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El camino de las sombras |
Acechante la hermosura se transmuta en reciclajes: caricias galletas de nuez y unos rayos de lujuria. son las canas que se anuncian en el pelo desprendido de la alteza adolescente que transpira sus temores. Gente, pueblo. Huesos. Una tumba que agoniza impávida a sus verdugos Un cementerio marino que se esfuma Entre los cerros una muerte de rodeo una quimera en derrumbe. Y una espera. De balcones en retamas, de atardeceres que en himno celebren la primavera Ay Tome de mis amores no me columpies el viento No me barras las paredes para beberme las venas No me culpes No me impíes No me dirijas faroles No me digas que no es nada que el tiempo corre y no pasa Junto al río la mordaza, junto a la malva el cencerro, juntos. Muy lejos, mi calma. El blusón y la manzana. Sin más claro que la piel para adornarme el espejo. Vendimias de las amarras Noches de las velas largas. Porvenir de los rencores Agonizado en espera Cariño de las parejas Pintadas sobre la playa. Ventarrón, y casa nueva. Enredareda del patio, borrón y noche serena. Chile lindo en mis recuerdos Quema tu cuerpo, niña mía: que tu vida goza y canta. |
Marta Zabaleta © Regreso de mi hija de Chile, 25 de sep. 2005
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