En pedazos ... |
Escritos esperanzados en un mundo sin honor ni palabras lleno de rabia y dolor. El corazón utiliza mil máscaras que como barreras de cemento, lo ocultan y protegen del exterior. Hoy soy yo mismo, pero también fui mi madre y mi padre, y seguramente mañana seré tu, tal vez él. Como un camaleón cambia sus colores, mi ser vive en cambio constante, no encuentra la paz en el espejo y la busca en ti. Confusión: el ser y el no ser, todos somos iguales, pero todos somos distintos, iguales entre nosotros y distintos a nosotros mismos, distintos entre nosotros pero nunca, nunca iguales a nosotros mismos. Deleites momentáneos, efímeros, pasajeros, son los que nos mantienen en el juego. Juego eterno de máscaras y contramáscaras, de encuentros y desencuentros, de amores y desamores. Curioso juego en el que nos vemos obligados a jugar. No todos podemos ser felices, todos no podemos ser felices, ¿podemos ser todos felices? No. Y todo, todo es un infinito juego, de palabras y de acciones, de sueños y esperanzas, que nacen, crecen y luego caen y mueren. Mientras estemos juntos todo irá bien. No siempre estaremos juntos, las cosas no siempre irán bien. Pasarán años, pasará vida, pero el juego no termina. Los períodos de cambio pueden quedar suspendidos por segundos, días, meses. Tiempos de realidad han llegado y se han ido, han permanecido con nosotros por décadas, y algún día volverán. Por ahora, resignado al eterno cambio, permanezco silencioso, acatando las reglas del juego, jugando a no estar muerto, probando deliciosas bocanadas de aire. |
Sebastián
Batista
De "En pedazos"
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