Si me amas pon dos palomas blancas sobre mis hombros con fuerza de titanes, para levantarme en vuelo.
Tengo que recoger pedazos de mi corazón diseminados.
Que me lleven primero a la gran ciudad, la que no descansa, la ciudad de las torres fatalmente fracturadas.
Que me acompañen cruzando el Río Hudson, entre los verdes bosques de Wayne.
Cerca de un lago hay una casa de piedra y madera rodeada de azaleas y hortensias.
Allí …vive una fracción de mi corazón: mi hermano y su familia.
Bájenme en el suelo por unos instantes, para poder abrazarlos, para desandar el tiempo, la infancia, los juegos, para contarnos cosas de los años de ausencia.
Después … a emprender el vuelo. Llévenme cerca de la Cordillera Andina.
Allí hay un lugar solitario, en medio de la montaña de cumbres blancas donde se escucha el susurro del Río Quil-Quihue.
Caminado el sendero mapuche, en una pequeña casa hay otro pedazo de mi corazón, mi hijo y su mujer.
Descansaré un rato, los miraré a los ojos, compartiremos un vino, armaremos proyectos, me despediré guardando el llanto en la mochila de la despedida.
Que me lleven mas al Sur, a un pequeño pueblo que duerme al borde del correntoso Río Santa Cruz, a la casa del abuelo Florentino, para revolver los recuerdos fragmentos del corazón.
Volemos al “Turbio” entre el oro negro, donde quedó la placenta, pequeña fracción de la vida.
Luego …que me traigan a casa, sobrevolando el Río de la Plata, donde vive la hija que parió dos futuros. Mi hija que busca el camino, la que cuando respira oxigena mi corazón.
Ya en casa, cerca de la plaza y de la iglesia buscaré otro pedacito, mi hijo menor, el que escarba el amor por el cordón del teléfono, mi hijo el que vuela con alas de acero, el último que partirá y llevara su porción.
Ya puedes separar tus manos de mi espalda, querido mío. Tus caricias de amor dibujaron dos palomas blancas en mi corazón.
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