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Manuscritos a
contraluz |
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A mis retoños: |
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CONTENIDOS. -Lo único que sé es que no soy marxista -El rumor de la colmena -La fuga inútil -Asnos con garras
-Consejos de ausentes -¿El león dormido o leones que no duermen? -¿Injertar el olmo o sembrar perales? -Referencias bibliográficas de los ensayos “Libertad es el derecho que todo hombre tiene a
ser honrado, y a pensar y a hablar sin hipocresía. En América no se podía
ser honrado, ni pensar ni hablar. Un
hombre que oculta lo que piensa, o no se atreve a decir lo que piensa, no
es un hombre honrado. (…) El niño, desde que puede pensar, debe
pensar en todo lo que ve, debe padecer por todos los que no pueden vivir
con honradez, debe trabajar porque
puedan ser honrados todos los hombres, y debe ser honrado. El niño
que no piensa en lo que sucede a su alrededor, y se contenta con vivir,
sin saber si vive honradamente, es como un hombre que vive del trabajo de
un bribón, y está en camino de ser bribón”. La Edad de
Oro. José Martí. Introito Hace más de cuarenta años que el pensamiento martiano
que encamina al libro me acompaña. Desde la primera ojeada nerviosa, bajo
los efectos de un Concurso Nacional de Historia de Cuba quedé bajo su
influjo bienhechor. “Conmover es
moralizar”[1].
Tal estremecimiento llega hasta hoy, porque pensar en todo lo que se ve y
lo que no se ve, golpea e impulsa y uno no puede quedarse paralizado. La
inmovilidad no es típica de las “criaturas de islas” acostumbradas a
bracear fuerte en el inconmensurable azul. Por eso prefiero “la flecha
al cangrejo” y el mar bravío al pantano de la mediocridad. Manuscritos a contraluz. Cuba
entre imaginario y realidad, une madejas en sus
contenidos, no teje, ni anuda a sus partes ya que no se propone
aprisionarlas, tienen vida propia. Cada
una de ellas muestra en sus primeros párrafos nortes, pero no descorren
totalmente la cortina. A la puesta en escena se les invita como
directores, guionistas y actores. Estos ensayos se juntan y espigan desde
lo común que les puebla, la cubanía y la aspiración a contribuir a lo
cubano. Escritos en claves recurrentes que religan e interdialogan con
problemas y búsquedas de opciones dables, se presentan hoy, sin otra
pretensión que hacerlas sentir humanamente liberadas -qué expresión tan
extraña- después de la agotadora lid de llegar y retornar al mar. Son tiempos, en que para unos sobra y para otros no
alcanza el tiempo. “Abrir los ojos es romperse por el centro”[2].
Pero, no se puede “retroceder”. Es preciso interrogar constantemente a la realidad a lo que se dice de esa
realidad, desmitificar senderos que acunan bribones, para que la
alienación imperante deje de sernos indiferente. Por eso este libro, por
eso las cuidadas –probablemente extensas- argumentaciones
que fluyen y confluyen en sus páginas como un batir de olas, de alas.
No puedo hablar del proceso en que vivo en síntesis, en blanco o negro,
no puedo asistir a esos convites; es
preciso dotarlo de explicaciones, de entendimientos, de soluciones. “O
se habla lo que está en el país, o se deja al país que hable”.[3]
Dialogando con ustedes Qué puede hacer alguien que ha ejercido el sacerdocio por más de 30 años
cuando investiga y escribe sobre lo indagado. Qué ofrecerles, cuando sé
es consciente que el resultado existe por las interacciones e
interrogantes de un magisterio que se asume para aprender, -ya en los
espacios de las aulas o en los que se encuentre- desde una visión
cultural más profunda, más humana. Enseñar y aprender no pueden
separarse, enclaustrarse, la incomunicación es ajena a la vida en gestación.
Dialogar, -sobre todo lo dialógable y no dialógable- he ahí las claves
con que se construye este libro. Los ensayos que le componen y sus
extensas referencias socializan espacios de debate, argumentos, visiones
puestas en función de pensarnos la vida con sensibilidad científica, con
compromiso culto por el porvenir, por nuestro porvenir. “La razón de ser” que nutre este empeño, pasa por acercarnos a
entender la razón de ser de todos y de cada uno interconectadas en los
actuales procesos en que existimos. Transita a su vez, por el recurrente
dilema de los latinoamericanos en el proceso de asimilación de lo
universal en sus jugos y desde las voces de nuestras tierras[4]
sin subordinar una a la otra en el movimiento de sus asunciones e
interpenetraciones. Todo lo cual permite abrir cauces en la
comprensibilidad de “quién es, qué es, y qué papel habrá de desempeñar,
en absoluta identificación consigo
mismo”[5],
en el inaplazable proceso de
“trabajar porque puedan ser honrados todos los hombres”, y serlo uno
mismo; sin ínfulas de hondas huellas o moralismos discursivos, sólo
con la satisfacción de servir. Porque “pensar, es servir”. Meditar sobre la Cuba de hoy, es proponerse vivirla junto a cada cubano como
propia. Cada idea enhebra fragmentos de la cotidianidad atravesados de
herencias inconclusas, de probabilidades cual preguntas a flor de piel. No
es este un libro “académicamente científico” –si bien se levanta
desde y por la academia- como la aún
conceptocracia existente reclama,[6] evadiéndose así de la
enjundia humana, del conocimiento vivo versátil, del verbo que conecta lo
cotidiano con lo preimaginado, lo autóctono con lo universal, lo
inacabado como sentido e impulso. Estas meditaciones exploran a partir el conocimiento que el proceso de los
últimos cincuenta años propició en sus plurales y peculiares
transcursos socialistas. Se piensa y
se habla sin hipocresía desde ellos, comenzando
con sus propias lógicas discursivas, culturales y argumentando posibles
argumentos a lo acontecido y a lo por acontecer, pues “No hay error,
todo acontece como respuesta a tiempos, espacios situaciones que reúnen y
unen. (…) Es la memoria viva haciéndose a sí misma siempre igual y
distinta. Eso somos, el mismo en sus diversas representaciones. (…) dinos
alguna vez cómo y quién somos o seremos, está en tus ojos”.[7]
Esas recurrentes interrogantes dispersas a lo largo del pensamiento, y de
cada cubano dependen, “entre otras cosas, de las vagabundas y ambiciosas
facultades imaginativas de los hijos de América, y
de la falta de teoría para el ejercicio de la libertad. Somos libres,
porque no podemos ser esclavos: nuestro continente es salvaje, y
nuestra condición es el dominio propio; pero
no sabemos ser libres todavía”.[8] Cómo dotar de teoría al ejercicio de la libertad, he ahí una faena a
contribuir abierta y perennemente porque “está en nuestros ojos”. Cómo
aprender a ser libres, compromete a repensar y encauzar, comenzando en el
estado en que vivimos, los problemas que nos son propios y las posibles
tendencias para que no se retrotraiga lo alcanzado. “¿A dónde va Cuba?
hállese el país incluso en
circunstancias de ventura, es una pregunta sobre la que ha de indagarse
perpetuamente como proceso de progresión verídica de la nación”.[9]
Ya que no puede igualarse un imaginario futuro en fragua, con la
realidad de cómo se está haciendo, siendo y las interacciones humanas
que resultan en la cotidianidad, en cada participe del intento, en la
soledad o acompañamiento que impone el vivir con todos sus símbolos y
significados. La crisis de credibilidad en lo que se dice y se hace, bajo los designios
dicotómicos en que se ha interactuado más temprano que tarde ronda, y
las similitudes en cuanto excluyentes, marcan itinerarios peculiares de
extrañamientos humanos insospechados que se hacen ostensibles o
imperceptiblemente reiterados en Cuba. Por lo que, ante la conceptualización
inconceptualizable de los procesos sociales actuales, la duda de la Loynaz
se levanta insinuando: “Cuando la ola viene impetuosa sobre la roca…
¿La acaricia o la golpea?” [10] Tensar el pensamiento con
la práctica, he ahí la obra. De manera tal, que lo que se haga desbroce
veredas que le son propias y se apegue a las enormes reconstrucciones y
autoreconstrucciones del tejido individual y social tan palmariamente dañado
en los anales civilizatorios; para aproximarse así, a la cualidad como
novedad, en tránsito opuesto a lo finito, determinista o lineal de cómo
se ha asumido. La entrada al libro –como él en su totalidad- pretende ser un dialogo, un
canto por el mejoramiento, unas
libertarias para el porvenir. Puesto que, jamás obsequiaré orquídeas
negras para palomas blancas. Lo único que sé es que no soy marxista[11] “Crear
es la palabra de pase de esta generación”.[12]
Cuando Marx sostenía: “Lo único que sé es que no
soy marxista”, estaba aún y sin proponérselo, poniendo a prueba
universal sus contribuciones teóricas sociales y a nosotros mismos. Ello
nos coloca ante la constante disyuntiva de argumentar, y en la praxis
demostrar a perpetuidad, por qué nos consideramos Marxistas. Cómo
estamos siéndolo, o haciéndolo no como Marx, sino desde su método que
interdialoga con la actualidad, lo que conlleva a sugerencia de Engels,
“a tensar un poco más sus
facultades de pensar por su propia cuenta...”.[13] Es decir, pensarse los procesos históricos como
transcursos perpetuos de construcción y autoconstrucción múltiple y no
desde linealidades, posibilismos y determinismos supuestamente asociados a
una figura y/o corriente a la que tal postura le era impropia, ya que como
el propio Marx destacaba, tales actitudes le honraban y le avergonzaban
demasiado a su vez[14]14].
La amplitud y profundidad del título que acompaña a este meditar y
replantear inquietudes, responde a que ellas forman parte de un estudio
mayor del que hoy se somete a consideración, pero que apunta entre otros
aspectos, a una revitalización del
pensamiento marxista revolucionario, desde una propensión científico
metodológica que levante su aprehensión cultural, como esencia de una
reorganización civilizatoria alternativa a los problemas que enfrenta el
mundo en la actualidad. En el cual, no
basta la critica sin la reconstrucción de una posición propositiva
activa que destierre entelequia y enciclopedismo de toda laya. Desde tales motivaciones, resulta pertinente reflexionar sobre la enseñanza
e investigación del Marxismo en la educación, en particular la superior,
y la historia de algunas de sus persistentes incongruencias cardinales, por
cuanto compone uno de los ejes esenciales del paradigma[15] cultural que se propone reorganizar la nación cubana en la actualidad, con todas las implicaciones
que ello acarrea dentro de una transformación social que se inspira en
dicha corriente de pensamiento y en sus raíces autóctonas.
Por lo tanto, este no es un pensar más sobre los problemas en materia
educativa, como simplistamente se le observa, es
un meditar sobre la construcción cultural social en todas las aristas
posibles, cognoscibles. Donde por añadidura, las ciencias sociales
con los apremios que le son inherentes[16] ocupan un lugar en la intelección de dichos fenómenos y proyectos. Razón
por la cual, nos encontramos ante asuntos que nos atañen a todos, y del
que nadie puede sustraerse so pena de hipotecar el futuro del país. Es por ello, que dada la crisis –en especial de
valores- que experimenta la humanidad de la que Cuba no se encuentra
excluida, dado que se halla inserta en una dinámica mundial que la
penetra y en la que incide dentro del complejo entramado de conmociones
que le ha caracterizado y caracteriza cronísticamente[17], es momento de repensar, desconstruir y construir
las obsoletas, y enmohecidas formas de conducir la cultura, en especial la
Marxista, que aún y despecho de lo alcanzado persiste, pues la nación
conmina no a cosas nuevas, sino de una manera cualitativamente nueva, o lo
que es lo mismo, crear como
connatura de unas generaciones, donde al decir martiano, se labre un
pueblo en que la libertad se afiance. La aproximación -como búsqueda
transformadora-, a los nuevos contenidos que han de poblar y/o acompañar
a una opción emancipadora ante
la avidez extrema imperialista en crecimiento perenne, fueron asumidos
también por el Che en los inicios mismos de la transformación
revolucionaria cubana. Desde una
asunción del proceso libertario como un renquiciamiento cultural
totalizador, activísimo por excelsitud, que penetrara la praxis teórica
y de construcción socialista al unísono –cuestión ésta a la que
apelamos desde las páginas de éste trabajo-.
Así confirmaba: “Nuestra posición cuando se nos pregunta: somos
marxistas o no, es la que tendría un físico al que se le preguntara si
es “newtoniano”, o un biólogo si es “pasteuriano””.[18] Porque para él, la transformación revolucionaria que propugna el marxismo
en las especificidades propias de las dolidas tierras latinoamericanas, se
imbrica inexorablemente –no declaradamente- en todas las transiciones
que fuesen pertinentes articular para reorganizar las interacciones entre
el sujeto de la revolución y la sociedad toda. Es
por ello, que el socialismo y el hombre en Cuba como proceso de creación
de nueva vida, -según sus propias palabras- se ponía a prueba universal
como proceso real, constantemente cambiante y verificable en la existencia
particular: el individuo concreto, y general: el proceso social mismo en
todos sus ambientes. No podemos ahondar en la especificidad temática escogida, entre las muchas
aristas que le articulan, sin posicionarnos desde una aproximación a la
comprensión de que, cultura entre la multidimensionalidad que le
identifica: “Es organización, disciplina del yo interior, apoderamiento de la
personalidad propia, conquista de superior consciencia por la cual se
llega a comprender el valor histórico que uno tiene, su función en la
vida, sus derechos y deberes. Pero eso no puede ocurrir por evolución
espontánea, (…) el hombre es sobre todo espíritu, o sea, creación
histórica, (…) Conocerse a sí
mismos quiere decir ser lo que se es, quiere decir ser dueños de sí
mismos, (…) Y eso no puede obtenerse si no se conoce a los demás,
su historia, el decurso de los esfuerzos que han hecho los demás para ser
lo que son, para crear la civilización que han creado y que queremos
sustituir por la nuestra. Y aprenderlo todo sin perder de vista la
finalidad última, que es conocerse
mejor a sí mismos a través de los demás, y los demás a través de sí
mismos”.[19] La raigambre más íntima a
reorganizar –y pocas veces observada, aunque constituya eje de la
desenajenación que preconiza- como paradigma cultural, apunta desde el
Marxismo también, al interior de los individuos insertos, interactuando
multidimensionalmente en el sistema de relaciones en que se desenvuelven y
viceversa. Propone lo interno y externo verídicamente proyectado, conscientemente
asumido en la reorganización como aproximación cambiante y autocambiante.
No es una propuesta macro social general, abstracta y despersonalizada. Es
lo que existe, articuladamente con lo que se propone transformar desde la
diversidad de sujetos históricos existentes, con lo cual deja margen en
su proyección a lo eventual, es decir, no lo obvia, ni lo olvida por una
rigidez objetivista fútil. Dado que las mediaciones operan -dentro de los
transcursos transicionales que sean necesarios- desde una
intervincularidad que permite abrir vías plurales fecundantes. Sin ese
norte constatador la alternativa al progreso real[20] no concurre o se escapa como las palabras desde los altavoces. Desde
tal postura definitoria de lo humano se construye este examen, en un
recurrente y comprometido llamado por el porvenir. Los avances alcanzados en la enseñanza, investigación y los disímiles
niveles de gestión en los que se encuentran inmersos los profesionales
del Marxismo[21], los colocan ante nuevos lances para mantener una posición a la altura del
potencial con que se cuenta y de los indiscutibles impactos obtenidos. No
obstante, existen asuntos enraizados por resolver ahora en condiciones
donde la universalización de la educación impone mayores denuedos para
dar curso a su cometido en circunstancias existenciales aún más
complejas, y donde, la reversibilidad de los procesos sociales ya no
constituye un tabú, sino una realidad que merita concurso cubano, de
todos y para el bien de todos, como legara el cubano de todos los tiempos.
Esos problemas se encuentran arraigados, inclusive a nivel de consciencia y
praxis social. Tal afirmación no es festinada sino latente, actúa y
retroactúa metamorfoseando rumbo e intenciones, lo que por su
significado, perspectiva y posible explicación nos hace recordar a Engels,
cuando advertía respecto a la pluralidad de factores a considerar en el
entramado social para el análisis de los procesos que van resultando, trátese
de la experiencia que se trate, de que “(…) incluso
los reflejos de todas estas luchas reales en el cerebro de los
participantes, las teorías políticas, jurídicas, filosóficas, las
ideas religiosas y el desarrollo ulterior de éstas hasta convertirlas en un sistema de
dogmas-- ejercen también su influencia sobre el curso de las luchas
históricas y determinan,
predominantemente en muchos casos, su forma”.[22] En tal sentido, existe un problema en específico que se instituye –y ha
instituido - en eje medular de todo su desenvolvimiento a saber: la
integración real que persistentemente se declara, en oposición a la
segmentación y parcelación en que realmente existimos y por adición,
nos apropiamos del Marxismo. El tránsito de la fragmentación en que efectiva e innegablemente
interactuamos en el plano social, con todas las complejidades que acarrean
los procesos en que nos encontramos inmersos, para una aproximación a la
calidad de la integración a que conmina nuestro cometido, ha sido, es y
será un reto que trasciende a la cultura Marxista y que se explaya por
todo el enclave de las Ciencias Sociales - por acotar el ejemplo -, tanto
nacional como internacionalmente,[23] lo cual invariablemente atenta contra la intelección de los procesos a los
que se debe dar respuesta, en particular en el ámbito de la formación,
aunque obviamente sobrepasa a la misma. Todo
esto, impulsa a que se debe volver una y otra vez sobre las circunstancias
que originan la permanencia de tal problema, así como de los aspectos
para los cuales existen respuestas mancomunadas posibles, para acercarnos
a solucionar nacional y contextualmente el mismo. Un asunto central, vinculado al problema de la fragmentación y que matiza
los aspectos antes enunciados, lo constituye el referido a las conexiones
activas que deben presidir el desempeño del Marxismo en general, y como
enseñanza e investigación en particular, que es nuestro objeto de
reflexión, dada su condición
articuladora y promotora de conocimientos científicos para el desarrollo
social.[24] Estas imprescindibles interrelaciones indican, que se debe fijar la mirada
no sólo en el avance especializado[25] -aspecto este loable en una distinción metodológica orgánica como tal-
sino conjuntamente, en la contribución
que se insinúa como totalidad intercomunicadora en el perfeccionamiento
de su proyección lo más integradora, compleja y diversificadamente
posible, sin perder de vista la peculiaridad del problema que se presenta.
Porque en la medida en que se religan orgánicamente los fenómenos desde
el micro nivel de su incidencia y las plurales dimensiones en que
concurre, se estará favoreciendo a una interrelación obrada desde un
tejido concebido en conjunto como norte no solamente de método, sino en
especial, desde las especificidades
científicas que les sustentan y que muy comúnmente se pone en
entredicho, de lo cual somos responsables obviamente nosotros mismos,
aunque innegablemente existen otros gestores invisibilizados desde los
compartimientos o parcelas en que actúan. La propuesta no es sólo pensar y actuar desde y como disciplinas, cátedras,
departamentos o grupos de investigación que son las formas en que cronísticamente
nos han y hemos estructurado en el ejercicio de la profesión y sobre las
que existe una amplia polémica. Por el contrario, es la de proponernos
imprimir a los desempeños científicos de una dinámica que retroactúa
activísima por excelsitud, que es lo que le tipifica desde sus
cambiantes, interconstituyentes e interrelacionados objetos tejidos en su
conjunto. Todo lo cual, puede contribuir a una práctica de organización
capaz de producirse a sí misma y regenerarse, para
dar curso al surgimiento de cualidades nuevas cual emergencias
organizacionales que abonan en
el mejoramiento del todo, por sobre las disposiciones organizativas
que se imponen desde fuera de la ciencia, y contra las que es increíblemente
más difícil transgredir, pues son resultado de unos anales de
funcionamiento donde no siempre lo científico, lo objetivo es la causa de
su preexistencia y permanencia. Esos formatos parciales, “especializados”, fragmentados no sólo
quebrantan lo que se enseña, en el modo en que incluso se propende a
investigar, sino en la resultante de lo que se trasmite, que ahonda el
aislamiento entre los educandos y los docentes, o simplemente para con los
sujetos históricos de la actividad que se intenta explicar o sobre los
que inclusive se supone que se teoriza, dado que los canales
intervinculantes se han desdibujado o perdido, lo que conduce a que el
sujeto continué atado irremisiblemente a las esencias que dicen negar.
Aspectos que han conllevado a olvidar la internalidad e internalización
de los individuos en el juego de acciones y reacciones recombinadas
infinitamente y que nos aleja de las intenciones por las que iniciamos
itinerarios emancipatorios desde la convicción y los estímulos que eran
propios.[26] Respecto a algunos de los defectos que más han golpeado -y fustigan
persistentemente- a la intelección del método Marxista, Engels
destacaba: “El que los discípulos hagan a veces más hincapié del
debido en el aspecto económico, es cosa de la que, en parte, tenemos la
culpa Marx y yo mismo. Frente a los adversarios, teníamos que subrayar
este principio cardinal que se negaba, y no siempre disponíamos de
tiempo, espacio y ocasión para dar la debida importancia a los demás
factores que intervienen en el juego de las acciones y reacciones. Pero,
tan pronto como se trataba de exponer una época histórica y, por tanto,
de aplicar prácticamente el principio, cambiaba la cosa, y ya no había
posibilidad de error. Desgraciadamente, ocurre con harta frecuencia
que se cree haber entendido totalmente y que se puede manejar sin más una
nueva teoría por el mero hecho de haberse asimilado, y no siempre
exactamente, sus tesis fundamentales.
De este reproche no se hallan exentos muchos de los nuevos «marxistas» y
así se explican muchas de las cosas peregrinas que han aportado (...)
Por lo que, -con anterioridad en la misma misiva aconsejaba-
me permito rogarle que estudie usted esta teoría en las fuentes
originales y no en obras de segunda mano; es, verdaderamente, mucho más fácil”.[27] La extrema segmentación de voluntades cognitivas y prácticas, no
constituye un inconveniente privativo de Cuba como ya se ha explicado.
Esta vertiente tiene hondas raíces en la conformación, colonización y
asimilación sin procesamiento de las estructuras, organizaciones y
funcionamientos vigentes internacionalmente,[28] los cuales se fueron reacomodando en diversas variantes desde las
singularidades históricas que le dieron origen y que marcharon modificándose
y favoreciendo esa dirección.[29] Orientación a su vez, proveniente de la misma fragmentación que le es
consustancial a la reproducción ampliada de las interrelaciones sociales
dominantes a escala planetaria. Lo cierto es, que en esos escenarios, en
ocasiones en condiciones más difíciles, los debates, las búsquedas
contextuales evidencian mayor activismo movilizativo e inclusivo que en el
nuestro, desde los niveles de incidencia social en que impactamos, dado
que la universalización es un desafío a la calidad y cualidad del
magisterio y las ciencias en Cuba. Lo
que convocaría por tanto, a concursos y aportaciones mayores desde las
especificidades alternativas que el proyecto cubano posee y de conjunción
con su propia construcción. A todo lo anteriormente expuesto se adiciona, lo absurdo que resulta
pretender realizar en la actualidad un análisis químicamente puro de los
fenómenos, llámense económicos, filosóficos, políticos, históricos o
sociales, entre otros, que tienen que encontrarse presentes sí de
Marxismo -o mejor de ciencias sociales- se trata, sin ignorar con ello la
pertinencia de la especialización, pero
sin entender por esta la simplificación o reducción de los procesos, pues
éstos siempre los desbordan, perdiéndose así, la posibilidad de
acercarse a nuevas aristas que enriquecen lo específico y las posibles
opciones. Por lo que, el replanteo de los tradicionales modos de pensar y actuar,
hijos de las costumbres, la inercia y otra gama de factores, tienen que
aflorar desde los espacios de posibilidad interno y externo de los
profesionales en el abordaje de las cuestiones constantemente cambiantes a
desentrañar y que se desarrollan lo quieran o no, ya que “todo lo sólido
se desvanece en el aire”. En este
punto, la simultaneidad de voces presentes en el enclave cubano en co-evolución
multidimensional, debe dar cabida a flujos más enriquecedores en lugar de
monólogos y tertulias -aisladas obligadas[30] o casuales-. Es momento
dentro de la diversidad de hermanarse y espigarse por la obra común del
futuro. Pues sucede, con más frecuencia de la que debiera, y no por razones del
azar -cuestión está que la ciencia no puede descartar para no dejar de
ser ciencia- que las “sorpresas” que las realidades exhiben, no son más
que ausencias flagrantes de los desempeños científicos, para las que no
existen ni siquiera intentos autoexplicativos por sobre las disposiciones
o autolimitaciones que imponen no sólo camisas de fuerza a los saberes,
sino que propenden por su permanencia, a
la conversión de una buena parte de la comunidad científica en un
conglomerado que pudiendo, no alcanza a tener incidencia en el rumbo
social. Dado que funcionan entre otras variantes, desde los ucases que
estipulan qué se debe enseñar, investigar o cómo deben transcurrir
dichos procesos a despecho del tiempo transcurrido y de lo muy
“criticado” del asunto. Sin menospreciar por cierto, el acomodamiento
mediocre a lo indispensable que también campea dentro de un ambiente donde
el potencial científico no es potenciado, entre otras posibles
explicaciones.[31] Tómese en cuenta, que en las valoraciones anteriores no se ha hecho
referencia aún a las estrechas consultas bibliográficas reales que todavía
rondan a los procesos educativos. Algo así, como la recurrente
persistencia del “idílico romance” que se genera -ya de manera
dirigida o espontánea-, entre el docente y el libro de texto como faro de
su gestión, y entre el educando y el libro de texto como guía de su
suicido intelectual. “No creo, ni he creído nunca, en la eficacia pedagógica del libro de
texto. Sobrado me sé que el texto, en la enseñanza superior, está
universalmente desacreditado. Casi siempre es una camisa de fuerza”.[32] Aspecto al cual, convendría agregar que los libros de texto básicos pueden
demorar en actualizarse hasta cinco años, y entre su conformación y
llegada a manos de su depositario hasta transcurren dos o tres años. Con
lo cual, la información llega envejecida, en
tanto la vida y la propias polémicas en el país marchan en rumbos
diferentes. Por otra parte, no se puede obviar que el
acuñamiento de “básico” certifica la exclusión “pedagógica” de
otros criterios válidos que nunca llegan a ser conocidos. De esta manera,
la diversidad se relega u olvida en ese “resolver el problema”, generando otros de mayor magnitud para el pensamiento.[33] Lo cierto es, que sí bien en algún momento de los transcursos
revolucionadores en Cuba se hicieron necesarios los mismos, dadas las
condiciones de que se partía en esos movimientos de instrucción
masificada, las circunstancias posteriores y actuales demandan de otras
acciones e intenciones culturales acordes a las dinámicas y alternativas
del mundo de hoy. Las metamorfosis sufridas por los acomodaticios vicios del manualismo –no
desparecidos en las esencias estrechas que les pueblan- son de
sorprendente textura, incluso llegan al ámbito tecnológico, relegando así
las posibilidades de interacción múltiple que en el caso de poseerse
pueden utilizarse con más eficacia. La transición del manual al texto,
enmascara denominaciones en las que la diferencia a veces radica en que
son elaborados por autores cubanos. En su generalidad, son concebidos por
el educando -con independencia de su nivel incluso posgraduado- como vía
para sacar la correspondiente asignatura. En este ámbito, también es común que lo que bibliográficamente se
oriente como de “obligada” consulta sea lo que el docente o conductor
de la actividad conoce, en ocasiones ya descontextualizados; acuñando
precisamente la prevalencia al desgaste y al acomodamiento intelectual de
lo repetitivo en los anales de la formación de los profesionales, que en su facsímile educativa generan una migración total del sentido
de la realidad, hasta para explicarse a sí mismos lo que son, lo que esta
sucediendo en los procesos civilizatorios que le circundan. Todo lo anteriormente expuesto, no desconoce las realidades materiales que
acompañan a la magna labor que le asiste al proyecto de ser cultos como
único modo de ser libres. Pero, la responsabilidad científica de formar
seres humanos a la altura de su tiempo, demanda de un meditar perenne de a
dónde vamos por las sendas que trazamos ya que, “La
prueba de cada civilización humana está en la especie de hombre y de
mujer que en ella se produce”.[34]
Y si los hombres y mujeres que se forman y autoforman,
se les inician y conducen en los “conocimientos” simplemente desde la
nefasta costumbre de los procesadores -sujetos interpretadores- de las
obras de imprescindible consulta que son múltiples, sustituyendo el nexo
vivo entre el autor y el lector, por alguien que desde fuera de esa relación
les dice que sirve y que no sirve, o que se propone traducirle lo que un
autor ha dicho, se les está castrando la capacidad de pensar por sí
mismos, de aprender a comprender y se les capitanea en suma, a la condición
de moldes ajena a su connatura, deformando justamente, la
facultad para el despliegue de
auténticas contribuciones críticas-transformadoras con sensibilidad
humana. En tal dirección, José Martí nos legaba desde
su tiempo al nuestro: “La primera libertad, base de todas, es la mente:
el profesor no ha de ser un molde donde los alumnos echan su inteligencia
y el carácter, para salir con sus lobanillos y jorobas, sino un guía honrado, que enseñe de buena fe lo que hay que ver, y
explique su pro lo mismo que el de sus enemigos. Para que se le
fortalezca el carácter de hombre al alumno. Que es la flor que no se
ha de secar en el herbario de las universidades (...) En
la que ninguna metafísica se ha de enseñar, ni de la de la ideología,
ni la de la ciencia”.[35]
A los extendidos problemas anteriores se añade, el
que la cualidad tecnológica de la que nos preciamos, aún no guarda
relación cercana con la magnitud y necesidades para su excelencia u
optimización. Entre las dificultades más acuciantes para
intentar establecer un dialogo entre interlocutores válidos en las
actividades docentes e investigativas, se encuentra: el
que las polémicas actuales
sobre las problemáticas desde el vació propositivo de años anteriores
son cuantiosas, razón por la que se debe estar más atento. En tanto, las
posibilidades de conocimiento de las mismas son estrechas, fruto de las
dificultades para el acceso tecnológico presentes en nuestro enclave.
