En un lugar de Persia, es una pequeña ciudad llamada Thus, nació un día un niño que trató de cultivar su talento y se dedicó a la poesía. Fue entonces a la corte del Sultán Mahmud y poco a poco fue componiendo poemas cada vez más notables, tanto que el soberano mandó realizar un concurso para determinar quién era el mejor poeta de su corte, pues los había muchos y de gran fama. El vencedor fue ese muchcho venido de Thus y tan excelso resultó lo que escribía que ya no se le llamó por su nombre sino por el de Ferdausí, que en el idioma persa de auqel tiempo significa algo así como "Paradisíaco" porque se decía que escuchar sus versos, era como penetrar en el Paraiso.
Mahmud le encargó entonces una obra de gran aliento: la de escribir la historia y leyendas de su país, desde el comienzo del mundo hasta su reinado.
-Por cada dístico (o verso doble) te daré una moneda de oro.
Ferdausí no tenía interés personal de ganar tanto dinero, pero aceptó la enorme tarea que le insumiría años de elaboración paciente, porque esa suma le permitiría mandar hacer un dique que contuviera las aguas de su ciudad natal. Y aceptó el trabajo. Año tras año agregaba leyendas y hechos reales transformándolos en versos admirables, pero sus esfuerzos le granjeaban la envidia de muchos, que maquinaban destruirlo de algún modo.
Dijeron al Sultán que Ferdausí copiaba simplemente lo que otros habían escrito y que no era sino un impostor. El Sultán, furioso, mandó encerrar a Ferdausí en una cámara bien custodiada y le exigió que en un determinado lapso escribiera un fragmento de ese gran cantar. Ferdausí compuso, en armoniosos versos, un episodio admirable de la vida de Rustem, uno de los héroes del "Libro de los Reyes" o "Shah-Namé" que era el título del larguísimo poema al que dedicaba todos sus afanes. Esta prueba de maestría tranquilizó al irascible Mahmud y al fin Ferdausí terminó su tarea: había escrito 60.000 versos dobles. El Sultán quedó estupefacto ante tanta maravilla y decidió pagarle lo que le debía, pero el rastrero Visir Hassan le dijo que no era necesario darle esa suma en monedas de oro y que bastaba que fuesen de plata. Ferdausí estaba en su casa de baños turcos cuando llegó el mensajero llevando en mulas la suma prometida pero en plata. Al percatarse del engaño que le impedía hacaer el dique para la ciudad natal, Ferdausí, en señal de desprecio, pagó con un tercio de esa suma el baño turco, con otro tanto al mulero por el trabajo en traesela y las últimas veinte mil piezas de plata las dio a un vendedor ambulante como pago de un vaso de cerveza.
-Dile a tu amo que no me tomé el trabajo de hacer el gran poema "Shah-Namé" para que mezquinamente lo pague al precio de un vaso de cerveza.
Nahmud quedó de momento avergonzado y estaba por mandarle la cantidad pactada, cuando el Visir Hassán le dijo:
-Te ha insultado. Cualquier cosa, por ser tocada por tus manos, aun un puñado de tierra, debió ponérselo en sus ojos como si fuera un colirio.
El irascible Sultán cambió entonces su ánimo y mandó que Ferdausí fuese al día siguiente pisado por los elefantes reales.
Pero el poeta, que conocía bien con quién trataba, ya había huído de la ciudad, no sin haber escrito unos versos alusivos a la tacañería del Sultán: "Si el padre del Sultán hubiera sido un Sultán (en realidad había usurpado el trono) su hijo me habría puesto sobre la cabeza una corona de oro". Y escribió sobre la puerta de la ciudad por la que escapaba otros versos hirientes. Ferdausí fue recibido con todos los honores en otras cortes de Persia en las que siguió escribiendo admirables poemas y su fama crecía de tal modo que Mahmud era objeto de la reprobaci´n de todos los otros sultanes. Un día, avergonzado, le envió las 60.000 piezas de oro, pero llegaron el mismo día de la muerte del gran poeta. Eso en nada perjudicaba a él; las quería para hacer el dique en Thus. El genio de un hombre humilde había hecho doblar la cabeza a un rey orgulloso. Porque hoy, si alguien se acuerda de Mahmud es para vituperar su momentánea tacañería y su estúpida debilidad ante el visir y si quiere informarse acerca de la épica persa, lo primero que se le preguntará será, sin duda, si ha leído "El libro de los Reyes". |