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Esta lengua es mía 
por Cristina Villanueva
libera@arnet.com.ar 

A Luisa Valenzuela

Me la donaron. Nací en su mar. Me incubaron de horror, de asco, de pasión, de placer, de risa, sus palabras.

También me la gané, desagregando de todos los textos y las charlas, las que quedaron en mi y me representan.

Ahora (con el paso del tiempo estoy en los zapatos de mi lengua) como si fuera a bailar un tango que está por comenzar.

Estoy con los compañeros del alma de mi lengua diciendo en voz alta un discurso de justicia, de verdad.

Abriéndome a la ternura de la palabra quechua Huayra, una brisa que junta.

Los sonidos del italiano, del iddish, del galego, del árabe, resplandecen, suenan y se abren.

Acá tan chiquita para tanta historia, una mujer saborea en su boca con su lengua, el lenguaje sin el que no sentiría lo que siente, ni pensaría lo que piensa.

Su cuerpo no sería el que es si no estuviera ganado por palabras propias, las de su placer, las de su dolor, las de su bronca. Emociones.

Es su lengua, la arrancó a mordiscos para decir su verdad frente a las versiones oficiales A veces suplicó una palabra de rodillas para expresar lo inefable.

Su lengua cobija al silencio como a un amigo, empuja lo que dirá mañana.

A todos los que leyó y escuchó y a los que escucharon y leyeron esos que ella leyó y escuchó, cadena infinita, como una síntesis, un resplandor besado en la boca, gracias.

PD Algunos dirán pasó de la primera a la tercera persona para narrar, contentos de encontrar un error. Les contesto ¿creen que con la obediencia se conquista algo, un amor, un lenguaje, una creación? 

Cristina Villanueva
libera@arnet.com.ar

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