Lo de Berco fue espontáneo. “Es muy poco especulativa esta muestra. A veces uno piensa conceptualmente desde dónde trabaja, pero esto fue casi un vómito. Salió así y dejé que saliera. Los artistas pensamos mucho, leemos teoría y estudiamos constantemente. Lo mío no fue tan así”, explica. Claro, cuando relata su vida se entiende por dónde vino la cosa. Su papá, Alberto Berco, es actor. Trabajó en películas nacionales, sobre todo durante la década del ’50. Su hermana es la actriz Roxana Berco. Su hijo va para el mismo lado. Encima se casó con un cantante, Joaquín Galán, de Los Pimpinela. “Es de libro. ¿Te analizás?”, pregunta la mujer, que vivió y vive entre gente que eligió los escenarios. Ella nunca pisó uno. “La psicología dice que uno repite de grande para solucionar lo que no pudo de chico”, concluye.

No bien se ingresa a la muestra se ve una imagen grande de su esposo y se oyen aplausos. A Galán apenas se lo reconoce por su melena, porque está de perfil. Berco no especifica fechas ni locaciones de las 400 fotos que integran la “ambientación” –así la define–, tampoco nombres de los artistas que dieron esos recitales o de los que están en la víspera del musical. En la entrevista con Página/12 cuenta que se trató de La familia, una obra en la que actuaba su marido. Pero es imprecisa cuando se le piden datos de las imágenes que tomó: “Son de Salta, de Buenos Aires, de distintos países. Recitales de Pimpinela, de Miranda!...”, dice. Al visitante le sumaría conocer esos detalles, porque permitiría sacar conclusiones sobre los tipos de público retratados. Aunque es verdad que Berco apuntó a lo universal de la cuestión. Como su nombre lo indica, Fanum/Forum muestra dos mundos: el de los espectadores y el de los actores, ambos en el momento de espera.

Lo interesante de la instalación es sobre todo eso: hay infinitas teorías sobre el espectáculo desde tiempos remotos, pero muy poco se ha dicho sobre los rituales que lo anteceden. “Me pasó toda la vida: siempre que fui a un concierto miré más al público que al escenario”, cuenta Berco. “Para mí, el espectáculo es el público. Miro las cosas que hace, cómo se divierte, cómo se emociona. La pucha... Cuando lo ves de afuera es muy conmovedor.” A fotografías de distintas dimensiones la artista sumó una instalación en la que en un espejo se refleja el rostro de un actor, desde un video. A simple vista pareciera que el hombre se está maquillando y quitando el maquillaje, pero son movimientos engañosos. “Ese señor soy yo, somos todos nosotros. A veces te arreglás para ser otro. Pero hagas lo que hagas sos la misma persona y a lo mejor sos la que no tenés ganas de ser. Por más que se esfuerce, ese actor no puede ser otro”, explica. En una pared, Berco colgó todo lo que encontró en un camarín (desde las típicas fotos y servilletas con horarios de los ensayos hasta un huevo de Pascua), y completó la ambientación con juegos de luces que remiten al teatro.

La exploración de Berco concluyó en que los rituales anteriores a los espectáculos están hechos de “anhelo” de ambas partes. En la muestra también hay llantos, rostros desfigurados por la emoción y aplausos frenéticos, que pertenecen al momento de la función. “¡Acá parece que están con un cura evangelista!”, exclama la artista ante una imagen de mucha gente con los brazos hacia arriba. También prestó atención a aquellos que miran desde las afueras de una cancha de fútbol. “Es la gente que no pertenece a la cosa pero que quiere estar en ella”, subraya. Berco siempre acompañaba a Galán en sus shows y un día decidió llevar una cámara. Así empezó este trabajo. “Quise mostrar el amor enorme que tienen los espectadores. Hacen filas larguísimas, de dos horas, muertos de frío. Me conmueve que se transporten de esa manera. Pareciera que quieren estar con los cantantes o ahí arriba. Y el actor también tiene un anhelo: que lo quieran. Todos queremos ser queridos. Yo hago todo esto porque quiero ser querida, mostrar alguna parte de mí que sea querible. Es eso, no hay mucho más. Queremos ser aceptados y no desaparecer.”

Dice Berco que uno de los temas de su obra es la pasión: “Cada uno se relaciona de distinta manera con lo que ve y hay diversos tipos de público. Pero siempre existe la pasión. Y todos estamos en ese lugar en algún momento o nos sentimos de esa manera, aunque no sea con un ídolo”.

–Por estar rodeada de ellos, usted nunca debe haber sentido devoción por un artista. En esta obra pareciera que los baja del pedestal para subir al espectador.