La de la bohardilla |
Entre yo y yo la
extraña, la que no se coaguló en eso que me nombra. Entre yo y yo las ruinas de la certeza. Entre yo y yo, miro por la ventana de mi casa de la infancia una calle tranquila. Las señoras buenas con cara de malas. Las malas
sonríen desde la enredadera por la que se suben a los sueños. Unos hombres hermosos llegados de una guerra lejana, de un país que ahora no existe. La barrera de la lengua o alguna otra pone en la escena algo de lo
prohibido. Cerca, una fábrica de chocolate, no una niña que come chocolates, el lugar donde nacen los chocolates. Esa cierta desmesura que guarda lo contenido. La calle, las veredas limpiadas con la fuerza de un verdugo que decapita al
erotismo. Hay vecinas que hablan de las otras, con la escoba y la lengua como armas. |
Cristina Villanueva
libera@arnet.com.ar
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