Las nubes magallánicas De "Materia prima" poema de Amanda Berenguer
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cuando transitamos a velocidad cotidiana la gran avenida vía Láctea paseo cielo parque conocido desde niña y antes aún de papá y mamá muy semejante a 18 de julio cuando mirábamos pasar desde el Chevrolet 36 detenido en la acera las personas preparadas para una exposición rodante con aire de retreta y repasaba un examen de historia natural y sus vidrieras falsas de vida nocturna amarillenta en bajo voltaje sobrecargado a punto de estallar y se enciende el motor y se cruzan las calles de la Aguada la estación de tranvías del Reducto con reloj en hora hasta el Brazo Oriental de vuelta por San Martín entre plátanos jóvenes hasta Huáscar corta y sin hormigonar y cuando
llegamos a casa ahora en otro lado del mapa de la ciudad en la punta más cerca de un labio del planeta cuando volvemos a esta turbia clara circunvalación suburbana mezclados de yema central y del ruido usurero de un río de plata baja batiendo contra el murallón de la rambla costanera o crecido sobre la orilla arenosa apretando un huevo puesto en pleno vuelo
así con la cáscara partida Montevideo derramado
quedan someras sobras sobre la mesa tendida
aventamos las plumas indemnes sepultadas de aves americanas o de indios charrúas entusiastas asadores de Solís el descubridor de este lecho correntoso donde aún desovan las corvinas con cangrejilla y los delfines maman sin línea directa a ningún trono de la tierra
y se enturbia una
resaca misionera colonial
alguien está mirando directamente nuestra espalda el codo pelado la nuca las vértebras lumbares que sólo conocemos por dentro en el interior del espejo en la penumbra
de una radiografía
las Nubes de Magallanes encienden en los alrededores de nuestro polo celeste austral dos jirones arrancados a la vía Láctea de forma vagamente circular la Gran Nube se extiende en la constelación de la Dorada la Pequeña Nube en la constelación del Tucán la Gran Nube contiene estrellas supergigantes azules o rojas nebulosas gaseosas de emisión por ejemplo una de las más luminosas del firmamento la nebulosa de la Tarántula y cefeidas típicas y polvos absorbentes que no dejan ver las galaxias alejadas la Pequeña Nube en cambio es transparente
se descubren puentes de materia retorcidos formando bucles desplegados a semejanza de tenues ramajes o estirados al máximo y casi quebrados existe un fondo luminoso continuo en las regiones centrales de los grandes cúmulos de galaxias la difusión es uniforme y granada más o menos quinientos millones por ahora de gérmenes de infinito ah! entrego parte de un botín de guerra diaria en prenda por un largo corredor o paso de materia recién descubierto
el mar es cada vez más liviano y hondo la respiración suave acompasada el pensamiento apenas esbozado por palabras sencillas el cielo abierto de pie sostiene a pulso nuestras preguntas de rigor
el viejo por qué deforme
el plano galáxico se halla cubierto por nubes de gas polvoriento alineadas a lo largo de las espiras
la imagen más simple y correcta del universo es todavía la de un espacio euclidiano regularmente poblado de este animal enloquecido mordiéndose la cola y pariendo estrellas que miramos cada noche sin ver en la oscuridad más allá de nuestros ojos
el sur y el norte prevalecen luchando en un circo cerrado se da vuelta el hemisferio austral donde nacimos abrimos con el navegante Magallanes y los sesenta bramadores
su estrecho pasaje y giramos al norte de un solo espacio todopoderoso estaba cercano entonces del otro lado infinito la incorruptible mujer encadenada a poca distancia
del polo boreal expuesta hasta los ovarios destellantes entre los tejidos borbotando sombra atada a una roca radioactiva radiofuente
radioeléctrica cayendo sobre sus flancos de virgo devota Persea nebulosa foca o vaca marina entre los árabes también encadenada
zumba el ruido de fondo de la galaxia
pan bien amasado pronto para el homo de una playa desierta los redondos senos contra el sol mostrando las palpitantes cefeidas y el sexo de humo espeso respirando a empujones sobre esa mujer sola asoleándose sobre Andrómeda en puro cuerpo sobre la gran espiral Messier 31 encadenada a la espera estaba una noche en las rocas de la plaza Virgilio vigilando el Río de la Plata atenta al contrabando de las aguas por el mismo cielo a través de un ojo de bronce abierto a los caídos en el mar aguardaba el tránsito suntuoso de la nave Argos a toda luz en la altura desplegada cerca del sur celeste hundida la quilla en la negra onda hasta Canope el piloto alfa de la Carena a la vista siempre en su encrespada línea de flotación no tenía apuro y no podía moverme la espalda entumida al contacto de la dura oscuridad apenas arribaba a la costa un ruido periódico volcando una redada de segundos recién pescados y todavía vivos
cuando se está solo se sienten más fuertes las ligaduras y el peso real del leve firmamento extendido sobre el cuerpo afiebrado
el Navío se acercaba lentamente balanceando
su popa y volviendo al
puerto de partida
las estrellas se detienen posadas en el mástil y aletean sacudiendo el profundo duermevela la noche es larga y todo pasa cerca y sigue trajinando en la pulsación se mide la distancia se sabe la temida trayectoria se numeran los latidos que nos restan de la suma inicial entregada a cuenta del propio corazón
¿Andrómeda eres tú aquella insomne nebulosa o esta que soy ahora transitoria aquí en la tierra? pasa el Navío enarbolado en toda su gloria
sobre el meridiano cuarenta y cinco estrellas en orden similar al de un tratado sobre la forma de construir barcos los astrónomos modernos la dividen y le detallan quilla popa mástil vela pero sólo la mitad trasera del buque asoma a la carta de navegación de altura andando de tal suerte en su carrera nocturna de este a oeste que la popa va delante retrocediendo en dirección del muelle
Andrómeda ¿me oyes? me arrastrara la corriente que más temo o un chorro enceguecedor de luminarias dementes noctilucas militantes
se mueve el océano invertido combado casco protector reticulado sobre la forma
de la inteligencia acá las olas caen en la mitad de la calle sobre la gente que pasa despenada y sueño abajo la marea cubre el jardín de las manzanas de oro empuja la puerta principal la espuma se deshace sobre la mesa de trabajo en vano estrellerío nubes atormentadas descomponen las lejanas Nubes de Magallanes sus tenues bancos luminosos donde jamás encallará el Navío
acá llueve es noche cerrada antes de terminar la redondez del globo terráqueo
y llueve en oscuro de veras no se ven las palmas se enfutura se esperanza se constela adentro lanzallamas un hogar vivo amotinando estrellas sindicadas obreras de un cielofábrica de barrio donde se elabora destellando la historia del comienzo |
poema de Amanda Berenguer
"Materia
prima".
Tomado de
Amanda Berenguer El
río y otros poemas
Colección de Clásicos Uruguayos Volumen Vol. 188
Biblioteca Artigas del Ministerio de Educación y Cultura
Se terminó de imprimir en Montevideo, 28 de setiembre de 2011
Gentileza de la Biblioteca Nacional de Uruguay
Ver, además:
Amanda Berenguer en Letras Uruguay
Editado por el editor de Letras Uruguay
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