Viaje a Colonia de Sacramento - Uruguay
Al otro lado del río.
Dinora Vros

Zarpamos de Buenos Aires una ciudad que crece empecinada, arañando el cielo.

El buque se desliza, placidamente por las aguas color de león del Río de la Plata.

En apenas 40 minutos, apareció ante nuestros ojos las primeras islas .Detrás, la costa verde contorneada por arenas blancas. Se destaca en altura el faro y las torres de la iglesia. Entre la vegetación sobresale la copa de una araucaria.

Llegamos a Colonia de Sacramento. Luego del arribo, nos trasladamos en un bus al centro de la ciudad. Allí se presentó amablemente, nuestro guía. La cortesía es una cualidad que parece ser  excluyente, en los uruguayos.

El sol del mediodía señalaba perpendicular, la hora del almuerzo. Fuimos a comer al restaurante “Lo de Renata”, la comida tenía el gusto de lo casero, simple, con sabores básicos .La atención de la camarera, llevaba el ritmo de la calma propia de este lugar.

Luego recorrimos con nuestros compañeros de viaje, españoles, brasileros, franceses y de otras nacionalidades, las afueras de Colonia: el Barrio Real de San Carlos con sus playas blancas y aunque el río tiene el color de sus sedimentos,  el agua no está contaminada, lo que permite tomar un baño sin problemas.

Pasamos por La vieja Plaza de Toros, de estilo morisco inaugurada en 1910 y cerrada en  1912 por decreto del gobierno al prohibirse las corridas de toros. Actualmente esta cercada, por peligro de desmoronamiento.

Finalmente nos  llevaron a conocer el centro histórico, declarado por la UNESCO, en el año 1995 Patrimonio de la Humanidad.

Atravesamos la puerta del antiguo Fuerte, donde aún se conserva la imponente muralla levantada en 1745 por los portugueses. La arquitectura  de esta ciudad está repartida entre dos tipos de construcciones: portuguesa y española. Ambas se alternaron al ritmo de los enfrentamientos y de las victorias de unos y otros .Los españoles con las paredes revocadas y pintadas y los portugueses con las paredes mas rusticas sin reboque.Ambas construcciones, atesoran la historia, detrás de sus fachadas perfectamente conservadas.

Cabe destacar que los conflictos por el padrinazgo de estas tierras terminaron en 1777 con el Tratado de San Idelfonso quedando establecido Río Grande a Portugal, y la Colonia y el resto de la Banda Oriental, a España.

La Avenida Flores  es la avenida principal que atraviesa la ciudad hasta la rambla que mira al Río de la Plata .Nos llama la atención la ausencia de semáforos ,aun así nos explicó nuestro guía ,que podíamos cruzar por el paso cebra de la esquina sin temor ya que los autos se detendrían. De hecho al cruzar, los autos  pararon a nuestro paso. Estos comportamientos, hablan de la idiosincrasia de un pueblo.

En nuestro recorrido encontramos la  calle, donde  trabajaban las mujeres que aplacaban la soledad de los hombres y su visión levantaba suspiros. De allí le quedó el romántico nombre de “La calle de los suspiros”.Esta calle angosta,  empedrada, desemboca en la orilla del río coronada por un ceibo.

Caminamos descubriendo, el legado de dos culturas. Bajo nuestros pies parece que la historia se hubiese detenido, y de alguna manera flotaba en el aire, las voces de sus antiguos  habitantes.

Verde, río, helechos creciendo caprichosos, por encima de los techos y en los troncos de los arboles. Los plátanos de la avenida y los ceibos en las orillas, las santa rita enmarcando las esquinas y las hortensias que vigilan las entradas, adornan de color y belleza esta pequeña localidad.

Bares y restaurantes pintorescos, se adentran con sus mesas en las callecitas desparejas de esta bella ciudad. Casas de venta de artesanías y productos regionales abren sus puertas al viajero.

Llega la hora de irnos ,el tiempo se tomo su revancha  y nos llama a partir.

Nos despedimos de Colonia, dejando atrás la calma, para adentrarnos en el río que nos llevara de vuelta a la otra orilla iluminada, con sus edificios apuntando al cielo, de espaldas al río.

Estas excursiones se realizan a través de la Empresa Buquebus. Desde y hacia Buenos Aires.

Incluye el viaje de ida y vuelta, el almuerzo, los paseos  y  traslados.

Recomiendo llevar ropa y calzado cómodos.

El barco tiene bar a bordo y freeshop que se abre en cuanto el barco sale de aguas jurisdiccionales. Consta de tres clases: turista, primera y primera especial.

Dinora Vros

La Prensa de Nueva York

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