La
capilla rústica sucumbía inexorablemente por acción del fuego infernal
cuyas llamas asediaban y se comían a las maderas decrépitas ante la
mirada impotente de los no pocos pobladores que habían sido despertados
de su sueño por el humo espeso que empezó a meterse sin ser llamado por
las rendijas de sus hogares ¿de dónde proviene? se preguntaron algunos y
ganaron el exterior y siguieron el rastro de la espesa humareda y quedaron
impávidos al ver que la humilde capilla de madera por la que tanto habíamos
trabajado en la comisión vecinal −fue construida con el dinero de
interminables rifas y polladas− se convertía en simple carbón y
que de las imágenes de santos que había donado el carpintero del pueblo
ya no quedaba más que el recuerdo disperso en la memoria colectiva por
culpa del fuego sacrílego tal vez auspiciado por Lucifer y que parecía
acrecentarse con el fluir de los minutos y hacía que algunos temieran por
la seguridad de sus viviendas que también estaban hechas de simple madera
¡Dios mío! exclamaba el Padre Marcos y se tapaba los ojos con las manos
quizá intentado no pensar en lo que para muchos de nosotros era ya
inevitable desde aquel domingo fatídico en que nuestra pequeña población
se hallaba en esa misma capilla que ya no era más que madera en combustión
reunida para la misa dominical y oíamos las palabras del Padre Marcos que
hablaba sobre la vida de Jesús y sus discípulos y contaba que un joven
rico se había acercado a Cristo que es Dios y es la Trinidad y es tres en
uno y uno en tres y que le había preguntado qué debía hacer para
ganarse un rincón en el cielo y que el hijo de Dios le había dicho que
era menester vender todo lo que tenía y seguirlo y que el joven rico se
había marchado simplemente puesto que sus posesiones eran muchas y que
quien resucitó de entre los muertos al tercer día había dicho que era más
fácil pasar un camello por el ojo de una aguja que entrar un rico en el
reino de Dios y fue allí cuando don Patroclo que era el hombre más rico
del pueblo y por eso el más poderoso se levantó y dijo al Padre Marcos
que eso no era justo que la Biblia era pura obra literaria y que Saulo de
Tarso andaba flojo de metáforas y que la religión no era más que un
gigantesco sofisma y el padrecito lo llamó hereje y lo acusó de poseer
en su casa estatuas de dioses paganos y empezaron a aparecer los venablos
entrecruzados con palabras que muy poca gente entendía y de lo que yo
seguro estaba era que don Patroclo tenía en su jardín una estatua
solitaria de una mujer sin brazos y
el debate terminó cuando el padre pidió a don Patroclo que se retirara y
éste muy ofendido le dijo Zeus cobrará venganza por esta afrenta
descargando su fulminante rayo sobre esta capilla
para luego retirarse ofuscado y el Padre Marcos siguió leyendo con
tranquilidad la Biblia una vez que se hubo marchado su enojado
interlocutor y muchos quedamos preocupados
por la amenaza y nos preocupamos aún más cuando vimos que el irascible y
casi antisocial −no era amigo de nadie en el pueblo− don
Patroclo no fue a misa por tres domingos consecutivos y nuestra preocupación
aumentó cuando un domingo por la mañana encontramos escrito con aerosol
en las paredes Zeus es el dios verdadero
y el Padre Marcos restaba importancia a eso y pidió algunos
voluntarios para borrar ese texto de las maderas de la pared de la capilla
y todo quedó muy limpio después de que eliminamos el mensaje letra por
letra y nada volvió a suceder durante tres semanas y hoy que es sábado o
sea ya es domingo de madrugada y faltan apenas unas horas para la misa
venimos y vemos a nuestra pobre capilla ahogada en llamas y nuevamente
hallamos escritas las palabras el verdadero dios es Zeus pero no estaban
en las paredes porque las maderas se estaban quemando y si estuvieran
escritas con esa oración nadie hubiera podido leerlas sino que
encontramos dispersos muchos papelitos que decían lo que ya dije y también
decían Viva Zeus y el Padre Marcos tenía la cara entre las manos y
miraba hacia el cielo y todos sabíamos que el comisario no haría nada
porque aunque nadie ignoraba que el culpable era don Patroclo también sabíamos
que era rico y poderoso y ya alguna vez escribió alguien que telas de arañas
llaman a las leyes el pequeño animal se queda en ellas y el fuerte las
quebranta y por eso nos resignábamos sencilla y llanamente y rodeamos al
presidente de la comisión vecinal y empezamos a planear como en el pasado
las actividades que podíamos realizar para levantar sobre las cenizas una
nueva capilla y comunicamos la idea al Padre Marcos y él nos escuchó
siempre con la cara metida entre las manos y luego nos abrazó a cada uno
y vimos que en su rostro caminaban abundantes lágrimas que más que
transparentes eran blancas o casi blancas y mientras seguíamos trazando
planes para la reconstrucción de la capilla el fuego ya se había
devorado todo lo que podía y
sólo el humo se levantaba fantasmalmente obediente a los caprichos del
viento y lentamente los curiosos se fueron retirando hasta que sólo
quedamos unos cuantos y decidimos volver a nuestros hogares a continuar
nuestro sueño truncado tratando de evitar pensar en que quien destruyó
algo una vez podía volver a hacerlo cuantas veces quisiera.
|