Todo lo cual, origina fracturas cognitivas que pueden resultar enormes
para la inter y auto conexión científica, puesto
que las mismas discurren en soportes electrónicos, concurriéndoles así,
una celeridad y variabilidad diaria frente a una accesibilidad a las
mismas limitada o casi inexistente.
Desde la especificidad de los avatares del Marxismo, pues ha tenido de lo
explicado y mucho más, nos encontramos con que las obras clásicas
comercializadas en nuestro país pueden aparecer en lugares totalmente
inapropiados e imposibles de referir aquí. Aspecto éste, al que puede
haber colaborado su condición de no
primarias en las orientaciones reales que se les dan a los educandos,
más que su agotamiento físico en las bibliotecas donde descansan cual
bellas durmientes repletas de polvo, en las zonas donde menos movilidad
existe, a la espera de los príncipes encantados que las liberen de su
largo sueño. Tal situación puede constatarse en las orientaciones bibliográficas que
aparecen en los programas vigentes, donde los textos interpretadores
ocupan un lugar más obligado que las obras clásicas y los estudiosos
contemporáneos de los problemas objeto de reflexión. Al hurgar en las causas de la no consulta en las fuentes directas y
sintetizando el asunto viene en nuestro auxilio Engels, cuando afirmaba: “La
concepción materialista de la historia también tiene ahora muchos amigos
de ésos, para los cuales no es más que un pretexto para no estudiar la
historia. (…) Pero nuestra concepción de la historia es, sobre todo
una guía para el estudio y no una palanca para levantar construcciones a
la manera del hegelianismo. Hay que estudiar de nuevo toda la historia,
investigar en detalle las condiciones de vida (…) Pero,
en vez de hacerlo así, hay demasiados (…) a quienes las frases sobre el
materialismo histórico (todo puede ser convertido en frase) sólo le
sirven para erigir a toda prisa un sistema con sus conocimientos históricos,
relativamente escasos (…) y pavonearse luego, muy ufanos de su hazaña”.[36] También, ante tal faena científica de precisar desde
lo esencial del Marxismo su valor pasado, presente y perspectivo como método
de cosmovisión condujo a Gramsci, en otras circunstancias en su
“Nuestro Marx”, a explicar: “¿Somos
marxistas? ¿Existen marxistas? Tú sola, estupidez, eres eterna. La vana
cháchara y el bizantinismo son herencia inmarcesible de los hombres.
Marx no ha escrito un credillo, no es un Mesías que hubiera dejado una
ristra de parábolas cargadas de imperativos categóricos, de normas
indiscutibles, absolutas, (…) no porque haya inventado a partir de la nada, no por
haber engendrado con su fantasía una original visión de la historia, sino
porque con él lo fragmentario, lo irrealizado, lo inmaduro, se ha hecho
madurez, sistema, consciencia. (…) Marx
-continuaba el comunista italiano- (…) es un historiador, un intérprete
de los documentos del pasado, pero
de todos los documentos, no sólo de una parte de ellos”. (…) Este
era el defecto intrínseco a las historias, a
las investigaciones acerca de los acaecimientos humanos: el no examinar ni
tener en cuenta más que una parte de los documentos”.[37]
Gramsci
puntualiza, que lo primordial en ese aproximarse a ser y hacer Marxista
radica -entre otros aspectos-, en golpear lo fragmentario en esas
investigaciones y exposiciones acerca de los acaecimientos humanos, esos
que son objeto constante de evaluación desde el Marxismo.
Nos impulsa por tanto, a irrumpir contra los imperativos categóricos, las
normas de superioridad “indiscutibles” sin argumentos hijas oriundas
de lo absoluto, incluso de aquellas que se arrastran en los anales
formativos de los sujetos actuales de la educación e investigación del
Marxismo en Cuba. Allí y donde, el
verbo estudiar, investigar de Engels, o el de explicar y criticar desde
las condiciones imperantes o reales –palabra que Marx agota hasta la
saciedad- para objetivamente transformar, se
han diluido o desdibujado en frases o construcciones no siempre apegadas a
la cientificidad, a la credibilidad. Pese a lo antes constatado, sé
es del
criterio, que aún e insertos en un mundo segmentado y
fragmentado hasta la saturación como correlato de la reproducción
ampliada de las interrelaciones del sistema capitalista, -donde en
coincidencia con Marx: “no puede hacer –o hacerse- al individuo –o a
los individuos- responsable de la existencia de relaciones de que él es
socialmente criatura, aunque subjetivamente se considere muy por encima de
ellas”[38]
- es posible articular gradualmente
formas de acercamientos a la realidad, a los procesos acorde con la
connatura de los mismos y en avenencia con nuestra propia ejecutoria,
avanzar por tanto, hacia complexiones científicas superiores. Todo
ello, obrado desde cosmovisiones que potencien la socialización y
progreso científico provenientes de un debate de unidad múltiple,
accesible, formativo y autoformativo en ascenso constante de sus
implicados, que propenda a una manera compleja de intercomunicar
e interorganizar ideas y praxis. Tal esperanzadora perspectiva desde los planteos
explicativos que le anteceden -de no ser asumido este examen en su
totalidad, de manera activa, desde
un verbo con vida, esperemos que esto último no asombre-, puede
parecer una idea salida de una varita mágica, un desliz del imaginario.
Nada más ajeno al desempeño de lo que siempre se ha escrito -con mejor o
peor suerte- por esta autora, que más que flagelación y autoflagelación
respecto a las cuestiones que se analizan, lo que aspira es a evaluación
desprejuiciada, sincera y comprometida, incluso cuando se equivoca. Es
pertinente, por tanto, una pequeña digresión reflexiva aproximada e íntimamente
vinculada al tema, respecto al modo común de aprehensión de los variados
desempeños científicos, en especial, en la tendencia a su polarización
extrema. Es peculiar en los intercambios académicos o del tipo
que se produzcan, que lo que se ha procurado comunicar se aprecie simultáneamente por los diversos interlocutores con que
se interactúa, ya como ortodoxia –a la vieja usanza soviética- cuando
se intenta revitalizar al marxismo, ya como disidencia cuando se indican
problemas actuales en Cuba, o con relación a otras realidades. Ambas
“clarividencias” u otras de colindante textura, son unigénitas de los
modelos mentales imperantes en la civilización actual, aquellas que aún,
usando nuevas túnicas que indican “cambios”, continúan demandando
clericalismos intoxicados y militancias férreas en el pensar, asociadas a
la crisis de las ciencias occidentales y sus sucedáneas en otras partes
del mundo. Tales visionajes obvian lo mejor de la creación humana a
saber: el reconocimiento de la
diferencia que nunca se propone domesticar intelectos, que existe por y
para pensarse lo propuesto y transformar. Ante esos talantes, se
recuerda siempre aquello de: “Eché mi esperanza al mar: y aún fue en
el mar, mi esperanza verde-mar…”[39]
Pues lo afirmado en este contexto, en
el sentido de posibilidad perspectiva desde lo realmente existente, aquí
y ahora, desde la alienación y autoalienación montada ya sobre un
dispositivo espacial, o cabalgando por las dolidas tierras de los pueblos
históricamente excluidos reconoce la realidad interactiva de los sujetos
y sus potencialidades para la recomposición de la intelección y praxis
no divorciadas, sino actuando desde
la crítica como arma y alternativa que se construye con un nuevo
contenido hoy por hoy, en Cuba y en el mundo. Todo lo cual retoma el espíritu de la inversión científica
de Marx, cuando indicaba que la crítica del cielo se convertía en la crítica
de la tierra –y los cielos y constelaciones son de diversa textura, pues
inobjetablemente incluyen los imaginarios y praxis de las experiencias u
opciones revolucionarias y socialistas-, por lo que el proceso mismo hunde
raíces, se aferra a la tierra misma, al tejido social a reorganizar y
autoreorganizarse incontrastablemente. Todo esto sin perder de vista, ni por un momento, que
para peor augurio nos encontramos
viviendo y experimentando en carne propia el aislacionismo como forma de
sometimiento característico de las civilizaciones de finales y
principios de este milenio, las
cuales han apostado los destinos de dominación a la incomunicación
humana, a la invisibilización de lo diferente que se dice o se crea en
todas las latitudes del planeta. Dado que se cuentan ya, con potentes
resortes para el ejercicio de las omnipotencias puestas al servicio que
ignora, desarticula y asfixia la inteligencia, el civismo y la dignidad
humana. Estas son contrariedades que por la propia experiencia
acumulada, el estado real y perspectivo para la vida propulsan un abrir
caminos a la comprensión de esos problemas y ha encontrar cauces a su
solución. Dado que nunca han dejado ser inconvenientes que la
inteligencia humana pueda solventar. Sólo que en la actualidad ya no
simplemente tienden al estancamiento o parálisis, sino al aniquilamiento
de la identidad plural humana, desde su connatura poly-identitaria. Razón
de más, para erguirse en la salvaguarda de nuestros destinos, ya
que igualan en lo presente y en lo porvenir al “(…) que parece un hombre, el pobre rico, el puro
miserable, el pobre pobre”.[40] Sin lugar a equívocos, el posicionamiento de
evaluación de los procesos desde la génesis y aproximándose a las
totalidades cambiantes, interconectadas e infinitas son aspectos que
favorecen para sentar pautas por sobre lo fragmentario. En nuestra
realidad –preferiblemente realidades- transicional socialista, la
fragmentación, a despecho del optimismo en la voluntad, al decir
gramsciano, ha cobrado y cobra sus altos impuestos, ser conscientes de
ello es un paso, pero no el único. Es apropiado, dada la propia historia de la enseñanza,
investigación y cultura desde el Marxismo, comenzar
indefectiblemente por: “Criticar la concepción propia del mundo (…) -lo cual
significa, de conformidad con Gramsci-, (…) hacerla unitaria y coherente
y elevarla hasta el punto al cual ha llegado el pensamiento mundial más
adelantado. Significa, por tanto, también criticar toda filosofía habida
hasta ahora, en cuanto ha dejado estratificaciones consolidadas en la filosofía
popular. El comienzo de la
elaboración crítica es la consciencia de lo que realmente se es, o sea,
un “conócete a ti mismo” como producto del proceso histórico
desarrollado hasta ahora, el cual ha dejado en ti mismo una infinidad de
huellas recibidas sin beneficio de inventario. Hay que empezar por hacer
ese inventario”.[41]
El inventario que permite el progreso de la cultura
Marxista –dentro de la pluralidad cultural existente-, esta por hacerse,
urge forjarlo aunadamente, las explicaciones dadas a los problemas, a las
deformaciones, debacles y las salidas optadas para contemporaneizar al
Marxismo no son suficientes, y en muchos casos no alcanzan el realismo
pertinente, o pudieran complicar el futuro hasta gravarlo. Ello asociado entre otros aspectos, a las “estratificaciones
consolidadas en la filosofía popular” – al decir de Gramsci-,
donde debemos incluirnos nosotros mismos, sin eludir tampoco, acuñamientos
hechos por las direcciones políticas que se alejan de un examen
exhaustivo del sistema de relaciones humanas que resultó o esta
resultando de la praxis. Este en
particular, no es asunto que deba obviarse para mantener la unidad en
medio de un acoso brutal imperialista, por el contrario, es una condición
de vigor para un movimiento que se supone anule y supere el estado de
cosas imperantes. La
infinidad de huellas que ha recibido el hombre concreto, los docentes e
investigadores respecto al Marxismo, en primera instancia y a su enseñanza
e investigación por adición, necesitan ser desdibujadas en su formato de
análisis construido desde el imaginario y la linealidad –aspecto este
que le castra al Marxismo su condición de subversión de la realidad,
incluso de una realidad socialista a perfeccionar-, por el de una
explicación, critica, interacción y transformación dialéctica
desplegada desde la génesis de los procesos, que integre en lugar de
fragmentar y que articule perspectivas desde lo que realmente sé es, sé
esta haciendo, cómo se esta haciendo, siendo y propendiendo. De otra
manera no se estará contribuyendo a la terrenalidad de los procesos que
se someten a examen. Otro problema asociado a la ausencia de nortes en el
análisis científico social en nuestro país, es
el coligado al seguimiento acrítico, no sólo de la herencia que el
vulgo marxismo generó ante las ausencias formacionales creadas durante el
período de preeminencia de la modalidad
de “marxismo” de la exURSS (momento en que aumentan los
profesionales del marxismo generalizándose a toda la nación); sino
conjuntamente de otras corrientes teórico sociales no conocidas por la
mayoría de la comunidad científica, con sus clásicos –porque son clásicos-
o los seguidores de éstos, ya en sus negaciones absolutas o relativas de
la multivariada producción marxista, o de otro tipo. Las cuales comienzan
a entrar, o a retornar su presencia en los enclaves culturales desde el
deslumbramiento como emanación al que la negación de períodos
anteriores las condenó. Por lo que, las transiciones que se hacen acompañar
de impostergables aperturas de saberes, se van produciendo sin operar
cambios en la tradición de intelección científica que continua
persistentemente operando desde la inmediatez en su desenvolvimiento macro
–lo cual no excluye la gestación de posturas diferentes en
microescenarios científicos concretos- desde el negro y el blanco, el
conmigo o contra mí que sólo reproduce lo conveniente y no gesta la
flexibilidad de análisis que incluye y piensa, critica y crea. Por lo
que, lo “nuevo” por lo nuevo operando en cauces viejos, no permite o
no alcanza a potenciar el ejercitarse en pensárselos, desentrañarlos
–digerirlos- científica y metodológicamente entre otras causales. Así las cosas, aparecieron nuevos iconos. En tanto
en el mundo dichas figuras se les cuestionaba - y se autocuestionaban
ellos mismos - en sus contribuciones reales, ya en la continuidad de sus
obras o debates para aproximarse a los dinámicos procesos para los que no
existía insinuación explicativa alguna. Se observa como en el terreno
cotidiano cubano, en el día a día, en las aulas o en los centros de
investigación y en una multiplicidad de ámbitos de intercambio teórico
social, aún siguen aferrándose a una u otra tendencia tratando de
ajustar la realidad a sus exposiciones. Es como si la universalización
cultural, en su concreción extensiva reprodujera en buena medida
obsolescencia desde un deslumbramiento repetitivo, irreflexivo, en lugar
de fecundar pensamiento activo, analítico, cuestionador, que active los
recursos de un pensamiento que verdaderamente relacione o al menos se lo
proponga y lo autoentienda como necesidad. “¡Amado sea el que tiene hambre o sed, pero no tiene
hambre con que saciar toda su sed, ni sed con qué saciar todas sus
hambres!”.[42] La sentencia leninista en su ¿Qué hacer?, sigue
rondando a la historia y el despegue cultural Marxista respecto a esa
ineludible herencia práctica de donde partimos y de la que todos somos
hijos pretendámoslo o no: “(...) Quien conozca por poco que sea el
estado efectivo de nuestro movimiento, verá
forzosamente que la vasta difusión del Marxismo ha ido acompañada de
cierto menosprecio del nivel teórico –esto es correlativo también a
otras tendencias-. Son muchas las personas muy poco preparadas, e
incluso sin preparación teórica alguna, que se han adherido al
movimiento por su significación práctica y sus éxitos”.[43]
A lo que añadía en páginas subsiguientes: “Lo
que caracteriza a este período no es el desprecio olímpico de algún
admirador de “lo absoluto” por la labor práctica, sino precisamente
la unión de un practicismo mezquino con la más completa despreocupación
por la teoría. (…) El socialismo científico dejó de ser una teoría
revolucionaria integral, convirtiéndose en una mezcolanza”.[44]
La mezcolanza y los desvíos siguen afectando el rumbo que correlaciona
los micros espacios sociales con los macros a todos los niveles incluyendo
la vida cotidiana que a veces se olvida. Hasta
que punto entonces, nuestra vasta difusión del Marxismo no se encuentra aún
discernida no sólo desde el menosprecio teórico, sino además del
practicismo mezquino que la convierte en una mezcolanza indiscriminada, donde las
viejas formas se metamorfosean con otras supuestamente nuevas. Al olvidar
de esta manera, que las luchas entre lo nuevo y lo viejo han de ser
contiendas de esencias, que no dejen margen para que lo haya caducado se
restaure bajo una túnica rediseñada ilusoriamente nueva. Cabría además preguntarnos, ¿sí lo que existe lo tenemos orgánicamente imbricado o nos lo han
permitido imbricar? Sí al menos hemos alcanzado una vincularidad,
ahondemos intervincularidad analítica como concepción genérica de la
enseñanza e investigación, no sólo a nivel nacional, sino al micro
nivel de los Centros de Educación Superior o de investigación, que nos
desbloquee más allá de las invariantes o líneas de investigación
establecidas –cuestionables o no-, identificar el norte de labor con que
se interactúa, a partir de las potencialidades con que se cuenta. Son
problemas complejos, incluso inexplicables, hasta ciertos puntos herméticos.
Pero, hasta dónde serán
propulsores de un nuevo quehacer y no anuladores de la voluntad, no
asfixiadores de la inteligencia comprometida que pugna por hacer de
aquiescencia y progresión con todos el renquiciamiento apremiante. Ya que
de esta manera, pudiera generarse del mismo modo “un poco de luz en la
frente”. Los acercamientos que exponemos propenden al mejoramiento -y porque no-,
espigamiento asociado de la comunidad científica, buscando un
andar con resplandeces que desentrañen múltiples accesos interactivos en
el repartimiento de la obra del perfeccionamiento cultural de la nación.
Para ello, propugna contar verazmente con el influjo de cada átomo humano
presente en el proceso, desde aquello que conoce mejor, pero propiciando
un resultado de saberes interconectados, que sólo trascienden de un
trabajo común que se apegue a una autointegración fruto de una integración
que cuente con todos, en el discernimiento diáfano del levantamiento
simultáneo de las partes, para alzar el conjunto- desde la perspectiva
martiana-. Sin lugar a equívocos, una infinidad de aristas inciden en la efectividad
del desempeño educacional e investigativo del Marxismo en Cuba, pero
perseguir la identificación de lo que lo cualifica ha de constituir un
eje impostergable a dirimir en ese perenne abrir caminos. No es
casual, por tanto, que Carlos Marx, en sus prólogos al tomo I del Capital
indicara metodológicamente: “(…) la investigación ha de tender a asimilar en detalle la materia
investigada, a analizar sus diversas formas de desarrollo y a descubrir
sus nexos internos. Sólo después de coronada esta labor, puede el
investigador proceder a exponer
adecuadamente el movimiento real. Y si sabe hacerlo y consigue
reflejar idealmente en la exposición la vida material, cabe
siempre la posibilidad de que se tenga la impresión de estar ante una
construcción a priori”.[45] Por lo que, la dinámica civilizatoria marca su teorización y viceversa, y
de suyo la enseñanza e investigación. Cuándo
se sustituirán entonces, los imperativos categóricos por los de
aproximaciones e insinuaciones científicas. Es decir, según el propio
Marx, aún y cuando se establezcan con pericia los nexos internos, se
determinen adecuadamente los movimientos reales pasados y concomitantes,
dada la dinámica que asiste a los fenómenos que sometemos a examen desde
la multiplicidad y variabilidad de aristas que le conforman, cabe la
posibilidad de que estemos ante construcciones apriorísticas –no puede
ser de otra manera-, no sólo en cuanto a apariencia y/o impresión según
Marx, sino porque nos detengamos por infinidad de razones, ante verdades supuestamente acabadas –e incluso en movimiento- pero
fragmentadas. Las cuales, en muchos casos, provienen de una asunción
de la educación e investigación, más
desde el interior de las asignaturas o de los colectivos docentes o
investigativos o hasta promotores culturales que la conforman, es decir,
desde la especialización estrecha -la cual puede incluso hasta diluir e
imprecisar a los objetos que las componen-, que desde los hilos que la
integran a ella como enseñanza y
a los objetos de reflexión, exposición y labor cultural científica. “Y no es simplemente por razones de hilación e integridad”,[46] como Marx descifrase, en el Prologo a la Primera Edición de El Capital,
sino parafraseándolo, para intentar
conseguir por lo menos un modo aproximado de analizar formas mucho más
complicadas y preñadas de contenido, en esencia mucho más complejas[47] en interactividad constante. La integración que postula –porque de
requerimientos científicos se trata- la condición de docentes e
investigadores, entre otros del Marxismo, proviene principalmente, de la
capacidad científica con que operemos para la dilucidación, crítica y
progresión de esas complejas realidades constituidas de contenidos
diversos, mediante y por las múltiples mediaciones, transiciones e hipervínculos
que propenden a una dinámica totalizadora en perpetuidad cambiante y
autocambiante, las cuales la atraviesan, religan
y conforman. Porque más allá de ser profesores e investigadores en filosofía, economía
política, teoría política o problemas sociales de la ciencia y la
tecnología, historia, ética, estética entre otras, tenemos
un apellido que nos cualifica y que al mismo tiempo por su connatura nos
imbrica con toda la praxis y producción teórica con que interactuemos, a
las que no podemos amordazar porque no alcanzamos ni científica ni tecnológicamente
a ello. Por cuanto, la veracidad en las ciencias no se impone, se
aproxima a demostración continuadamente con los ejercicios de comprensión,
creación y transformación que se desplieguen en la construcción y
desconstrucción verídica de la existencia. Algo
así, como, no un te voy a dar, pero sí un estás teniendo aquí, porque
lo están haciendo como efecto de la completud e incompletud necesaria,
desde el enlace de implicación mutua que une y distingue.
Cuando Raúl Roa discernía acerca de la
responsabilidad de ser un docente Marxista, explicaba: “(…) El espíritu
se nutre y enraíza en la libertad de investigación y crítica. La intolerancia - <<esa extensión hacia fuera del dominio
exclusivo ejercido dentro de nosotros mismos por la fe dogmática>>
- intoxica la inteligencia, deforma la sensibilidad y frustra la actividad
científica, que es impulso libérrimo hacia la conquista y posesión de
la verdad. El más alto deber de la inteligencia (…) es ser
inquebrantablemente fiel a esta misión, que es raíz y ala de todo
progreso cultural y humano.”[48] El progreso cultural y humano que emana de la
perspectiva Marxista y autóctona, tiene más de un desafío a dirimir
para integrarse en el presente y en el futuro, pero
aquel que se concentra en el sujeto, en la posibilidad vital de zafarse de
sus propias ataduras, contenidas entre otras, en la internalización de
que la transformación emancipatoria cognitiva o práctica que expone en
sus exámenes, ya como docente o investigador también debe operar en su
interior, en adhesión con Roa, en la lid contra “esa extensión hacia
fuera del dominio exclusivo ejercido dentro de nosotros mismos por la fe
dogmática”, resultado de una diversidad de factores de las que sé es
consecuencia y causa, pero sobre la que es dable e invariablemente forzoso
librarse. Esto significa, que el despliegue hacia la
integración no es un problema de declaración o simple formulación de
programas que pueden llegar a recorrer el abecedario entero,[49] no puede asumirse tampoco como un asunto de
puertas afuera para cuando existan condiciones para su materialización, o
de encontrarnos satisfechos o justificativamente conformes con lo
alcanzado –en correspondencia con la dirección administrativa del
momento, la cual termina por administrar la “ciencia” igual que un
dependiente lo hace en su bodega o establecimiento de servicio-. En contraste, enfrascados en los acaecimientos,
sus propias dinámicas y el desempeño científico que van obteniéndose
de la práctica común es que se debe dar cuerpo a la resultante que se
aspira perfeccionar perennemente, y que sólo será rebasada de la
voluntad, conocimiento, continuidad y sabia socializadora que caracterice
al trabajo, ya que como nos enseñará el apóstol en un sentido amplio de
comunidad humana interactiva: “Es
más la cátedra que una tribuna de peroraciones: es una fusión sencilla,
un mutuo afecto dulce, una íntima comunicación muy provechosa, una
identificación fructífera entre la inteligencia cultivada y las que se
abren a la esperanza, a las vías anchas, a los preceptos luminosos, al
crecimiento y al cultivo,- unión bella de afectos, nunca olvidada
cuando se ha gozado, nunca bien sentida cuando se ha perdido ya”.[50] Se encuentra en la cátedra o en esos micro escenarios, en analogía con Martí, los
ambientes elementales para la fusión de saberes diversos, la comunicación
útil que colma y autocomplementa a los efectos de sus integrantes y de la
ciencia, así como para la
identificación valiosa de problemas y alternativas en el conocimiento y
la práctica educativa, la cual abre vías anchas múltiples al
crecimiento, a la búsqueda incesante como obra de la totalidad de sus
integrantes y con ello, facilitar el cauce a un micro espacio básico para
la generación de interacciones que desborden las exigencias de las
necesidades contextuales supliéndolas con recursos humanos propios, así
como para dar curso a imbricaciones de mayor envergadura para solventar
las propias, las nacionales e incidir en el rumbo genérico y específico.
Se
instituyen de tal manera, los dispositivos generadores internos y externos
donde todo puede ser modificado, alternado, siempre y cuando en la toma de decisiones de su quehacer involucre con igual peso a todos sus componentes en todas las
direcciones y se constituya a su vez, desde la condición intervinculante
que debe asistirle. La cuestión sería recapacitar hasta dónde esas
potencialidades contenidas en “las bases”, en las microinterconexiones
humanas que le son connaturales desde épocas pretéritas a las cátedras
o grupos investigativos, o de trabajo cultural, son
puestas en activismo pluridimensional al servicio de una transición
gradual pero incontrastable de la fragmentación que hoy matiza su
desenvolvimiento, hacia una integración en su desempeño, en una
hibridación de ámbitos cognitivos como tendencia a desarrollar. Con
lo cual, se clarificaría su condición de núcleo perspectivo real -desde
abajo- en la combinación armónica y sincrónica de los intereses
diversos por excelencia de sus integrantes, ya que al pensar, tenemos que
hacernos acompañar de la contradicción que nos invita al pensamiento, al
progreso cognitivo y práctico controversial por excelencia. Lo cual
redundaría al mismo tiempo, en una fuerza adicional que dotaría al
trabajo colectivo de cohesión de religación para la defensa y
socialización de su cometido frente a disposiciones irracionales que se
formulan desde arriba, desde dentro de nosotros mismos y fuera de la
praxis cotidiana científica. Crear es el eje que traspasa al progreso en teoría y
praxis Marxista y martiana, lo cual debe elevarse en la actualidad hasta
en el modo de revitalizar, oxigenar y dar lozanía al método de
investigación y de exposición de las cuestiones que se aborden, otra
cosa no tendría razón de ser, so pena de dejar de ser no sólo lo que
declaramos, sino hasta en como actuamos, por la responsabilidad humana que
entraña la ciencia que desarrollamos en los escenarios cada vez mayores
donde transcurren las actividades por las que se debe responder
mancomunadamente, ya que “ab uno disce omnes”,[51]
o lo que es lo equivalente, “por uno solo conoce a los demás”, según
la expresión de Virgilio en su Eneida, II, 65. Y es que cada uno, cada
conjunto y cada estructura mediante de la enseñanza e investigación del
Marxismo son responsables en su nivel de incidencia por los resultados
individuales y sociales de su cometido.
