En pedazos ...
II

Sebastián Batista

Escritos esperanzados
en un mundo sin honor
ni palabras
lleno de rabia y dolor.

El corazón utiliza mil máscaras
que como barreras de cemento,
lo ocultan y protegen
del exterior.

Hoy soy yo mismo,
pero también fui mi madre y mi padre,
y seguramente mañana seré tu,
tal vez él.

Como un camaleón cambia sus colores,
mi ser vive en cambio constante,
no encuentra la paz en el espejo
y la busca en ti.

Confusión:
el ser y el no ser,
todos somos iguales,
pero todos somos distintos,
iguales entre nosotros
y distintos a nosotros mismos,
distintos entre nosotros
pero nunca,
nunca iguales a nosotros mismos.

Deleites momentáneos,
efímeros, pasajeros,
son los que nos mantienen
en el juego.
Juego eterno
de máscaras y contramáscaras,
de encuentros y desencuentros,
de amores y desamores.
Curioso juego
en el que nos vemos obligados
a jugar.

No todos podemos ser felices,
todos no podemos ser felices,
¿podemos ser todos felices?
No.

Y todo, todo
es un infinito juego,
de palabras y de acciones,
de sueños y esperanzas,
que nacen, crecen
y luego caen y mueren.

Mientras estemos juntos
todo irá bien.
No siempre estaremos juntos,
las cosas no siempre
irán bien.

Pasarán años,
pasará vida,
pero el juego no termina.

Los períodos de cambio
pueden quedar suspendidos
por segundos, días, meses.
Tiempos de realidad
han llegado y se han ido,
han permanecido con nosotros por décadas,
y algún día volverán.

Por ahora,
resignado al eterno cambio,
permanezco silencioso,
acatando las reglas del juego,
jugando a no estar muerto,
probando deliciosas
bocanadas de aire.

Sebastián Batista 
De "En pedazos"

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