La leyenda de la tijereta Leyenda guaraní anónima |
Sucedió hace muchísimos años. En un pueblito guaraní vivía Eíra[3] con su madre. Ésta, que había quedado imposibilitada, dependía para todo de su hija, que a su vez se dedicaba a atenderla y cuidarla, ganándose la vida con su trabajo. Eíra era costurera, y para tener a mano la yetapá[4] que tantas veces necesitaba, la llevaba colgada a la cintura, sobre su blanco delantal, por medio de un cordón oscuro.
Muy trabajadora y diligente, a Eíra nunca le faltaban vestidos para
confeccionar, de manera que era muy común verla con tela y tijera,
cortando nuevos trabajos. La tijera así suspendida acompañaba el ritmo de su paso y brillaba el reflejo de la luz, cuando la costurera se movía de un lugar a otro. |
No mucho tiempo después de la muerte de su madre, la dulce y sufrida
costurera enfermó de tristeza y de dolor, tan gravemente que no fue
posible salvarla.
El Dios bueno, que conoció su intención, dijo para animarla: |
|
-Tupá... Dios bueno que complaces a los que te aman y respetan... yo
desearía... Referencias:
[1]
Tupá: Dios bueno.
Orden Passeriformes |
Leyenda guaraní anónima
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