Todo lo
cual incide, entre otros muchos aspectos, a una inserción en una vida
académica polémica por excelencia a la altura de la dinámica de los
tiempos de ahora y para lo venidero, donde las plurales identidades
universitarias necesitan dibujarse con peculiar esmero, rompiendo de tal
suerte con toda propensión al agotamiento intelectual en el sentido
perspectivo e incluso selectivo del asunto. Desde otro ángulo, no puede seguirse estimulando la
labor científica desarticuladamente aisladamente y pautadamente y esto no
debe asumirse sólo como un problema de estructura aunque pueda serlo, ya
que la solución radica en asumir el reordenamiento del paradigma cultural
desde el reto de aproximarnos a rupturas con la fragmentación a pico y
pala, o a golpe de máquina pero desde el debate constante de cada
enfoque, de cada problema, de cada arista ya que: “(…) Allí donde –en coherencia con Engels- las cosas y
sus mutuas relaciones no se conciben como algo fijo e inmutable, sino como
algo sujeto a mudanza, es lógico
que también sus imágenes mentales, los conceptos, se hallen expuestos a
cambios y transformaciones, que no se las enmarque en definiciones rígidas,
sino que se desarrolle en su proceso histórico o lógico de formación”.[52]
A lo que se complementa, de crecimiento, de
rupturas con modelos mentales heredados y de los que no nos hemos
desembarazado a pesar del tiempo y las nuevas búsquedas. Se trata,
entre otros aspectos, de redimensionar los énfasis religativos interactivos reales, de
ponerlos en el centro del activismo científico en lo porvenir. Con lo
cual, un intercambio verídico de los especialistas a la vez que insinúa
científicamente, actualiza complementa y socializa sentando pautas mutuas
para un abordaje complejo de los problemas. Demasiados ovillos se encuentran sueltos y precisan
ser entretejidos con peculiar pericia e inteligencia, ya que ante todo, se
debe entablar el conflicto con la fragmentación, dado que tal cuestión
puede asumir la fisonomía o devenir hasta en modelo mental de coto de
caza cerradísimo, parcialista -avanzado o retardado-, exclusivista por
excelencia, pero que ha perdido inconscientemente el sentido de
pertenencia más totalizador que debe presidirnos como científicos. En
especial, en estos azarosos años donde también la lucha por la
existencia cotidiana, al decir Marx, ha tomado cuerpo en una voracidad
extrema aislacionista cosificando al Marxismo y a sus portadores. La integración no podrá abrirse paso sin
internalizar que todas las formas que se asuman deben partir y retornar al
sujeto transfigurándolo y respaldando su auto progresión, no de manera
declarada como proverbialmente sucede - entre otras razones - por la
atomización de la vida cotidiana, en contraste con el alcance de acciones
prácticas que propendan a su activismo, que conviertan al individuo en
portador real del intento. La
historia del fenómeno cultural demuestra que intención sin praxis real
es un ente vacío, que declaración de objetivos sin inclusión verídica
es exclusión consciente o inconsciente de los hombres y que
consiguientemente, no se quitarán las piedras para que los individuos
piensen, sino que se levantarán murallas insalvables que los reducirán. Por eso, ante la magnitud del desempeño que
tenemos por delante como científicos sociales responsables, es imposible
seguir escuchando impasiblemente en eventos u otras actividades,
afirmaciones que intentan coartar todo análisis que promueva a cambios de
manera diferente a las atávicas formas -retocadas o sin retocar-, en que
esos procesos han discurrido en Cuba. En consecuencia, el supuesto
aplanador planteo -entre otros- de que, en nuestro país “el
“Marxismo” no tiene problemas, sino sus profesores, investigadores,
promotores o algunos de ellos” sólo puede alcanzar eco dentro de escasísimos
círculos de “enseñadores rutinarios, que llegan a llamarse a sí
mismos cuerdos y prudentes”.[53]
Semejantes “complacientes” afirmaciones,
incluso ante un conocimiento elemental, o primitivo del Marxismo se caen
por su propio peso, pues la supuesta divisoria ciencia –sujetos de la
actividad y construcción científica, ya de una sociedad alternativa al
capitalismo, o del tipo que sea, no puede producirse más que en sus
esclerosadas y afiebradas cabezas. Pues, “La ignorancia mata a los
pueblos, y es preciso matar a la ignorancia. El fanatismo contribuye al enervamiento, y es preciso extinguir el
fanatismo. La creencia ciega en verdades no probadas, y que no tienen
medio humano de probarse, destruye
la dignidad de la inteligencia y la del carácter. Es
preciso fomentar el estudio de las ciencias como vía única para el
conocimiento de las verdades”.[54] La respuesta a las interrogantes de cómo salvar
las distancias para una enseñanza e investigación del Marxismo, que
de suyo se ha intentado erróneamente marcesibilizar, se encuentra en
nosotros. De su socialización y solución depende también la
alternativa social y el reordenamiento del paradigma cultural que se ha de
fundar con la sabia colectiva, pues como legara el apóstol, crear
desde las raíces martianas y marxistas que nos distinguen, ha
de ser la palabra y praxis de éstas
generaciones.
El rumor de la colmena “El maestro es letra viva”.[56] El rumor de la colmena, da continuidad a los
estudios sobre los alejamientos y posibles soluciones al desempeño del
magisterio en la Cuba de hoy. Para ello, se adentra en los orígenes, en
las esencias perdidas, potenciables desde las nuevas cualidades que
emergen y que son pertinentes atender si queremos que las ciencias, al
decir martiano, sean puestas “en lengua diaria”[57]. Imbricar este ejercicio reflexivo para el
progreso educativo en lo porvenir con el desempeño de una figura que en
su momento supo sintetizar y regenerar desde la herencia su desempeño, es
un retorno decodificado de lo que nos puebla y dignifica. Confesar que escribir por primario que sea sobre
Raúl Roa[58], intimida y a la vez convoca. Es un estado en el
cual, pueden encontrarse muchos de los que han sido acunados al amparo del
influjo de su imperecedera presencia. Achica, por la intensa impresión de
sus huellas en todos los ámbitos, los íntimos, los sociales. Por lo que,
toda teorización sobre lo que se medita en estos espacios de su impronta
universal pasa por los surcos siempre reverdecidos de la consciencia. La
impresión viva, fugaz y recurrente ilustra, moraliza, y se teme siempre
no poder aproximarse a reflejar las luces que perpetúa en la frente de
cada cubano digno. Emplaza, por las
honduras de sus sempiternas enseñanzas, por las ausencias continuadas de
su legado en términos de aprehensión e internalización individual en el
alcance del paradigma científico del magisterio del que, sin proponérselo,
es un veraz dechado de irradiaciones, aquellas que son pertinentes
reavivar diariamente para enrumbar a Cuba “hacia la estrella de su
destino”.[59] El Roa de hoy, no puede ser el de la remembranza,
el de la veneración fortuita por una fecha sugestiva; tal postura sería
contraria a su connatura, pues sólo alcanzaríamos “a evocar la
historia y no hacerla”,[60] en oposición flagrante a su vivir en pie. El
hombre de las “Peras al Cuarto”,[61] aquel
que rebosa de viril consciencia respecto a lo que significa una revolución
social profunda, no podría
justipreciarse jamás de que se justifique el presente desde el pasado
glorioso, donde por supuesto, se encuentra él, con
palabra enérgica y mirada que escruta. “¿A dónde va Cuba?”,[62] hállese
el país incluso en circunstancias de ventura, es una pregunta sobre la
que ha de indagarse perpetuamente como proceso de progresión verídica de
la nación a la que con su praxis le avivo el fuego de la identidad. Por eso, la inteligencia ha de coadyuvar a erigir
el presente constantemente a golpes de responsabilidad y deberes para con
cada átomo humano y la civilización toda, pues “El
primer deber del intelectual – aseveraba persuadido - es decir la
verdad, sin para mientes en las consecuencias. El intelectual que la
mixtifica o ignora, se traiciona a sí mismo y a la sociedad”.[63] O acaba pensando “por boca de ganso o al dictado de consignas petrificadas”.[64] La intelectualidad no se hace
orgánica automática o declaradamente, por el contrario, se pone a prueba
en ese proceso perdurable de desconstruir lo enmohecido -por muy
enraizado- que se encuentre y construir lo nuevo a partir de la cualidad
multifactorial que demanden las épocas, desde una probidad real y un
civismo inmune. Ya que, “no hay
patria sin virtud”.[65] Roa hizo historia, la forjó desde sus disímiles
saberes, y el impar modo de fructificarle tributo, es hacer que su legado
trascienda a su centenario con la misma impronta y deleite con que bajo la
égida de su faena alcanzó su cincuentenario: “He tenido la dicha de arribar a la cincuentena con el corazón sin
canas, la mente sin arrugas y el carácter sin papada. Y tengo la absoluta
certeza de que nunca me sentiré viejo. No en balde he preferido siempre
la aurora al crepúsculo y la flecha al cangrejo”.[66]
El hombre que asumió la vida y por añadidura la
cultura con el corazón, la mente y el carácter febriles de compromiso,
latiendo al compás o por sobre los apremios de su tiempo, precisa ser
desdibujado de la simple impronta de una herencia que se examina de vez en
vez, y ser incorporado vitalmente desde ella, cual saeta refulgente a la
existencia cierta que se requiere, donde muchas de sus alertas siguen
rondando los espacios de una práctica aún incompleta fragmentada, pues
“el futuro será de los
que pugnen por cambiar el presente sin complicidades con el pasado”.[67] Es decir, desde una asimilación
activa de sus memorias que se encuentran vigentes y grávidas de un
pasado, que de no ser conectado creadoramente a la actualidad para el
cambio que es menester, dejaríamos de ser lo que hemos sido desde el espíritu
nacional y universal que nos es propio. Estas reflexiones, tienen por objeto revitalizar
la obra de Raúl Roa desde una arista esencial de su quehacer, a saber: el
magisterio. Aquel que asumió desde la responsabilidad y complejidad que
le eran inherentes y que nos legara como labor renovada para la
cotidianidad de las acciones humanas. Parafraseando a José Antonio Saco,
tengamos el magisterio y Cuba será nuestra. En Cuba, aún y por sobre lo
alcanzado, no tenemos el magisterio desde una conexión intervinculativa
capaz de regenerarse en complexiones mas amplia como cultura o culturas
pluryidentitarias, propensión esta que proviene del legado de las figuras
más prominentes del sacerdocio cubano y que apremian ser enriquecidas
desde el presente.
Es imposible denotar a Roa sólo como profesor
universitario, sus enseñanzas sobrepasaron con creces los muros de su
bicentenaria pues se adentraron en la realeza y maleza de la Cuba que
ayudo a fraguar desde el yunque, el martillo y la esperanza en cierne.
Retoño legitimo de la herencia fundacional universal de su tierra, dio
continuidad a un desempeño universitario colocado -según sus propias
palabras- como “(…) el órgano más
genuino de expresión de la conciencia nacional y su más firme
baluarte”.[68]
Tal
rango no era un agasajo concedido por obra y gracia de una idea preñada
de optimismo en el deber ser, donde la “realidad” se diluye en golpes
de pecho desde la grandilocuencia y liturgia oficial, o en lemas que
pululan por doquier y los vientos se pavonean en ellos. En contraste con
tal habitual postura -o impostura-, con la que riñó enérgicamente desde
su peculiar modo de haber nacido “para las actitudes claras y lisas”,[69]
esta era corolario de una praxis continuada en el saber, el verbo y el
hacer. Razón por la cual, este profesor universitario ganó la condición
de Maestro. Es por ello, que desde Roa y para el presente,
desde los lances impuestos por las circunstancias y los denuedos que nos
emplazan en el cómo hacer, es que se adentran estas arduas exploraciones
–que sienten dejar tantas cosas por decir- acerca de lo que significa
ser un educador legítimo, aquel que le toma el pulso al planeta, al terruño
y concurre a su salvaguarda. “El
profesor genuino –aquel que logra alcanzar el timbre y la jerarquía del
maestro- ni se inhibe ni se embosca: da la cara. Predica con el ejemplo y
concibe la historia como “hazaña de la libertad”. (…) La
Universidad de la Habana puede sentirse orgullosa de haber contado, antaño
y hogaño con numerosos profesores de este linaje. (…) yo también he
sabido cumplir con mis responsabilidades sociales y morales como
profesor”. [70]
La
estirpe de evangelio vivo, no es una suerte de bendecidos por fuerzas
milagrosas, ni de elegidos o auto nominados, y menos aún una apelación
inalcanzable, pues, parafraseándolo el mejor sermón es la vida.[71] Ser maestro es semilla y vocación
humana, dar la cara y abrir el camino para que todos la den, es el gesto
elemental en la epopeya de la libertad desde el deber moral individual y
social, pues cada hombre o mujer se encuentran aptos para hacerlo, falta sólo
que se aproximen a erigir mancomunadamente el hábitat humano que hace
falta para tal magna empresa. Asumir este atributo como aquiescencia, es
el primer paso para compenetrarse y acoplarse en pos de la verídica
emancipación, aquella sobre la que se ha argüido cronísticamente, por
la que se ha luchado –y lucha- y que es pertinente encauzar o
aproximarse a enderezar. Para el apóstol, “cada alumno que progresa es un maestro”[72] un creador, porque supone que
porta transmite ideas y valores, adquiridos no sólo en las aulas donde
estos se acrecientan. Tal progresión en el ámbito educacional
incontestablemente emplazan otros requerimientos, ya que no son la simple
suma de “conocimientos”, la repetición de “nociones limpiecitas”
avaladas por una “pedagogía impecable”, de “excelencia” o en
boga. Modalidades éstas, que sin formulárselo o formulándoselo, se
engolosinan en asfixiar a la “funesta manía de pensar”[73] que daña tanto al intelecto, pues suscitan el empleo fútil de la mente en lo baldío, la angustiosa
pérdida del tiempo, en fin el narcótico de los intelectuales incapaces
de evaluar o valorar, que sólo acumulan –lo que les emplazan que
acumulen- sin servir de guía para la solución a las incertidumbres,
zozobras y sueños de cada individuo y de la civilización toda. Estas
arcaicas rutinas, modelos mentales cuantitativistas iterativos, crónicos
de asumir el desarrollo cultural fragmentadamente se encuentran asentados
pretendámoslo o no en todo el sistema educacional cubano, y sin dar la
espalda al desarrollo científico tecnológico, se ha de hacer y rehacer
infinitamente el cuerpo espiritual que se ha de potenciar desde la
realidad de la existencia y no desde el mito que se fabrica desde fuera y
a contrapelo de lo humano, por muy “humanista” o preocupado con que se
nos engalane. La preocupación pertinaz por estos y otros
problemas, son asuntos a tener en la mira si de fundar cultura se trata. Los
micros escenarios, el cada alumno, el cada maestro, el cada hombre o mujer
en íntimo correlato o hipervínculos multidimensionales con lo macro
social, es donde se dirimen sin componendas los destinos formativos de los
individuos, pueblos y la humanidad. “La
Universidad –explicaba- no es un conjunto de compartimentos estancos, ni
un conglomerado de edificios. Suele olvidarse, a veces, que lo que la
caracteriza y define es ser un corpus espiritual. (…) La Universidad es
un ayuntamiento de profesores, estudiantes y graduados con efectiva unidad
orgánica y nítida conciencia de su quehacer, misión y destino. Existe
como un todo y, únicamente como un todo, ha de concebirse y funcionar.
(…) A la Universidad le compete algo más que formar profesores
cualificados, fomentar la investigación científica, difundir el saber y
cultivar los valores estéticos, éticos y sociales. Su más empinada misión
es elaborar y componer una clara y coherente imagen de su tiempo, exponer
y discutir los temas fundamentales de la cultura y plantear y aprontar
soluciones a los grandes problemas que afectan al hombre, individual y
colectivamente. (…) no sólo necesita contacto permanente con la
ciencia, so pena de anquilosarse; necesita también contacto con la
existencia pública, con la realidad histórica, con el presente, que es
siempre un integrum y sólo
puede tomar en totalidad y sin amputaciones. La Universidad ha de ser,
(…) si no quiere adulterar y falsificar su vida <un principio
promotor de historia>”.[74] Pero la Universidad enhiesta, generadora del
cuerpo espiritual se encuentra inserta en el complejo integrum nacional,
y, en la especificidad de su inserción en nuestra realidad, no puede dar
curso a su misión -sin mutilaciones- de no concebírsele desde la
articulación veraz de la connatura de lo que debe ser su funcionamiento,
el cual sólo se construye desde su dinámico, diverso e integrador
tributo a lo social. El contenido del “renquiciamiento y remolde” de la sociedad cubana
y de la cultura, trasciende épocas y permanece emplazando cualidades. Este
posicionamiento científico, evita, entre otras posibles digresiones, ante
el nuevo contenido que le concurre, el que no se proscriba -consciente o
inconscientemente- la elaboración de pensamientos dándosele garrafales
rangos a los sucesos, para que no se les pauten rumbos intrusos en franca
oposición a su cometido, para que no se la conduzca desde fuera, -y a
contra pelo- al teoricismo abstracto o al practicismo ramplón o a una
mezcolanza indiscriminada de ambos, según los aires que soplen o las
urgencias esotéricas justificativas de la dirección de los procesos
sociales, pues se termina administrando la ciencia según las necesidades
del mercado ideológico particular o global, olvidando así, la infinita
gama de colores del arco iris y la variedad de texturas que enaltecen lo
cubano, al asumirse, por supuesto, que patria es humanidad. “No
basta –aleccionaba- con que un establecimiento dedicado a la enseñanza
otorgue títulos y se denomine Universidad para que efectivamente lo sea.
En este caso, como en ningún otro, el nombre hace a la cosa si la cosa
hace responde al nombre. Existir no es ser. Ser es conciencia de existir.
La Universidad existe, y es, cuando esencia y forma, espíritu y cuerpo,
contenido y continente, son elementos constitutivos de una realidad viva
que funde cosa y nombre y le imprime sentido y misión a sus
manifestaciones”.[75]
La
universidad, para que sea en cuanto a “realidad viva”, ha de estar siéndolo,
haciéndolo y rehaciéndolo no desde el imaginario sino desde la realidad. El ancestral apego humano a lo ideal, diluye
despersonaliza a la práctica, y con ello, la capacidad para subvertir
transformar los procesos sociales desde sus significados concretos. "Y sin duda nuestro tiempo (...) prefiere la
imagen a la cosa, la copia al original, la representación a la realidad,
la apariencia al ser (...) lo que es 'sagrado' para él no es sino la
ilusión, pero lo que es profano es la verdad. Mejor aún: lo sagrado
aumenta a sus ojos a medida que disminuye la verdad y crece la ilusión,
hasta el punto de que el colmo de la ilusión es también para él el
colmo de lo sagrado."[76]
Este recurrente movimiento al
predominio en teoría y praxis de lo apócrifo, aflora por doquier
entorpeciendo los empeños, más allá, o en auxilio incluso, de los
intereses de supremacía de castas y/o grupos. Motivos por los cuales, éstos
entran al ruedo de la dominación desde los capilares mismos de la
civilización. No es casual, entonces, que la reflexión sobre esta
primaria trama humana, florezca en Dulce María Loynaz, en ese legado filosófico
concentradísimo en su Poemario “Juegos de Agua”. Cuando, desde su
Poema “Rebeldía” nos emplaza: “¿A
qué amar la estrella en el lago? ¿A qué tender la mano hacia la frágil
mentira del agua? Mendigo de bellezas, buceador de esperanzas, mira que sólo
la Verdad es digna de tus sueños: sé fuerte alguna vez y apedrea la
estrella que no existe en el agua falaz y brilladora”.[77] Tales lances penetran con hondura sin par en la
faena educativa, -no puede ser de otra manera- adoptando diferentes
ropajes según las épocas y trascendiendo en el pensamiento libertario
apuntando hacia los diversos y cambiantes elementos en pugna. Por eso, apedrear la estrella que no existe en el agua falaz y
brilladora, sigue retando persiguiendo –y porque no atormentando- a la
inteligencia que “no ha
suscrito pactos expresos ni tácitos con la mentira, el silencio culpable
o la verdad a media voz”.[78] Relegar tales supuestos primordiales de lo humano
en sus cronísticos “olvidos”, de lo que ha de ser la Universidad
desde la invariable atomización de la vida, -cosa que sucede con más
frecuencia de la que debiera- acarrearía entonces la imposibilidad de
promover historia, ya que ni la Academia, ni su claustro alcanzarían los
matices propios de “preparar a sus
alumnos mediante el libre examen crítico de los problemas políticos,
económicos, sociales y culturales de nuestro tiempo, a fin de asegurar la
intervención de sus graduados en la vida pública en forma tal que sus
actividades se desenvuelvan con la serenidad, ponderación y conocimiento
que sólo pueden obtenerse por un proceso metódico de formación
cultural”.[79]
La libertad, es voz recurrente en todo lo
analizado –y en lo que no alcanzamos a evocar- es eje, enigma e
indefinición, por más que se quiera probar lo contrario. La cuestión
esta, en proponernos al menos, golpearle desde la indicación martiana de “Conmover es moralizar”.[80]
La
libertad no como gran relato, palabra pomposa, huera, vocinglera; es el
atributo inacabado e inalcanzado -porque es búsqueda perenne- del insigne
magisterio cubano, aquella que se ha reiterado, argüido y prosperado a lo
largo de los anales de su conformación, la cual compone por adición, la
base de toda conexión humana. Libertad sin cortapisas, libertad sin
subordinación o parcelación en esas absurdas fatigosas y afligidas
disquisiciones que llegan a derivar incluso, entre qué es lo primario el
individuo o la sociedad, quién se ha de subordinar primero para el futuro
edulcorante, todo lo cual anula de manera prosaica toda perspectiva de
convivencia social integradora y autointegradora. No siempre en esas y
otras indagaciones se “puso a
prueba la calidad de los espinazos, la hondura de las convicciones y el
temple de los espíritus”.[81]
Qué mediaciones son pertinentes articular y
dirimir hoy, en la labor cultural que nos asiste, desde esa reclamante
misión emancipatoria que cualifica el desempeño del magisterio, para que
la vincularidad orgánica que lo instituye tome cuerpo, a despecho de
todos los vericuetos en que la impronta educacional cubana de los últimos
años se ha visto envuelta. Esas son preguntas inaplazables desde las raíces
hasta el fruto que se va obteniendo. El eje del enfoque en Roa, respecto a la condición
de maestro desde una cosmovisión de su desempeño totalizador como hazaña
de la libertad, proviene nítidamente al estudiar su obra, de aquella
edificante propuesta martiana de que: “La
primera libertad, base de todas, es la mente: el profesor no ha de ser un
molde donde los alumnos echan su inteligencia y el carácter, para salir
con sus lobanillos y jorobas, sino un guía honrado, que enseñe de buena
fe lo que hay que ver, y explique su pro lo mismo que el de sus enemigos.
Para que se le fortalezca el carácter de hombre al alumno. Que es
la flor que no se ha de secar en el herbario de las universidades... En la
que ninguna metafísica se ha de enseñar, ni de la de la ideología, ni
la de la ciencia”.[82]
Su “exponer, y no imponer o proponer”,
entronca directamente con el “guía honrado” martiano, con las sabias
convicciones varelianas cuando este sostenía: “Estoy
persuadido de que el gran arte de enseñar, consiste en saber fingir que
no se enseña”.[83] Pues enseñar, significa también
aprender por muy docto que se sea. Los lauros provienen de una autoridad
ejercida desde el conocimiento que se abre que aprende, que se vigoriza en
el respeto a la independencia de la conciencia, en la aptitud promotora de
nuevas experiencias en el gesto de amor, pues, “el
índice pedagógico se aprecia por lo que el alumno aprende y no por lo
que el profesor sabe. (…) Más sabe un burro preguntando que un sabio
contestando”.[84]
Es decir, el maestro en la intimidad de su
intercambio con los educandos abre espacios de intelección, de derivación,
de composición y descomposición de los asuntos que se someten a examen.
