Milagro

El viejo Joaquín
Ian Welden

Cuando vean al viejo Joaquín sentado por ahí con su botella de vino oscuro y agrio, no le griten más "...viejo borracho, anda a trabajar mejor!", porque este hombre cansado, triste y humilde cuan perro apaleado, fue una vez un joven formidable y enérgico. Más aún, con sus cartas fogosas fue héroe milagroso durante la guerra de la Dictadura en Chile y también durante La Guerra de La Calle Larga de Valby en Dinamarca. Joaquín fue y sigue siendo un prodigio. Un milagro. 

 Nació en la ciudad de Valparaíso, Chile, y un maravilloso día de diciembre fue bautizado Joaquín Larraín. Y ya caminaba, leía y decía discursos a los seis meses de edad. Cuando cumplió un año fue nombrado Presidente por sus compañeros de juego de su barrio y ya a los diez años de edad se graduó con honores en el área de ciencias políticas y sociales en la Universidad de Chile. 

Se hizo famoso como profesor. Sus cátedras eran siempre odas a la paz y a la amistad entre los seres humanos. Aborrecía la violencia y pronunciaba verdaderas arengas en aras de la solución política de los problemas. Sus alumnos y colegas lo adoraban. Pero por supuesto, tenía enemigos encarnizados.

 
Durante la guerra de La Dictadura, Joaquín Larraín fue encarcelado por sus formidables enemigos. Y una siniestra noche de septiembre fue sigilosamente sacado de su celda por gigantescos hombres vestidos con impermeables y a punta de ametralladoras fue llevado a los faldeos cordilleranos y fusilado.
 
Pero resucitó.
 
Cruzó gateando la Cordillera  y en el Océano Atlántico trepó a un crucero argentino y navegó hasta la ciudad de Copenhague, capital del Reino de Dinamarca. Y después de dormir en fríos portales nevados y comer y beber de los lujuriosos tarros de basura daneses, encontró un pequeño cuarto abandonado en La Calle Larga de Valby (suburbio de Copenhague) y con una antiquísima computadora encontrada en un basural, siguió enviando sus artículos en contra de la Guerra de la Dictadura y en pro de un pronto regreso a la democracia, la paz y la armonía entre chilenos.
 
Como su nueva vivienda en el planeta no tenía puertas ni ventanas, Joaquín prefería seguir durmiendo en los portales, a la intemperie. Y como no tenía dinero seguía alimentándose de las exquisitas comidas danesas encontradas en los tachos de basura.
 
En ese tiempo ya habían milagreros en la Calle Larga. Eran por supuestos los nobles y magníficos vikingos con las parafernalias de sus violentos y osados ancestros de los años cero, pero también viejos hippies y nuevos punks produciendo te de hierbas mágicas contra el asma o el mar humor y cabellos multicolores como los pavos reales y músicas ininteligibles en nuevos y sorprendentes aparatos llamados gettoblasters.
 
Joaquín que ya tenia quince años de edad paseaba desapercibido entre los milagreros y los transeuntes siempre pensando en nuevos estilos para escribir sus mensajes a Chile. Cómo lograr que una dictadura poderosa y cruel, como todas las dictaduras, cayera gracias a cartitas enviadas por correo electrónico primitivo  desde el apacible Reino de Dinamarca!
 
Y un día se dijo "Ahá! Titularé mis cartas `Milagros´!".
 
Y su cuartito se llenó de hippies gordos y olorosos a vapor de agua que se efectúa a través de las membranas de las células superficiales de todo ser vivo; punks ruidosos y vikingos gigantescos, todos hablando castellano agringado (ya que el lugar de vacaciones preferido de los daneses es España) para supervisar a este extraño niñito chileno llamado mas encima Joa Quín Larra Ín. Le traían además exquisiteces culinarias y vinos escogidos que según Joaquín no sabían tan bien como la comida y las bebidas encontradas en los basureros de este peculiar país.
 
Y una punkita de cabellos verdes y piel blanca como el papel, besó a Joaquín en la mejilla, causándole un incremento visible de su actividad hormonal  y una confusión evidente en sus células celebrales.
 
Pero no importa, se decía el ya adolescente chilenito, "mis cartas son cada vez mas potentes!"
 
Y estalló La Guerra de La Calle Larga de Valby.
 
Un grupo intolerante y muy agresivo de valbyanos agredieron a los milagreros una tarde nevada de diciembre. Destruyeron las parafernalias de los mansos vikingos, los gettoblasters y peinados de los desprevenidos punks, los exóticos té de  hierbas de los transpirosos hippies e incendiaron el miserable cuartito de Joaquín. Este se libró de ser linchado gracias a la astuta vigilancia de un nuevo grupo de milagreras recién aparecidas llamadas Las Feministas. Ellas sacaron al muchachito por un pasillo secreto del edificio y lo instalaron en una calle lateral a La Calle Larga, con un magnífico teléfono celular entre sus manos.
 
La dirigente del grupo, una mujer altísima y maciza como el tronco de un roble le dijo en castellano agringado: "Joaquín, la dictadura chilena ya cayó! No sabemos si tus misivas habrán echo alguna diferencia. Pero ahora tendrás que escribir cartas en danés a los milagreros y a los antimilagreros y a toda la población de Valby para terminar con esta guerra absurda!"
 
Y  presionó sus labios sobre los labios de Joaquín, introduciéndole la lengua hasta la garganta, entregándole de esta manera el conocimiento de la lengua danesa.
 
Le sacaron su ropas harapientas, lo vistieron con ropa nueva e impecable, le pusieron una botella de vino oscuro y agrio en la mano y un reloj pulsera en su muñeca y desaparecieron para jamás volver.
 
La Guerra de La Calle Larga duró cinco años. Joaquín cumplió los veinte cuando terminó. Triunfaron los milagreros sin disparar un solo tiro.
 
Hoy en día, como es sabido, La Calle Larga de Valby es un célebre lugar de encuentros entre turistas de todo el mundo, almas y fantasmas famosas o desconocidas, gente común y corriente con sus niñitos de la mano, y una feria loca de milagreros de todas las generaciones desafiando las leyes de la cordura y de la gravedad.
 
Y ese viejo sentado por ahí con su botella de vino a medio tomar, capáz que sea Joaquín, escribiendo mas que nunca mensajes  de paz y justicia al mundo entero
Ian Welden
Valby, Copenhague
invierno 2009
Ilustró Maritza Alvarez
Villa Alemana, Chile

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