Crónicas de Montevideo antiguo Crónica de Aníbal Barrios Pintos
Vista panorámica de la playa Ramírez alrededor de 1885, en la que puede apreciarse el asilo “Damaso Larrañaga" y el tranvía “Oriental" a tracción a sangre. |
Si numerosos viajeros dejaron prolijo testimonio de su paso por Montevideo en el correr del siglo pasado, pocas veces, en cambio, fue esta ciudad mirada con ojos de testigo por periodistas o escritores lugareños. El montevideano insatisfecho quizás tenga imposibilidad de imaginar las características de algunos barrio montevideanos —base y raíz de los pretensiosos tiempos presentes— al promediar el año 1890. Las calles antes desiertas, se han dinamizado co el sonoro ritmo de las gentes y las máquinas. Y mientras se empinan sin pausa los aéreos pretiles de los altos edificios, miles de casas van cubriendo los antiguos huecos y los solares abandonados. La crónica reveladora permite imaginar la evolución que ásperos censores de la actualidad niegan. Implícitamente constituye un homenaje a quienes se unieron a la vida de la capital de la República y le dedicaron sus mejores energías, contribuyendo a su intensa transformación contemporánea, de crecimiento hacia afuera y hacia adentro. En julio de 1890 un periodista montevideano recorrió los barrios Pocitos, La Unión, Reus al Sur, Arroyo Seco, Paso del Molino y Cerro, a fin de enterarse de sus necesidades más apremiantes. Brinda con tal motivo en su diario una serie de extensas y minuciosas estampas del paisaje y de personajes de la época, cuya localización debemos a la gentileza del profesor Alfredo R Castellanos. Así describía la modesta fisonomía de la localidad balnearia de los Pocitos, "el Biarritz Oriental", en momentos en que el Banco Constructor se aprestaba a rematar en mensualidades de 15 pesos, solares "situados entre las calles Artigas (hoy Masini), del Puente (actual 26 de Marzo), Garibaldi (actual Guayaquil) y Lavadero, en el corazón del pueblo, circundados por los lindos chalets de Howard y Domínguez, el Gran Hotel de los Argentinos, el Gran Restaurant de los Baños, la gran fábrica de papel, la iglesia, y la preciosa casa del Sr. Francisco A. Vidal". |
|
"Los Pocitos es una localidad bonita y bien situada, pero difícilmente llegará a adquirir importancia bajo el punto de vista social y comercial". "Es un pueblo esencialmente obrero. La mayoría de sus hombres son canteros y lavanderas las mujeres. No obstante residen ahí familias pudientes, construyéndose actualmente muchos edificios y dos hermosísimos chalets: uno por cuenta del diputado don Rufino T. Domínguez y otro propiedad del Sr. Lafont." "Cuenta la localidad con las siguientes casas de negocios: 18 a almacenes, 2 tiendas, 3 carnicerías, 3 billares, una botica del señor Nicolás Falco la que conviene advertir, hallase situada en los suburbios del pueblo, de manera que cuando llueve es obra de romanos aproximarse a ella. Hay una Sociedad de Socorros Mutuos denominada “Unión de los Pocitos". que cuenta con cerca de 250 asociados. En reemplazo del doctor Obiol, está ahora el doctor Vidal, facultativo inteligente y filántropo." “La policía ocupa en la calle Pereira una casa que consta de dos piezas y un galpón, pagando 50 pesos mensuales de alquiler.” "Vecinos con los cuales hemos hablado se quejan de los procederes del teniente alcalde que es además dueño de un almacén, descuidando las obligaciones inherentes al puesto indicado. La queja es unánime en lo que se refiere al alumbrado publico, pues los faroles se apagan a las 11 de la noche, no obstante haberse comprometido el contratista a mantenerlos con luz hasta la madrugada." “Hace algún tiempo intentó fundarse un club social, pero se fundió sin fundarse. El Hotel de los Argentinos que pertenecía al señor Escardó, actualmente propiedad del señor Boccia, hallase alquilado por verías personas, entre ellas los coroneles Maciel y Cnsthy. La iglesia es un edificio sencillo, pero elegante. Desempeña actualmente las funciones de cura, un señor que con frecuencia se permite proferir palabras poco 'católicas' en presencia de feligreses. Existe una Comisión Auxiliar en los Pocitos, pero como si no existiera, pues jamás se reúne, ni adopta resoluciones de ninguna clase." |
No fue mejor, por cierto, la impresión que le produjo La Unión al cronista, a quien severamente califica de ser “uno de los pueblos más antiguos y también más indiferentes a las manifestaciones del progreso.” Con manera natural y clara de expresarse, reseña así, lo que observa a su paso por la villa: “La plaza es algo verdaderamente risible; un despoblado donde crece el pasto en abundancia: un pasto que se eleva a media vara de altura, sin más adorno que dos bancos destrozados, inservibles por lo tanto, y cuatro álamos raquíticos. Ni un farol hay allí; siendo de advertir que la titulada plaza está rodeada de importantes edificios: la iglesia, los Asilos de Huérfanos y maternal Nº 4. etc." "Da lástima ver el mercado de La Unión: es un edificio que amenaza derrumbarse de un momento a otro. Hace por lo menos 15 años que no se blanquea. Las paredes del Mercado que fueron blancas en su tiempo, ahora son de color indefinible." “El camino que va de La Unión al Hipódromo de Maroñas que da entrada a la plaza de frutos de la Villa y es el tránsito obligado de los vehículos, se halla completamente intransitable. Hace la friolera de veinte años que no se compone ese camino. El de Propios que va al Hipódromo Montevideo, está también intransitable. En