Se cultiva asciende, pues se imbrican conjuntamente nuevos horizontes de
conocimientos y afanes, auténticas aproximaciones a una progresión
humana abierta al devenir donde cada idea, postura y criterio gozan de
valor, pues a cada uno se le confiere el derecho a ser respetado, a
hacerse respetar. “Háganse respetables los maestros y serán respetados”,
alertaba Luz y Caballero, ante la magna tarea de fomentar el magisterio
que permitiría que Cuba fuese nuestra. A lo cual adicionaba abriendo
caminos, “para aprender todo lo aprendible, sino muy singularmente para
aprender a estudiar y para aprender a enseñar”.[85]
Resultan vitales entonces, para todos, las ideas
diferentes o coincidentes fertilizadas de formas y contenidos inéditos
porque son individuales construidos desde el manantial común que hermana,
lo cual hace sentir la calidad de las aportaciones por elementales que
sean. Lo que propulsa de esta manera varificada, las inagotables dudas
debates e inquietudes obtenidas aunadamente sin otra autoridad que no sea
la del intercambio de saberes, maneras de enfocar y acercarse a los
asuntos que a todos conciernen. Abonando e irrigando así, el herbario que
no se ha de secar en las universidades; de ahí “lo
interesante que debe ser para vosotros – discernía Varela- enseñar al
hombre a pensar desde su primeros años, o mejor dicho, quitarle los obstáculos
de que piense”.[86]
Roa también practicó ese acervo esencial asiento
de la cultura, cuando excitaba en pensar para actuar, como condición
cardinal que fragua espíritus y caracteres sólidos, librevolentes -según
sus propias palabras- al impregnarle a su clase “el
rumor de la colmena”,[87] el aleteo inefable de la faena diversa pero
encaminada a un fin común de realización, en un ambiente identificado
como propio para todos. Por ello, provocaba en los estudiantes con quienes
interactuaba la necesidad interna de la indagación invariable de
conocimientos, la circulación independiente de ideas, la polémica dinámica,
la exigencia de ahondar en las circunstancias concretas de la convivencia
social y más aún, cuando sostenía, ya en ejercicio de su condición de
decano al darle la bienvenida a los graduados, que se encontraban “en
pleno rumor de la colmena” a lo que agregaba “a nuevo continente
nuevo contenido”.[88] Lo cual le hacia rebosar de júbilo y orgullo,
porque los contenidos transformadores se socializaban, tomaban cuerpo por
la gestión que conducía junto a su claustro, en acontecimientos en
extremo difíciles pero a su vez enjundiosos, donde el énfasis formativo
tributaba a potenciar cardinalmente el valor de la justicia social. La colmena del micro contexto docente, se
transformó en espacios más totalizadores del quehacer profesional
universitario. Corroborando asimismo, desde la herencia preclara de la
cubanía, que “Antes quisiera yo
ver desplomadas, no digo las instituciones de los hombres, sino las
estrellas todas del firmamento, que ver caer del pecho humano el
sentimiento de la justicia, ese sol del mundo moral”. [89]
Dotar conciencia desde la ciencia, como atributo
de ésta en interconexión orgánica con la realidad, es excelsa tarea de
una cultura que se reproduce ampliadamente al porvenir desde las
circunstancias que las refuerzan y no por pautas que se establecen desde
fuera de las funciones que le son consustanciales, y por encima de todo
intento ajeno a su esencia, si de contribución a la civilización se
habla. “¿Estoy propugnando acaso,
al sustentar este punto de vista, -defendía, desde su tiempo al nuestro-
que el profesor debe ser primero político y después profesor, o que la
Universidad debe adscribirse a determinado credo y tomar posición en la
política de partido? En
modo alguno. Ni palenque de actividades sectarias ha de ser la
universidad, ni el profesor utilizarla como trampolín de sus ideas o
aspiraciones. La Universidad es, primariamente, un órgano generador de
cultura, un centro de capacitación profesional y una fragua de
conciencias; pero, justamente por serlo, su más alta incumbencia es
<formar hombres cada vez más aptos para realizar la plena vida humana
y más capaces de asegurar a su país condiciones favorables al desarrollo
armónico y continuado de sus elementos de bienestar, cultura y moralidad
superior; debe, ser en suma, preparar ciudadanos con la firme
resolución de resistir el mal y la injusticia y el carácter templado
para ese arduo empeño, con el corazón encendido en el amor a la patria y
el anhelo del bien de la humanidad>. (…) El profesor ha de ser, también,
evangelio vivo, y norma para la vida y guía para la acción, la educación
universitaria. … La ciencia sin conciencia es la más peligrosa
de las aberraciones de la civilización industrial”.[90]
Mas la conciencia pre fabricada para producir
“ciencia o sociedad”, es uno de los resquicios más temibles para
abrir plaza a la barbarie, pues los individuos se desentienden de los
dictados ajenos a sus realidades y comienzan a engendrar territorios
segmentados de sobrevivencia, donde cada cual actúa desde su fortaleza
como se le antoja o conviene, burlando lo impuesto y aplicando en el ámbito
relacional humano la ley de la selva, donde las exclusiones son más
salvajes y abominables, pues torturan el espíritu, nublan la
inteligencia, cierran los caminos para subvertir los órdenes abusivos. Impera
en suma, la mediocridad del pantano. Explicaciones, críticas y
acercamientos al mejoramiento se convierten pues, encuéntrese donde se
encuentre el devenir de la nación, en faena contributiva de las
universidades y sus actores cardinales para realizar la vida plena, la
convivencia cívica no virtual sino actuante. Sin ello, no hay ascenso, ni
utopía humana posible. Cuando en Cartas a Elpidio, Varela elucidaba sobre
tales asuntos cuestionaba e inquiría “…
¿Qué quiere decir obediencia pasiva? ¿Obedecer sin pensar? ¿Y qué
derecho tiene la política para manejar los pensamientos?”.[91] Y qué derecho, añadiríamos,
en el plano cultural tiene nadie para atribuirse la corona acerca de qué
se debe pensar, conocer y cambiar. Qué estrecho horizonte le deparan a lo
humano tales extendidas y absorbentes posturas. Aquellas, que se
reproducen como hiedras modulando infinitas sujeciones hasta en el
interior de los individuos impidiéndoles toda visión, algo así como: “Tienen ojos y no verán. Tienen boca y no hablaran. Tienen manos y no
tocaran. Tienen oídos y no oirán”.[92]
Porque se va perdiendo el
activismo promotor de lo diverso del impulso osado, de la fiebre que
renueva, del entusiasmo que hurga, de la ensoñación por lo nuevo. Al
sol, -para que no nos enceguezca un proyecto por extraordinario que se
bosqueje, y no siempre desde las alturas sino desde las medianías- se le
deben estudiar sus manchas, pues éstas, así como los eclipse parciales o
totales se los provocan las propias estructuras, organizaciones y
funcionamiento de las relaciones humanas, sean del tipo que sean, pues
ninguna ha logrado aún reconocer la gama de colores que conforman al
universo del cual formamos parte constitutiva esencial. Y esa,
inexcusablemente esa, ha sido la lid histórica del pensamiento social más
avanzado, a saber: quitarle las cinchas al espíritu. La crítica, como cultura en progreso, no es ni
constructiva, ni destructiva esos son deslices del leguaje que acepta lo
que le conviene y reniega de un pensar y discurrir desde lo plural que lo
incrementa, que omite los intereses, motivos y prácticas diversas por
excelsitud y que reduce la existencia a un mínimo preconcebido a un estándar
definido fuera de la esencia de la especie, al decir de Carlos Marx. “No se olvide –subrayaba Roa- que la cultura es la más peraltada
dimensión de la libertad y que en consecuencia, es la antípoda de la
barbarie y el despotismo. Y téngase, asimismo, presente, que sólo a través
de la educación – riego de luces y abono de conciencias – las
redenciones, como ansiaba José Martí, dejarán de ser teóricas y
formales para ser efectivas y esenciales”.[93]
La efectividad y esencialidad de la libertad,
asumida esta como gesta de la cultura, -promovida en especial desde lo
universal- es el soporte determinante de la condición humana, pensar en cómo
se ha de potenciar y auto potenciar ese sujeto que demandan no los vientos
de cuaresma, sino los redentores, no menos complejos que las épocas del
ideario que nos socorre, donde ya no quedan intersticios ni estoicismos
para redenciones teóricas y formales, esto sólo puede enderezarse si se
asume que, “La libertad de la
cultura no sólo supone la libertad de la comunicación con los demás
hombres y pueblos: afecta asimismo, la integridad de la persona humana, y
todos sus juicios de valor, ya sean políticos, económicos, morales, estéticos
o religiosos”.[94] La pluralidad de aristas que han de considerarse
aflora por doquier acumuladas y desoídas cronísticamente, en un mundo,
donde todos los elementos constitutivos antes alertados por Roa, se
encuentran en flagrante crisis, de la que Cuba no se encuentra exenta. Es por ello, que la diversidad de mediaciones
activas a desplegar desde una memoria histórica consecuente, desde una crítica
reorganizadora desde sus cimientos mismos a de encaminarse -y no
manosearse- ya que la “Libertad,
es el derecho que todo hombre tiene a ser honrado, y a pensar y
a hablar sin hipocresía”[95], se ha de “trabajar porque puedan ser honrados
todos los hombres”[96], y para ello debe serse “un hombre honrado”,
se ha de laborar para que la civilización promueva y auto engendre
individuos honestos no como fábulas, sino como aproximaciones sopesadas
de sus implicaciones reales y no paradisíacas como ha venido sucediendo a
despecho de lo declarado y/o alcanzado, lo cual no es suficiente ante la
crisis existencial que se experimenta, donde los valores han tocado fondo
– no podía resultar de otro talante- y continúan adentrándose en
abismos insondables. Cuando Raúl Roa discernía acerca de la
responsabilidad de ser un profesor, en particular de las Ciencias
Sociales, explicaba: “En la
historia de las doctrinas sociales hay que penetrar con ademán sereno y
pupila limpia de prejuicios y su exposición académica debe estar
presidida por la más pulcra objetividad. En ningún terreno, como en el
de nuestra ciencia, son múltiples y variados los criterios, las
perspectivas y las soluciones propuestas. (…) Ni Se Propone Ni Se
Impone: Se Expone. El espíritu científico y la intolerancia son
incompatibles. El espíritu se nutre y enraíza en la libertad de
investigación y crítica. La intolerancia - <<esa extensión hacia
fuera del dominio exclusivo ejercido dentro de nosotros mismos por la fe
dogmática>> - intoxica la inteligencia, deforma la sensibilidad y
frustra la actividad científica, que es impulso libérrimo hacia la
conquista y posesión de la verdad. El más alto deber de la inteligencia
(…) es ser inquebrantablemente fiel a esta misión, que es raíz y ala
de todo progreso cultural y humano.” [97] Las Ciencias Sociales, hoy más urgidas que nunca
de pulcra objetividad y pluralidad, han de desmitificarse de la
infalibilidad adjudicada desde fuera y dentro del sujeto de la enseñanza,
donde las exclusividades, cotos de caza, ocultamientos de saberes y
predominios clericales desmoronan todo sentido de cultura, por el del
estancamiento y aislacionismo desintegrador de toda perspectiva. Pues la
veda del conocimiento es la veda del espíritu. De ahí, el inconfundible
llamado de “Yunques sonad,
enmudeced campanas”.[98]
Nada de campanas tocando al vuelo para celebrar el
imaginario cumplido, que entre otras cosas propende a lo acabado, aquel
que en su insidiosa persistencia anula y usurpa el sueño, las
potencialidades para el cambio. “La tradición de todas las generaciones muertas oprime como una
pesadilla el cerebro de los vivos. Y cuando éstos aparentan dedicarse
precisamente a transformarse y transformar las cosas, a crear algo nunca
visto, en estas épocas de crisis revolucionarias es precisamente cuando
conjuran temerosos en su auxilio los espíritus del pasado, toman
prestados sus nombres, sus consignas de guerra, su ropaje, para, con este
disfraz de vejes venerable y este lenguaje prestado, representar la nueva
esencia de la historia universal”.[99]
Que
suenen los yunques, que la herencia alerte porque sea conocida y
aprehendida, no como opresora del cerebro de los vivos –pues eso es cosa
de la “dinastía de los Pachecos”- , sino para que el nuevo contenido
tenga raíces, identidad en crecimiento. Roa es letra viva,
Maestro, ya que
no pudo vivir sin dar curso consuetudinario a su esencia en cualquier
escenario de convivencia humana, porque
con su “sermón” abonó saberes, valores, significado reorganizador. A su vera la pasión se trastocó en esperanza cierta,
entusiasmo emoción. Y tomando su propia voz –pues no se acierta a otra
a su altura-, “A honrarlo van
estas palabras, trémula y encendida ofrenda quien por maestro de letras y
conducta le tiene y comparte hoy”.[100]
La fuga inútil “El agua del río va huyendo de sí misma. Tiene miedo de su eternidad”.[101] Pretender adentrarse en las dinámicas de las corrientes políticas hoy, es
uno de los ejercicios de intelección científica más difíciles, y al
mismo tiempo más apremiante de ir reconstruyendo. Ello asociado, entre
otras razones, a que para muchos es un saber, muy sabido, liso, obvio, del
que se puede hablar literalmente sin muchas complicaciones. En tanto, para
otros, es una cuestión implícita, hasta cierto punto subordinada dentro
de los ámbitos de las ciencias que se ocupan de la política; por lo que
en ocasiones, se les refiere desde un invisibilizar sus vínculos dinámico-orgánicos
más profundos. Ambas posturas, u otras que aparecen por doquier, simplificando o
complicando sin norte ni sosiego hasta hacer ininteligible el asunto, no
hacen otra cosa que gravar la comprensión de un problema base de bases
para la civilización, la política y lo político, entre los múltiples
ámbitos esenciales de interacción social en que se encuentran, actúan y
retroactúan. Por lo que, ante las
fugas inútiles –conscientes o inconscientes-, porque la trama humana
con sus activísimas dinámicas siempre la sobrepasará, es que apelamos
con extrema cautela, al alcance de acercamientos científico metodológicos
plurales, cual interrogadores de métodos y objetos de ciencias
declarados, como eslabones primarios de futuras y mayores complexiones
sobre el tema. Toda propuesta de aproximación científico metodológica asume riesgos
insondables, toda vez que la misma se levanta desde la experiencia
personal de quien la despliega. Resulta en cuestión muy difícil
sustraerse de esa mirada intima que medita, propone y hasta corre el
riesgo de no encontrar las formas de comunicación idóneas a las
complejas realidades que muestra en un intento por aprehender sus
interconexiones diversas, activas. Por lo que en éste, y en cualquier
estudio es un aspecto a tener en cuenta.[102] No es casual, en tal sentido la indicación de Carlos Marx, en sus prólogos
al Capital, donde aleccionase: “En la ciencia no hay calzadas reales, y
quien aspire a remontar sus luminosas cumbres tiene que estar dispuesto a
escalar la montaña por senderos escabrosos.”[103] Caminos abruptos, que en gran medida se encuentran en nosotros mismos, en la
herencia de la que somos hijos y en las circunstancias en que
interexistimos. Asociadas ellas, entre otras
causales de mayor profundidad, a
“la forma universidad” como marco institucional en
el cual se llevan a cabo las tareas de enseñanza, aprendizaje e
investigación en las ciencias sociales”.[104]
Por lo que, todo saber, todo posicionamiento político en el
ininteligible ámbito práctico hunde sus raíces en esa peliaguda escena
en la que han de fraguarse conocimientos, valores y cultura. Razón por la
cual, nos incumbe preguntarnos siempre, cómo se están promoviendo esos
procesos en su recursividad, cómo transcurren en su connatural regeneración. No obstante a tales lances a tener en cuenta en toda exposición, sé es de
la consideración de que incluirse en los debates de las épocas por las
que transitamos, más que un deber es una necesidad para todo aquel que
bracee fuerte contra el aislacionismo, el enmohecimiento, y la soledad que
a veces implica el tener criterios en
un mundo en el que los modelos mentales se han construido cronísticamente
desde la linealidad, unidireccionalidad, unidimensionalidad y la estática.
En donde, por demás, la gestación
del pensar y actuar preñados e interconectados de nuevos contenidos
reales de intelección de la vida, aún no cuajan en ese andar y desandar
de las Ciencias en general y de las Ciencias Sociales, en especial.[105]
Adentrarse en la comprensión de las dinámicas de las corrientes políticas
hoy, también requiere de gran cuidado, no sólo por los universos que
intentan denotarse con sus análisis extremadamente difíciles de
aprehender, si no conjuntamente, por las múltiples valoraciones históricas
que les acompañan, las cuales no siempre abrieron espacios al
conocimiento plural de sus significados y por ende, a
una progresión científico metodológica en crecimiento acorde a las
realidades que intentaban y pretenden explicar y/o justificar, según
sea el caso, a lo que pudiera adicionarse, las maneras separadas,
excesivamente especializadas o desconectadas en que se despliegan sus
estudios.[106] Corolarios a su vez de
los desvíos, deslices y hasta negaciones florecen en todas partes,[107] sin norte para insinuaciones
científico políticas prácticas de mayor o menor alcance. Nos movemos
pues, en un ambiente polémico por excelsitud, donde es imposible que sean
suficientes las valoraciones políticas en abstracto. Tal ámbito conflictual y versátil, conmina a proximidades objetivas que
las expliquen -entre otros análisis que se asuman- desde el tejido unitas
multiplex de interconexiones humanas reales que las obran y
retroactúan, dado que no puede prevenirse el que: “Los
hombres y los grupos pueden pasar de un campo a otro, cosa no sólo
probable, sino hasta inevitable en toda gran conmoción social; el carácter
de determinada tendencia no cambia por ello lo más mínimo; no cambia
tampoco la ligazón ideológica de determinadas tendencias ni su
significado de clases”.[108] Por lo que, las fracturas
dentro de las corrientes políticas y movimientos sociales de cualquier
tipo, son aspectos intrínsecos a las interrelaciones sociales, en
particular las dominantes a escala planetaria y a sus interdependencias no
absolutas, sino como resultado e inicio de conmociones intervinculantes
con toda la gama de variabilidad teórico práctica que generan.
En tal sentido, como punto de partida, se insiste en la centralidad de
intentar eludir desde este
estudio de lo político toda
propensión a cosmovisiones finitas, acabadas, y cerradas.
Proponernos, por tanto operar, -lo más cercanamente posible- desde
un apoyo científico metodológico en constante confrontación con la
realidad, en crecimiento, es decir, pensarse los problemas desde conceptos
abiertos, cambiantes, múltiples, conexos, interconstituidos,
transformadores a perpetuidad. En que por añadidura, no se derive en
indeterminaciones o absolutizaciones, dando cabida así, a
propósitos científicos políticos que fructifiquen en una comprensión
de las disímiles teorizaciones y procesos en los que se encuentra inmersa
la civilización contemporánea.
Capaces a su vez, de estimular, desbrozar caminos de conocimiento de lo
político y de la política desde los interenlaces reales entre los
diversos sujetos políticos interactuántes, como transcursos que se
enriquecen desde el sustrato social en constante cambio, creación,
conformación y autoconstitución. Aspectos de este tipo proveedores
de esclarecimientos metodológicos, respecto
a la concreción de los análisis dentro de la complejidad que les es
consustancial, -no de índole declarada-[109] fueron señalados por Marx en
más de una ocasión, en particular en su “Introducción de 1857” a los Grundrisse, donde exponía que lo concreto es lo
concreto, porque es la síntesis de múltiples determinaciones, por lo
tanto unidad de lo diverso. Efectivamente, existen determinaciones
sociales, -al decir de Marx- conectores,
componentes que operan como ejes en las diferentes conformaciones sociales
los cuales son aprehensibles en sus múltiples tendencias, por lo que no
pueden ser ignorados, desapercibidos dentro de la variabilidad histórica,
y menos aún excluidos porque se desenvuelven, porque les son inherentes
esencialmente en su devenir. Por tanto, observamos en Marx, un intento –no siempre comprendido- que
cuidaba la inestabilidad, diversidad de los fenómenos o procesos, pero
que indicaba la necesidad de aproximación objetiva clarificadora de los
posibles rumbos, desde un proponerse
encontrar los puntos interrelacionadores con la totalidad, para
permitir orientarse, reconstruir los movimientos históricos y por
complemento políticos, sin rigidez, simplificación pero con previsión
articulativa, gestadora de mediaciones diferenciadas. Una totalidad en
resumen, como no-verdad, en el espíritu de novedad, incompletud e
incertidumbre y por ende de búsqueda perenne. Todo lo cual indicaría dentro de los marcos que se examinan, que enfocar
por ejemplo la corriente fundamentalista[110] hoy, con una focalidad extrema, perdería de vista rasgos que le son
consustanciales y que se presentan en mayor o menor medida en otras
tendencias políticas concomitantes ligando -hasta en las más
aparentemente alejadas de esas posiciones- rumbos teóricos y prácticos
con sus concebidas implicaciones a lo humano, ya que tienen orígenes
culturales universales más aprehensores. La intención de esta propuesta científico metodológica, que coincide a su
vez con otras afines –asumidas como de punto de partida-, inscribe entre
otras aspiraciones el comenzar a articular formas validas para el
entendimiento de lo múltiple que nos puebla, y desde ahí, generar
un tipo de contribución política acorde a las demandas
civilizatorias actuales. “¿Qué clase de contribución? Una que nos permita estimular
la búsqueda de nuevos mundos posibles y alimentar la imaginación
utópica, para de este modo contrarrestar el fatalismo mortificante de la
resignación “posibilista” y el “pensamiento único”. Una
contribución, en suma, que promueva la crítica radical de todo lo
existente y el reconocimiento de la transitoriedad de todas las formas
sociales, y que ofrezca parámetros morales para juzgar las realidades
económicas, sociales y políticas de nuestro tiempo. Una
perspectiva, en síntesis, que nos recuerde la permanente necesidad de
valorar, de preguntarnos acerca de si ésta u otra política o forma
social son conducentes o no hacia la buena sociedad. De ahí que en este
libro hayamos intentado examinar algunos de los aportes más directamente
vinculados con estas preocupaciones”.[111] A lo que se adjunta, que los tributos a lo social, nacidos desde
preocupaciones coincidentes de estudiosos de la política[112] -que es el caso que nos
ocupa-, no son los aislados, los que se promueven desde éste o aquel
pensador, político o tendencia por muy ilustre o significativa que nos
parezca, sino desde el debate que erige, que contiene a lo diverso como
conocimiento de lo universal, que socializa problematizando, ejerce el
criterio respetando, analiza, tolera y asimila sin sacralizar e imponer
derroteros ajenos a la creación múltiple, varificada y autopensada. Cuando
se insiste en lo científico metodológico desde la política, se habla de
construcción perenne de dichos procedimientos de análisis y transformación,
lo cual abre espacios reales a la desmitificación de todas las
modalidades que insisten ya en su inaprehensión o determinación
absorbente, en especial la posmoderna,[113]
que no llega a absorber la posibilidad de la comprensión, reorganización
mancomunada, y transformación revolucionaria, no de género lineal sino
multilíneas. Con lo cual se deja sentado, que el estudio de las corrientes políticas contemporáneas que se expone, destaca
primariamente, como todas existen
intervinculadamente en todos los ámbitos de lo político, en los
conocidos y en los que nos compete develar. Las imbricaciones orgánicas
que les acompañan en sus desenvolvimientos, fraccionamientos,
metamorfosis, transitoriedades entre una infinita movilidad existencial no
registrable, asociadas entre otros, a los intereses políticos que les
asisten, complejiza en sumo grado la aprehensión cambiante que les
propia. Por lo que, el desafío
fundamental en materia política, no es sólo elaborar o encontrar
“respuestas únicas” a los problemas, sino ser capaces de prevenirlos
mediante un proceso constante de construcción múltiple de fuerzas políticas
reales desde un cimiento de fuerzas sociales pensantes, actuantes y
librevolentes. Todos los esclarecimientos, cuidados científicos que se exponen en cuanto
al tratamiento de la interactividad que caracteriza a la política[114] pudieran conducir a la idea que ya no queda nada por hacer, o lo que se
puede hacer se encuentra en manos de otros más capaces y experimentados
dado lo agotador del intento, ideas éstas que no son fortuitas sino
palpables reiteradas. Por lo que,
bajo este signo de desesperanza o de delegación de poder -originaria
entre otras causales por déficit en la cultura de la política-
lo político y la acción política toman cuerpo en una naturaleza
ajena a su soporte social real. Lo
cierto es, que en materia política por el carácter inclusivo de todos en
sus contenidos reales, decisorios respecto a los destinos de la vida
individual, colectiva y mundial -ya que la estructura de toma de
decisiones se ha mantenido incólume, más allá de los retoques de cosméticos
que se han verificado-, reclaman como nunca antes, de un tomar con-ciencia
de a dónde se marcha, desandar el camino y reorganizar responsablemente[115] las formas cronísticas de su ejercicio excluyente en todas sus arterial
vitales. Las ideas anteriormente recreadas intentan esclarecer sobre la
heterogeneidad conceptual que inevitablemente acompaña a la política
como práctica humana que actúa universal, contextual e históricamente. A
lo que se añade, la pertinencia de un enfoque integrador,
interdisciplinario, transdisciplinario -en un sentido perspectivo- de las
diversas Ciencias que se ocupan de ella, para aproximarse así, a su
comprensión compleja, a su asimilación real, a una contribución
objetiva, que desborde los límites impuestos y autoimpuestos. Cuestión ésta, que aún se debate, y para la que el tiempo apremia con la
carga ética de un planeta que se autodestruye y de una civilización
heterogénea, que no ha cultivado el
dar cabida a lo diverso que la caracteriza desde investigaciones,
teorizaciones y prácticas políticas integrativas autoconstitutivas,
concurrentes. Una propensión científica
de la política en suma, que se privilegie como Ciencias Políticas.
Coincidiendo en ese construir nortes, con puntos de vista que sostienen
que: “Aunque algunos especialistas no aceptan el término Ciencias
Políticas y prefieren decir que esas disciplinas que hemos mencionado
son subcampos de la Ciencia Política,
seguimos pensando que, en realidad, constituyen disciplinas autónomas,
relativamente independientes, constitutivas
de ese concepto más amplio denominado Ciencias Políticas”,[116] las cuales han de propender -y propenden en la práctica ya espontánea,
esporádica o consensuadamente - a autocomplexiones más amplias. Esta polémica científica, posee ya una larga historia[117] –y parece que continuará derramando tinta por un prolongado tiempo-
incidiendo con ello meridianamente en el presente propósito científico
metodológico; dado que apunta no sólo a la Ciencia Política, sino a
otras disciplinas tradicionales y nuevas que se ocupan de ella. Es
recurrente el hecho, de que en cada uno de los balances que se presentan
por separados o unidos según sea el caso, el
fenómeno del vaciamiento respecto a la contribución a la teoría,
experiencia y praxis política articulativa real –desde la formulación
de Atilio Boron y otros analistas- aflora por doquier, sin encontrar
cauces a los emergencias a que nos hemos referido y por tanto, penetrando
también en este posible acercamiento a las corrientes políticas que nos
formulamos. En una publicación, de la Revista Metapolítica, titulada “Adiós a la
Ciencia Política – Crónica de una muerte anunciada”, se expresaba:
“En un ensayo reciente (…); el politólogo más famoso del mundo
Giovanni Sartori, estableció de manera tajante que la disciplina que él
contribuyó a crear y desarrollar, la
Ciencia política, perdió el rumbo, hoy camina con pies de barro, y al
abrazar con rigor los métodos cuantitativos y lógico – deductivos para
demostrar hipótesis cada vez más irrelevantes para entender lo político,
terminó alejándose del pensamiento y la reflexión, hasta hacer de esta
ciencia un elefante blanco gigantesco, repleto de datos, pero sin ideas,
ni sustancia, atrapada en saberes inútiles para aproximarse a la complejidad del
mundo. (…) El diagnóstico de Sartori es en ese sentido impecable.
(…) Esa Ciencia Política le ha
dado la espalda a la vida, es decir a la experiencia política. (…) mi
convicción personal es que el pensamiento político, la sabiduría política,
hay que buscarla en otra parte. ¡Adiós a la Ciencia Política!”.[118]
Balances de este tipo resultan significativos. Pero, en qué partes
buscarla, cuántos realmente la indagan o se
ocupan de inquirirla abandonando verídicamente los senderos por los que
se extravió. Y esto,
precisamente este punto, es un problema central de responsabilidad científica
plural, pues los extravíos teóricos y prácticos en política son de
muy variada textura, ya que no basta con decirle adiós –por muy metafórica
que resulte la intención- pues
incluso la despedida, ha de ser construida desde la diversidad, en la
continuidad, pues sería una negación de lo acontecido y o aportado para
el porvenir, sin negar la pertinencia del adiós cuando los interenlaces
del viento indican partida. A lo que se complementa, desde qué confluencias y divergencias científico
metodológicas se articulan la multiplicidad de transiciones que propician
progresiones teórico - prácticas complejas en el ámbito de la política.
Cómo transformar el elefante blanco sobre el que tanto se ha teorizado,
sin que sólo signifique un cambio de color en la piel. Cómo propiciar
imbricaciones constructivas abiertas de mayor alcance en el sentido práctico
del entendimiento múltiple de lo humano, de su experiencia y en
concordancia con ello, de su sabiduría parafraseando a Cesar Cansino. Con matices similares, pero desde la especificidad de la Filosofía política,
Fernando Vallespín en una entrevista que se le realizaba declaraba:
“Actualmente se escribe tanto en esta materia y salen tantos libros que
vuelven una y otra vez sobre las mismas cuestiones, que a uno se le hace
muy cuesta arriba el participar de esta conversación tan académica sin nada auténticamente relevante que añadir. (…) Considero, sin
embargo, que hace ya tiempo que se ha perdido en discusiones filosóficas
que pierden de vista lo que debería ser su objeto real: la política.
