Antimilagro

Seres en la sombra
Ian Welden

Aquí en el vecindario ocurrió una tragedia anoche.

Gritos y sirenas nos despertaron en medio de nuestros sueños. Yo me levanté rápidamente y miré por el ventanal que da a la calle. Habían cinco automóviles de la policía y una ambulancia.

Me vestí y salí, aún semidormido. Me encontré con mi amigo Niels Winter y mis algunos vecinos como los congoleses Bonji, el Milico, la Chancha, el Ciclista solitario, y muchos más locos de mi barrio. La mayoría en pijamas o batas de levantarse.

La policía había arrestado a un un hombre joven. Estaba esposado y lloraba amargamente. Lo tenían acostado en una camilla y tiritaba con espasmos y gritaba como animal atrapado. 

Yo lo reconocí.

Era Christian Jensen, un niñito que andaba robando y asaltando en los tiempos en que yo viví en El Puente del Oeste, el barrio de los inmigrantes, las prostitutas y las pandillas criminales. Christian tendría apenas unos diez años de edad en ese tiempo, y ya era drogadicto. Jamás me molestó.

Al contrario, conversábamos a veces y me contaba acerca de su vida miserable, su falta de padres, su odio al mundo... A él le gustaba escuchar historias de Chile.

Quería viajar a USA, China, India...

Necesitaba escapar de su vida de pesadilla.

Y anoche lo vi aquí en Valby, retorciéndose de espanto y hablando incoherencias.

En medio de su agonía me reconoció. "Ian!" me dijo, "dame la mano! Estoy solo!".

Me habló como si nos hubiéramos visto ayer. 

Un policía se me acercó inmediatamente para preguntarme si lo conocía. Al explicarle, me dejó aproximarme a él. Le hice cariño en la cabeza. Su pelo estaba inmundo. Uno de los paramédicos le estaba inyectando un tranquilizante. Era evidente que sufría de abstinencias violentas por falta de droga

El policía me contó que Christian había asesinado a un anciano médico. Con un bate de baseball le destrozó el cráneo y luego lo apuñaló. Estaba buscando anfetaminas, morfina qué sé yo... No encontró drogas. Luego se trasladó a nuestro vecindario e intentó entrar al consultorio del doctor Hansen, un vecino nuestro. El policía me preguntó si quería acompañar a Christian al Hospital Psiquiátrico de Copenhague.

Yo no sé porqué dije que sí. Tal vez porque yo estaba ahí... Por compasión. Por curiosidad...

El viaje en la ambulancia fue lento. Iba un policía escribiendo algún informe y un paramédico controlando a Christian. Este me hablaba en medio de su delirio. "Viejito lindo, mira que venir a encontrarte en Valby. Yo creía que ya te habías

vuelto a Brasil... Siempre me he acordado de ti. Un día te fuiste del Puente...

Yo me estoy muriendo viejito, lo sé. Mejor morirme aquí que en la cana..."

En el hospital lo internaron de emergencia. 

Un doctor me preguntó por él, si era pariente mío, si sabía cuál era su dosis habitual.

Yo le expliqué la situación. Me dijo que volvería en dos minutos pero no volvió.

No habían asientos libres. Me paseé como todos los otros pacientes, personal y algunos parientes. No era fácil distinguir quién era quién.

Se me acercó una anciana vestida de blanco y me dijo con voz amable "Disculpe la espera.

Yo soy la doctora jefa. Mucho gusto. He examinado a su perrito Nikky y lamento informarle que ha muerto. Aleluya! Aleluya!". Y se alejó por un pasillo levantando los brazos al son de sus aleluyas.

Una mujer joven me tocó el hombro y me dijo casi susurrando: "No le vayas a decir a nadie, pero yo estoy aquí porque me sorprendieron haciendo juegos sexuales con Obama.

En realidad estoy de incógnito, shhhh... me llamo Britney Spiers, tengo un tatuaje aquí..."

Y se levantó el vestido y me mostró las nalgas cubiertas de excremento.

Un viejito caminaba de un lugar a otro gritando incongruencias. Sonreía diabólicamente y gritaba en castellano "Yo tengo un amigo en Cuba! Y se llama Fidel!"

Un pobre hombre se me acercó gateando e intentó lamerme los zapatos. Chorreaba saliva y olía a podredumbre. Una mujer se estaba masturbando en un rincón, llorando y exclamando "Peter, no me abandones...".. Esto es lo que llaman la locura pensé. Había un olor a orina insoportable. 

Era la sombra de la vida. Era como una escena del infierno de Dante 

De pronto se me acercó un jovencito calvo, con un aro en una oreja y un tatuaje que decía love your brain (ama a tu cerebro) en el brazo derecho. Me sonrió y me dijo que mi amigo había muerto. Yo le di la espalda y caminé hacia la salida.

Me persiguió insistentemente y de pronto me preguntó si yo era Ian, el amigo de Christian. 

Me dijo que era el médico de guardia. Yo, por supuesto sospechoso y confundido, le pedí que se identificara. Puso cara de disculpa y me mostró su tarjeta de médico.

Quiso hacerme algunas preguntas pero yo salí rápidamente del hospital y tomé un bus de regreso a mi casa

Y ahí estaban todos mis locos esperándome. Mi vecino Niels, Los siempre sonrientes congoleses Bonji, La Chancha, El Milico, El Ciclista Solitario, el Jabalí Sueco...

Mi loquísima Calle Larga de Valby y sus locos milagreros y mi pequeño y limpio y calientito departamento con olor a cardenales y tabaco. Lloré de alegría y compasión. De impotencia, rabia, pero sobre todo de alivio.

Ian Welden
Valby, Copenhague
invierno 2009
Ilustró Ian Welden

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