El buen guerrero anduvo varios días sin experimentar mayores contratiempos, montado en su animoso e infatigable Raksh, hasta que llegó a un lugar luminoso, cuya vegetación era de un verde tan intenso y brillante, que no parecía, dice el poeta que cantó estas hazañas, "sino que la naturaleza se hubiese vestido de seda". Arroyuelos maravillosos, de aguas susurrantes, saltaban sobre el verdor, y las rosas de Persia, las más hermosas y fragantes de todas, se abrían, festejando la alegría de vivir en lugar tan bienaventurado. Rustem se miró en las aguas de uno de esos arroyos y quedó asombrado al considerar que había vuelto a ser joven, como cuando luchó contra el elefante blanco de su padre.
-¿Qué me ha ocurrido? - se preguntaba, lleno de sorpresa.
Sin saberlo, había llegado a la tierra que devolvía a los viajeros la perdida juventud. Los pájaros, alegremente, cantaban la gloria de vivir, y Raksh, que se había transformado en un potro de tres años, trotaba graciosamente en medio de un enjambre de mariposas.
"Esta es la tierra donde el Hada de la Primavera tiene su palacio de oro y piedras preciosas, - cantaban los pájaros -, donde el cielo es tan azul, que jamás ha pasado por él una nube, donde no es necesaria la lluvia, porque el césped glorioso está surcado por arroyuelos, surtidores y saltos de agua. ¡Oh! vosotros, los que os afanáis por el dinero, el poder y los inútiles honores: ¡dejad vuestras ciudades llenas de ambición y venid hacia donde la flor de la alegría tiene pétalos tan dulces!."
Rustem pensó:
-He oído decir que cuando llega la primavera, las hadas salen de sus palacios encantados y llenan de luz todas las cosas. Nadie ha visto nunca el rostro de la Reina de las hadas de la Primavera, pero he penetrado en el país lleno de felicidad, donde todas las cosas rejuvenecen, y no me iré sin verla. Sin embargo, ¿cómo llegar hasta ella? Es muy difícil que un hada se deje ver por un ser humano y por eso mucha gente cree que no existen. Quizá el destino, en premio a mis esfuerzos, me permita contemplarla.
Buscó y buscó. A quien trataba de encontrar Rustem era la Reina de las Peris. Una Peri es, según las leyendas de Persia, una hada cuya cualidad, es, en primer lugar, la misericordia, pues nunca desampara a las almas necesitadas, pero además está dotada de una belleza perfecta, casi infinita. Como las Peris tienen alas, viajan al mundo de las estrellas y hablan con los seres que en ellas moran. Se alimentan del perfume de las flores, de las luces del sol y de la luna. Pero ¿dónde hallar a la Reina de las Peris? - pensaba Rustem -. Por todos lados escuchaba voces de pájaros de bellos trinos, aves cuyo plumaje de colorido brillante no había visto nunca. En ese país, cuando llegaba un leopardo, no atacaba a nadie, ni el lobo mataba a un cabrito, pues hasta las bestias feroces perdían su natural violencia, ganadas por la felicidad de vivir.
Una noche Rustem se acostó en medio de un parque lleno de rosas. El perfume de éstas era tan delicado que el héroe experimentaba que las plantas vivían, que también la naturaleza era capaz de sentir y hasta tener un lenguaje. Los hombres no se daban cuenta de eso, no comprenden que las flores piensan, sufren, aman y lloran... Rustem percibía en ese momento la vida que encerraba ese mundo vegetal, adivinaba el lento movimiento de la savia en los tallos y las hojas y se sintió hermano de la naturaleza. Pensando en eso se quedó dormido.
Y en sueños se le apareció una mujer hecha de luz y de perfume de flores. Era blanca como la plata que, según dicen los poetas, rivaliza con la palidez de la luna nueva.
-Soy la Reina de las Peris, la que manda a las Hadas de la Primavera, y he venido, Rustem, a visitarte durante tu sueño. Nosotras somos hechas de las cosas soñadas; todas las nobles ideas, las bellas acciones, las grandes amistades, los fieles amores pertenecen a nuestro mundo. Cuando tú sueñas un hermoso sueño, somos nosotras quienes te lo enviamos. Todas las almas puras son algún día visitadas por nosotras, en medio de sueños de felicidad, ya sean las de reyes poderosos o las de humildes campesinos. Las Hadas de la Primavera pertenecen a un país misterioso, al País del Ensueño, pero cree en lo que te digo: en el fondo de las cosas soñadas puedes encontrar escondida a la verdad, como una perla en medio de los ondulantes mares verdes y azules.
Rustem se despertó. Era aún de noche. Las estrellas brillaban, misteriosas, como enormes joyas amarillentas. Miraba el héroe el movimiento lento del lejísimo mundo estrellado y aspiraba la vida de la naturaleza.
-¡Cómo quisiera saber lo que hay en esas luces inalcanzables para nosotros y que son como topacios! - pensaba Rustem- ¡Con qué afán silencioso se mueven sin dormirse jamás! Nos dan una lección de actividad, de fuerza, de vida. Los hombres de bien deben aprender de las estrellas, a trabajar siempre, al igual que esas luces silenciosas, humildemente bellas, altas y puras!.
Y enseguida agregó:
-Este buen pensamiento me lo ha sugerido sin duda Voju Manu.
Todo aquel que conoce las leyendas de Persia sabe que Voju Manu es el genio de los buenos pensamientos. El anda siempre dentro del alma de los hombres y trata de hacerles pensar ideas nobles, altas, puras. Recuerda a los niños que deben amar y respetar a sus padres, y a éstos, la necesidad de cuidar y dar cariño a sus pequeños. Voju Manu incita a todos a amar a su patria, a obedecer las leyes, a cumplir la palabra de honor que se ha dado, a ser bondadosos con aquel que nos necesita, a hacer que todos los hombres se traten como hermanos. Cuando alguien comete una mala acción, Voju Manu se entristece y se convierte en una voz misteriosa que penetra hasta el fondo del corazón y le dice al malvado: -"Arrepiéntete".
Quizá tuviera razón Rustem, y Voju Manu le hubiera inspirado la idea de trabajar siempre, como las blancas estrellas silenciosas. |