(…) O sea, que lo ideal es
penetrar en el estudio de los problemas políticos desde la propia
realidad empírica, pero con sensibilidad teórica.”[119]
Ese agotamiento en el decir, en el sentir que ya no hay nada que “añadir”,
que lo que acontece en los intercambios no alcanza a insinuarse como
propuesta reorganizadora en la práctica real por el curso
academicista, no objetivo o empirista de los debates, cuando en la
realidad existe un mundo por reorganizar, por transformar y
autotransformarse. Éste en particular, es un síntoma más alarmante implícitamente
que todos los cánticos que le precedieron respecto al “fin de la
historia” con toda la estela que por dondequiera desató. La cuestión referida al vaciamiento por uno u otros orígenes,[120] tanto en lo teórico como en lo práctico, -y por ende en el tributo científico
metodológico que tanto compromete al estudio de la política-, se
encuentra presente en el firmamento político actual, él no es en sí
mismo un problema consustancial a la llamada izquierda en corrientes políticas
como muchos teóricos de dentro y fuera de ella apuntan –en muchos casos
por apuntar, sin aportar-, perdiéndose de vista con ello, que nadie se
encuentra científicamente libre de tal malhadado signo en materia científica
sobre la política. Éste es un
problema global de la política y de los científicos políticos contemporáneos,
se ha convertido casi en un atributo de ausencias permanente, de devaneos
sin aproximaciones ciertas, a partir de las cuales, cualquiera, en
cualquier lugar del mundo por pequeño o aislado que parezca, y desde las
esencias fragmentarias que nos pueblan, puede intentar erigirse en olímpicos
salvadores o salvadoras de los análisis en las disciplinas que se ocupan
directamente de la política, ya que obviamente ninguna ciencia se
encuentra “emancipada” de ella. No se niegan con las presentes preocupaciones los intentos aislados,
grupales e incluso regionales de la comunidad científica que han tenido y
tendrán impactos en ese despertar y repensar; de lo contrario es probable
que no habitaran en está autora, ni se escribieran estás ideas. A lo que
se alude, es a buscar avances
mancomunados y coligados, organizativos y autoorganizativos de dichos propósitos
hacia complexiones de incidencia y autoincidencia en el imprescindible y
difícil proceso de reorganizar el pensamiento, en el modo de reaprehender
desde el plural estado de entendimiento actual de los procesos formas más
inteligentemente deliberadas de abrir caminos contributivos a los estudios
y praxis sociales, atisbos que avizoran métodos válidos como la
sugerencia de Edgar Morin, entre otros que han madurado el asunto desde
diversas posiciones de que: "Tenemos que comprender que la revolución se
juega hoy no tanto en el terreno de las ideas buenas o verdaderas,
opuestas en una lucha a vida o muerte a las ideas malas y falsas, sino
en el terreno de la complejidad del modo de organización de las
ideas",[121] a lo que adicionaríamos
para organizar una práctica de vida más coherente con nuestra connatura
humana. Desde tal posicionamiento, se asumen, los riesgos que avizorará Carlos Marx
hace ya mucho tiempo -y que penetran puntualmente los exámenes en
corrientes políticas- ante el complejo y avasallador empuje de las
relaciones mundiales capitalistas; donde, como proceso y resultante de su
ininteligible desarrollo “Ya
no se trataba de si tal o cual teorema era o no verdadero, sino de si
resultaba beneficioso o perjudicial, cómodo o molesto, de si infringía
las ordenanzas de policía. Los investigadores desinteresados fueron
sustituidos por espadachines a sueldo y
los estudios científicos imparciales dejaron el puesto a la conciencia
turbia y a las intensiones de la apologética”.[122]
Años más tarde Gyorg Lukács,
desde su Historia y Conciencia de Clases hasta el final de sus obras
describió las implicaciones de la cosificación de la vida,
particularmente en los procesos intelectuales y como la fragmentación
connatural del capitalismo, desmembraba las aproximaciones científicas en
las ciencias sociales, en especial las políticas. Pues éstos
profesionales[123] están involucrados en un entramado de relaciones dentro de la sociedad y
para consigo mismos dinámicas, dialécticas; donde se producen y reproducen ampliada y ramificadamente procesos, que hoy pudiéramos
llamar de desprofesionalización por extrema profesionalización o
especialización. En los que no falta, por cierto, el acomodamiento
mediocre a lo imprescindible para subsistir, disipándose gradualmente con
ello, la identidad que como científicos les asiste. La lid científica entonces, no es sólo de
pensamiento por pensamiento, de ideas por ideas, sino de cómo se
interorganizan, intercomplementan, interdialogan desde un modo complejo
que cierre espacios a todo lo que cercena el conocimiento y la práctica
desde los ancestrales estándares intelectuales monolíticos de toda
horma. Más allá de esos ingredientes que no se pueden
desdeñar, pues operan consciente o inconscientemente como modelos
mentales depredadores de cualquier intento, dado que se imbrican con los
conectores esenciales de la reproducción ampliada de las relaciones
sociales dominantes; se encuentran conjuntamente con ellos, los lances
epistemológicos, las enormes grietas sociales, el desmantelamiento de la
interrelacionalidad en términos de la cotidianidad, de la convivencia
como humanos, traspasando a la civilización toda a cada individuo.[124]
Es por eso, que en éstas meditaciones, ya no vale la
simple geometría de los de abajo y los de arriba –aún y cuando
permanezca en términos lineales e inobjetables mundialmente- los
laberintos de las alienaciones, extrañamientos, fragmentaciones,
inseguridades y soledades a que han conducido los modos capitalistas de
interconectarse golpean pluralmente a todos, y las perspectivas de
reconstrucción no sólo política de tales procesos, abarcan también a
todo el tejido civilizatorio conduciéndolo a senderos insospechados de
enfrentamientos. De aquí, lo extremadamente arduo de vencer ante la
resistencia que ofrecen los intereses, las experiencias y los temores que
circundan dentro de la conexión interna capitalista que promueve, la
lucha por la existencia cotidiana -al decir de Marx- o por la conservación
personal. Por lo que, las tendencias
políticas existentes se encuentran atravesadas heridas por todas éstas
contrariedades y conflictualidades, que de no percibirse su gama de
colores quedaría reducida a lo de siempre: el blanco y el negro, las
luces y las sombras y todo intento de análisis sería parcial y tan
excluyente como la realidad capitalista enseñoreada hoy de nuestros
destinos. Desde esta perspectiva, las universidades entre
otros ámbitos de producción científica enfrentan profundos lances.[125] Inmersas en las complejidades del mundo de hoy
antes explicadas y de otras que le son consustanciales, se produce sobre
ellas y desde ellas una nefasta influencia que incide
medularmente en su condición de esfera articuladora esencial para el desarrollo político[126] plural a que conmina la
actualidad, -y no los que pautan los especialista diseñados desde
vitrinas intocables- atentándose de esta manera contra su perspectiva histórica de ser “(…)
el órgano más genuino de expresión de la conciencia nacional y su más
firme baluarte”.[127] Con lo que, su configuración gestadora,
imbricadora de fuerzas políticas, sufre grandes embates desde la
colonización y/o extirpación de sus sentidos críticos, analíticos y
emancipadores. Es por ello, que Educación Superior,[128] teorías y prácticas políticas se interconectan multidimensionalmente en
los procesos de progresión estancamiento, decadencia social o del tipo
que sean. Cabría entonces preguntarnos, como problematizaciones ejes del
asunto, qué factores orgánicos, estructurales y funcionales despliegan,
entre otros, de muy variada textura la política y los científicos de la
política, y cuál es la capacidad de respuesta, de pertinencia, a partir
de la comprensión de ellos por los sujetos actuantes en las
universidades. En especial, ante el vaciamiento y la apremiante contribución
real a los problemas cruciales civilizatorios de hoy. Los cuestionamientos anteriores, imponen efectivamente, un deslinde científico
que pasa entre otros, por los defectos en el caso del ámbito de las
Ciencias que se ocupan de la política, dadas sus desarticulaciones con la
realidad, su excesivo empirismo, o la mezcla indiscriminada de teoría y
praxis política que las llegan a alejar incluso de los “objetos científicos”
declarados como cánones de su existencia.[129] Tales aspectos genéricos que obviamente tienen sus especificidades
contextuales, también han incidido en el Marxismo o en los ejes de Marx y
sus “ismos” históricos que no son evadibles en un renquiciamiento
científico político efectivo.[130] A lo que se suma, que sin la
articulación de aportes y experiencias, no se puede acceder al desarrollo
político que se necesita para defender y cohesionar las identidades[131] y los valores en general, en
particular los políticos. Los cuales en la actualidad, han de ser capaces
de partir del escenario plural que ha de propender a integrar desde la
diversidad para emanciparse. En tal sentido, no basta denotar que existen problemas en una u otra área
de la vida, y que en consecuencia, ello se frena el desarrollo, por la
implementación de uno u otro proyecto proveniente ya de la
socialdemocracia[132] o de la democracia cristiana[133] o de cualquier corriente que haya accedido o se perpetué en el poder
metamorfoseando sus contenidos e incidiendo en todas las existentes,
incluyendo las en tránsito o en conformación. Por el contrario, de lo
que se trata es de integrar las causales combinadas que desbordan los límites
geográficos e impactan expansivamente en el mundo, gestando nuevos
movimientos de re, inter, y pluri composición -entre una gama de
deslizamientos y corrimientos infinita- la cual auxilie en el tomar
posturas desde una comprensibilidad más amplia respecto a los orígenes,
imbricaciones y perspectivas civilizatorias ante lo incierto de esos
desenlaces. Por lo que, es impostergable labrar mancomunadamente nuevos senderos de
discernimiento científico, desde los saberes disímiles, universales y
particulares, y desde una praxis que abra espacios a esas especificidades
en el presente y porvenir político, que surque ciencia desde los sujetos
que la promueven a despecho de quienes incluso la ignoran. Por lo tanto,
se coloca en tela de juicio y como ámbito de análisis los llamados
paradigmas de la modernidad y posmodernidad con
sus vastas modalidades para las realidades de los pueblos, de la
civilización en su conjunto, desde los presupuestos tradicionales que le
han acompañado y acompañan. Priorizar consiguientemente,
una educación que incluya y no excluya, que promueva a pensar y no a
indicar cauces estrechos, predeterminados al pensamiento en especial en la
superior, significa dotar un eje primordial para la calidad del
funcionamiento democrático, pues construir y gestionar conocimientos
pluraliza visiones heterogéneas y perspectivas políticas múltiples. “Muchos autores apuntan hacia el hecho de que la universidad atraviesa una
crisis de identidad a su interior. Ampliando este aspecto de la cuestión,
nos encontramos que, en un primer nivel de análisis, la copia de los
modelos europeos de estructura y funcionamientos universitarios
(esencialmente los de Alemania y Francia) llevan a las universidades
latinoamericanas a oscilar en un péndulo que va desde el aglutinar en el
departamento docente (modelo alemán) a profesores que imparten las
materias propias del departamento y de las investigaciones que llevan a
cabo los mismos profesores, hasta separar (modelo francés) las
investigaciones de la docencia propiamente dicha, al crear, en unos casos
dentro de las estructuras universitarias y fuera de ellas en otros,
institutos o centros de investigaciones”.[134] Con lo cual, los problemas
estructurales, orgánicos y funcionales mundiales en la educación
superior, extendidas a otros centros de producción científica,
despliegan fisionomías de intelección de la varificada realidad muy
similares que hipotecan no sólo el sentido de lo diverso sino de lo
universal de sus contingencias propias. Todo lo cual quebranta, entre otras incidencias posibles, en la capacidad
valorativa respecto a las corrientes políticas existentes desde los macro
y micro escenarios plurales en que se desenvuelven y desde las
articulaciones interconstitutivas que les son inherentes. Cuestiones de este tipo, presuponen por tanto, la capacidad de evaluar la génesis
de los problemas actuales, toda vez que el hoy, hunde sus raíces en
procesos políticos precedentes que abren brechas profundas a partir de
problemas no resueltos, acumulados y atomizados por los nuevos que han
surgido como correlato de la hegemonía política mundial neoconservadora
y sus enlaces misceláneos locales, regionales y mundiales. Por lo que, no pueden aislárseles para conocérseles. A lo que se
anexan, los propios trances que ha enfrentado -y enfrenta- la izquierda[135] y otras corrientes políticas -penetradas por realidades que las superan-,
para su propia recomposición y en consecuencia, para encontrar salidas
alternativas viables, sostenibles y reales, incluso desde sus propias
indefiniciones teóricas y práctica en política, que tienen que asumirse
desde nuevos reenquiciamientos teóricos y prácticos. Un ejemplo que ilustra aspectos de esa naturaleza, lo constituyen algunos análisis de las políticas neoconservadoras en el
enclave latinoamericano y caribeño, las cuales no pueden perder el norte
de exploración desde un panorama global interconectivo. Muchos errores de
concepción han sido resultado de asumirlos en un sentido bilateral
simplista, es decir, entre EEUU con la región objeto de estudio, sin
demeritar las agendas específicas que le acompañan. Lo innegable es, que
lo que debe enfocarse y precisarse es la articulación de dichas políticas
contextuales con una estrategia hegemónica mundial de más alto alcance,
sin que se pierdan las especificidades propias. De tal suerte que la crítica,
explicación y alternativa han de pasar desde nuestros pueblos y sus
izquierdas, por esa matriz universal que porta valores, en particular políticos,
porque integra y cohesiona desde la diversidad esclareciendo senderos de
comprensibilidad y perspectivas prácticas para poder abandonar asimismo,
las arenas movedizas de comportamientos políticos improvisados por el del
meditados. En consecuencia, nos encontramos abocados a deslindar mancomunadamente –no
puede ser de otra manera- qué es posible hacer, desde un entender cómo
se ha llegado hasta aquí y cómo han de articularse los rumbos desiguales
por excelsitud, fundando reflexiones, saberes desemejantes, y praxis
responsables en escenarios políticos
donde los sujetos históricos necesitan auto potenciarse ante las
realidades que los desbordan y que no siempre alcanzan a explicarse,
incluso inmersos en transformaciones políticas de gran envergadura
social. Por lo que, es perentorio atender a los procesos de conformación
de los actores políticos desde su condición de sujetos sociales, históricos
y políticos, así como la capacidad para potenciar o no opciones políticas.
Es por ello, que insistir en la articulación de sujetos políticos, clases
y movimientos desde una perspectiva interconstituyente integrativa desde
lo discrepante, capaz de establecer conexiones activas entre actor, poder
y proyecto, fomentando de esta manera, una nueva cultura y práctica política
entre sus componentes que los aleje de los fatalismos y posibilismos que
han persistido en los últimos tiempos, los cuales intentan paralizar toda
transformación sociopolítica, es una cuestión que merita gestarse
con-ciencia. A lo que se completaría,
que lo que se alcance ya esta cambiando, por lo que urge continuidad
reflexiva, regenerativa. Los estudios de las Corrientes Políticas,
-desde el espíritu de éstas aproximaciones científico metodológicas-
han de asumirse construyendo proximidades a su conceptualización, las
cuales intenten conducir hacia sus especificidades, particularismos, en íntima
vinculación con lo universal; de manera tal, que se asimilen las
imbricaciones en teoría y práctica política desde la génesis de los
fenómenos y procesos políticos que hoy se enfrentan en la actualidad. Las corrientes políticas se procuran evidenciar las principales ideas políticas
que se debaten y generan en la actualidad, al intervincular la base teórico
política que se gesta pluralmente con las opciones por las que los
actores políticos interactúan, tanto contextual como mundialmente, a lo
que se agrega, el sostén cosmovisional e ideológico que cohesiona y
distingue sus significados políticos cambiantes. Una proximidad a la conceptualización de Corrientes Políticas debe
conducir a análisis científico
metodológicos que abran espacios a su variado y multiforme
enriquecimiento, a la conocimiento de las existentes y al alcance de
nuevos ejes que potencien y esclarezcan en lo perspectivo su connotación.
Para ello, han de meditarse las propias definiciones que se ofrecen de
cada una de ellas por los autores que las sistematizan[136] buscando nexos, así como los elementos de contenidos que las religan desde
los tejidos sociales en que interactúan, para un repensar activo gestor
de cambios. De esta manera, se ponen en consideración algunos elementos significativos
para poder deliberar de conjunto sobre estas controversiales problemáticas: -La dimensión teórica y la praxis política que les ha caracterizado y/o
caracteriza en el momento en que se estudian. Es decir, el desarrollo de
la Teoría Política y sus conexiones activas con la práctica política,
las que pueden ser en sus dinámicas aproximadamente simétricas o asimétricas.
-Que la distinción de posiciones políticas que se asuman desde el eje
clasista[137] que les acompaña, no debe perder de vista que el entramado relacional
social es de mayor amplitud y heterogeneidad en cuanto a actores políticos,
pluralidad de intereses, motivos de acción y ubicación dentro de las
interrelaciones políticas existentes. Por lo que, no se puede aspirar a
determinar una identidad política única, o lo que es lo mismo, un
programa político establecido, con un contenido fijo, e inamovible. -La capacidad que puedan poseer y/o alcanzar para poder articular proyectos
políticos presentes y perspectivos, lo que condiciona además, la
tendencia a configurarse como fuerzas políticas orientada a su realización.
Puntualicemos, fuerzas actuantes en diversos contextos históricos, ya sea
para producir adaptaciones, cambios que abarquen mayores o menores
espacios dentro del orden político establecido o para transformarlo. En éstas áreas, vale la alerta de Marx hoy potenciada hasta la saciedad,
de que las interconexiones relacionales capitalistas dominantes refuerzan
el aislacionismo, y por ende, la posibilidad de penetrar con claridad en
los fragmentos multidimensionales que resultan de la praxis en lo teórico
y práctico, las cuales son socavadas incesantemente por esas
circunstancias que mutan constantemente desde su propia inmanencia que
integra y parcela lesionando el pensamiento y cualquier opción, en
particular la revolucionaria.[138] Por lo que, desde una mirada que se propone intentar presentar proximidades
científico metodológicas para la comprensión actual de las
corrientes políticas de manera diferente a las tradicionales formas en
que han sido asumidas, donde más que conceptuar, se ha optado por abrir espacios cognitivos,
es de esperar que los lances de comprensibilidad del empeño resulten
mayores, pues se parte del punto de un procesamiento crítico, incluso de
nuestro propio desempeño autoral, que es a fin de cuentas, lo que abre
caminos a un mejor ejercicio en el pensar y en el contribuir. En tal sentido, los estudios respecto a vitalidad o no de la distinción política
entre derecha e izquierda[139] como términos correlativos al universo político actual, han de pasar por
su arraigo explicativo en términos usuales y académicos, aún y desde su
cuestionamiento en el orden de la linealidad que le asiste. Al atender en
tal dirección, los referentes que avalan tanto teórica como prácticamente
los comportamientos políticos, donde los valores no pueden encontrarse
ausentes. Es decir, esclarecer y encaminar las críticas que se realicen y
las alternativas que se proyecten, tanto al lado instrumental de la política,
como axiológico, entre otros aspectos que han de tenerse en cuenta al
penetrar en su naturaleza y en la presencia y/o ausencia de concordancia
acorde a las circunstancias y sujetos reales de la actividad política.
Aspectos sin los cuales, no es posible avanzar en la comprensión de las
diferentes posiciones ante los problemas actuales y perspectivos que
genera el neoconservadurismo,[140] así como las opciones de las
izquierdas. La dicotomía izquierda – derecha en corrientes políticas, posee un carácter
histórico, esto no puede olvidarse, pues desde esa geometría, se han
abierto surcos explicativos o asociativos en el tiempo. Los contenidos que
les peculiarizan, han ido variando de acuerdo a los cambios que se han
producido en la civilización y a las relaciones inherentes a ambos términos
en cuanto a espacio y posiciones políticas contrastantes. Por lo que, el
seguimiento y sistematización de las polémicas en torno al mismo,
enriquecen el análisis y la puntualización de qué entender por ellas,
desde una comparación y ubicación que abre aristas, se lo propongan o no
los científicos de la política a las diferentes posturas valorativas que
se contemplan al intentar explicarlas, incluso a un planteo más complejo
desde esa misma geometría, lo cual indica caminos transicionales e
interconfluyentes. Los plurales escenarios políticos actuales, los cuales a su vez coexisten
en múltiples dimensiones –de las que apuntamos, las espacio-temporales
por ser más asequibles en su comprensibilidad - demandan de un repensar
que abandone la “objetividad cuantitativa” que prima en la mente y la
praxis de la civilización contemporánea. Toda vez, que desde un
espacio-tiempo que es común a escala mundial y del que es imposible
sisarse, la diversidad contextual de los mismos debe conllevar a
complementariedad más que a armonización, la cual puede incluso, devenir
en forzosa para las muchas realidades existentes. Por lo que, las
corrientes políticas y los estudios sobre ellas, han de regenerarse
constantemente desde esos multisentidos que le son inherentes. A lo que se completa, que los análisis sobre corrientes políticas, no
deben concentrarse únicamente en las corrientes dominantes, si no que han
de abrir además, plazas cognitivas a la variedad de contracorrientes en
constante movimiento y cambio las cuales pueden llegar a ejercer fuertes
influencias en los hipervínculos y alteridades que generan entre sí en
sus interrelaciones diversas con la totalidad política, y que no siempre
son atendidas en los lineales análisis que se asumen.[141]
Por lo que, el hoy sobre el que se piensa y se intenta construir, se
encuentra preñado del ayer, de ser asumido desde las causas –ahondemos,
sistema causal- y no simplemente de las sintomatologías o las
representaciones que se tengan desconectadas de las raigambres múltiples
que las originan, pues, “Lo real es lo que importa, no lo aparente. En
la política, lo real es lo que no se ve.”[142] Desmitificar “lo que no se ve” en política, en la multiplicidad y
variabilidad de ámbitos de incidencia, abre espacios a un entender el
presente desde una visión perspectiva que genere márgenes previsión
como norte actuante en el mediano y largo plazo del devenir. Asnos con garras “Los
reyes, que se sienten sacudidos en sus tronos viejos, necesitan acercarse
para defenderse: la época mitológica vió los combates de los dioses y
los hombres: ésta está viendo el combate de los reyes y los pueblos”.[143]
“Un
asno con garras”,[144]
o los asnos con garras han intentado -e intentan- poner a danzar al mundo
al ritmo de sus cánticos “democráticos”.[145]
Los nuevos transcursos políticos en lo que va del 2008 y sus arduos
rejuegos electorales en la cuna del imperio de los imperialismos de hoy,
no evidencian cambios sustanciales en el ordenamiento de poder mundial. La
competencia geopolítica por el liderazgo se mantiene incólume dentro del
complejo entramado de relaciones sociales imperantes para la civilización
contemporánea. Todo lo cual, abre cauces a un convite científico plural
que replantee ¿nuevo orden mundial o metamorfosis de los centros de
mandos planetarios, regionales y nacionales? En íntimo correlato, con el
restablecimiento desde nuevos contenidos, de la denotación de
imperialismo[146]. Por
sobre los cambios de forma verificados, la combinación de métodos
modulados la visión histórica mundial de los Estados Unidos[147]
respecto a su papel para el planeta no ha variado, y ello pautará todo su
comportamiento y toma de decisiones presente y futura. A lo que se
adiciona, el de las propias vertientes de sus competidores dentro de la
tradición principista del pensamiento y praxis geopolítica, los cuales
se aprestan a readecuar sus acciones como resultado objetivo de la pugna
de la ideología pragmática[148]
del hegemón, aquella a la que por sobre su lógica interna y
“objetividad” se le han escapado y escapan variables
multidimensionales que se mueven desde la propia alteridad de sus prácticas
y, por ende, la incapacidad para decidir linealmente el curso de los
acontecimientos previstos. En
íntimo correlato con tal postura histórica de dominación mundial a
despecho de las consecuencias universales y como imbricación orgánica,
estructural y funcional mundial desde los ejes inherentes al capitalismo,
otros asnos desde la aceptación u oposición a los dictados “hegemónicos”
se aprestan a partir sus diferentes pirámides a reorganizar sus esferas
de mando acorde a la reestructuración global -política en especial-, en
que se encuentran interconectados, desde la “sublime” aspiración de
mantenerse a toda costa y a todo costo en el disfrute de sus falaces
placeres y en la satisfacción de sus filibusteros intereses políticos
bien determinados, estructurados y organizados con una “novedosa”
envoltura ideológica para el funcionamiento eficaz de la dominación o
hegemonía, según sea el caso. En
tanto, la auténtica reorganización de la civilización desde principios
verdaderamente humanos sigue a la espera de que la alienación –denotación
más profunda que la de “bienestar ciudadano” u otra- deje de ser un
problema de puertas afuera para convertirse en realidad. Es por ello, que
resulta impostergable ahondar lo más cercanamente posible, mostrar las
diversas visiones respecto a los modos cronísticos en que se han gestado
“los órdenes políticos mundiales”, sus metamorfosis y de cómo se
ramifican e imbrican a todos los niveles. La
diversidad de puntos de vista respecto al asunto evidencia la pluralidad
de intelección cultural del mismo.[149] Pero
lo que no puede perderse de vista desde la variedad de posicionamiento político
existente, es la permanencia de ejes definitorios, inherentes, conectivos
internos del capitalismo mundial en los que hemos insistido, los cuales
desechan las llamadas nuevas esencias enmascaradoras de su realidad. Así,
las precisiones objetivas
colocan en tela de juicio el que “… los colores nacionales distintivos
del mapa imperialista del mundo se han fusionado y mezclado en el arco
iris global imperial”,[150]
pues según estos entusiastas “antiglobalizadores” la nueva época
presupone una desterritorialización capitalista, que deja de lado las
viejas pugnas entre los intereses de los diversos bloques económico-político-militares
y comienza a generar un aparato descentralizado que maneja identidades híbridas,
a través de redes adaptables de mando diluyendo y despersonalizando no sólo
al poder político real sino, además, a los sujetos que se pierden en
multitudes no identificables, tesis esta extremadamente discutible, pero
que ronda de mil maneras al pensamiento contemporáneo. La variedad de realidades que pueden apreciarse en el universo político
actual, no eliminan la continuidad de dominación, por el contrario,
complejizan multidimensionalmente las formas y métodos concretos de su
ejercicio, hasta incluso ser imperceptibles. Por lo que, los tiempos que
corren y las interacciones civilizatorias que lo peculiarizan topan con un
aparente callejón sin salida, con una coyuntura histórica en que, sí no
se reorganizan las mismas, se corre el riesgo,[151]
el terrible lance de que el planeta azul y todos sus moradores fenezcan
bajo la bota de un asno y/o asnos que pisan fuerte y exigen loas a sus
desgarradoras patadas. Máxime en circunstancias en que se acrecientan la
fragmentación, el aislacionismo, la exclusión y hasta la muerte como
principal bastión en un divide y vencerás considerablemente pernicioso
hasta para la propia supervivencia de aquellos que no sólo imponen la
supremacía, sino que negocian la reproducción ampliada de la existencia,
atentando así contra la conservación personal de cada individuo y de la
especie misma. “La cuestión en la vida está reducida a una simple
frase: O hacer víctimas o serlo”.[152]
No es momento de soluciones parciales, de iniciar o declarar el inicio
de procesos sin continuidades reales a los que nos hemos acostumbrado; es
hora de labrar disquisiciones contributivas universales y contextuales que
son las que tanto apremian. Aquellas que brotan de la relacionalidad que
tipifica a lo humano y a lo universal. De colocar al macro y micro mundo,
así como a las interrelaciones que le son consustanciales en el mismo
lugar de la balanza del quehacer de la humanidad, de rescatar con el mismo
celo los derechos de cada hombre, sociedad y toda la civilización al unísono,
al contar para ello con una obra que nazca de la masa y se haga realidad
por el influjo plural de toda ella, por su inclusión en la construcción
de los destinos. La
autora del presente examen no expone sus optimistas ideas asentadas en una
nube de idílicas esperanzas, por el contrario, insta, ante todo, a
soluciones integrales, integrables, articulables, incluyentes,
provenientes de un análisis genético de la herencia y del presente. Que
se construya varificada y mancomunadamente desde la raíz de los
problemas, hasta el fruto que ha resultado de las históricas conexiones
activas antihumanas excluyentes por excelsitud, que es lo que ha
caracterizado el desenvolvimiento de la civilización para consigo y para
con el orbe del cual formamos parte constitutiva esencial. Por lo que, los
diversos criterios en torno a la realidad circundante resultan
esclarecedores.
El
unicentrismo civilizatorio y por añadidura humano, ha pautado relaciones
basadas en el egoísmo, el arribismo y el exclusivismo en materia de
correlaciones mundiales y a todos los niveles de interacción social. Por
lo que, dadas las circunstancias, no basta sólo la crítica consecuente
que se realice al estado de situaciones en que existimos, al nivel de
activismo que despleguemos contra el absolutismo que se nos impone desde
los centros de poder neoconservadores en especial, o de la variada tipología
histórica que ha resultado de las interacciones globales, regionales o
locales. Los cuales se abren paso en la consumación de sus intereses por
la fuerza y el desasosiego que despliegan, para el ejercicio de una
“autoridad política” que si no fuera tan dramática en su
acabamiento, provocaría la burla a toda mente que se respete y no permita
que le ofendan la inteligencia. Es
perentorio, por tanto, evaluar el pasado y sus alternativas, los
derroteros recorridos y las causas que condujeron a los fracasos en
materia de humanización, al aletargamiento en el proceso de subversión
de los órdenes societarios expoliadores, que no resolvieron sino
prolongaron las soluciones universales a través de mediaciones objetivas
imbricadoras acorde a las condiciones de que se partía en cualquier lugar
del planeta. O lo que es lo mismo, alcanzar explicaciones, críticas,
evaluaciones y transformaciones dialécticas en concordancia con la
conflictualidad y complejidad que caracteriza la relacionalidad
de la especie y su historia, desde una inclusión verídica de sus
actores políticos en la edificación de sus destinos. De
otro modo, el intento alternativo absorberá las lacras fundamentalistas
que le precedieron y las modalidades concomitantes que le son
inseparables. Es
por ello, que si la crítica no la hacemos acompañar de una opción
viable y realista, unitaria desde la esencia de lo humano y distinta
acorde a las situaciones concretas de cada pueblo, todo intento libertario
quedará en suspenso, en la sociedad imaginaria, en el deber ser por el
cual tanta sangre, tanto empeño y tanta voluntad política basada en el
optimismo, -al decir gramsciano- ha fracasado o, al menos, intenta
sobrevivir de espaldas o de frente a las aplastantes realidades que le
circundan. El progreso no podrá confirmarse como posible, si no parte de
las masas, las penetra y sale de ellas fortalecido por la creación
mancomunada de los que intentan redimirse, para lo cual, deben tener muy
claro el tipo de organicidad que caracterizará a la actividad antes y
después de logrado un triunfo -en la cadena de triunfos que afianzan
desde condiciones muy disímiles la libertad-, a las mediaciones que irán
resultando de las interrelaciones que se gesten, aspecto central muy
olvidado en el largo bregar independentista de la civilización. Por
tanto, crítica consecuente y proyecto realista han de marchar al unísono
y recursivamente, si no queremos reproducir conciente o inconscientemente
el estado aislacionista con que los anales civilizatorios han acuñado
todo el pasado y presente de la humanidad. Prever,
es la palabra precisa, la urgencia; lo demás, con respeto del linaje de
quien proponga lo contrario, es pura fraseología y vanilocuencia. Es
un imperativo reorganizar gradual y efectivamente todo el entramado de
relaciones sociales tan palmariamente dañadas, al partir para ello, del
estado objetivo de cada hombre, país, región y civilización en general,
al contar para tal proyecto con el todo y las partes interconectadas, al
no desdeñar uno en detrimento del otro, aunque el movimiento de
desarrollo deba levantar inevitablemente poco a poco cada eslabón de la
inmensa cadena que nos nutre y nos hace humanos, que nos hermana más que
nos enfrenta; hombrear y avanzar, he ahí un recurso imprescindible para
dar paso a nuestros justísimos derechos, ya que el divide y vencerás ha
sido –y será- el objetivo básico de la política asentada en bastardos
ideales.[153] Es muy común escuchar en discursos, disímiles foros, actividades académicas,
o de todo tipo la frase de que un nuevo orden mundial se está instaurando
o se ha instaurado.[154] Tal afirmación es completamente inexacta o, al menos, ha de especificarse
la causa de uno u otro posicionamiento. Baste recordar, que la idea de capacidad misionaria
del ordenamiento mundial “para la transformación del mundo a imagen de
los valores relevantes libertarios con que fue creada la nación”
norteamericana -parafraseando a Henry Kissinger- y, en consecuencia con
ello, que el supuesto nuevo orden mundial es fundado desde su visión
misionaria, es promovida inexcusablemente desde ellos mismos, acompañando
acciones concretas para “convencer” desde diferentes vías. Entonces,
los ejes científico-metodológicos para analizar el asunto tienen que
cambiar, deben ser construidos, debatidos, creados desde fuera de esa lógica
y se están construyendo. “La
Conferencia convoca a discutir el
sujeto de la revolución ante el nuevo orden mundial –explicaba
Helio Gallardo ante similares planteos con los que en este estudio se
polemiza-. Conviene precisar los términos de este llamado.
Por supuesto, desde el punto
de vista popular no
estamos ante un nuevo orden. No es nuevo
porque continúa destruyendo, cosificando y
pauperizando a los trabajadores y a la
Naturaleza como fuentes de las cuales brota
toda riqueza. Tampoco es nuevo porque el
Estado y las alianzas de Estados combinan su
acción política y geopolítica de clase buscando
configurar, incluso mediante el terror, un sistema planetario a la medida de la acumulación transnacionalizada y monopólica u
oligopólica de capital, acción a la que
acompaña con principios de dominación
etnocéntricos, racistas, patriarcales,
adultocéntricos e idolátricos. Se trata de un
sistema, por consiguiente, que exige una resistencia liberadora social y humana o, lo
que es lo mismo, una ruptura
revolucionaria, o si se
lo prefiere, varias.[155]
La
autora de estos puntos de vista considera con todo el respeto a quiénes
opinen de manera diferente, que Orden
Mundial no ha existido nunca, y que “orden mundial” para una
exclusivísima parte de la civilización, con una representativísima
explicación de sus fundamentos, ya sea de derecha, centro o izquierda o
desde la mutabilidad infinita del posicionamiento político que abunda,
mezclando y solapando métodos, incluso buenas intenciones sin encontrar
transcursos revolucionarios, eso sí ha coexistido por siempre. Y parece
que tiende a perpetuarse. “(…) el ‘nuevo orden’ perpetuaba, como
si fuera natural, la polarización global. No
se trataría, pues, ni de algo
nuevo ni de un orden,
sino de renovadas y perpetuadas formas de conflicto inherentes a esta fase
de la integración/destructiva o universalización capitalista del
planeta”.[156]
En
un intento explicativo y comprometido también, se especificaba: “De
hecho, Estados Unidos jamás participó de un orden multilateral. Ha
dividido la cena con la Unión Soviética
durante la guerra fría, en un mundo donde era imposible atropellar
sin ceremonia. (…) Con el colapso del socialismo real y el fin de la
Unión Soviética se delinea un nuevo mundo. El fin del bipolarismo lleva a dos
opciones: la barbarie o la construcción de una paz cuya consolidación
depende de cómo se construirá el
nuevo orden internacional”. La
posibilidad de alcanzar la paz implica contar
con un sistema económico internacional más justo, distinto al actual, y
la construcción de un sistema de seguridad internacional ya no centrado
en el potencial militar sino en la asociación y cooperación de distintos
países en una red de garantías mutuas, medidas de confianza, controles
eficaces y diálogo”.[157] Las
justas apreciaciones de la autora, indican más la tendencia a
metamorfosis y reenquiciamientos como resultante de colisiones de las más
heterogéneas texturas, donde los ejes cualitativos se mantienen
invariablemente. A lo que se añade, que las posibilidades que avizora
para alcanzar, entre otros, la cooperación y asociación de los distintos
países, pasa por alternativas de mayor hondura en el plano de la
reorganización de las relaciones humanas, que obviamente dependen de la
forma cómo se construirá tal proceso -no sólo desde las relaciones
internacionales-, y donde ese transcurso perspectivo y necesario sigue
presentándose inconcluso aún. No
utilizamos para los esclarecimientos que exponemos, los empolvados afeites
de una Ciencia con tradición académica “reconocida” que reclama
asunción integra de sus postulados lineales, unidireccionales, cerrados,
construidos desde la “firmeza” de los métodos cuantitativos y lógico
– deductivos entre otros, para demostrar conjeturas cada vez menos
importantes atiborradas de datos, pero sin pensamientos, sensibilidad y
compromiso real para entender transformar lo político y sus impactos
mundiales y locales, con lo que se cumple para tales posturas aquello de
que “se domina mucho mejor si el dominado no tiene conciencia de
ello”.[158]
Así las cosas, también en el ámbito de la especialización científica se
libran contiendas respecto a la limpieza de sangre en cuanto a las
contribuciones o a libertad en el pensar y el decir.
