El mar busca barcos.
El cielo caza estrellas terrestres.
El jardín inaugura jazmines.
Me sobresalto con las manchas de belleza blanca. Otros sabrán las fechas de floración y la esperan. En esos casos, el olor y la suavidad de las flores, deben prenderse a la mirada como la llegada de los seres queridos. Aunque, así inesperados, los jazmines son un golpe de sangre en el cuerpo, el desembarco sorpresivo de lo maravilloso, una espada que hiere con perfume, lo que se siente cuando se encuentra al otro con el que el cuerpo es alma y el alma es cuerpo.
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