La foto de Benítez Laura Bissio |
Fue
una tarde de julio de 1962. Llovía fuerte y se anunciaba un temporal.
Maldije mi suerte cuando me mandaron a sacar fotos a la Caja de
Jubilaciones. Era muy joven y estaba iniciándome como fotógrafo de
prensa en un diario de la capital. Soñaba con sacar la foto de primera
plana, pero me tocaba cubrir eventos sociales y partidarios, fatalmente
perdidos en las páginas que poca gente lee. Se
jubilaba Julián Benítez, un jerarca con amplia carrera en la Caja,
quien además era un dirigente político
del departamento de Flores, y el diario iba a dedicarle una nota. La
entrevista estaba marcada para la noche, antes de un homenaje en la Casa
del Partido, pero querían unas fotos en su despacho; así que fui solo. Me
dieron algunos datos de la vida de Benítez: su origen humilde; la
temprana vinculación al partido, donde había conseguido una
recomendación para entrar a trabajar en la Caja; su carrera política
junto a la administrativa; y su gran carisma. A los setenta años se
retiraba. Había logrado ser director. Llegué
a la Caja muy mojado. Benítez estaba en su oficina, firmando las últimas
resoluciones. Me hizo esperar en el pasillo, mientras atendía gente que
llegaba a saludarlo o a pedir favores. Varios funcionarios iban y venían
con expedientes, que él firmaba o desechaba al ver la carátula. Tuve
tiempo de observarlo a través del vidrio de la puerta: era un hombre
corpulento, todavía erguido y con una actitud muy vital, a pesar la
cabeza casi calva y las arrugas. Tenía un aire de suficiencia y una
sonrisa que parecía aprendida. En las paredes de su despacho se
reflejaba su trayectoria, retratada junto a los presidentes del Consejo
de Gobierno. Le
saqué un par de fotos de pie, con su impecable traje oscuro; un poncho
marrón de lana doblado sobre el hombro lo identificaba como hombre de
la campaña. Los brazos cruzados sobre el pecho y una repentina
seriedad, me hicieron recordar el cuadro de Artigas colgado sobre el
pizarrón de la escuela. Pensé que sería una pose estudiada frente al
espejo. Era
muy conversador y me dio varios consejos para escalar posiciones y hacer
carrera. Cuando
ya me iba, me pidió que lo esperara un poco más; le estaban preparando
una fiesta de despedida en la sección, y quería unas fotos con los
funcionarios. Volví al pasillo. Ya estaba oscureciendo y se veía la
lluvia persistente a través de las ventanas. Un
funcionario llegó acompañando a un hombre, llamó en el despacho de
Benítez, le entregó un expediente y se fue. El hombre esperó. Estaba
vestido como peón de campo, de bombachas y alpargatas, con un poncho
gastado y una boina negra. Era tan delgado que parecía frágil, pero
tenía las manos callosas de quien está acostumbrado al trabajo duro.
Benítez
lo hizo pasar, le palmeó la espalda y me avisó que en seguida iríamos
al salón donde ya estaba todo pronto para la despedida.
El
hombre se sacó la boina; hablaba despacio, mirando el piso. Benítez
contestaba y gesticulaba. El hombre retorcía la boina con las manos y
seguía hablando sin levantar la mirada. Benítez parecía molesto, señalaba
el expediente y la oficina de al lado. El hombre insistía, empezó a
alzar la voz. Escuché palabras sueltas: promesa, pueblo, años de
espera. Benítez se le acercó, le dio una tarjeta y le ordenó que se
fuera. Por primera vez el hombre se irguió y mirándolo a los ojos,
rompió la tarjeta, pero no se movió. Benítez perdió la compostura y
quiso sacarlo a empujones de la oficina.
Yo
seguía la escena desde el pasillo. Preparé la cámara para capturar la
imagen de Benítez al natural, aunque imaginé que el diario no la
publicaría. A través del visor vi al hombre desenvainar un facón que
llevaba en la faja bajo el poncho y a Benítez avanzar hacia él,
tratando de desarmarlo. No pensé en buscar ayuda, sólo en conseguir la
mejor fotografía.
Los
hombres forcejeaban, Benítez gritaba, pero no había nadie cerca, todos
estaban esperándolo en la fiesta. Mientras
caía, resbalando contra el cuerpo del hombre, Benítez me miró.
Antes
de llamar a la policía, le saqué la última foto, la única que el
diario publicó: Benítez muerto en su despacho fue la noticia de
primera plana.
FICHA: Ejercicio deTaller: Observando una foto. |
Laura Bissio - (Taller Narrativa 2005 - Producción Literaria 2006 - Taller Literario "Las Musas")
Este cuento ha merecido el 1er. PREMIO de NARRATIVA 2005, en el concurso "Casa del Escritor SUEÑAPALABRA" de la ciudad de Paysandú.
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