Pero no hay duda, por las realidades que se presentan, de que se impone
un cambio de comprensibilidad del asunto para avanzar en esencias que
transformen, sin que con ello se
desdeñe todo lo producido en materia teórica sobre la política desde
occidente o desde cualquier otro lugar del planeta. Por
lo que, intentando argumentar desde esta aparentemente “escandalosa o no
científica” posición sobre el asunto, sostenemos que Orden Mundial no
ha existido. En tanto, Desorden mundial con ciertos períodos de un status
quo determinado por intereses en “relativa” calma, sí. Metamorfosis
de los métodos y medios en el ejercicio de la hegemonía local y mundial,
sí. Preeminencia en la toma de decisiones de los que contaban -y cuentan-
con mejores recursos y organicidad interna para hacer valer sus intereses
por encima de los de cada partícula humana o pueblo, sí. Conflictos
entre los distintos centros de mando y los bloques políticos-militares
cuando ya se conformaron, producto del perfeccionamiento de su quehacer
imperialista, sí. Guerras locales en los diferentes enclaves geopolíticos
y/o esferas de influencia, al arrastrar de esta manera a países o zonas
enteras a la devastación y al avivamiento de odios innecesarios, ya fuese
por ideologías o religión según sea el caso, sí. Incapacidad de las
Naciones Unidas[159]
para detener dichos enfrentamientos que en muchos casos colocaron al
planeta al borde del holocausto sí. “Orden” injusto y expoliador de
lo mejor del género humano, sin olvidar por cierto, los múltiples
intentos e iniciativas de la Comunidad Mundial por aliviar el
desangramiento, las enfermedades e incluso cooperar por la cultura, sí. Pero orden mundial, entendiendo por ello, que si es orden, y por demás,
mundial implica justicia, equidad, respeto al derecho de cada hombre y
pueblo a su autodeterminación, a una progresión cultural[160] que acate y honre lo autóctono y lo universal, a una ética relacional que
atienda con igual esmero lo intimo, lo social, al planeta y al orbe mismo,
eso sin enumerar otros elementos constitutivos de carácter universal, no
ha existido jamás. Los
resurgimientos, los renacimientos, las modernizaciones, post
modernizaciones y todo lo que al amparo del lenguaje se ha erigido como
novedoso no han constituido más que cambios de forma y no de contenido,
solo rangos de movimiento que aparentemente cambiaban la fisonomía del
viejo y gastado rostro del absolutismo, sin que con ello neguemos las
progresiones que sin lugar a dudas significaron momentos importantes del
patrimonio cultural y emancipatorio de la civilización,
sólo que estos se produjeron desde la estrecha óptica de civilización
para una parte de la humanidad y no para toda ella. Destacándose con
ello, continuidad estratégico política de dominación, más allá de las
renovaciones que disfrazan las raíces reales. En tal sentido
esclarecedor, Condoleezza Rice declaraba: “(…) y las tácticas que
empleamos para alcanzar esos objetivos importantes –permítanme que insista, esos objetivos no han cambiado desde 1991-
y los diferentes medios que empleamos para alcanzarlos, los estamos
estudiando a fondo, en un esfuerzo de intentar recuperar la iniciativa y
asegurarnos de que funcione lo que estamos haciendo”.[161] Los
llamados órdenes mundiales de post-guerra[162]
o a los que se quieran referir no han resultado más que equilibrios
precarios preñados de disputas de puertas afuera y/o adentro, conciliábulos
inescrupulosos en muchos casos que permitieron el saqueo mutuo en las
diferentes zonas que consideraban como propias ya fuesen en la época de
Las Cruzadas, o de los grandes imperios mercantiles por el latrocinio de
sus colonias a las cuales intentaron privar de lo mejor de su memoria histórica
y valores naturales; o las alianzas y repartos durante la Primera Guerra
Mundial y el intento de asfixiar al recién nacido poder socialista; o El
Pacto Soviético-Alemán, que traicionaba los principios básicos de la
política exterior leninista. A
los que pueden añadirse, en ese interminable inventario argumentativo las
Cumbres de los Tres Grandes durante la Segunda Guerra Mundial, donde el
debate sobre las regiones de influencia se mantuvieron sobre el tapete,
junto a las inadmisibles remuneraciones e indemnizaciones por daños de
guerra las cuales no fueron excluidas ni debatidas por el entonces poder
soviético, cuestión esta que Lenin criticará y dejará en claro como
fundamentos de las relaciones internacionales del joven poder de los
soviets en su tiempo.[163]
Las cuales a su vez y desde otras ópticas son analizadas como válidas
por especialistas de las relaciones internacionales dadas sus
implicaciones[164] generales y particulares. Resultan
igualmente convincentes en el orden explicativo, el lanzamiento de la
bomba atómica por los norteamericanos en dos ciudades indefensas para
poner en claro quién mandaba “efectivamente” al término de la
contienda mundial; o también en Viet Nam, por los propios Estados Unidos,
situación esta criticada por el Che Guevara cuando sentenciaba que tan
culpables eran los que arrojaban bombas al humilde pueblo que defendía su
soberanía, como aquellos que observaban impasiblemente tal devastación
sin hacer nada para impedirlo. A lo que se sumó después el episodio
imperial de la China socialista contra este propio país en 1978; o el de
la ex -URSS en Afganistán; o las Malvinas por Inglaterra; o Chile,
Granada, Panamá, Nicaragua y el bloqueo y la agresión a Cuba perpetuados
por el supuesto amo de nuestras dolidas y rebeldes tierras de América,
por citar al menos algunos ejemplos que tanto reclaman quienes no siempre
comparten los puntos de vista de esta autora so pena de pecar con la
historia que conocen. Lo
que actualmente combatimos –porque de combate se trata-,
ya sean los derechos de los pueblos subdesarrollados, o de los
pobres de la tierra en cualquier parte del mundo, o las barbaries que se
han cometido, cometen -y pueden seguir cometiéndose- ya
sea en los territorios de la ex-Yugoslavia (que no nació como nación
con el socialismo), o contra los palestinos, o en Afganistán, o en Irak,
o las que ya vaticinan los supuestos dueños del universo, son el
resultado de un “orden” antihumano que ha ido tomando fuerzas, que se
ha potenciado como nunca antes en los anales de la humanidad. Todo lo cual
precisa de una nueva organicidad interna, activismo e interconexión de
todos los actores políticos que se oponen a tales destinos y que luchan
para dar paso a una solidaridad universal que tenga por divisa la
reorganización civilizatoria desde sus cimientos mismos en la consolidación
de la obra redimensionadora y libertaria de la especie, por ella y para
ella. Conste,
dado que esto es importante, por la naturaleza en que se ha desenvuelto
siempre la droga del engaño, que ya
estos brutales episodios y otros muchos de variada tipología son
considerados en pasado. Aspecto este muy común para esa dolorosa y
hierática dama que es la política y los potentísimos medios con que
cuenta ya para descorrer el velo y mostrar sin remilgos su cadavérico
rostro, dado que una vez culminada su “obra civilizadora” se aprestan
raudos a seguir esparciendo por el mundo las eternas cruzadas contra “el
mal” en cualquier oscuro rincón del planeta donde se consideren
necesarios. Tales
circunstancias, son el resultado del unicentrismo civilizatorio de una
organización, estructura y funcionamiento social dirigido desde un centro
único o desde micro centros, que han intentado por siempre uniformar ya
sean dentro de los Estados en su época de más nítido predominio, como
en la actualidad cuando los mismos han variado sus protagonismos bajo la
universalización del capital, el cual se ha venido reproduciendo ampliada
y vorazmente como necesidad de su existencia cosificadora de lo humano,
mucho antes de que Carlos Marx escribiera y previera en “El Capital”
el destino de dicho sistema de relaciones. [165] Es decir, no ha podido, ni puede existir orden a lo humano ni en las
naciones, ni en la arena internacional cuando la toma de decisiones se
encuentra cada vez más en manos de una poderosísima casta de poder político,
cuando se trata de hablar o presentar los problemas en nombre de todos y
no es más que en nombre propio, ya que “el en nombre de todos”, es en
el nombre de espectros, fantasmas despersonalizados y generalizados para
sacralizar los subterfugios políticos, ideológicos, económicos, o del
tipo que sea de la generación de mando imperante a cualquier nivel del
supuesto “orden”
al que quieran referirse los propios representantes del poder político o
sus cicerones de bolsillo, entre ellos hoy, los que despliegan las
avalanchas mediáticas de toda laya. Es
un en nombre de todos que no escucha ni acata la voz de todos, máxime
cuando de paz, amor, derechos y libertad se trata. Se prioriza el mal
llamado “deber patrio” –a la usanza de los tiranos- por sobre los
deberes de una patria que es en sí misma humanidad, tal y como nos enseñará
Martí. Dado que la antítesis cultural trabajo – capital
continua, siendo una antítesis de indiferencia teórica y práctica,
incapaz de alzarse a la intelección en su conexión activa, en “su
relación interna: antitesis aún no aprehendida como contradicción” en
desarrollo en la que todos estamos consciente o inconscientemente
insertos. Por eso, “Estas
palabras conciencia y deber van pareciendo ya tan huecas de sentidos y
desusadas – que yo mismo, que lo sacrifico todo al divino espíritu que
encierran – las digo con temor, y vacilo al emplearlas, como quien no
quiere deslucir su pensamiento con palabras vacías de significación. –
Entra por mucho en este miedo el abuso que se ha hecho de ellas-“[166]. La
hipercentralización de la “autoridad política”, o lo que es lo
mismo, la cúspide de la ilegitimidad,[167]
en la actualidad protegida esta por la utilización para sus propios fines
de la ciencia y la tecnología más novedosa, custodiada como privativa
del sistema por los cancerberos a sueldo o la burocracia parásita de que
se vale de ella campea por su respeto por el mundo en sus variadas
modalidades. Los Estados Unidos de Norteamérica intentando sujetar las
bridas de las posibilidades económicas cabalga por el planeta liderando
un ilegitimo ejército “moral”, lo cual
evidencia la caducidad de esa “ingeniosa” burocracia
trasnacional que le fecunda y secunda. No es casual que José Martí, en
1888 nos alertara: “Qué ha
de ser un hombre ignorante en el gobierno, sino la presa natural de los
que conocen y halagan sus defectos”.[168] En
esta ocasión, la adicción a la mentira y los villancicos a su “alabada
democracia” han quedado resonando dentro de una raída y gastada carpa
de circo, donde los bufones no dan risa y los coros de quienes voluntaria
e involuntariamente le secundan apenas alcanzan a ser escuchados por las
masas que se han levantado –y levantan- con un valor inusitado por el
rescate de sus más sagrados derechos. La violencia directa e indirecta ha
sido y continuará siendo su único recurso, de ahí el peligro mortal que
se cierne sobre todos, en especial, sobre los pueblos más desvalidos, aún
y cuando paradójicamente en muchos casos sean los más ricos en recursos
naturales. Por
obra y gracia de una práctica continuada para dar curso a objetivos políticos
concretos, se ha universalizado y transformado el ser o no ser de
Shakespeare (to be or not to be), en
un estar con nosotros o contra nosotros; lo justo y lo injusto, el
bien y el mal han caído en un manoseo inseguro, pueril y licencioso que
responde a los vaivenes y/o coyunturas políticas acorde a los caprichos e
intereses corruptos y deshonestos de sus “bienhechores” y los caudales
que le acompañan, los cuales han lanzado a individuos y pueblos enteros a
un patinaje peligroso, donde un descuido en el planteo verídico de sus
convicciones les puede conducir a una caída
estrepitosa de su seguridad personal y/o nacional según sea el
caso, el fundamentalismo intoxica y nubla la convicción en el hacer política.[169] La diversidad de criterios, ideologías, religiones y principios intenta
transformarse en una militancia férrea, homogenizante e irracional y por
derecho ilegal. El uniformar
el pensamiento con clericalismos intoxicados, ha conducido a una crisis de
credibilidad que atenta contra lo mejor del ser humano, es decir, su
capacidad para subvertir los ordenes codificadores y enajenadores de las
potencias vitales que le son connaturales. Precisamente este aspecto es la herida mortal que ha
recibido –y reciben- hoy día con una potencia insólita los hombres y
mujeres del planeta en circunstancias donde la lucha por la existencia
cotidiana se ha convertido en una batalla infernal para acceder a lo
elemental y mantenerse con vida, para no morir del hambre, de enfermedades
y de invalidez, ante lo que no logran cambiar, amén de sus magistrales
luchas. El
continuo homicidio contra lo humano, la legendaria supremacía que ha
atentado contra su imprescindible –y por qué no – inmaculada
dependencia relacional, ha trastocado y dislocado las conexiones activas
de crecimiento que han debido acompañarle siempre en un perpetuo preludio
para el sano desenvolvimiento de la especie y sus interacciones con
el universo. De esta forma, no sólo se perpetúa el genocidio
social, sino, conjuntamente con ello el ecocidio, por cuanto se destruye
indiscriminadamente el patrimonio cultural de la humanidad en cada operación
de conquista y asentamiento.[170] A
lo que hoy nos enfrentamos –ya que de enfrentarnos se trata –, es al
resultado histórico de deformaciones congénitas, hoy día totalmente
desarmadoras de sus valores sociales más preciados, a saber: la variedad
y unidad que debe caracterizarles y presidirles en todo su
desenvolvimiento. No es hora de verdades absolutas, abstractas y antihistóricas,
es momento de activismo, de rescate de lo mejor de la herencia diversa con
que contamos para poder destronar a los enanos de la libertad, al decir de
José Martí, y reorganizar un mundo acorde, en consonancia y cadencia con
su esencia. Es tiempo de evaluación y de proyección sobre la base de la
valoración de la experiencia acumulada, de un pensarse la vida desde una
historia activa para labrar el porvenir. No
puede seguirse hipotecando el futuro, o no habrá futuro. Es
pertinente la crítica objetiva, la lucha emancipadora, pero acompañada
siempre de una mesurada alternativa, de un verídico proyecto que nazca en
avenencia con la realidad de la existencia en cada lugar que se geste, que
no anticipe transformaciones para las que las masas no se encuentren
aptas, que les presida la gradualidad objetiva, que cuente con todos y
para el bien de todos. O
se alcanza la libertad, o nos adentramos a una era oscura donde la
inseguridad y la muerte nos rondarán por siempre. O se logra un
discernimiento y praxis reorganizadoras de las relaciones en general y
del mundo interior de cada individuo, o los intereses egoístas, esos
actuales amos del universo acuñarán al hombre bajo el estándar definido
y limitado que otros les impongan, pues: “Un ser sólo se considera
independiente cuando se para sobre sus propios pies; y sólo se yergue
sobre sus propios pies cuando debe su existencia a sí mismo. El
hombre que vive gracias a otro se considera a sí mismo como ser
dependiente. Pero yo vivo por entero gracias a otro si le debo no sólo el
sustento de mi vida sino que, además, él ha creado mi vida: si él es la
fuente de mi vida; si no es de mi propia creación, mi vida tiene
necesariamente una fuente de esta especie fuera de ella".[171]
No
pueden repetirse eternamente los errores de las revoluciones por las que
ha atravesado la humanidad, aquellas que contemplaban solo cambios de
forma, retoques de cosméticos y no de contenido de la actividad humana.
Las que movilizaron a los pueblos bajo los lemas de igualdad, fraternidad,
solidaridad, entre otros muchos y vivían –y viven- invocando el legado
democrático e independentista de sus sagrados muertos ya que no tenían
-ni tienen- nada que
ofrecer para dar curso a una creación nueva producto del ejercicio pleno
de las capacidades de cada individuo que participa en ellas. Con
lo cual, son convertidos en fantoches volubles de los designios de
autoridades políticas fuera del alcance del siempre ausente control
social y por tanto, fuera de la naturaleza humana, o lo que es lo mismo,
un movimiento histórico ajeno, desligado y enajenante de la inmanencia de
la especie, de acuerdo a los balances realizados por Carlos Marx en su
celebre Dieciocho Brumario de Luís Bonaparte, donde criticaba a las
revoluciones burguesas de su tiempo y a las proletarias concomitantes,
para poner en claro la naturaleza de su Revolución Comunista y las
negaciones y creaciones que debían acompañarle. En
tal dirección aleccionaba: “La revolución social del siglo XIX no
puede sacar su poesía del pasado, si no solamente del porvenir.
No puede comenzar su propia tarea antes de despojarse de toda veneración
supersticiosa por el pasado. Las anteriores revoluciones necesitaban
remontarse a los recuerdos de la historia universal para aturdirse acerca
de su propio contenido. La revolución
del siglo XIX debe dejar que los muertos entierren a sus muertos, para
cobrar conciencia de su propio contenido. Allí la frase desbordaba el
contenido, aquí el contenido desborda a la frase. (…)
En cambio, las revoluciones proletarias, como las del siglo XIX, se
critican constantemente a sí mismas, se interrumpen continuamente en su
propia marcha, vuelven sobre lo que parecía terminado, para comenzarlo de
nuevo, se burlan concienzuda y cruelmente de las indecisiones de los lados
flojos y de la mezquindad de sus primeros intentos, parece que sólo
derriban a su adversario para que este saque de la tierra nuevas fuerzas y
vuelva a levantarse mas gigantesco frente a ellas, retroceden
constantemente aterradas ante la vaga enormidad de sus propios fines, hasta
que se crea una situación que no permite volverse atrás y las
circunstancias mismas gritan: demuestra con hechos lo que eres capaz de
hacer.”[172]
La
cuestión referida al embate proveniente de los centros de poder político
mundial, no puede resolverse sólo desde la tenaz resistencia, sino desde
la construcción del porvenir comenzando en el mismo momento en que se
lucha, en su sentido perspectivo de por qué y para qué, en la construcción
diversa de la cualidad de relaciones humanas a que se aspira, los por quiénes,
para quiénes y desde quiénes. No son sólo los culpables los que adelantan las guerras, las
opresiones, sino además, quienes construimos el porvenir diferente, sin
que la diferencia cualitativa tome cuerpo, convenza y en adhesión con
ello se cultive la libertad real, plural, posible. La
herencia que recibe cada pueblo y la humanidad toda de sus revolucionarios
y/o pensadores, no es un manjar que se consume recalentado y vuelto a
recalentar según las coyunturas históricas para movilizar a las masas.
El legado de ideales y prácticas es preciso asimilarlas como memoria que
impulsa que da continuidad y supera los procesos transformadores, que
cualifican a cada época a partir de la cual se debe crear y crear
infinitamente para las nuevas y más perfectas calidades de vida que se
produzcan por la obra mancomunada de todos en la creación de una
verdadera humanidad socializada por excelencia. “La
prueba de cada civilización humana está en la especie de hombre y de
mujer que en ella se produce”,[173] afirmó José Martí el 15 de diciembre de 1894. La prueba de
nuestra civilización se encuentra en crisis. O
reorganizamos el mundo sobre auténticas relaciones humanas y se producen
hombres y mujeres a la altura de su tiempo,
que es la garantía del porvenir, o pereceremos bajo la bota, las espuelas
y la fusta de cada asno local o mundial que intente reproducir moldes en
lugar de humanos, “ordenes mundiales” en lugar de Orden Mundial. “Es además un arte de la política tener a los pueblos como distraídos
y aturdidos; y obligar sus ojos a espectáculos variados y nuevos para que
teniendo siempre qué mirar, no les quede espacios de mirar en sí, y se
vean míseros y bravos y se rebelen”.[175]
Proponerse un acercamiento al estudio de las direcciones
políticas revolucionarias en la actualidad, es posicionarse en un ámbito
reflexivo no siempre atendido desde la naturaleza de sus significantes en
cuanto a construcción de alternativas emancipatorias de cualidades
diferentes. Subrayamos pues, la necesidad de colocar en la mesa del
trabajo científico y práctico-político –exentos de dicotomías
artificiales- a la pluralidad de ejes presentes en las transformaciones
revolucionarias. Razón por la cual, los puntos de vista que se presentan bracean
espacios a un mirarnos en sí a perpetuidad, a una asunción de la creación
como sinónimo de rebelión en el pensar y en el hacer. Pudiera parecer por las primeras ideas formuladas, que se
construye primero la dirección política revolucionaria para luego dar
curso al proyecto alternativo. A tal
posible presuposición respondemos que no. Que ambos son procesos simultáneos
interconectados e interdependientes. La experiencia histórica recoge
una variedad de ejemplos en torno a esas concepciones lineales,
deterministas de los procesos históricos, de las cuales, dados los
resultados que se produjeron –y producen-, habría que preguntarse qué
direcciones políticas resultaron y, en consonancia con ello, qué
proyectos se edificaron desde esos presupuestos, y, por tanto, cuál o cuáles
eran los que realmente se requerían o requieren en sus variabilidades
enjundiosas. Tal visión artesanal obviaba que la construcción de
ambos componentes –dirección y proyecto político alternativo- han de ser transcursos interactivos que se imbrican y enriquecen desde
un interactuar plural multiforme, capaz de concentrar lo más cercanamente
posible los constantes cambios que se producen en el entramado social de
donde surgen. A lo que se añade, que tal enfoque unidireccional del
movimiento social no potencia a los sujetos políticos reales interesados
en la reorganización. No distingue, además, la diversidad de intereses
que los aúna desde articulaciones verídicas cambiantes donde, realmente,
y desde la experiencia práctica[176]
de la que parten con todos los lastres que le acompañan actúen como
directores, guionistas y actores políticos de sus destinos. El presente estudio pudo titularse también “Consejos
de un ausente”, tal y como Lenin rotulase al contenido de su meditar
en 1917, sólo que ahora los consejos provendrían de él. Mas el
posicionamiento marxista revolucionario que le concurre a la exploración
que se realiza, pretende enhebrar los ejes esenciales que atraviesan
medularmente la visión política alternativa al capitalismo ya en Marx,
Engels, Lenin, Gramsci o el Che Guevara, entre otras insignes figuras que
se inscriben en esa tradición teórico-práctica transformadora. Los
cuales indican claves y continuidades –salvando las distancias objetivas
de los períodos en que vivieron sus autores- sobre un asunto medular, a
saber: la desenajenación. Pues no puede hablarse de dirección política revolucionaria, de
proyecto político alternativo emancipador, si no se tocan los cimientos
que cosifican la vida bajo las relaciones capitalistas, si no son
construidas constante y heterogéneamente las mediaciones articuladoras
del rumbo propuesto, desde las múltiples transiciones y progresiones que
sean ineludibles, las cuales tocan en sus gérmenes mismos, a las
interacciones que se han de ir entretejiendo en cuanto a dirección y
autodirección política. Se enfatiza de esta manera, más en lo que une que lo que separa el pensar y hacer de los representantes de
esta corriente política –en lo que más se ha insistido es en la
diferencia, a veces indiscriminadamente-. Este
trabajo, se construye por tanto, desde Lenin, religando e interdialogando
con todo el ambiente marxista revolucionario. ¿Casualidad, capricho o
empecinamiento de la autora? ¡No!. En el asunto que nos ocupa, las
aportaciones del líder bolchevique son vitales, y son justamente muchos
de esos ámbitos los más “llevados y traídos” para legitimar o
justificar procesos que no siempre abren espacios verdaderamente
revolucionarios, ya que son primero penetrados y luego secuestrados por las recurrentes
modalidades de interacción precedentes, dando lugar a injertos nuevos
subdesarrollantes, con sus consecuentes fardos de retroceso para los seres
humanos sumergidos en la experiencia. Olvidando así, que “(…) de la esclavitud brotan los héroes; pero de la infructífera
libertad brotan solamente los inútiles”.[177] A lo que
se pudiera añadir, las negaciones propias de los que se oponen al alcance
de una humanidad socializada, al decir de Carlos Marx. Es por ello, que a este examen le asiste como objetivo
central revitalizar el pensamiento leninista imbricado desde complexiones
más amplias con el Marxismo de transformaciones esenciales. Intenta
rescatar a todas luces, la herencia que necesitamos y que muchas veces es
negada, ignorada o mal valorada. Lo
incuestionable es que los aportes están ahí, incluso en los errores que
se cometieron bajo su dirección política, en los que reconoció y para
los que buscó alternativas correctoras, y en los que, a la distancia de
la experiencia revolucionaria, hoy podemos evaluar para no errar en el
mismo sentido, ni plegarnos a los dictados imperialistas, los de sus acólitos
y los de advenedizos en materia de pensamiento y praxis marxista
revolucionaria. “Uno de los rasgos
más categóricos de la victoria ideológica del neoliberalismo ha sido su
capacidad para influenciar decisivamente la agenda teórica y práctica de
las fuerzas sociales, las organizaciones de masas y los intelectuales
opuestos a su hegemonía. Si bien este atributo parecería haber
comenzado ahora a recorrer el camino de su declinación, reflejando de
este modo la creciente intensidad de las resistencias que a lo largo y a
lo ancho del planeta se erigen en contra a su predominio, las secuelas de su triunfo en la
batalla de las ideas están llamadas a sentirse todavía por bastante
tiempo.”[178]
Ante la pervivencia de tales secuelas en el pensamiento y
praxis de las izquierdas, de los revolucionarios es inexcusable no volver
sobre las huellas del pensamiento reorganizador universal y marxista
transformador en especial, con mirada que escudriña y crea desde las
diversos escenarios que emplazan cambios reales, para abrir caminos
heterogéneos, pero sorteando desvíos que puedan enmascarar las
metamorfosis de dominación que se imponen en el planeta.[179]
Las fases por las que transitamos, y el accionar
expoliador que caracteriza a las interconexiones sociales asentadas en la
rentabilidad del capital y de las haciendas que les acompañan a sus
tutores y cicerones de bolsillo, demandan
como nunca antes de la presencia del marxismo.[180] Pero no de un marxismo de comparecencias,
sino de esencias, de crítica al sistema global imperante pasando por su
propia historia, capaz de proponer alternativas en íntimo correlato con
el resto de los movimientos progresistas actuales, y que contemple, a
su vez, las imprescindibles mediaciones que propendan a una liberación
asentada en una totalidad compleja, multiforme y variada del macro y micro
mundo de interrelaciones humanas que se propone redimir, con la anuencia
de todos los sujetos sociales inmersos gradual y activamente en dicha
reorganización de los cimientos de la civilización. Se levanta pues, de tal suerte, el marxismo de la diversidad en la
unidad de acción y transformación y no de la exclusividad de liderazgo,
aquel que revitaliza sus fuentes no de forma enmohecida, sino vital,
contribuyendo con ello no sólo a legitimidad de su herencia, sino a los
apremios de la humanidad. La cuestión de la
dirección política en las luchas sociales ocupa un lugar central para
cualquier movimiento emancipador, dado que ella está referida al problema
de la necesaria heterogeneidad que le acompaña y, por tanto, de la
variedad de intereses presentes en cualquier proceso de lucha, aspectos éstos
que de no tenerse en cuenta en el encauce de los motivos de acción social
pueden abortar el intento. Es oportuno, por tanto, tener muy en cuenta que
la unidad sólo puede lograrse desde la pluralidad, inclusividad y la
participación real de las masas en la toma de decisiones políticas, es
decir, el control social desde abajo sobre la gestión de dicha dirección
política, la cual ha de ser construida como un poder político de amplia
base social, a lo que se adiciona el respeto integral a las convicciones
de los sujetos políticos. La ventaja personal –al
decir leninista - es el principio activo de la libertad. Es imposible avanzar en
el estudio de las experiencias transicionales socialistas o de cualquier
alternativa de progreso social, si no se tiene en cuenta el lugar de la
vanguardia[181]
y/o dirección política revolucionaria
–denótese como se denote- en su implementación. Hay que esclarecer
que de su responsabilidad compartida movilizativa dependen los destinos de
la transformación social, en la medida en que el proyecto político se
realice desde su génesis misma, atendiendo con igual destreza el macro y
micro mundo que intenta reestructurar, es decir, desde el individuo hasta
todo el pueblo en su conjunto[182],
que se aproxime y proponga atender fidedignamente el todo y sus partes
constitutivas, articulativas, mediante conexiones humanas activas y
efectivas, o sea, que se aproxime a dar curso a una alternativa
emancipatoria real, porque es cualitativamente diferente. El problema de la dirección
y organización de las diversas clases, grupos sociales e individuos
inmersos en la experiencia libertaria es uno de los aspectos más
debatidos y a los que mayor atención ha prestado todo el pensamiento
avanzado, en especial el marxista revolucionario. Puesto que, de los modos
concretos en que la conducción política asumiera la dirección de los
procesos acorde a las realidades y conflictos que se desarrollan en el
escenario nacional e internacional dependía – y depende –todo el
movimiento de redención social; en particular hoy, dadas las condiciones de integración y segmentación en
que se desenvuelve el mundo como correlato de una humanidad que se
globaliza en un hábitat hegemónico neoconservador, del que ningún
pueblo se encuentra exento y al que en múltiples experiencias no se le
analiza desde la variedad de problemas que origina, y en consecuencia con
ello, de opciones posibles a encaminar. El contenido del término
vanguardia ha sufrido múltiples
desviaciones del que los pensadores marxistas, en particular V.I. Lenin,
