Un pionero de la vitivinicultura uruguaya

Pascual Harriague

Crónica de Aníbal Barrios Pintos

Suplemento dominical del Diario El Día

Año XXXIX Nº 2011 (Montevideo, 23 de enero de 1972)pdf

Don Pascual Harriague, ejemplo de tesón y de act¡v¡dad progresista

Mucho antes de la fundación de Montevideo, el gobernador lusitano Naper de Lencastre tenia en su quinta coloniense de São Antonio “una parra de quinientos palmos de largo (unos 105 metros aproximadamente! con dos pedazos de viña muy bastantes".

En esta quinta, que en 1697 regalara a los religiosos franciscanos para que establecieran en ella su residencia, cinco años antes, ya las viñas habían dado sus frutos.

Muchos fueron los que fabricaron vinos en el actual territorio nacional en el siglo XVIII, pero recién en tiempos de la Patria Nueva, hombres visionarios como el español Francisco Vidiella, en el sur del país, y el francés Pascual Harriague, al norte del Rio Negro, llevaron adelante en gran escala dicha industria.

Hace ya varios años, el escritor Enrique Ricardo Garet trazó en este suplemento dominical de EL DIA. una hermosa semblanza de don Pascual Harriague. Hoy retomamos el tema para agregar alguna noticia más a su divulgada biografía.

Pascual Harriague nació en los Bajos Pirineos en el pueblo de Hasparren, el 14 de abril de 1819. Fueron sus padres, Juan Harriague y Juana Hiriart. Poco antes de cumplir 19 años llegó a Montevideo, en marzo de 1838, cuando, como dice Fernández Saldaña, “a la conclusión del movimiento revolucionario riverista. se inauguraba un ciclo de paz, lleno de promesas para los hombres de labor".

En Montevideo fue peón en un saladero del Cerro y luego dependiente de una pulpería de San José, de donde un compatriota suyo, Juan Claverie, lo llevó a Salto, habilitándolo en una pequeña curtiembre que luego transformó en grasería y fábrica de jabón y velas. Tiempo después contrajo enlace con una hija de Claverie, de nombre Catalina.

La caída de Salto ante las fuerzas del general Servando Gómez, paralizó su esfuerzo, ocupándose, después de la paz, en el negocio de piedras finas explotadas en el Departamento (ágatas, cuarzos, etc.) Pero pronto, junto a Claverie, dedicó sus esfuerzos a la industria saladeril. Habiendo con los años acrecentado sólidamente su patrimonio, pudo adquirir el establecimiento llamado "La Caballada", existente al sur de la ciudad de Salto.

A partir de 1883, en las horas que le quedaban libres en su trabajo del saladero, se ocupó en plantar vides en una chacra que poseía a orillas del rio Uruguay, contigua a su establecimiento.

Como las cosechas eran irregulares. Harriague solicitó a Burdeos otras variedades distintas a las existentes en el País, recibiendo las clases siguientes Verdot colong y hauchard, Cabernet de Medoc, Gros rouge d’abondance, Malbec, Sauvignon blanc doré, Merlot y Chasselas de Fontainebleau.

Ninguna de ellas prosperó, y Harriague, continuando con perseverancia sus experimentos de aclimatación, recurrió a nuevas plantas, esta vez procedente; de Cariñena, España, de donde llegaron las siguientes clases: Garnacha, Mazuela, Macaben y una variedad de moscatel.

Los primeros racimos se desarrollaron muy bien, pero en el momento de la floración se secaron casi en su totalidad. El ánimo y la energía de Harriague no decayeron pese a los magros resultados obtenidos, y esta vez solicitó nuevas variedades a Italia, de donde le enviaron, entre otras, las cepas llamadas Belulla. Caniná y Barbera qualité. Las plantas se aclimataron bien, pero apenas dieron una cosecha mediana en años considerados buenos. Resultados irregulares también obtuvo Harriague con plantas que recibió posteriormente de los países vascongados.

Vista aérea del que fuera antiguo saladero de Harriague en el paraje salteño conocido por La Caballada, frente a la ciudad argentina de Concordia

Finalmente, la firme tenacidad de Harriague tuvo un corolario feliz. De un amigo suyo de Concordia. Juan Jauregui, obtuvo unos cuantos sarmientos de la variedad de uva negra francesa conocida por Larda, procedente de su casa paterna del pueblo de Irulegui, en los Bajos Pirineos. Aclimatada en la zona del ejido concordiense por más de veinte años, con ella reemplazó Harriague una gran parte de las plantas de su primer viñedo y ensanchó su plantación, conservando solo unos pocos ejemplares de cada variedad.

