La
tercera mujer Napoleón Baccino |
Ya nadie
puede negar razonablemente, que la mujer será la gran protagonista del Tercer
Milenio. Primero porque su emancipación en tanto toma de conciencia es un
proceso irreversible. Segundo porque el derrumbe del patriarcado al cabo
de cinco milenios de dominación, también. Pero este es un proceso mucho
más complejo de lo que parece, que afecta a la organización social
entera y que pasa por la invención de nuevas estructuras que sustituyan a
las antiguas, profundamente arraigadas en el mundo real y en el psicológico. Si
queremos evitar que ese proceso se convierta en una guerra entre los sexos
—ya se libran las primeras, escaramuzas— una guerra que, sí sería,
como dice la conocida expresión acunada por Sadam Hussein: "La Madre
de Todas las Batallas". Que se libraría en todos los "campos de
batalla" de la organización social, empezando por la pareja tal como
la concebimos ahora, la familia, la procreación, la crianza de los hijos
y un sinfín de escenarios —como de hecho ya está ocurriendo—y en la
que todo tipo de "arma" sería válida, porque, tal vez estamos
ante uno de esos pocos, rarísimos casos en los que el fin justificaría
los medios. Si se quiere evitar esa catástrofe —de la que insisto, ya
se pueden percibir los primeros síntomas— se debe pensar la emancipación
de la mujer y la igualdad de los géneros como la más profunda de las
revoluciones estructurales que haya encarado la humanidad desde que
tenemos registros históricos. No
se trata de sustituir el patriarcado por el matriarcado, sino de crear las
estructuras adecuadas para hacer viable una tercera opción,
verdaderamente igualitaria. De
la plena conciencia de este desafío, nace LA TERCERA MUJER, de Giles
Lipovetski, uno de ios libros más fascinantes, lúcidos y polémicos de
su autor. Lipovetski,
ha llegado a constituirse no sólo en uno de los pensadores contemporáneos
más importantes y provocativos, sino también, en el más popular y
accesible de los filósofos posmodernos franceses. LA ERA
DEL VACIO, (1983) su primer libro, es quizá la piedra angular de esta
lectura interdisciplinaria —en la que se integran elementos provenientes
del campo de la filosofía, la semiótica, la sociología, la antropología
cultural, etc. — en una visión, para algunos apocalíptica pero
incuestionablemente real sobre los excesos del individualismo contemporáneo.
En EL IMPERIO DE LO EFÍMERO de 1987, Lipovetski rastrea la procedencia
histórica de este fenómeno en un terreno que "no se lleva"
entre la intelectualidad, la moda, partiendo de la hipótesis de que la
invención de la moda y el descubrimiento del individualismo son
inseparables. Mientras que en EL CREPÚSCULO DEL DEBER (1994) indaga y
censura "la ética indolora de los nuevos tiempos democráticos"
como reza el subtítulo del libro. Ahora
con LA TERCERA MUJER, su autor, con escasos cincuenta y cuatro años, se
consagra definitivamente, como uno de los faros, que iluminan las
tinieblas de este fin de siglo, como lo fueron en su día Marcuse, por
citar solo un ejemplo en el mismo campo. "Las
razones que impulsan a un hombre de la generación de la inmediata
posguerra a reflexionar y escribir sobre las mujeres de su tiempo no son
demasiado misteriosas —escribe en el prefacio— ¿Cómo no interrogarse
sobre el
nuevo lugar de las mujeres y sus relaciones con los hombres cuando
medio siglo ha introducido más cambios en la condición femenina que
todos los milenios anteriores? Las mujeres eran esclavas de la procreación,
y han logrado liberarse de esta servidumbre inmemorial. Soñaban con ser
madres y amas de casa, y ahora quieren ejercer una actividad profesional.
Se hallaban sometidas a una moral severa y la libertad sexual ha adquirido
derecho de ciudadanía. Estaban confinadas en los sectores femeninos y
hete aquí que abren brechas en las ciudades masculinas, obtienen los
mismos títulos que los hombres y reivindican la paridad en política. No
cabe duda —concluye—que ninguna conmoción social de nuestra época ha
sido tan profunda, tan rápida, tan preñada de futuro como la emancipación
femenina". En
las sociedades occidentales contemporáneas se ha instaurado una nueva
figura social de lo femenino que instituye una ruptura capital en la
historia de las mujeres y que expresa un supremo avance aplicado al
estatus social e identitario de lo femenino. "A
esta figura socio-histórica la denominamos la
tercera mujer" —explica Lipovetski. Pero este proceso quizá
por la propia velocidad vertiginosa de los cambios, ha sido espontaneo,
accidentado, beligerante, radical, discriminatorio y ha llevado a excesos
que las propias mujeres censuran. (Véase: Georges Duby: "Historia de
las Mujeres". Ed. Taurus). La
hoguera que las precursoras encendieron se extendió en forma tan voraz y
devastadora que muchas veces se apuntaron las baterías a la aniquilación
de los mecanismos de diferenciación social y hasta sexual de los géneros. Lo
cierto es que mientras muchos roles atribuidos a la mujer desaparecen, hay
a la vez, todo un conjunto de funciones tradicionales que perduran y no
tanto por inercia histórica sino por su posibilidad de concordar con los
nuevos referentes de la autonomía individual, no condicionada por el
sexo. Lo
que se propone Lipovetski en este ensayo que llega al español precedido
de una encendida polémica en su país de origen, es lograr un equilibrio
de los varios opuestos en juego. La emancipación de la mujer
debe conjugar discontinuidad y continuidad. No provocar una ruptura
radical con el pasado histórico, sino renegociar con él su nuevo rol. No
ir contra lo biológicamente determinado, sino traducirlo en una
estructura social más justa. A
"la tercera mujer" le toca, en suma, reconciliar a la mujer
radicalmente nueva con la mujer siempre repetida. El
análisis, siempre apasionante, lúcido, erudito, comienza nada menos que
en el terreno del amor, porque es en ese terreno, que tradicionalmente se
consideró el del encuentro de los sexos opuestos, en el que se está
librando, aún en forma de escaramuzas más o menos aisladas, la que de no
evitarse a tiempo podría llegar a ser "La madre de todas las
batallas". Las reflexiones de Lipovetski y la solidez de su apoyatura merecen, creemos, una segunda entrega sobre el tema en cuestión. |
Napoleón Baccino
El País de los domingos
El
País - Montevideo
23 de mayo de 1999
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