le asignara en su momento histórico. Es por ello que, en aras de reavivar
sus contenidos y colaborar a una memoria histórica activa en cuanto a la
construcción de alternativas libertarias, es que asumimos el estudio del
mismo al destacar en todo momento
que no es el nombre que asuma la dirección política del proceso
revolucionario lo determinante, sino la naturaleza de su significado científico
–aglutinador, participativo real- para el alcance de una organicidad
interna que dé solidez, textura y, por ende, unidad real de motivos de
acción y defensa de las conquistas que se van alcanzando, así como de
las perspectivas en reproducción ampliada de los objetivos socializantes
propuestos. Pero este proceso debe comenzar mucho antes de acceder al
poder político; debe ser conducta cotidiana internalizada como necesidad
de una nueva existencia individual y social mejor. Cierto es que las
condiciones de lucha no siempre facilitan tal empeño; lo que sucede es
que los propósitos no deben quedarse en eso, han de materializarse
siempre como diseño estratégico que actúa y no sólo se declara,
gradual como marcha de ascenso, pero verídico. Por tanto, llámese vanguardia o del modo que se le designe, el norte
aproximado que se debe seguir para el accionar político es el examen, por
un lado, de la experiencia acumulada y, por otro, el crecimiento activo
del pensamiento sobre la base de la dinámica social en la participación
y control social a todos los niveles de gestión, aunando de esta manera
voluntades e intereses, pues así se logra responder diversificadamente a
las necesidades variadas por excelsitud y, por ende, al surgimiento de un
tipo nuevo de autoridad política no experimentada por la civilización en
sus anales. En tal dirección Lenin
explicaba: “...implica enseñar al pueblo a conseguir eso y a dar los
demás ejemplos de este tipo, no
como miembro de un comité ejecutivo, sino como simples ciudadanos que,
por tener mayor instrucción política que otros, saben no sólo regañar
(...) sino mostrar cómo se vence al mal en la práctica”.[183]
La condición de ciudadanos
desde una nueva organicidad social acorde a las cualidades distintivas de
las denotaciones conocidas y valores que la sustentan comenzaba a ser
reconstruida, aspecto este aún inconcluso, pero colocado en el escenario
de reflexiones pasado y presente. Con gran insistencia los
pensadores marxistas velaron por el problema de los ineludibles e
impostergables cambios de la organicidad y principios de gestión política
acorde a las metamorfosis que se generaban en el entorno planetario donde
se verificaba el conflicto, así como, del ineluctable apremio en el
perfeccionamiento de las formas de gestión y las bases unitarias del
proceso en concordancia con las tareas inmediatas y ulteriores.[184] Recordemos, a propósito
de este aspecto, cuando Lenin evaluaba las causas del fracaso del
socialismo en su primera gran crisis de principios del siglo XX, cómo se
avizoraban ya elementos que retardaban o abortaban las potencialidades de
las masas; en tal sentido apuntaba: “La causa fundamental de su
bancarrota consiste en que “han fijado la mirada” en una forma determinada de crecimiento del movimiento obrero y del
socialismo, olvidando el carácter unilateral de esa forma; en que les
ha dado miedo ver la brusca ruptura inevitable por las condiciones
objetivas, y han seguido repitiendo las verdades simples, aprendidas de
memoria y a primera vista indiscutibles: tres son más que dos. (...) En realidad, todas las formas antiguas del movimiento socialista se han
llenado de un nuevo contenido, por lo cual ha aparecido delante de las
cifras un signo nuevo, el signo de “menos”. Pero nuestros sabios seguían
(y siguen) tratando con tozudez de convencerse a sí mismos y convencer a
los demás de que “menos tres” es más que “menos dos”.[185]
Un adiestramiento
esencial que podemos extraer los marxistas contemporáneos y los
luchadores contra la hegemonía neoconservadora con relación a la
experiencia leninista, es que el vivo organismo social –material
determinante del empeño transformador –, experimenta cambios acelerados
y exige, en adhesión con ello, modificaciones activas, múltiples
transiciones acorde a las variaciones que el movimiento civilizatorio
experimenta. Con lo cual, tanto los modos específicos de interactuar con
la sociedad, la estructura, organización, funcionamiento y proyectos que
elabore el cuerpo unificador de las tendencias fundamentales del momento
en cuestión, deben poseer como
peculiaridad sustantiva de su existencia los principios activos de la
complejidad, al atender a las imprescindibles mediaciones que en todos los
órdenes las rigen, eludiendo de esta manera
los determinismos, certidumbres
y automaticismos. Lenin, al referirse al
impostergable cambio de las formas y modos de dirección política social
que pueden hacerse obsoletas cuando no les preside la dialéctica, el
activismo, la complejidad y la relacionalidad que tipifican las
interrelaciones humanas y las mismas se mantienen atentando contra la
veracidad del propio proceso desenajenador, precisaba: “El tránsito a
la organización revolucionaria es una necesidad, lo exige el cambio de la
situación histórica, lo reclama la época de las acciones
revolucionarias del proletariado; pero este tránsito sólo es posible si
se salta por encima de los antiguos líderes, estranguladores de la energía
revolucionaria, si se salta por encima del viejo partido, destruyéndolo”.[186]
De gran valía resulta en
la actualidad la reflexión del líder bolchevique. Ello asociado, de una
parte, a la crisis de credibilidad que presentaron -y presentan- un buen número
de organizaciones y/o partidos políticos que en su accionar cronístico
llegaron incluso a traicionar las fuentes y herencias de las que partían,
ocasionando en gran medida los éxitos y arribismo del capitalismo
transnacionalizado y sus testaferros nacionales. De otra, por la dinámica
propia que no puede faltarle a los profundos procesos que hoy encaminan
senderos de redención, y que han de tener muy presentes los errores
cometidos para no errar reiteradamente en lo ya conocido, aunque desde
nuevas modalidades excluyentes. Pues los transcursos pueden ser nuevos por
muchas razones, pero las mediaciones interconstitutivas e
interconstituyentes pueden encontrarse penetradas y/o dominadas por
imperativos cosmovisionales del pasado.[187]
Por lo que las
organizaciones, movimientos y todas las asociaciones progresistas han de
encontrarse en condiciones de superar conscientemente los hipervínculos
que se producen entre las crisis internas derivadas de los propios errores
y las que impone la propia crisis imperialista en el momento situacional
en que se presenta, so pena de perder sus propias garantías para la
lucha. La experiencia acumulada certifica la previsión leninista: sin dinámica
e interacción real se abortan los proyectos libertarios. La práctica
revolucionaria, en el desarrollo y resultado de los movimientos sociales
de grandes o pequeñas envergaduras demostraron que, por mucha fuerza que
se desplegase en torno a un objetivo, por muy numerosa que fuese la
participación popular, si no se establecía una certera dirección
de masas, que orgánica y sistemáticamente condujera el movimiento
contando con la masas, enseñándola a que se tiene que contar con ella en
todo el proceso de toma de decisiones, el objetivo estaba perdido, aún
y cuando palpitase emocional y conscientemente en el pueblo.[188]
Los estallidos espontáneos
fracasan si las masas son acéfalas. Y la dirección política puede
fracasar también, si no tiene en cuenta los cambios inmanentes de la
estructura social y espiritual de toda la civilización en su conjunto, si
no imbrica al pueblo en la dirección, en un compromiso razonado, fruto de
un debate general en cómo hacer, en qué medidas tomar, ya que son ellos
los que mantienen el pulso de las realidades existenciales y de los modos
concretos para superarlas en íntimo correlato con el liderazgo que ellos
mismos construyen. Se presenta, por tanto, un proceso de acciones y
reacciones mutuas imposible de prever si sólo analizamos un aspecto del
problema y no al todo activo articulado organizado y autoorganizado,
constituyéndose y autoconstituyéndose
en su conjunto. El asunto referido a la
organicidad social –al que no se le presta la suficiente atención-
vuelve a levantarse una y otra vez ante los estudiosos de las Ciencias
Sociales, en particular de las Ciencias de la Política, penetrados hasta
tuétano de hueso de las doctrinas que les han subdesarrollado y tullido
la originalidad de sus fecundaciones. Es apremiante en este momento y para
lo porvenir, conocer y procesar con
sentido activo, cuestionador lo acumulado en saber y praxis por la
humanidad, pero la reconstrucción como creación de novedad diferente
tiene que reconvertir todos los andamiajes ancestrales y ajenos que se les
filtran por las nuevas y viejas techumbres. Pues, se “(…) usará de lo antiguo cuando sea bueno, y creará lo nuevo cuando
sea necesario: no hay por qué invalidar vocablos útiles, ni por qué
cejar en la faena de dar palabras nuevas a ideas nuevas”.[189]
Las construcciones científicas propias que contribuya a labrar el
porvenir, en particular americano y caribeño, tienen que ser pensadas en
el proceso mismo de redención, los diseños previos en sus generalidades
imitan, niegan la invención de lo futuro. No pueden existir en éstas tierras vírgenes de
libertad, modelos que ajusten el zapato al pie descalzo, es preciso
inventar la forma de calzar y autocalzarse a los hombres y mujeres
americanos y caribeños con los atributos cosmovisionales e identitarios
que les son diversificadamente propios. “La vida debe ser diaria,
movible, útil; (…) No aplicar teorías ajenas, sino descubrir las
propias. No estorbar a su país con abstracciones, sino inquirir la manera
de hacer prácticas las útiles”.[190] Esa genuina aspiración,
que en sí misma es de redescubrimiento, ha de gestarse desde sus raíces
patrimoniales, en ruptura articulativa con las modalidades que les son
ajenas, y que siguen colonizando sus perspectivas de no desembarazarnos de
ellas y autentificar las herencias y realidades que nos son
consustanciales. De las tendencias al Arielismo[191]
cuesta mucho desprenderse, ellas penetran por doquier, pues corren por las
arterias conectivas civilizatorias. Es perentorio cortar esos flujos,
emanaciones y reconstruir el tejido propio palmariamente dañado por el
colonizaje perpetuo a que hemos sido sometidos y nos sometemos consciente
e inconscientemente El término vanguardia,
por ejemplo, y su contenido social, clasista, político e ideológico, comúnmente
se confundió o identificó absolutamente con el de partido u organización
revolucionaria específica, convirtiéndose este en un problema de
principio que desarticulaba la praxis revolucionaria en nuestras
realidades, a lo que se suma la vulgarización de la materialidad del
propio concepto, el cual se identificó, además, con un funcionamiento
verticalista, voluntarista y repetitivo, con lo cual se desvirtuó la
posibilidad de aproximarse a la naturaleza de su funcionamiento.[192]
La imitación, aceptación y ajuste estricto a lo que “se decía era”
sufrió una doble desvirtuación, y en consonancia con ello, perdida de
posibles significantes. El desarrollo desigual
-acentuado en la actualidad-, la heterogeneidad social y clasista que
acarreaba, los diversos intereses e ideologías que las sustentaban, exigían
que “…para ser vanguardia sea necesario precisamente atraer a otras
clases”,[193]
y no era, ni es simplemente
atraerlas, sino saber colocarse a la cabeza de todo el movimiento
revolucionario, al representar cabalmente sus intereses, al construirse
constantemente en avenencia con la identidad plural que les conforma.
La dirección política del movimiento hacia una alternativa transitoria a
la emancipación hoy, no es sólo representante de los trabajadores, de
los desposeídos de propiedad, sino de todos los sectores expoliados por
el imperialismo transnacional y sus colaboradores, y este es un precepto
enunciado ya por Marx, cuando destacaba que el movimiento comunista defendía
los intereses de las más bastas y plebeyas masas. La magnitud del
movimiento de oposición a la capitalización coercitiva y totalitaria de
la existencia, trasciende cualquier frontera social que se establezca,
dado el carácter artificial de dicha postura, exclusivista por
naturaleza, por muy de pueblo que intenten presentarla sus sustentadores. La
resistencia múltiple debe construirse y cambiar su contenido a
perpetuidad. Es por ello que,
identificar a la vanguardia o dirección revolucionaria con un sólo
partido, con la defensa de los intereses de una clase, es tergiversar la
esencia de su contenido, es demeritar su funcionamiento y su estrategia de
lucha, es frustrar prematuramente un proceso por muy justo que sea
“…Pues, no basta con titularse “vanguardia”, destacamento de
avanzado: es preciso además,
- aseguraba Lenin - actuar de modo que todos los destacamentos vean y estén
obligados a reconocer que marchamos a la cabeza
(...) es que los componentes
de los demás destacamentos “son tan estúpidos que van a creernos de
palabra que somos la “vanguardia” .[194] La vanguardia o dirección
política revolucionaria debe constituir el liderazgo indiscutible
–porque se construye desde abajo y multidimensionalmente- en la dirección
de la lucha política desde una óptica totalizadora, que atienda la
diversidad inmersa en la revolución; debe, además, demostrar en la práctica
cotidiana su valor como fuerza política, sobre la base de un estudio
consecuente, constante y dinámico de la correlaciones sociales y de los
intereses políticos e ideológicos que se mueven en la sociedad, e
imbricar al pueblo en tal dinámica reorganizadora. Por tal razón, el
autotitularse vanguardia o dirección política, o el considerarse así, a
título perpetuo, origina tantos descalabros e incompetencias, y en el
peor de los casos, burlas. “En
consecuencia, no existen vanguardias preestablecidas ni predestinadas”,[195]
ni santificada por una fe divina o superior.
Existe vanguardia o dirección política genuina cuando ella resume,
-porque incluye- los intereses, motivos y práctica en el quehacer
transformador revolucionario. La dirección política
revolucionaria precisa como instrumento de gran valor una genuina teoría,
no sacada de cualquier “ilustre cabeza” o cátedra universitaria,
enmohecida por el tiempo y el manoseo indeciso y/o intencional que cada
vez más se aleja del movimiento real revolucionario y de sus exigencias
De tal suerte, Lenin nos legaba: “...Quien conozca por poco que sea el
estado efectivo de nuestro movimiento, verá forzosamente que la vasta
difusión del Marxismo ha ido acompañada de cierto menosprecio del nivel
teórico. Son muchas las personas muy poco preparadas, e incluso sin
preparación teórica alguna, que se han adherido al movimiento por su
significación práctica y sus éxitos”.[196] El crecimiento numérico indiscriminado sin
claridad política y el desdeño a la teoría han afectado grandemente
cada condición de vanguardia o dirección política auténtica. Esta necesidad constante
de enriquecer la teoría con las fuentes autóctonas y universales para
perfeccionar el programa revolucionario es una condición sine qua-non
para rubricar tal posición. La teoría corrientemente se hecha a un lado
y se siguen aplicando esquemas conocidos y más cómodos. Mientras que el
burocratismo, los tecnicismos, los apresuramientos o adormecimientos, la
intención de resolverlo todo a espaldas de un pensamiento revolucionario,
científico, de continuidad esencial capaz de distinguir y no de rupturas
“novedosas” y negaciones absolutas, va calando en todas las
estructuras organizativas y de poder revolucionario, lo que conduce a una
pérdida del vínculo con la realidad, a que los acontecimientos
sorprendan y a que la práctica se convierta en un apaga fuegos, por lo
que, el ideal se transforma en un movimiento imposible de asimilar por las
masas que se pretenden conducir sin incluir. Es muy común en el
movimiento obrero, en la construcción del socialismo y cualquier
movimiento social, absolutizar la lucha económica, colocarla a la altura
de algo casi divino, e identificar todo el movimiento con las demandas de
este tipo y con las transformaciones en ese sentido. Sin lugar a dudas, las cuestiones de la lucha por la existencia cotidiana –tal y como
apuntase Carlos Marx en sus “Manuscritos económicos y filosóficos de
1844” y en otras muchas obras-, constituyen aspectos esenciales de la
redención humana, pero éstos,
asumidos solos sin el resto de aspectos que concretizan la actividad en
sociedad, conducen a un mecanicismo cuantitativista poco objetivo y
desvirtuante de la alienación de los individuos. La dirección política
debe velar conveniente y convincentemente por este aspecto del debate,
debe estimularlo pero, al mismo tiempo, debe encauzar la lucha económica
en los rieles de la lucha política, cultural y de todos los
acometimientos en general que urgen librarse para reorganizar al mundo
acorde a la libertad en toda su complejidad y diversidad. Esto, de suyo,
permitirá eludir todas las torceduras al espontaneísmo en las masas, y a
todas las desviaciones de sus dirigentes, al demandar para ello el control
social a todos los niveles por las masas, que aprenden y se auto
transforman cuando las progresiones sociales dan cauce a una autointegración
y autorreflexión individual y colectiva, la cual es fruto de una
comunicación sin fronteras fomentada por una praxis ínter vinculante en
oposición al aislacionismo al que conducen las ancianas, raquíticas,
pero actuantes relaciones capitalistas enseñoreadas desde tiempos pretéritos
del planeta. Las luchas entre lo
nuevo y lo viejo han de ser contiendas de esencias que no dejen margen
para que lo caduco se restaure bajo un manto retocado aparentemente nuevo.
Este enfoque permite además,
fortalecer la organización y dirección política, dado que: “El carácter
de la estructura de cualquier institución –precisaba Lenin - está
determinado natural e inevitablemente por el contenido de la actividad de
dicha institución”.[197]
Esto exige, por tanto, una correcta atención al factor organizativo sin
hiperbolizar su significación ni calcar la estructura interna de otros
partidos y organizaciones hermanas, sino tener como norte la actividad
concreta, sus cambios cualitativos y el activismo que dimanan de las
nuevas circunstancias y momentos transicionales por los que atraviesa la
actividad encaminada a la desalienación gradual civilizatoria. Debe en tal sentido la
organización en general, prestar atención a cualidad de sus dirigentes,
los cuales no pueden ser preconcebidos, sino provenir de líderes
indiscutibles del pueblo, aún y cuando no posean una filiación
partidista o de las organizaciones que encabecen la hegemonía en ese
momento. La calidad de las personas que conforman a la dirección política,
no se logra con la creación de cargos para hombres, sino en lograr
hombres para cargos necesarios, de acuerdo a las características de las
luchas y tareas sociales, al mantener viva la capacidad de aglutinar
voluntades en torno al programa de transformación y a la continuidad del
proceso. Por mucho que se insiste
en este asunto, por muy claro que aparezcan estas cuestiones hasta en el
discurso político y en el del pueblo, elementos asociados a
inexperiencia, tradiciones, costumbres, hábitos, psicología, entre
otros, originan comportamientos políticos no de verídica elección, sino
de designación a dedo –al decir de Ernesto Guevara-; tales prácticas
poseen implicaciones nefastas para el movimiento emancipador.[198]
De suyo, en el transcurso del proceso llegan a poner en tela de juicio la
credibilidad y legitimidad que les asiste hipotecando así el futuro. La
magnitud de la crisis que se va gestando bajo tales interacciones coloca
en evidencia mecanismos de delegación del poder político de las masas,
los cuales se abren paso de mil maneras al penetrar la praxis y desvirtuar
hasta los objetivos declarados, aquellos que se van trastocando en
clericalismos intoxicados de confiabilidad, fe y otros dogmas ajenos a la
praxis real que es lo que se precisa, con lo cual se transita a
desmantelamientos del poder político de aquellos a quienes les compete
por ser sus hacedores. Experiencias de este tipo se han encontrado
presentes en más de una alternativa libertaria a lo largo de la historia
de la humanidad; procesarlas, asimilarlas y aprehenderlas creadoramente en
la contemporaneidad es una tarea primordial para eludir lo más
cercanamente posible cualquier desviación del sentido emancipatorio
propuesto. El valor preventivo de
las reflexiones leninistas posee trascendencia universal, en tanto un
estudio con detenimiento de su obra pone en claro la multiplicidad de
imbricaciones presentes a considerar en una reorganización de las
relaciones humanas desde la óptica de una memoria histórica activa, que
atienda e investigue todos los ejes que dieron lugar a tales
manifestaciones en las experiencias socialistas conocidas, cuestión esta
aún no agotada y que, dadas las condiciones en que se producen las luchas
frontales contra el neoconservadurismo desde un subdesarrollo depredador,
pueden generar espacios a errores ya cometidos con anterioridad e incluso
procesados como experiencia política en su momento. La dirección política
revolucionaria es un arte muy complejo, pero indispensable a considerar en
toda su magnitud, al elaborar conscientemente una estrategia que se vaya
modificando y perfeccionando en concordancia con la evolución social que
provenga de ella misma. La dirección no puede situarse por encima ni
retardarse a la realidad social. Su existencia como tal depende de su
capacidad de accionar, prever el desarrollo histórico y vincular a las
masas a la toma de decisiones de manera real y gradual de acuerdo a las
condiciones específicas de cada país. Las tareas, la exposición de los fines que le acompañan, tienen que
armonizarse y entronizarse eficazmente. Los métodos anticuados son eso, métodos
que fenecieron y que de prolongarse dejan de tener sentido para el
individuo y para toda la sociedad. La frescura y lozanía de los procesos
demandan realidad y, de conformidad con ello, debe pasarse a una actividad
que redunde en activismo consecuente como principal resorte contra el
estancamiento y la decadencia. De lo contrario, la crisis siempre rondará
al movimiento que en la medida en que postergue o retarde la praxis dejará
de ser una alternativa emancipadora real, así como la dirección política
que le acompañaba se esfumará como por encanto o permanecerá viviendo
de las loas que ellos mismos se fabriquen. En tal sentido, alertaba
Lenin: “Esas declaraciones y proclamas, esos manifiestos y decretos
fueron necesarios en su día. De eso ha habido bastante. Antes todo eso
era necesario para mostrar al pueblo qué queríamos construir y cómo,
que cosas nuevas e inauditas queríamos hacer. Pero,
¿acaso se puede seguir mostrando al pueblo qué se quiere construir? ¡No
se puede! En ese caso, el obrero más sencillo se burlará de nosotros y
dirá: “¿Qué me vienes mostrando sin cesar cómo quieres construir?
Muestra con hechos cómo sabes construir. Y si no sabes, ¡vete a la
porra!, que yo llevo otro camino”. Y tendrá razón”.[199]
El modo de encauzar la
lucha contra el imperialismo en las condiciones actuales exige un análisis
pormenorizado de la herencia marxista revolucionaria y universal con
relación a la dirección política revolucionaria y a una reevaluación
integral de las condiciones actuales en que transcurre la vida del planeta
para poder asumir la complejidad que preside a las corrientes políticas[200]
ínter actuantes. Todo ello, en aras de encontrar
las formas organizativas eficaces de una marcha reorganizadora de la
civilización, conducida por ella y para toda ella. La
crisis general que experimenta el género humano en el presente siglo es
superior a cualquiera de las que sufrió a lo largo de su evolución y
desarrollo, dado que tiene que ver con las propias bases de su existencia
como especie. Toca a los seres humanos
inmersos dentro del inmenso torrente de fuerzas que se oponen a una atávica
existencia, encontrar los modos eficientes que demandan los tiempos y
demostrar fehacientemente la fuerza de sus alternativas civilizatorias. Las organizaciones que
agrupen a los hombres actuales y futuros no pueden ser cenobios, sino por
el contrario, verdadero artífice del hontanar de la creación humana. Y
como norte clave para el quehacer presente y ulterior se recomiendan las
siguientes reflexiones de José Martí: “Consejo,
examen tranquilo, indicación desapasionada: todo esto, y no odio,
debe constituir la oposición”.[201]
“No debe haber oposición constante; debe
hacer constante, concienzudo examen y consejo”.[202] Por tanto, las direcciones revolucionarias han
de contar fehacientemente con la herencia pasada
y presente sobrepasándolas. Han de saber asimilar además, las
experiencias revolucionarias concomitantes, y han de contar con las masas
siempre como modo de conducirlas y autoconducirse a propósitos
libertarios humanos. Para de esta forma, aproximarse a romper el
unicentrismo civilizatorio histórico y reconstruir a la humanidad
sedienta de un nuevo activismo y realidad existencial. La
alternativa está en nosotros, nos toca pues, saber encauzarla para bien
del planeta azul. ¿El león dormido o leones que no duermen? "Toda
reforma origina un cambio, y todo
cambio lastima intereses. Excepto
en los grandes momentos históricos, en que se revela en el fondo del alma el león dormido, o en los grandes caracteres, que
son leones que no duermen, los
intereses se oponen siempre tenazmente a las reformas. Hay que
esperar, pues, para que las reformas triunfen, ya a que su necesidad se
haga tan visible que aquellos que se negaron a aceptarlas acudan
espantados a decidirlas, ya a que
los intereses de los que hayan de decidirlas vengan a estar del lado de
las reformas".[203]
“¿El león dormido o leones que no duermen?”
incita una vez más a meditar sobre los procesos de reformas que probaron
suerte, y que se despliegan hoy las experiencias transicionales
socialistas, en especial en Cuba. Los tradicionales modos de asumir las
reformas –en el momento que se plantean y se toman como opción-, cual
movimientos nuevos desconectados de sus similares en el mundo y sus
antecedentes en el país en cuestión, marcan senderos extremadamente
trillados para que florezca verdaderamente una alternativa de cualidad
diferente desde sus entresijos. La ausencia de continuidad, de memoria
histórica activa que religa y sobrepasa impulsando al progreso, no es sólo
un atributo de las “memorias del subdesarrollo”, es praxis
civilizatoria de todos los tiempos. Ahondar en las esencias que nos
apartan del mejoramiento humano, a partir todas las opciones posibles
donde se incluyen los procesos de reformas, eso es lo que urge forjarse.
“Y eso es lo que hay que hacer; a las entrañas”.[204] Este repensar al presente, en materia de reformas -desde
dentro de las diversas transiciones al socialismo en la transición al
socialismo- se asume sin perder elementos a los que con anterioridad
se han hecho referencias, incluso antes de que en Cuba tales transcursos
fuesen escogidos, y cuando aún los debates sobre el mismo eran tan
exiguos, que casi se les consideraba innecesarios o herejías ajenas a una
realidad transicional de esa naturaleza –socialista-. Con lo cual se denota, que las reflexiones que contiene[205],
retoman conectores válidos en el sentido de continuidad y perenne punto
de partida que necesita nutrirse de los acelerados cambios que se producen
en el tejido social y su consiguiente análisis interrogativo, propositivo,
asumidos en el espíritu de
alternativo y de insinuación científica inacabada, inconclusa pero
aproximativa. Atender un tema como el que versa este trabajo desde
finales de la década de los ochenta del pasado siglo, no significa
encontrarse elaborando -ni por asomo- una teoría sobre el mismo, sino más bien una preocupación constante en forma de discernimiento
proyectivo respecto a problemas que nos conciernen a todos, en particular
a los científicos sociales. Porque éste, como cualquier otro asunto
relacionado con la convivencia y los destinos de la civilización, meritan
ser tratados con-ciencia y por añadidura responsabilidad, sensibilidad y
pluralidad de opiniones. Por lo que,
en lo concerniente a lo “nuevo” o “viejo” a lo que podamos
referirnos dentro de los marcos de este examen, valen más la memoria histórica
activa que religa, que se regenera; que las afirmaciones cerradas de última
hora o de todas las horas, para las cuales el dialogo es un asunto de
puertas afuera según marche la partida de ajedrez que se juegue. Vale también poner en claro –en medio de una
oscuridad de distinción científica del asunto-, que el proceso de
aproximación realizado por esta autora a las cualidades de reformas en
las transiciones al socialismo, se
fue gestando en momentos en que las reformas adoptaron también la condición
alternativa dentro de una lógica mundial que propendía igualmente al
ajuste de la dominación del capital. Por lo que, los primarios
estudios presentados en diversos enclaves, chocaron con la incomprensión
de muchos, que con razón se empeñaban en demostrar, más el carácter
espoliador de las mismas en general, con sus improntas para el mundo
subdesarrollado, que la viabilidad
de su implementación en el abrir caminos al socialismo desde un construir
sus propios senderos. Es decir, criticaban dichos procesos aspecto
este meritorio, pero olvidaban conjuntamente analizar, que él mismo poseía
una historia de construcción científica -igualmente crítica-, pero
posible de concebirse desde otra lógica esclarecedora de lo alternativo
al capitalismo. Esclarezcamos,
existió una ausencia de comprensión, ponderación diferenciante,
pluridiferenciante en crecimiento desde la crítica, en su continuo a opción
de construcción social perspectiva. De esta manera, los aportes críticos a la propuesta de
reformas elaboradas desde el capital para más capital, desde la exclusión
para más exclusión dejaron huellas esclarecedoras a posteriori hasta
para nuestros enfoques desde la transición al socialismo, aún y cuando,
ese no era el sentido de entonces: “La década de los ochentas dió inicio a una verdadera
oleada reformista en nuestra región. Antes de presentar sus
contornos más sobresalientes conviene, empero, detenerse brevemente para
despejar una cuestión semántica nada intrascendente.