Mientras que los orientales continuaban sus luchas fratricidas. Harriague continuaba sus pacientes y reiteradas ensayos hasta que en los primeros días de mano de 1887, por vez primera, la cosecha de los viñedos de Harriague alcanzó un carácter verdaderamente industrial.

Reseñando la fiesta realizada en su establecimiento con tal motivo, que fue calificada de auténtica fiesta nacional, dijo un cronista salteño:

"Efectuóse la vendimia del señor Harriague por veinte y tantas personas, entre hombres, mujeres y niños, en presencia de una concurrencia numerosísima que afluía del Salto y de Concordia y en  medio de los acordes de varias bandas de música y del aplauso y alborozo de loa circunstantes, que saludaban a la vista del copioso fruto el advenimiento de una nueva era industrial de anchos horizontes para el porvenir de esas comarcas.

No encontrábanse allí más que rostros placenteros, todos brindaban a la prosperidad de la nueva industria y a la salud de su fundador señor Harriague, quien colmaba las copas con los vinos comunes y finos de sus anteriores cosechas.

Los apasionados celebraban su triunfo y los hasta entonces refractarios, que eran los más, se congratulaban en celebrar su derrota plegándose entusiasmados á las filas opuestas.   

Más de cuatrocientas bordalesas de vino han sido el resultado de la cosecha de este año, que como en su mayor parte procede de plantas muy nuevas, no es aventurado asegurar que será tres veces más en el año entrante.

El rendimiento de las cepas de 6 a 10 años, ha sido de una bórdalesa por cada 100 plantas: y el señor Harriague cuenta obtener igual rendimiento en la totalidad de su viñedo dentro de unos cuantos años: de modo que contando hoy alrededor de 250.000 cepas, ellas deben de producirle dentro de poco tiempo unas 2.000 bordalesas de vinos”.

Finalizando su crónica decía el periodista anónimo de "El Deber” salteño: "Con establecimientos de esta magnitud, con plantas de primer orden ya aclimatadas, con vinos experimentados que han resistido ya tres veranos en condiciones inmejorables y con multitud de otras seguridades que seria largo enumerar, la industria vinícola queda definitivamente implantada en el Salto Oriental bajo los auspicios más halagadores”.

Por la misma época, otro periódico, "La Libertad", refería a sus lectores que plantando gamals negros de Borgoña en tierras salteñas se obtenía un resultado de ocho pipas por cuadra, es decir se lograba un valor de ochocientos pesos en el mismo año de la cosecha. El país consumía uña cantidad de vino que representaba el producto de más de 4000 hectáreas en la costa del Uruguay, que se estimaba podrían cultivarse en unos ocho a diez años.

Con motivo de ser comisionados los Dres. Daniel Granada y Emilio Soulez por la Asociación Rural del Uruguay, para informar sobre la calidad de los vinos de Harriague y comprobar si había sobrepasado los 100.000 litros de vino elaborados —como así fue— para hacerse acreedor al premio de 5.000 pesos, que por decreto del 17 de junio de 1897 serian concedidos, como estímulo, a quienes alcanzaran dicha producción, ha llegado a nuestro conocimiento que el vino cosechado últimamente se encontraba depositado en dos bodegas, una con más de 600 bocoyes de capacidad y la otra con 200. Ambas tenían gruesas, frescas y aireadas paredes de mampostería. En la parte superior de las bodegas, que quedaban bajo tierra, existían espaciosos almacenes.

Los viñedos abrazaban una extensión de 60 cuadras, hallándose en una etapa de preparación para extenderlos sobre 25 cuadras más de tierras, que recibían en esos momentos la reja del arado. Las viñas, todas tiradas a cordel, descansaban en espalderas construidas con postes de ñandubay y alambre corrido, en los que se afianzaban cañas de Castilla, que ofrecían seguridad y guía a los sarmientos.

