los nombres de Felipe Creutz, Henrik Keligren, Esaías Tegnér y Erik Gustaf Greijer. Y de ahí, a Almqvist, Runeberg, Rydberg... Y luego otros, cada vez más encumbrados, jalonan el siglo XIX, como August Strindberg, el autor, entre otras obras, de "La cámara roja" (1886), "Los habitantes de Hemso" (1887), "El hijo de la sirvienta" (1886-87) que por las alusiones autobiográficas causó fuerte impresión, "Padre" (1887), "La señorita Julia" de 1888. Según T. Hammar, en su "Anthologie des éscrivains suédois contemporains" la obra del naturalista Strindberg "es la más considerable que se conoce de un autor sueco contemporáneo". Por mi parte no podría dejar de citar "el viaje de Pedro el Afortunado". Pero la literatura sueca ha seguido produciendo nuevos y cada vez más importantes valores: desde luego los bastante conocidos del público sudamericano: Selma Lagerlöff y Par Lagerkvist, sin olvidar a Erik Axel Karlfeldt, pero sería injusto no citar a otros más actuales, como Eyvind Johnson, Harry Martinsson, Arthur Lundkvist, Gunnar Ekelof, Hjalmar Gullgerg, Hjalmar Bergman, Karin Boye... Y diez o veinte autores que omito con injusticia, para no convertir un artículo en un catálogo. Otra vez será. |
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Suplemento Huecograbado "El Día"
2 de Octubre de 1979
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