Ella es apenas una adolescente. El, un muchacho estudiante de medicina amigo de la familia.
Absortos en la charla de casi todas las noches, luego de cenar. La madre prepara un café, escuchan música, juegan a las cartas.
El la observa todo el tiempo, parte del cual, ella es ajena.
La charla entre los tres es animada, sumamente amigable.
De pronto los pies de él rozan con los de la chica, las miradas se cruzan, una mano se levanta y es llevada al rostro, como intentando encubrir la sorpresa.
Sigue la partida, la madre gana una y otra vez.
La charla mantiene su clima.
Las piernas de los jóvenes se enroscaron debajo de la mesa.
Las miradas cómplices observan a la madre, que con manos veloces entrevera las cartas y se jacta de su suerte esta noche. |