Fiesta Patria

poema de María Elena Walsh

En mi tierra, en sus desesperadas

llanuras sin perdón ni sosiego

a menudo los hombres

alzan un palquito,

ambicioso tablado

o corcho en el ocre océano,

cubierto de banderas

y algún terciopelo.

En él se amontonan severamente

jefes uniformados y el obispo

en una ceremonia

rodeada de fin de mundo

desolación y polvareda.

La rala concurrencia
aterida y que se dejó el alma en casa
sobrelleva el torrente
de huecas profecías
entre silbidos de micrófonos
y pájaros que pasan chillando
como si los degollaran.

De pronto la tierra cruje

porque un zapallo quiere nacer

armado y entero como Minerva

abriéndose paso entre pulverizados huesos

de los que allí perecieron

sin discurso en las manos.

Un viento desalmado

inútil como la ansiedad patriótica

barre de súbito ese confín de planeta

y zamarrea a los tiesos

tripulantes del palco

que naufragan de pie

archivándose para siempre volver

a figurar sobre el reseco oleaje.
La pesadilla sepia es recurrente

y gris la vida de nosotros todos.

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