la calle Industria, que da comunicación al camino de Goes, abierto recientemente a objeto de favorecer los intereses de la población, se observan dos enormes pantanos que hacen de todo punto imposible la viabilidad. El de Carrasco por donde entran a la villa los lecheros, está en tan pésimo estado, que diariamente ocurre un percance grave, habiendo necesidad de sacar a lazo a jinete y cabalgadura enterrados entre el barro.” “El vecindario se queja de las pocas garantías que le ofrece el servicio policial, y esto se explica ya que en el Camino Larrañaga, desde 8 de Octubre hasta el de Goes, una legua larga, no hay más que un solo guardia civil que tiene su parada en el cuartel de los Vascos. En los caminos Goes y Corrales y una fracción del Cerrito, presta sus servicios un sargento que tiene su parada en el Hipódromo Montevideo. (Unos 40 en total integraban el personal policial asignado a la zona. Tenían que atender una población calculada en 14.000 habitantes v una extensión de 5.711 cuadras cuadradas).” “Entre las sociedades mas importantes figura el Club Concordia, formado por la juventud de la villa. El edificio situado en la calle 18 de Julio, hállase iluminado a gas. Además del nombrado centro, existen el Club Comercial, dos Sociedades Italianas de Socorros Mutuos y una Española. Las dos primeras poseen local propio, en la calle Fray Bentos y la otra en La Blanqueada.” La Unión, pese a la deplorable situación descrita, poseía una laboriosa colmena de comercios e industrias que iban preparando los caminos del progreso lugareño. Entre estas, el establecimiento cerámico a vapor de Pisano y Cía., donde se fabricaban diariamente diez mil ticholos; varias curtidurías: las fábricas de ladrillos del Buceo y calle Comercio, propiedad del señor Turini, el gran establecimiento de canteras y muelles en Punta Gorda. La actividad comercial dio temprana y decisiva fisonomía a La Unión: en la época eran sostenes de trabajo, entre otros, la Confitería de La Liguria, propiedad de los hermanos Tramontano: las tiendas de Staricco, de Roca Alcorta y la denominada “La Estrella”: los almacenes de Nicolás Martínez, Fernández, Podestá, Peluffo: las boticas de Pedro Alonso y Zipitría y de Rebella y Guerra; la fonda Lucía; el restaurant Universal. La salud pública ere atendida por los doctores León Capdehourat (medico forense), Pantaleón Pérez, Sassano, Lisaso, Romeu y Guimará y Bombardella. Eran autoridades de la villa el comisario Comandante don Félix Laborde y el juez de paz don Antonio Pedemonte, antiguo y respetado vecino. Cuando llega a la Villa del Cerro el cronista consigna que "es uno de los pueblos que mayores progresos ha adquirido bajo el punto de vista material, social y comercial.” Comenta a propósito que "efectivamente hace apenas cuatro o seis años el Cerro era una localidad despoblada, sin mas atractivo que vanos edificios vetustos y un centenar de ranchos habitados por las familias de los peones de los saladeros. Ahora existen allí soberbios edificios, chalets, varios saladeros —los de Ferrés y compañía, Denis, Duelos y Aturquein, Castellano y Cía., Apestegui, Cibils, Muré Piñeyrúa y San Martín— que constituyen el pan de cada día de millares de obreros, colegios donde se instruyen algunos cientos de niños de ambos sexos, un club social, una fábrica de lenguas conservadas del Sr. Mac Coll y otra de dulces del Sr. Mongrell, 2 barracas de carbón de la Suc. Braga, boticas y varias tiendas, almacenes, sastrerías fondas, panaderías, carpinterías, etc.” Tradicionalmente a| finalizar cada año, se realizaban mi el Cerro las fiestas vascongadas. La correspondiente a 1890 fue oportunidad propicia para que se escuchara música y luego se danzara. Los invitadas llegaron en los vaporcitos "María Teresa" y “Virginia”, los que lucían airosamente en la ocasión, las banderas francesa, española y oriental. Posteriormente se sirvió un asado con cuero en una carpa levantada en la falda del Cerro. Dicha carpa era un largo galpón con techo de hojas de árboles, cuya frescura, al decir del cronista, “era digna de los pulmones de un tísico.” Antes y después del almuerzo se efectuaron carreras a pie y juegos al ganso. La nota periodística finalizaba con el adiós a la blanca fortaleza “que se destacaba en la cumbre como un huevo gigantesco." Luz, movimiento, tránsito febril, ritmo de ciudad cosmopolita, son hoy las realidades dinámicas de los barrios montevideanos descritos por el ignorado periodista. En el vértigo actual del hacer y del crecer, en el cotidiano enjambre de nuestras prisas, exhiben, señalan, proclaman, el espléndido camino recorrido, la tensa forja de las horas y los días. |
Crónica de Aníbal Barrios Pintos (Especial para EL DIA)
Suplemento dominical del Diario El Día
Año XXXIII Nº 1674 (Montevideo, 14 de febrero de 1964)
Gentileza de Biblioteca digital de autores uruguayos de Seminario Fundamentos Lingüísticos de la Comunicación
Facultad de Información y Comunicación (Universidad de la República)
Ver, además:
Aníbal Barrios Pintos en Letras Uruguay
Editor de Letras Uruguay: Carlos Echinope Arce
Email: echinope@gmail.com
Twitter: https://twitter.com/echinope
facebook: https://www.facebook.com/carlos.echinopearce
instagram: https://www.instagram.com/cechinope/
Linkedin: https://www.linkedin.com/in/carlos-echinope-arce-1a628a35/
Métodos para apoyar la labor cultural de Letras-Uruguay
Ir a índice de crónica |
Ir a índice deAníbal Barrios Pintos |
Ir a página inicio |
Ir a índice de autores |