Están
golpeando la puerta. Un golpe. Ahora otro más fuerte. Ahora dos corcheas,
cuatro semi, de repente una seguidilla de fusas.
No.
Es mi cabeza la autora de este flagelo; tal vez deba darme un baño y
echarme a dormir.
De nuevo. La madera se vuelve golpe. Otra vez la corchea se instala en un
pentagrama difuso.
Cuando las líneas de la realidad se
vuelven
tambaleantes ya nadie
quiere
saber
NADA.
Espío por el agujero que conduce a la calle, esa realidad tan mínima
que está afuera y que no es mi casa. Helada, no puedo permitir que mis
brazos sigan sufriendo este frío. Enciendo la estufa, me siento, me
duermo sentada.
Algo me hace mal, algo que está en el aire. No puedo sola. El cigarrillo
insiste en convocarme, voy a él. Tengo calor ahora.
Golpes de nuevo.
No; será el viento. Me da miedo pensar en la charla que tuve aquella vez.
Qué desprecio. Qué loca y aberrante que es alguna gente. Mejor tenerla
lejos. Esa que dice la verdad tan horriblemente, que no sabe elegir las
palabras correctas. Porque una cosa es decir la verdad y otra hacerla más
fea.
Y vos... Si venís, me voy
yo.
Dos huéspedes que no quisiera recibir por nada en el mundo. La mentira
hecha carne en tu cuerpo (de estofado).
Sigilosa como si hubiese alguien en la casa voy a buscar un sanguche.
Siempre la comida altera mi estado de ánimo, y nunca para mal. Lo devoro
como si fuera el último día de mi vida.
El visitante se siente a gusto con mi sahumerio de coco. Le agradezco la
visita porque en este momento estaba inquieta. Quizás... no sé. Quizás
sólo necesitaba hablar con alguien. Hay necesidades que no se conocen
hasta que se tiene lo necesitado. Hay otras que nos inventamos. Quién
sabe. Me da dinero, no lo acepto, le digo que esas cosas no merecen paga.
Cae la última gota del día. Gracias por venir, le digo. La suya ha sido
una agradable sorpresa.
Váyase a la mierda, le digo.
Ahora mi necesidad es gritarle a alguien. ¡Qué felicidad la de tener a
alguien para hacerle cualquier cosa, para manejar sus hilos cómica y trágicamente!
(y más si todavía cree en el destino... o en las personas).
Difícil es creer a veces.
Mierda y mucha mierda con R.
Vos, ella y el visitante asquerosamente idiota.
Qué bueno, se fue.
Me recuesto. Aflojo los músculos tensos.
Hay algo oscuro en el aire. Soy negra de piel y de espíritu. Nadie podrá
salvarme. Afuera son todos buenos y mi corazón está podrido. Consigo que
me mires y que dejes de mirarme de la manera que quiero. Lo hacés todo
tan perverso... ja. ¡Qué mecanismo más pelotudo! |