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En el puesto de diarios del subte, me sobresalto, las tapas de los diarios de ayer son una pregunta callada. Me mira el diarero, un rostro inexpresivo con ojeras y barba incipiente.
Nadie sale, las mujeres se retocan el maquillaje ajado.
Pido en el bar un café con medialunas, están viejas. Todos circulan con la ropa arrugada. La señora elegante inmóvil con el último rastro de Paloma Picaso desvaneciéndose.
Desde el celular un hombre avisa que va a faltar a su cita. Se lo pido prestado, dejo un mensaje "Estoy cerca, no puedo llegar"
