Humor y alegorías en las Eddas
por Hyalmar Blixen

El mundo para los antiguos escandinavos, estaba poblado de dioses (los Ases), de gigantes, de enanos, de monstruos, hombres y animales; principalmente entre estos son citados el lobo Fernis, la serpiente que rodea la tierra (Midgôrd) o caballos maravillosos, como Sleipnir. Incluso el sentido de lo sobrenatural alcanzaba a árboles y arbustos. Como los mayas de Guatemala adoraban la Gran Madre Ceiba, cuyas raíces eran cuatro y se dirigían a los puntos cardinales, los vikingos también reverenciaban a un árbol maravilloso – el Yggdrasel – a ninguno concebían más grande y bello; creían que sus ramas se extendían sobre la tierra y que su copa alcanzaba al cielo, habitado por los Ases; otras ramas o raíces iban hacia diversos lugares, incluso hasta los pozos de Mimer, donde están escondidas la Razón y la Sabiduría. "Mimer está lleno de ciencia porque bebe el agua de ese pozo en la copa que tiene por nombre Cjallar". Odín, el Júpiter de los escandinavos, llegó hasta allí y solicitó un sorbo de esa agua; ello le fue concedido, pero debió dejar uno de sus ojos en garantía.

Otra de las ramas de Yggdrasel llegaba hasta la fuente de la santidad, la fuente de Urd; junto a ella, los dioses, reunidos, sin apearse de sus caballos, hacían la justicia que a todos alcanza. Cerca de la fuente se elevaba un palacio, morada de tres importantes Nornas: Urd, Verdande y Skuld, vírgenes que asisten al nacimiento de los hombres y dan a cada uno su destino, su carga de bienes y males. Había otras Nornas: unas eran las que provocaban la felicidad; otras las dadoras de tristeza y dolor.

Una serie de seres de poderes grandes habitaba el Yggdrasel: así, en el follaje de su copa moraba un águila que había adquirido mucha sabiduría; sobre ella se hallaba el gavilán denominado Vaederfoeiner, y además, una ardilla subía y bajaba entre las ramas en busca de provocaciones de discordia entre los seres habitantes de ese árbol, especialmente entre el águila que se hallaba en la copa y reina en las alturas, y Nidhoegg, el ser que roe sus raíces: la eterna lucha entre lo alto y lo bajo. Cuatro ciervos: Daim, Dvalen, Dunneye y Dura-Tohor comen las ramas de ese árbol, lo que provoca sufrimiento al Yggdreasel, porque ¿cómo puede existir grandeza sin ser balanceada por el dolor?.

La lucha del bien y el mal

Antes de la formación del mundo no había sino dos regiones: la de la Luz, donde reside el Padre Nuestro Universal y la de las Tinieblas, en la que mora Sutur el Negro.

Esta idea de dos fuerzas divinas, iguales, era bastante común en algunos pueblos indoeuropeos: así, en el Avesta (a veces llamado incorrectamente Zend Avesta) el Universo es el resultado de la lucha de dos dioses que combaten entre sí Ahura Mazda (Ormudz) y Angra Maynus (o Aharimán) el primero crea todas las cosas y seres buenos y el segundo forma enseguida una réplica mala. Al final de los siglos, según pensaban los persas de acuerdo con las enseñanzas de Zaratushtra, vencería el Bien. Otro pueblo ario, el hindú, creó la trinidad Brahma, Vishnu y Shiva: el primero crea la existencia de todo; el segundo es la fuerza activa transformadora, y el tercero está encargado de la destrucción y la muerte, necesarias para un nuevo nacimiento cósmico. Pues bien, en la mitología escandinava de las Eddas, entre las regiones celestial y tenebrosa existía el Caos, si se quiere, la Nada: "no había cielo ni luminaria alguna, tampoco la tierra y el mar ni los vientos". De la región ígnea brotaron chispas que formaron las estrellas. Creado nuestro mundo, los escandinavos lo consideraron cubierto de hielo, como que moraban en regiones gélidas, pero ese hielo era formado por el gigante Imer, quien, al ser vencido, dio lugar a la tierra y su sangre formó los mares, los lagos y los ríos.

