Gracias a Violeta |
Sus
pies pequeños, femeninos, recorrieron playas, desiertos, calles,
ciudades, pampas, montañas y llanos. En busca de una dulce melodía que
alegrara el canto de todos, y su propio canto. Humilde, todo corazón,
compuso las canciones más bellas que se puedan soñar para un ser amado.
Entregó su vida por ese amor, no sin antes expresar gratitud por haberlo
disfrutado. Condenó lo injusto que provoca la pobreza, alabó lo
verdadero de su pueblo y su folklore, su risa y su llanto... Abrió nuevos firmamentos en la música popular latinoamericana. Criticó a los tiranos y desnudó la hipocresía de los poderosos. Inspiró y enamoró a los jóvenes, arropó a nuevas voces que esparcieron sus sentidas canciones por el mundo. Lanzó a los cielos blancas palomas cuales rosas nacientes y retrató con fidelidad todo lo observado por esos dos luceros suyos, cuando recorría los caminos polvorientos de su sufrido Chile. Recuerdos de un largo trajinar, desde el caluroso norte hasta el nevado sur. Peregrina de espíritu adolescente, corazón errante, perpetua enamorada de la vida. Frágil ante el amor, ese torbellino que se fue enredando en su alma serena como lo hace la hiedra entre los muros. |
Roberto Bennett
Cuento finalista
I Concurso de Cuento Corto "Álvaro Cepeda Samudio", Colombia 2005.
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