El camino del norte, de Horacio Vázquez – Rial. Bogotá, Norma, 2006. 214 págs. por Alfredo Alzugarat |
Kramer,
un médico al que por muchos años se lo dio por desaparecido, busca a
tientas reintegrarse a la sociedad. Tiene a su lado a su amigo Bruno y
aspira reencontrarse, tras décadas de silencio, con Lucinda,
su prima y a la vez primer amor. El largo viaje al norte del país que
emprende con ese propósito coincide temporalmente con la caída del
gobierno de De Los protagonistas ocupan el centro de esta novela abierta: el desencanto y la pérdida de identidad de Kramer o la vida estancada de Lucinda y otros lugareños contrastará con la bonhomía solidaria del rabino Jaime Rosen y su atípica amistad con el cura del pueblo. Alrededor de todos ellos la muerte es una presencia constante que desafía a cada paso: el joven que carga el cadáver de su padre buscando donde enterrarlo, la lenta agonía de una mujer hace tiempo desahuciada, el asesinato de un ex agente nazi que pronto pasará al olvido. Rozando lo policial, con la sombra de Raymond Chandler y El largo adiós sobrevolando los entresijos de la acción, un narrador deliberadamente distante permite que sus personajes se construyan a sí mismos. El odio, la desesperanza, pero también la valiente revisión de sus vidas y la sed de justicia afloran una y otra vez en la intensidad de los frecuentes diálogos que dinamizan la narración. Entrelazando estos ingredientes de manera fluida, sin forzarlos, la novela pretende convertirse en fiel reflejo de una circunstancia histórica crucial, una debacle de mucho más amplio significado a la que inevitablemente hay que dar respuesta. El norte, que por cierto no es sólo el geográfico, surge como respuesta a la condena de un ayer que no fue lo que se creía en su momento, un pasado que ahora se ve como no elegido, de mero peón de ajedrez. Habrá que crear nuevos sueños, redescubrirse. “Hay que vivir con lo que se tiene” es la vieja fórmula a considerar. El mensaje de comprensión, tolerancia y solidaridad que imparten los protagonistas pierde fuerza, sin embargo, cuando el relato se extiende hacia sus márgenes. No todos los personajes resultan verosímiles y la feliz coincidencia de la mayoría de ellos, el norte hallado, resulta demasiado fácil en algunos casos. La cargazón simbólica, el trasfondo ético y el crudo realismo expuesto en algunos pasajes salvan, no obstante, a la narración. Horacio Vázquez - Rial, prolífico escritor argentino, obtuvo con esta novela el Premio “La otra orilla” 2006. |
Alfredo Alzugarat
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