Carta oral a su amor de Aidín Zoara

poema de Horacio Zabaljáuregui

 

Si el amor nos conoce -aunque no nos veamos-

y hemos hecho esta casa al leer nuestros besos

por el método Braille -es decir, colocando

mis labios en los tuyos hasta oír cómo tiemblas

y tú tocar los míos como el sol a un sembrado-.
Y si aquí, sobre el túnel largo de mis pupilas

-las que no pueden verte y te saben de oro

igual que una paloma que se hubiese subido

en la rama más alta de los jacarandáes-,
has tendido tu agosto y el calor de una playa

donde nada es visible sino la transparencia

de tu piel semejante a los tréboles altos

que han crecido de noche.
                                    Y, si aún más, estos ojos

que no han visto tu luna ni el color que respiras

ni saben si tu frente se parece a una nube.
Y no conocen cuánto tarda el tiempo en ponerse

del tamaño del ave que has plantado en mis manos
o cómo crece el agua más allá de Río Quinto.
Mas, de pronto, se explican lo oculto de algún mundo

cuando hueles a locro y a pan que se entretiene

en decir que has venido. Pues toda la ascendencia

de la calle -que habla por tus pasos que suenan

a cascos de un caballo y a un país diferente-

va diciendo que vuelves con una brisa nueva

y un gran parque por dentro; que vendrás a mi boca

de otra forma y no como suelen ver los que tienen

su visión en el iris.
Si toda la familia

de las cosas que cantan no explicara a mi oído

que acudes a traerme de esa luz que es posible

y a hacer que mi cintura se emocione del aire

cuando estás a mi lado...
                                Si no fueses tan ciego

como soy yo, amor mío -tú, que sabes sin nadie

dónde ardió la mañana-, y pidieses no verme

como yo no te veo. Y me olieses en cada

mejilla de los ceibos, como sabes te huelo

hasta hacerme en tu aroma una sábana joven

que te abraza despacio.
                                Si todo así es hermoso,

según es y ahora mismo, sin hallar correcciones,

y en el tacto se explican colores y figuras

y ciudades que andan sin tener lazarillos

al dormir nuestros ojos,
                                ¿por qué no así felices,
sin temerlo, amor mío?
                                ¿A qué ver, dime, entonces?


poema de Horacio Zabaljáuregui
 

Publicado, originalmente, en: Revista Último Reino Año 1998, Nº 24 / 25

Link del texto: https://ahira.com.ar/ejemplares/ultimo-reino-n-24-25/        

Gentileza de Ahira. Archivo Histórico de Revistas Argentinas que es un proyecto que agrupa a investigadores de letras, historia y ciencias de la comunicación,

que estudia la historia de las revistas argentinas en el siglo veinte.

 

Ver, además:

 

               Horacio Zabaljáuregui en Letras Uruguay

 

Editor de Letras Uruguay: Carlos Echinope Arce   

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