Contemplando una triste calavera |
El
muy sagaz Ulises, quien
gracias a un poeta ciego lograra
mucho más que “vida de la fama”. Aquel
señor de Itaca se
dio cuenta –enfrentado
al cíclope– que
nada era; preguntándole
el monstruo por su nombre se
rebautizó Nadie. Tal
ha sido el obrar siglo
a siglo de
aquellos sabios que en el mundo han sido. Si
contemplamos el
despojo restante de una vida; al
mirar esos huesos tal
vez comprenderemos mucho
más que estudiando cualquier
filosofía. El
cuerpo que nos ata es
un soplo engañoso. La
personalidad que tanto amamos apenas
un suspiro. Lo
único de veras permanente es
lo que se desprecia en este mundo: el
Ka de los egipcios el
Anima cristiana la
Esencia de la gnosis. Aquello
que realmente se
eleva en el trasmundo. Lo
Real
pervive en
planos invisibles, rememora
experiencias se
prepara –fuera
del tiempo– para
un nuevo retorno con
un nuevo ropaje. Hemos
estado aquí y hemos partido. Hemos
bebido luego –siempre– la
copa del olvido. El
único motivo para
habitar la cárcel de las formas es
aprender lecciones, enfrentar
a las fieras en
esta “selva oscura” para
después ascender más
conscientes más
sabios. Tarde
o temprano dejaremos el
ir y venir entre
mundo y trasmundo. No
habrá por qué efectuar el cruel descenso. Podremos
elegir conscientemente hacerlo por
amor a la chispa que
anida en cada hermano. Entonces
llegaremos como
Dionisios como
Orfeo como
Mitra o el Buda como
Jesús o Krishna como
Horus, o
como tantos otros Avataras
de Luz en
medio de la triste e incesante rueda
de samsara. Pero
también podremos elegir
ser Ángeles o
Devas o
Logos Planetarios o
Maestros Eternautas. Entonces
estaremos preparados, aptos
al fin para
dejar la última crisálida para
transfigurarnos. Ahora
somos apenas pequeñas
chispas que
nuestro Padre-Madre –eterna
flama– impulsara
hace eones y abismos de tiempo a
través de apariencias a
lo largo de eras para
volver conscientes nuestro fuego . Pero
más adelante –traspuestos
largos abismos de cronos– nosotros
tendremos también
a nuestros hijos, pequeñas
e incontables chispas de
la fogata inmensa que
ya entonces Seremos. Y
vamos a velar por cada
una de ellas, cuidando
cada etapa del
inmenso camino de ir y devenir que les espera. |
Hermógenes Bastarrica
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