A fines de 1887, Harriague tenía 34 clases de vid aclimatadas y 130 cuadras de viñedos, de las cuales 120 eran de uva negra procedente del Sr. Jauregui y las demás de uva blanca y negra, como Gamay Responte, Pinot argenté y Plnot de Bourgogne. Acababa asimismo de formar en San Antonio, a corta distancia de Salto, otro importante establecimiento vitícola.

Por la misma época, en "La Ilustración del Plata" decía el articulista Arsenio Lermitte:

"Hoy no sabemos lo que más se debe admirar en el señor Harriague: si su iniciativa y dedicación a una obra entonces dudosa de realizar, ó la energía y constante tenacidad de la que ha dado prueba en sus trabajos hasta hoy; pues para la aclimatación de la vid, tres veces ha tenido que arrancar y modificar sus plantíos por causas climatéricas, atmosféricas y otras muchas. Después de la fabricación del vino ha tenido que perder años en estudios para su confección; porque unas veces era por la amargura producida por el tanino: otras por la acritud y acidulación, efe., etc., y como su empeño siempre ha sido hacer vino sin ningún elemento extraño a la uva, no paró hasta dar con el vino actual que tanto conocen y vendido antes de su completo sazónamiento.

En el cúmulo de dificultades, ha tenido también que contar con muchos ensayos para la fermentación porque no tenia antecedentes de ninguna clase en el país, que le sirvieran de guía, dada la temperatura en el Salto en tiempos de vendimia. Empezó, pues, por hacer construir unos lagares de mampostería para la fermentación, creyendo que las paredes de material serian menos sensibles al calor que la madera, como a los bruscos cambios de temperatura; pero tuvo que abandonar esos recipientes porque el vino perdía su sabor y su aroma (bouquet). Hizo entonces construir unas cubas de roble variando su capacidad de 60 hasta 150 hectolitros y para estas hizo construir una gran bodega subterránea para colocarlas, obteniendo así un trabajo perfecto”.

No es éste el lugar para documentar detalladamente la trayectoria de don Pascual Harriague. Cuando se escriba la Historia de la Agricultura Nacional —uno de los tantos temas trascendentes que han sido postergados por el estudio de los hechos políticos— habrá que dedicar varias páginas a la divulgación de su actividad creadora y progresista. Harriague falleció a los 74 años en el edificio de la calle Saint Roch Nº 1 de París, a las "nueve y tres cuartos de la noche” del día 12 de enero de 1894, durante un viaje que realizaba por Europa.

En un inventario existente en el expediente sucesorio, figura entre sus existencias, al 20 de marzo de 1892, el siguiente detalle:

5.557 bordalesas de vino tinto a $ 25. $ 138.925; 628 bordalesas de vino picado. $ 15.700: 32 bordalesas de vino blanco dulce, $ 800; 5 bordalesas de vino Cabernet, $ 155; 36 1/2 bordalesas de vino blanco, $ 255, 50; 5.090 litros de cognac Harriague a $ 0.50, $ 2.545; 50 litros de cognac Espress a $ 1.00, $ 50; 2.085 litros de vinagre, $ 100.

El edificio de la bodega tenia 85,90 mts. de largo por 28.488 mts. de ancho. Contenía 5 piletas lagares y un edificio destinado a destilería, con paredes de piedra.

El saladero “La Caballada" figuraba a nombre de Pascual Harriague, Santos Errandonea y Juan Harau. Tenia un área de 34 hectáreas y 6.804 metros cuadrados y un muelle de 38 metros de extensión. Su activo alcanzaba a $ 253.641,76 y el pasivo a pesos 144.471.54.

Poseía además Harriague una suerte de estancia compuesta de 1.992 hás. y 2.787 metros cuadrados en el paraje denominado Corralitos. En ese campo tenia unas 122 hectáreas dedicadas al cultivo de la vid.

Algunos meses después de su fallecimiento, un cuadro estadístico levantado en diciembre de 1895, asignaba 85 viñedos al Departamento de Salto. La realidad quizá superaba los sueños del infatigable luchador vascuence.

 

Crónica de Aníbal Barrios Pintos

 

Suplemento dominical del Diario El Día

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Gentileza de Biblioteca digital de autores uruguayos de Seminario Fundamentos Lingüísticos de la Comunicación

Facultad de Información y Comunicación (Universidad de la República)

 

 

Ver, además:

 

                         Aníbal Barrios Pintos en Letras Uruguay
                  

Editor de Letras Uruguay: Carlos Echinope Arce   

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