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Un personaje y una ciudad
Alfredo Alzugarat
alvemasu@adinet.com.uy

 
 
Reseña de El Chamaco Rébori, un hombre, una ciudad y un río, de Mario Mazzeo. Montevideo: Trilce, 2006. 135 páginas (con ilustraciones)

La necesidad de investigar y de hurgar hasta en sus más mínimos detalles el período de la dictadura ha derivado en una gran concentración del discurso testimonial al menos desde 1998 hasta estos días. En ese marco, la represión desde el poder político y la respuesta popular han ocupado y ocupan un lugar de primacía. Son reconstruidos los grandes hechos que amojonaron el período: la toma de Pando, la fuga de Punta Carretas, la masacre en la 20 seccional del Partido Comunista, etc.; el tema de la cárcel es revisado una y otra vez por los recuerdos de quienes la padecieron, y de los extensos reportajes a los principales protagonistas de las fuerzas populares se ha pasado últimamente a las biografías, ya no sólo de dirigentes, sino también de personajes pintorescos o representativos de determinada realidad. Ya no son simplemente testimonios desarrollados en primera persona  ni tampoco reportajes presentados como tal, aunque sin duda lo último es la principal base de sustentación de estos relatos organizados y contados por un narrador que se aproximan a la forma tradicional de las biografías o historias de vida.

Los mejores ejemplos los hallamos en la serie Vidas rebeldes, colección de editorial Trilce dirigida por la prestigiosa María Esther Gilio: El Cholo González, un cañero de Bella Unión, de esta misma autora; Yemnia Dumnova, un amor en la guerra fría, de Sergio Israel, El Negro Viñas, más allá de los muros, de Pablo Pera Pirotto, El Chamaco Rébori, un hombre, una ciudad y un río, de Mario Mazzeo, y Juan Carlos Mechoso, un anarquista, de María Eugenia Jung y Universindo Rodríguez., a los que deben sumarse, ya fuera de esa colección, un valioso y olvidado antecedente: La vida de Vladimir Roslik (1993), de Volodia, y Donde el faro ilumina. Vida y lucha de Rafael Cárdenas, escrita por el hispano - uruguayo Rodrigo Véscovi en  Barcelona. Abordar la vida de ellos permite en todos los casos ahondar en distintas facetas y vertientes  del período dictatorial aún poco exploradas o necesarias de ser actualizadas: la fundación de UTAA y las marchas cañeras, los senderos de la delincuencia y la cárcel de Punta de Carretas, los orígenes del anarquismo, la represión en la villa de San Javier, en Río Negro.

El Chamaco Rébori, en particular, es el personaje que sirve de guía y cauce para adentrarnos en la singular realidad de Carmelo, una de las ciudades del interior más fuertemente atropelladas por la barbarie de la dictadura y cuya historia era imprescindible rescatar. Ventura Rébori Sachs (el Canario o el Chamaco, como  se le ha dado en llamar) nació precisamente en ese lugar en 1938, descendiente de emigrantes genoveses y alemanes, siendo su padre fundador de la más conocida institución deportiva de Carmelo: el Rowing Club. Deportista, tambero, tupamaro, Rébori fue encarcelado a comienzos de 1972 junto a su esposa Dora Bianchi.  En 1978 protagonizó, junto a Wassen Alanís, el más famoso episodio de su vida: el intento de fuga del cuartel de Colonia, con el que da comienzo el relato. En 1984 salió en libertad reanudando desde entonces su militancia, reconstruyendo los lazos familiares con su esposa y sus seis hijos, la vuelta al trabajo en el tambo y su participación destacada en la cooperativa lechera Calcar. Su coherencia extendida en el tiempo al igual que su voluntad “de fierro” y su austeridad, su inserción en el medio geográfico y social y a la vez ese “salirse” de la norma, de ser como “no se debe ser”, la rebeldía que lo ha caracterizado siempre, son las más notorias razones que hacen que el Chamaco Rébori sea el hombre elegido para, junto a él, conocer la historia de Carmelo, la importancia de su enclave geográfico magníficamente engalanado por la desembocadura del arroyo de las Vacas, los “líos de la leche” de 1956 que movilizaron a casi toda la población marcando un antes y un después, la feroz represión ejercida en 1974 cuando fueron presos entre 65 y 100 carmelitanos en una población total de trece mil habitantes y que tuvo por saldo la muerte bajo tortura de Aldo Perrini y “un sedimento de miedo” -al decir de Mario Mazzeo- que se extiende aún hasta nuestros días; la presencia del Frente Amplio hoy y las perspectivas económicas.

Como bien afirma el título: “un hombre, una ciudad y un río”. La oportunidad para conocer la forja de un luchador social y el entorno que lo hizo posible. También una forma eficaz de denunciar y difundir un episodio de lo que fue la represión militar en las ciudades del interior del país, una historia todavía poco conocida.

Alfredo Alzugarat
alvemasu@adinet.com.uy

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