No sabía por donde comenzar, en realidad lejos de mis deseos estaba el lastimarla.
Observé nuevamente su rostro sonriente, el del porta retrato que está en la biblioteca; está tan bonita, tan dulce -pensé- pero de alguna forma debo encontrar un punto final a estos des encuentros generacionales.
Claro está que no es nada fácil y de pronto el abismo ya existente podría aun profundizarse aun más.
Preocupada, tomé una hoja en blanco de uno de sus cuadernos y simplemente escribí : “Bea: Fui, soy y seré siempre tu amiga incondicional, no lo olvides nunca, te amo. Mamá”
Más tarde por la tarde, al mirar por la ventana de su cuarto hacia dentro, la vi, leyendo su cuaderno y apretarlo contra su pecho. La página en blanco sirvió de nexo, ahora el tiempo dirá...,la esperanza está latente una vez más. |