Los primeros hombres europeos que llegaron a las costas de nuestro continente fueron los escandinavos. Se instalaron al principio en Islandia (Ice land o Tierra del Hielo) luego en Groenlandia (Groen land o Tierra Verde) y continuaron hasta la costa de Canadá, pues se les decía que en esos lugares había una especie de parra silvestre que producía vino; por eso, a nuestro continente le llamaron Vinland (Tierra del Vino). El hecho de haber viajado a ese lugar por oídas de otros marinos, demuestra que el territorio americano, en su parte norte ya había sido descubierto por otros vikingos cuyo nombre se ignora. Los vikingos llegaron a nuestro continente en sus largos barcos movidos a remo, con proas de cabezas de dreagón. Según la "saga Erik el Rojo", deben haber navegado bastante al sur, pues llegaron a un lugar donde asombrados, hallaron que en invierno no nevaba. Tal vez alcanzaron las costas de México y mismo parte de América Central.
Pero el viaje decisivo fue el de Cristóbal Colón, no sólo por la hazaña náutica que suponía, sino porque permitió la colonización de nuestro continente y su unificación lingüística, hecho que hoy nos permite viajar desde Uruguay hasata México hablando el mismo idioma, cosa que tal vez ayude un día a la unificación de Iberoamérica. Pero Colón creía que solamente había llegado a las Indias por un camino náutico más corto y menos penoso que el seguido por Marco Polo y otros eminentes viajeros. Cuando Núñez de Balboa descubrió el Océano PAcífico recién tuvo España la comprensión de que las tierras halladas por Colón no eran las Indias, sino un continente intermedio entre Asia y Europa. De ahí la búsqueda de un estrecho que comunicara el Atlántico con el Pacífico. El rey de España y emperador de Alemania, Carlos V encomendó a Hernando de Magallanes, que aunque nacido en Portugal, por sentirse agraviado se puso al servicio de España, que al mando de una flota navegara hasta hallar un estrecho que uniera ambos océanos. Muy penoso fue el viaje, con sublevaciones de algunos de los jefes a su mando, con sufrimiento de enfermedades y otras penurias. Creyó hallar un estrecho al llegar al Río de la Plata, pero desengañado, continuó su viaje hacia el sur. La tripulación estaba cada vez más temerosa, pero al fin Magallanes descubrió el estrecho que hoy lleva su nombre. Tras grandes penalidades y pérdida de barcos y hombres, descubrió las Islas Filipinas y trabó amistad con varios reyezuelos de ese archipiélago, pero un día, por ayudar a uno de ellos, su aliado, combatió contra los habitantes de otra isla que usaban flechas envenenadas, una de las cuales dio en el cuerpo de Magallanes, en parte no protegida por la armadura de hierro, lo que le causó la muerte.
Magallanes fue uno de los marinos más ilustres de su época; su viaje lleno de peligros y de aventuras, que sorteó con gran pericia, deja muy alto su nombre.
Lo continuó otro marino que se puso al frente de lo que quedaba de la flotilla española, que era sólo el navío "Victoria" tan averiado que tenía una peligrosa vía de agua. Elcano recorrió con él las islas de Malaca y Java y al internarse en el océano Indico tenía siempre la habilidad de sortear el peligro de las naves portuguesas. El Victoria ganó las costas de Africa y tras grandes penurias llegó al puerto español de San Lúcar de Barrameda. De su tripulación quedaban sólo diecisiete hombres, casi todos enfermos, tras haber realizado la primera navegación alrededor del planeta.
El emperador Carlos V regaló a Elcano, a manera de escudo de armas, la figura de un globo terráqueo con una divisa en latín, que traducida a nuestra lengua expresa:
"Tu fuiste el primero que me circundaste".
Bien merecía también el nombre de "Victoria", el glorioso navío que destartalado y todo fue el único que no se hundió y dio la primera vuelta al mundo.
Pero meditemos algo más. No siempre quienes intentan descubrir algo logran la culminación de su esfuerzo. Avanzan en su búsqueda, juegan la vida para llegar al fin propuesto. Pero ese esfuerzo, sea de la materia que sea, la continuará otro, y así sucesivamente, la humanidad va dando sus pasos hacia un conocimiento cada vez mayor, antes, del planeta, hoy, de multitud de problemas científicos, unos resueltos, otros adivinados. Sabemos mucho, pero cuando ignoramos todavía. Vendrán otros que darán otros pasos adelante. Pero quienes avancen no descuiden esta advertencia: que el avance de la ciencia sea siempre para el mayor bien, que no se equivoque la humanidad sabia y de pasos tales que lo inventado sea aplicado al bien, no a la destrucción pues eso siempre será previo. |