El humor en el tema divino

Odín (para los germanos Wotan) creó el mundo, y además otros lugares deleitosos: su morada principal era Walhall, castillo de muros aparentemente inexpugnables y rodeado de Walgrind: así era llamada la cerca de los muertos caídos en las batallas, héroes que acompañaban a Odín. Era creencia de los vikingos que los "eingrios" (o guerreros) luchaban en la mañana entre sí, pues el cielo era concebido como un paraíso cuyo placer consistía en el combate; al mediodía se sentaban junto a Odín y comían carne de jabalí Sachrimnir que al día siguiente resucitaba para servir de nuevo de festín. El recinto de Walhall había sido construido por un gigante, cuyo caballo, de velocidad increíble, le aportaba pesadas piedras. Al terminar el Walhall, el gigante recibiría como recompensa una de las más hermosas diosas, siempre que fuera hecha la construcción en un plazo estipulado. Faltaban dos días y los dioses arrepentidos de tal trato. Entonces el dios Loke, que si en relatos aparece aliado a los Ases en otros es su enemigo, se transformó en una yegua preciosa, por lo que el caballo del gigante dejó su tarea y se lanzó en su persecución. Loke no contaba con la velocidad del caballo y tras larguísima carrera que lo apartó del castillo inconcluso, se vio desagradablemente sorprendido por el equino, de resultas de lo cual, a pesar de ser un dios, dio a luz a Sleipnir, corcel de ocho patas, que se convirtió en la cabalgadura de Odín.

Las peripecias de Thor

Los gigantes eran enemigos de los Ases y temibles por su fuerza. En cierta ocasión, Thor, poseedor del martillo llamado Mjolmir, con cuyos golpes se producían el relámpago y el trueno, llegó, acompañado de Loke, a un lugar donde había un gigante dormido, el poderoso Skirmer. Era tan grande que el propio Thor sintió aprensión por él y no muy lealmente le dio un martillazo en la cabeza. El gigante se despertó y sólo dijo: ¿Se me ha caído alguna hoja sobre el cráneo? Y se durmió de nuevo. Al rato Thor decidió probar otra vez y le hendió el martillo, y el gigante se despertó y preguntó: ¿Alguna botella se ha caído sobre mi cabeza?. Después de fallar por tercera vez, Thor y Loke decidieron despedirse del gigante y tomar otro camino. Llegaron a un castillo, y allí preguntaron al As si tenía destreza en algo. Pero en todas las pruebas Thor falló. No puedo beber la totalidad del contenido de una copa, no pudo levantar un gato del suelo, ni logró vencer a una vieja. A la mañana, muy humillado, se despedía para proseguir su camino, cuando el dueño del castillo le explicó que había combatido notablemente, pero contra ilusiones: la copa era el mar, el gato era la serpiente Midgôrd y la vieja era la Vejez.

Una vez le fue robado el martillo por un gigante y este exigía, para devolverlo, la mano de una de las Asesas. Ante la negativa de estas, Thor se disfrazó de diosa y cuando en la ceremonia de la boda el gigante puso sobre sus faldas el martillo, pues dicho requisito formaba parte del ceremonial vikingo, Thor lo descargó sobre el gigante, y así recobró su arma invencible. Pero hay otros pasajes de dioses y monstruos... Dejemos el texto aquí, sólo he querido colaborar con los festejos del cincuentenario de la fundación del Club Escandinavo en nuestro país abriendo una pequeña ventana en la frondosa y riquísima floresta de la imaginación nórdica.

por Hyalmar Blixen
Diario "Lea" - Montevideo

26 de setiembre de 1989

 

El 10 de octubre del año 2006 se efectuó un homenaje al Prof. Hyalmar Blixen en el Ateneo de Montevideo. En dicho acto fue entregado este, y todos los textos de Blixen subidos a Letras Uruguay, por parte de la Sra. esposa del autor, a quien esto escribe, editor de Letras Uruguay. Los videos e imagen fuero agregados por mi.

 

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