Cuando Artigas combatía denodadamente ante el intento de los múltiples enemigos que deseaban perpetuar la dominación extranjera, no sólo en nuestra patria, sino en las Provincias Unidas del Río de la Plata y meditaba las célebres Instrucciones del año XIII, en las que proponía resueltamente la independencia absoluta de estas colonias, el sistema de federacón pactado en un plano de igualdad entre todas las provincias, la libertad civil y religiosa en toda su extensión imaginable, y todas las demás normas llenas de sabiduría, ocurrió que al observar la valentía de aquel Protector de hombres y pueblos, su capacidad y espíritu de justicia, hasta los indígenas charrúas y de otros pueblos, que no entendían con los hombres blancos, lo hacían con Artigas y lo ayudaban en sus tremendas luchas. Pero no le llamaban, como nosotros, Artigas, sino Caraí-Guasú, que en guaraní significa "El Gran Señor".
Desgraciadamente, la suerte de las armas se fue volviendo adversa para su causa. Buenos Aires, el imperio portugués, con ejércitos europeos tan bien pertrechados, y mismo el Montevideo españolizante, que durante mucho tiempo no lo entendió, todo se volvía contra ese hombre, que hoy veneramos como a una de las glorias más puras del continente.
Cuando traicionado, abandonado, se fue a Paraguay, no, me parece, para entregarse al reposo, sino para perdir ayuda a efectos de continuar la guerra, y se le asignó una región alejada donde vivir, cultivó la tierra con sus propias manos, y con frecuencia repartía entre los indiecitos miserables de esos lugares parte de lo que cosechaba.
Y ellos, que no sabían nada acerca de la inteligencia e ideales de gobierno de ese ser superior en todo a su época, ni cosa alguna de sus hazañas, tampoco le llamaban por su nombre, que quizá lo desconocían, y le decían según la actitud que adoptaba para con ellos, "Caraí-Guasú", es decir, "El Señor Bondadoso".
Es difícil juzgar, para nosotros, cuál de los dos nombres guaraníes de Artigas nos llega con mayor carga de efectividad y de sentido de la grandeza, porque su lucha titánica por la patria que lo vio nacer le acerca de los héroes de las más gloriosas gestas, pero su ternura y sentido de la compasión para con los pobrecitos de la patria que lo vio morir lo emparenta con los santos.
Al uruguayo que piense en esto, cabe recordarle, en primer lugar, si le fue dicho tal episodio cuando estudiaba. Si su maestra se lo olvidó de revelar, ahora, al leer lo que queda escrito anteriormente debe pensar a sí mismo si le resulta clara la calidad de Artigas tras lo que de él haya estudiado y en fin, aunque no pueda llegar a sacrificarse como ese gran héroe nuestro, sino tratará de reconocer la importancia de intentar ser persona justa, bondadosa, amiga de la libertad y de la fraternidad con los demás y no tomar cosa alguna que no haya sabido ganar con trabajo, que aunque sea duro, derive de su honestidad. Revisa tu manera de ser y trata de actuar siempre teniendo como ejemplo a Artigas, maestro de todos los uruguayos. |