Resulta que se ha convertido
en un lugar común hablar de “reformas” para referirse a lo que, en la
tradición del pensamiento político occidental responde mejor a la
expresión “contra-reforma.” (…) Bástenos con decir que, en
realidad, las políticas llevadas a cabo en nuestra región lejos de haber
introducido “reformas” –esto es, cambios graduales en una dirección
tendiente hacia una mayor igualdad, bienestar social, y libertad para el
conjunto de la población - lo que hicieron fue potenciar una serie de
transformaciones que recortaron antiguos derechos ciudadanos, redujeron
dramáticamente las prestaciones sociales del estado y consolidaron una
sociedad mucho más injusta y desigual que la que existía al comienzo de
la etapa “reformista”. Lo que ocurre es que la victoria ideológica
del neoliberalismo se expresa, entre
otras cosas, por un singular deslizamiento semántico que hace que las
palabras pierdan su antiguo significado y adopten otro nuevo. En ese
sentido, las “reformas” padecidas por nuestras sociedades en las últimas
décadas son, en realidad, acentuados procesos de involución social”.[206]
Atiéndase, como Atilio Boron hace hincapié en la
cuestión semántica de enorme trascendencia para el curso de un proceso
reformador y a las tendencias que le acompañan, así como sus destinos
constatados -o en constatación- en las praxis sociales. Por lo que, los
esclarecimientos científico metodológicos desde los cuales se construyen
los acercamientos de investigación y aplicación de dichos procesos
resultan indispensables para las contribuciones objetivas que demanda la
humanidad. Es decir, levantar el
aspecto semántico, orgánico diferenciante, es una arista científica que
debe acompañar siempre tales análisis, lo cual posee impronta también
argumentativa para el caso de la construcción de análisis desde otras
perspectivas como a las que convocamos con éste u otros estudios, sobre
las transiciones al socialismo. En suma, en aquel periodo –como en
otros, y con otros problemas a dirimir- dejamos que se colonizara por los
Prósperos y sus connotados Arieles de turno[207],
la perspectiva científica de reformas, e inclusive la pericia de llamar
por su nombre a lo que ellos practicaban: “contra-reforma”. Por otra parte, es importante delimitar que las
transiciones al socialismo sobre las que se ocupan los apretados espacios
de éstas líneas, son aquellas que se han desplegado desde el
marxismo-leninismo, y que con el decurso del tiempo en su materialización
se propusieron incorporar elementos autóctonos en igual grado de
significado que el legado en evolución de lo que se ha dado en llamar
“marxismo-leninismo”, cuya propia denotación implica múltiples
lecturas –incluyéndonos en ellas- en esa pluralidad de asimilación de
significantes validos para la exploración de dichos procesos sociales, y
políticos en particular. Es por ello, que no se presentan definiciones
cerradas sobre el asunto, esto es imposible para cualquier científico
social que se estime, por el contrario se establecen ejes o conectores que
existen y se hacen recurrentes en las mismas, como experiencias a tener
encuentra en ese evaluar con cautela científico metodológica sobre
asuntos inconclusos hasta en su examen histórico[208]
y sus implicaciones futuras. Las condiciones de existencia de la civilización del
actual milenio, conminan como nunca antes, a la búsqueda de opciones que
den solución a la diversidad y complejidad de problemas que le son
consustanciales como resultado de un ordenamiento y funcionamiento social
excluyente, antihumano. Es por ello, que todo lo relativo a las relaciones
humanas y de ellas para con el orbe del cual forma parte constitutiva
esencial, deban encontrarse
soluciones mediantes y automediantes para encausar el progreso real de
forma paulatina, al atender a la herencia de la cual se parte e
instrumentar mediaciones propicias, articulativas a un interactuar que
destierre a la alienación del trono en que cronísticamente se le ha
situado. Las experiencias transicionales socialistas que ha
experimentado la humanidad no se han encontrado exentas de fuertes
contradicciones, negaciones y por demás, ya sea por el enfrentamiento
global a su empeño liberador o por errores en la construcción de las
mismas, o por ambas razones interconectadas (al no atender con la pericia
necesaria el problema de la cimentación del control social desde abajo y
de una toma de decisiones que involucrará realmente a los sujetos
presentes-entre dos inobjetables causas-), lo cierto es que el avance
perspectivo sigue exhibiendo innumerables escollos en los órdenes
imbricadores teóricos y prácticos para una progresión real como
alternativa de cualidad diferente al capitalismo, la cual se construye
gradual, plural, imbricada, inédita y verídicamente, incluso antes de
acceder al poder. Desde un concebir lo alternativo como lo que es y/o está
siendo y haciéndose distinto e interconectado para la emancipación
humana, que es a fin de cuentas lo que se encuentra en el tapete. Una
emancipación, donde se labren condiciones para su afianzamiento y no a la
inversa. A lo que se añade, que
aún el proceso de desenajenación sucesiva que debe presidirles como
connatura de su calidad relacional se encuentra en ciernes. Con lo
cual, las medidas concretas para darle curso necesitan de mayor claridad e
influencia de los hombres y mujeres inmersos en ellas. A esto se agregan,
las terribles consecuencias que trajo para todo el movimiento emancipador
la pérdida de la opción transicional socialista en muchos enclaves donde
se dio curso a las reformas –sin evaluaciones ciertas de sus desempeños-,
y con la persistente ausencia de una verídica valoración integral de las
múltiples y interactivas causas -apropiadas recursivamente- que
originaron tales destinos para el socialismo y su condición de disyuntiva
emancipadora. Lo que es inseparable a su vez, en la dirección de
incidencias en el avance reformador desde una base genética esclarecedora
de esas especificidades transicionales socialistas, instrumentadas
desde el llamado marxismo-leninismo. En otro orden de contigüidades, el problema de las
reformas en general,[209]
y de ellas en la transición al socialismo, -de donde se espera vaya
naciendo una nueva interacción social en construcción perpetua-,
requiere de creaciones reales científicas desde las Ciencias sociales, y
en especial de las que se ocupan de la política, puntualicemos científico
metodológicas interactuántes, capaces de aproximarse a las dinámicas
heterogéneas de los pluritejidos sociales que intentan analizar, mejorar,
cambiar e incluso explicarse. Por cuanto, la mezcolanza indiscriminada de
entendimientos y prácticas desde excesos o ausencias de cosmovisiones
reales de los sujetos aflora por doquier, aplicando lo inaplicable a
circunstancias distintas, -entre otras variantes- por lo que resulta
ininteligible o absurdo lo que se dice, hace o aplica. En
síntesis, ningún proceso de reformas es igual a otros, pero el norte o
conector que diferencia e imbrica a aquellas que se asumen desde una
transición al socialismo –la especificada como desenajenadora- en sus
contextos concretos, debe mostrar aquello que le peculiariza como
distintivo de las relaciones sociales que se propone transformar y/o
reorganizar. Es imposible, que lo que se entiende por reformas para
relaciones sociales capitalistas o en transición dentro de su lógica,
pueda ser igual para realidades en transición que se suponen nieguen
paulatina y contextualmente ese tipo de interconexiones humanas, las que a
su vez también son diferentes pero con conectores imbricadores propios,
lo cual no niega los puentes o mediaciones que deben tenderse entre una y
u otra cualidad. De ahí que apelemos a vencer los vacíos científicos
propositivos en ese sentido, pues hasta originan posiciones extremas,
polarizantes por ejemplo entre reforma y revolución, según la postura de
quien las asuma. A lo que se adiciona, la asunción sin procesamiento de
pautas de intelección de las reformas en tipos de sociedades que se deben
ir desigualando y donde se intenta aplicar lo mismo, sin
clarificar ni organizar ideas y prácticas sociales, que se suyo son
pautadas por la política, desde el conocimiento que poseen no sólo los
políticos, sino además los científicos sociales que les acompañan, los
cuales entran en susto ante aquellos que tienen la “funesta manía de
pensar” e insinuar posibles deslices, aunque no sean a veces tan
diferentes o “disidentes” como se pregona, siempre y cuando las
interrelaciones humanas dialoguen[210] desde la pluryidentidad que las acrecienta. Por lo que, a las puertas de los científicos sociales
revolucionarios –sin abandonar el espíritu de lo que eso realmente
puede personificar en su diversidad asimiladora- en materia de reformas en
la transición al socialismo, se encuentran al menos dos tareas cardinales
para insertarse en la dinámica actual y contribuir en dicho escenario a
una conducción de su proyecto en concordancia y coherencia con las
realidades actuantes en las que se desenvuelven, que
acentúe en qué consiste lo alternativo, dónde se encuentran las
novedades de los proyectos u opciones. Esclarezcamos, no cosas nuevas, por “nuevas”, sino de una manera cualitativamente
nueva, donde aún y preñadas de “viejas” formas, comiencen a
imbricarse, a robustecerse nuevos contenidos, y donde al menos, la
sensibilidad humana no falte.[211]
En primer lugar, apremia una evaluación
desprejuiciada, multiforme que atienda lo más fidedignamente a las
conexiones activas de lo acontecido en los diversos contextos
transicionales, so pena de pecar una
y otra vez con los mismos errores de no ser evaluados científicamente los
mismos. Aspecto éste, en que ya se ha incurrido en más de una ocasión,
aún y ante las alertas que muchos estudiosos y políticos, donde se
incluye al propio Lenin, cuando criticaba con razón sobre el
comportamiento errático de los liderazgos comunistas de su época, que
contenía también al soviético. Todo lo cual dilucida, que el problema respecto al modo en que se toman
las decisiones, al proceso cultural en general y político en especial, de
cómo se construye de manera realmente nueva la sociedad a que se aspira a
modo de negación positiva del capitalismo -de conformidad con la indicación
diferenciante de Marx-, sigue estando sin solución aparente. En segundo lugar, la reconstrucción del proyecto político
desde la raíz hasta el fruto. Proceso éste último que necesitará de
tiempo y concreción, ya que se
encuentra intervinculado con la posibilidad de construir perennemente las
herramientas científicas y prácticas –sin dicotomizarlas- loables para
corregir a tiempo cualquier inevitable desviación del organismo social
que transforman, desde lo sujetos históricos que gestan y se autogestan
insertos en múltiples y entretejidas dinámicas del mundo que les
desbordan más allá de sus enclaves concretos. Todo ello, asociado
entre otros factores, a las tradicionales construcciones mentales
lineales, deterministas y estáticas en que nos hemos acostumbrado a
interactuar y de las que tanto cuesta desprenderse. Sobre la importancia e incidencia de éstos aspectos se
han aportado ideas múltiples por los científicos sociales, que recrean
perspectivas dables en la contemporaneidad[212]. En publicaciones anteriores, la autora de la
actual indagación propuso un examen de las reformas y del lugar que ellas
podían ocupar en la transición al socialismo.[213]
Hoy, ante los monstruosos episodios que vive la civilización a diario, y
como acercamiento a una respuesta óptima -si se asumen objetivamente-
considera a las mismas como una alternativa peculiar de este movimiento
histórico social para resolver dilemas presentes en esas transiciones,
tanto a escala nacional, como frente al lance global que impone la
reproducción ampliada de las relaciones capitalistas mundiales y sus
centros hegemónicos. Es decir,
despertar una mirada reorganizadora, renquiciadora desde las situaciones
existentes en dichas experiencias, antes que claudicar ante pabellones
ajenos de los más variados colores, ropajes, e insinuaciones
“humanistas” frente a los que podemos mostrarnos desnudos sin los
conocimientos plurales en progresión pensante y actuante. Profundicemos, el rango de importancia que ellas
asumen, adquiere una nueva y superior connotación a la luz de las
circunstancias actuales y como opción reconstructora del organismo
transicional socialista en sus dimensiones y complejidades nacionales e
internacionales, no como negación absoluta del reciente pasado sino
propositiva distintiva e intervinculante. Esto no indica, que a la opción reforma, se les
confiera dones fuera de la inmanencia relacional societaria, ni que se las
coloque a la altura de algo casi divino; por el contrario, su raigambre
científica descansa en el proyecto marxista –que no se edificó en
soledad, sino en perenne evaluación y confrontación con las realidades
de los diferentes tiempos y problemas que atendieron-, y las raíces autóctonas
en su natural concreción y en la capacidad real para acercamientos de
mayor hondura y complexión, al atender a todos los tejidos que la
conforman y que han sido enriquecidos por la praxis, en particular la
propia transicional socialista. El presente estudio se propone, entre otros aspectos
primordiales, promover e incitar al pensamiento acerca de un problema
vital de las experiencias socialistas, a saber: la necesidad perenne de
balance histórico, teórico y práctico del proceso, en aras de corregir
a tiempo y lo más cercanamente los inevitables desvíos y, en particular,
la adecuación del proyecto transicional[214]
sobre el que se erige la nueva civilización que se intenta fundar. Sin
caer con ello, en negaciones absolutas o afirmaciones banales y
vocingleras que enmascaran la realidad y sólo se mueven en el plano del
imaginario y/o ideario, por lo que resulta imposible transformar y
subvertir los órdenes imperantes, quedando en suspenso la tarea histórica
de de aproximarse a concluir con la cosificación de la vida de los
individuos. Pues siempre, hay “leones que no duermen”. Cosificación
que se puede deslizar, y de suyo se ha deslizado, en dichos procesos
culturales y políticos, con modalidades diversas pero pertinentes a sus
ensamblajes históricos peculiares. Ya
que, “No es que todo sea bueno, ni
que haya de disimularse lo malo que se ve, porque con cosméticos no se crían
a las naciones, ni con recrearse contemplando en la frente inmóvil su
hermosura; pero todo se ha de tratar con equidad, y junto al mal ver
la excusa, y estudiar las cosas en
su raíz y significación, no en su mera apariencia. (…) como aquél
cuento indio, que porque tenía
asido al elefante por una pata sostenía que todo era pata”.[215] Resulta conveniente a la luz de los diferentes enfoques
dados al problema de las reformas, en particular en la transición al
socialismo, el poner en claro qué entendemos por ello, comenzando con esa
necesaria distinción esclarecedora de: “de qué herencia partimos a cuál
renunciamos” a partir de tender redes heterogéneas, para acercarnos a
dotar a dicho proceso de un contenido diferente del que se le imprime y
adjudica en el capitalismo, e incluso de errores en su cosmovisión e
implementación en experiencias socialistas pasadas y presentes. Desentrañemos esto, prestando atención una de las
aristas del asunto: "No basta con titularse "vanguardia",
destacamento de avanzada: es preciso además, actuar de modo que todos los
destacamentos vean y estén obligados a reconocer que marchamos a la
cabeza (...) es que los componentes de los demás destacamentos "son
tan estúpidos" que van a creernos de palabras que somos la
"vanguardia".[216]
Por lo que, no sé será más de avanzada en el pensar y hacer por lo declarado,
sino por lo asimilado, procesado y actuado desde las esencias que pueblan
la condición de vanguardia, parafraseando Lenin; incluso en el ejercicio
de comprensibilidad de llegara tiempo a las reformas, arribo que en la
peculiaridad marxista - leninista originaria significa no sólo desde
arriba. Ya que el desde arriba, es propensión consustancial del león o
leones que no se adormecen. Reformar encarna modificación de lo que se propone,
proyecta y ejecuta imbricadamente. Nos encontramos, pues, ante tres
niveles que han de concebirse y conformarse simultáneamente en la medida
en que se retroalimenten en su acción concreta entre ellos y otros
aspectos. La acción de reformar proviene del latín “reformarse”,
cuyo sinónimo es corregir y autocorregirse –macros y micros ámbitos de
práctica interrelacionados-. Por tanto, el
ejercicio de deliberar sobre el problema comienza con la determinación lo
más precisa de qué se encuentra fuera o refuta en la práctica el
objetivo social propuesto. Esto presupone un examen tanto al macro
como micro mundo de las interrelaciones existentes y
no el simple ejercicio de detectar fallas de lo que se presupone debe ser,
por ser, de conformidad con la buena voluntad del promotor o promotores
del intento. Y de los intereses que le acompañan, inclusive el de un
mejoramiento existencial pautado desde las consideraciones o visiones que
les asisten -por muy humanistas que sean-, pero no desplegadas y/o
construidas desde las interrelacionalidad social. Es llegar a dilucidar a fin de cuentas, qué se está
siendo como resultado de una actividad o actividades que niegan la esencia
plural desenajenadora[217]
del proyecto y que existen a despecho de lo esperado y como resultado de
una organización, estructura y funcionamiento real que no se encuentra en
muchos casos ni siquiera constitucionalmente aceptado, pero que opera y se
extiende en acciones concretas consuetudinarias que los individuos asumen
conscientes o inconscientemente, las cuales tienen que ver con la
inevitable “lucha por la existencia cotidiana”, al decir de Carlos
Marx en los Manuscritos Económicos y Filosóficos de 1844, o con otras
sucedáneas a ellas. Por lo que se insiste, en que no se habla de
desenajenar ya –como dado o fin en sí mismo, que tampoco lo es- desde linealidades o posibilismos impropios de las relaciones sociales, pues esto es un proceso y precisa ser pensado y actuado
como tal.[218]
Lo importante y evaluable en ese sentido, son las mediaciones graduales en
sus formatos de medidas que abran camino e indiquen que se esta caminando
hacia allá, en medio de riesgos e incertidumbres propias de los
acaecimientos humanos. Tal aspecto, es refrendado también por L. Trotsky,
en una experiencia transicional concreta, cuando distinguiera las causales
de la deformación burocrática soviética.[219]
Es adecuado puntualizar, que cuando se hace referencia
a las reformas en la transición al socialismo desde la experiencia del
marxismo –leninismo que es desde el espíritu en que se construyeron las
mismas –al menos declaradamente- y que es nuestro aproximado objeto de
estudio, se está constatando modificaciones sustanciales y necesarias,
que en el orden de la acción concreta, aluden a corrección del proyecto
social con relación a las necesidades de la dinámica social, las cuales
reparen, restauren y supriman lo perjudicial que pueda haberse presentado
en el transcurso de la experiencia transicional. Esta actividad imbricadora e incluyente, permite al
organismo socialista en formación salvar lo más cercanamente posible los
inevitables errores, deformaciones, y avanzar a un perfeccionamiento
ulterior en aras de una marcha sana y en constante crecimiento de valores
y realidades, al profundizar en un diagnóstico más real del estado del
país. La
vitalidad que se le imprime a una transición socialista, con una búsqueda
constante para la correcta utilización del recurso de las reformas y
autoreformas como movimientos inherentes a su condición alternativa, es esencial. Pues no sólo en el
proceso se corrigen cuestiones generales, sino además individuales,
permitiendo una flexibilidad correctora perenne, una articulación
constante entre el objetivo genérico propuesto acorde a las
peculiaridades de los pueblos y de los sujetos reorganizadores, lo cual da
organicidad a los activismos humanos que van resultando como propios; ya
que los hombres y mujeres presentes pueden convertirse en fuente constante
de mejoramiento real, siempre y cuando el mismo logre discurrir de manera
natural y acorde a los propósitos humanistas del socialismo desde el
marxismo, lo cual implica infinitud y multidimensionalidad en su intelección
y praxis. Es por ello, que rescatar la teoría leninista acerca
de las reformas[220]
en los momentos actuales –con sus aciertos y desaciertos-, como el
primer intento de sistematizar el recurso de las reformas en la transición
política al socialismo, constituye para los marxistas una de las tareas más
imperiosas e importantes, dados los resultados tan funestos acaecidos en
la ex-Unión Soviética, en Europa Oriental y Central, y los desvaríos en
otras experiencias actuales. Alcanzar cercanías a un discernimiento que
desembarace, en qué medida una incorrecta valoración de este aspecto
transicional contribuyó -y socorre- a tales consecuencias, es una reflexión
válida para darle textura propia a la opción socialista como resultado
de un balance científico de la experiencia acontecida en el siglo XX y lo
que va del presente. Es decir, no es Lenin por Lenin, en el sentido de homenaje por homenaje,
desde el “Marxismo” de comparecencias y no de esencias que ha acompañado
al intento transicional socialista en sus anales, es por el contrario un
intento científico de religar, dialogar y superar superándonos para el
presente y lo porvenir, dado que fue precisamente él, quien coloco el
asunto dentro de la concepción transicional socialista. Ya que, se llamarán como se les llamarán en cada
momento a los que proponían reformas o cambios –hasta enemigos del
pueblo-, los análisis con relación a las reformas han persistido con
debates reveladores, que van desde las sustanciosas y olvidadas polémicas
de los años veinte, latentes y acalladas en toda la experiencia soviética
y sus enclaves posteriores a Lenin. Continuadas también, dentro de los
diversos encuadres de los reformadores de la Europa Oriental y Central, no
sólo en los momentos del abandono de la opción socialista, sino que
permanecieron durante décadas -visibles e invisibilizadas- hasta con
documentos de unificación regional de dichos proyectos reformadores desde
los años 1948-1949 en la ex Yugoslavia. Pasando igualmente con su
impronta por Cuba, en la década de los sesenta y en otros recurrentes
momentos ulteriores. Sin dejar de lado, los variados procesos en Asia que
se encuentran en constate cambio con relación a la dinámica propia de
las reformas en sus ambientes contextuales. Por lo
que, eludir científicamente una praxis histórica y presentar como nuevas
y limpiecitas a las reformas ahora -o en los últimos decenios-, como
invitación a aplicar o analizar, es amputar procesos científicos que
poseen una tradición evaluable, no copiable, ni desdeñable. Dado que,
por una ausencia analítica recurrente de la continuidad propia, por los
apremios ante la magnitud de las dificultades que se presentan, se ha
terminado por echar mano a lo que circunda y que no siempre propende a lo
que se declara se va a reformar, entre otras posibles causales que han
atentado contra las reformas en su especificidad transicional socialista. Sin lugar a equívocos, las reformas, han constituido y
constituyen uno de los problemas teóricos y prácticos más candentes en
la construcción de una nueva sociedad. Resulta evidente que para muchos
dentro y fuera de las propias corrientes marxistas, durante mucho tiempo
la palabra reforma significó absolutamente regreso al capitalismo,
abandono de posiciones, en fin, un sacrilegio –y no fuimos pocos a los
que intentaron exorcizarnos cuando sólo comenzábamos a observar el
asunto y sus varificadas historias, sin dejar entre renglones otras prácticas
más violentas en múltiples regiones-. Esto se encuentra condicionado,
entre otros aspectos, por la falta de conocimiento del verdadero enfoque
de los clásicos al respecto como continuidad regenerativa, por
ausencia de pensamiento interrogador de la realidad, o por una
intencionada distorsión del mismo. A lo
que se adiciona, que ningún momento propositivo con relación a una
concepción de reformas puede obviar la autoreforma de los sujetos
presentes en la misma; y es precisamente sobre este aspecto, justamente él,
el que menos ha movido a la meditación, se ha propiciado la teorización
o mejor interiorización del mismo. Todo lo cual apunta, a que ni siquiera aquel paradigma
de que: "El libre
desenvolvimiento de cada uno será
la condición para el libre desenvolvimiento
de todos", ha
sido más o menos comprendido en toda su magnitud desenajenadora cambiante
diversificadora, en fin humana. Por tanto, el cuestionamiento
de cómo se sienten -o se van sintiendo- en la intimidad de los
intercambios o autointercambios los seres que experimentan las
transiciones y transiciones que se producen en el entramado mundial
societario, entre una infinita variedad de preguntas y preocupaciones
existentes, desde lo pluralmente interno como aproximación comprensiva de
entendimiento no se ha evidenciado. Ya que ni siquiera toman cuerpo en un
discurso teórico verídico más allá de los desatinos del deber ser
-desde el edulcorante imaginario-, que jamás está siendo, ya que no
enderezan la mirada transparente al hombre o mujer en la totalidad y
soledad de sus extrañamientos incluso compartidos, aunque no los
confiesen. Por “deslices teóricos” reflexivos de este tipo, ideas que he propuesto
o pinceladas cautelosas con relación al individuo desde fuera y dentro
interconexo -si eso es aprehensible- en ciertas dinámicas explicativas de
procesos que incluso han devenido en opresivos por excluyentes, he sido
censurada en otros intentos de publicaciones, en todos los casos por no
“científicas o argumentadamente objetivas”, o por tener demasiada
poesía”, desde la escala de valores de mis censores, que más parecen
regentes de granjas –con o sin rebelión- que potenciadores de ciencia
con sensibilidad científica. Sostengo entonces, con honda
energía, que en tanto lo que se dice
alternativo al capitalismo no se proponga penetrar también lo más
limpia, abierta y cercanamente posible en los capilares individuales
presentes en las redes de interacción humana, en contemplar lo
contemplable para su veraz discernimiento y praxis como emancipación y
autoemancipación conexa, no nos encontraremos en presencia de opciones
desde y hacia la humanidad socializada. Donde lo macro y lo micro –si la
expresión no nos traiciona el espíritu- tenido en cuenta, considerado en
la partícula social en su internalidad y extrenalidad religante con el
resto de la totalidad a reorganizar y por ende, de revolución gradual
pero ininterrumpida pueda conducir a la construcción múltiple de una
nueva cualidad en progresión civilizatoria, humana. Por tales razones, continuaré insistiendo -con mejor suerte para su
entendimiento en lo porvenir- desde aquello que nos legará Dulce María
Loynaz, cuando desde la suavidad de su amor a lo humano aseverará como
impulso y meta: “Yo seré como el
río, que se despeña y choca, y salta y se retuerce… ¡Pero llega al
mar!”.[221] Ya que, convencida del valor de tales
ejes desenajenadores continuaré aprendiendo, avanzando sin precipitar la
llegada al mar, pues en ese bregar, muchos me acompañan desde la soledad
que implica el tener y expresar criterios, pero enriqueciéndolos en ese
socializarlos, equivocarnos, volver sobre lo aparentemente aprendido y
tensar al máximo la capacidad de pensar entre todos para el provecho de
cada uno. “Criticar es el
ejercicio del criterio. Destruye los ídolos falsos, pero conserva en todo
su fulgor a los dioses verdaderos. Criticar, no es morder, ni
tenacear, ni clavar en la áspera picota, no es consagrarse impíamente a
escudriñar con miradas avaras en la obra bella los lunares y manchas que
la afean; es señalar con noble
intento el lunar negro, y desvanecer con mano piadosa la sombra que
oscurece la obra bella. Criticar es amar”.[222]
Cuando Lenin enfrentó las dificultades para
comprender, motivar e invitar al acercamiento de las masas para la reforma
del proceso transicional que creaban por primera vez en la historia decía:
"Un problema teórico: ¿Cómo
explicarse que, después de una serie de acciones de lo más
revolucionarias, se pase, sobre el mismo terreno, a acciones
extraordinariamente "reformistas", pese a la marcha victoriosa
general de toda la revolución en su conjunto? (...) "¿No será una
"entrega de posiciones", un "reconocimiento de la
bancarrota" o algo por el estilo? Como es natural, los enemigos (...)
responden que así es. Pero están en su papel de enemigos al hacer, con
cualquier motivo o sin motivo alguno, declaraciones de esta índole".[223]
“(...) Pero también entre los amigos hay cierta (...) "incomprensión".[224]
Es decir, el líder
bolchevique conocía perfectamente el modelo mental de los enemigos y de
los propios revolucionarios, a saber: crear un estado opinático adverso,
liquidacionista respecto a cualquier medida en el caso de los primeros, y
la rigidez doctrinal fruto de la ausencia de un dominio de la teoría, en
especial de la dialéctica marxista en los segundos, entre otras ausencias
propias de sus especificidades históricas.[225]
Volver
sobre éstas valoraciones de Lenin sobre los retos de las reformas en el
momento actual parece que exceden, que ya han sido vistas, que hoy nadie
piensa así respecto a ellas, con lo cual olvidan que sí fueron vistas así,
y se comportaron con respecto a ellas con extremas negaciones y recelos.
El error de continuidad o memoria histórica activa e intervinculativa,
siempre es error de cosmovisión. Proveídos de tales posturas de
intelección sobre la totalidad a transformar perspectiva e
interactivamente, la misma queda desarticulada y segmentada hasta
paralizar a los sujetos que se quedan sin asideros para entender los
procesos y concebirse a sí mismos dentro de las múltiples dinámicas en
que existen. Por
consiguiente, puesto que en sus inicios las reformas en la transición al
socialismo encontraron frenos como los señalados por Lenin, -inclusive en
el proceso cubano- es que no logran aproximarse a la corrección
necesaria. Por lo que, un buen número de asuntos se acumularon, en tanto
otros no siempre atinaron una salida óptima, entrelazándose las erradas
soluciones con lo acumulado, entre una variada gama de engarces
retroactivos. De ahí,
que las subsiguientes miradas correctivas no pudieron penetrar en la
profundidad requerida, y ante los apremios propios que enfrentaban los
proyectos no abrieron espacios de reconversión desde la génesis de los
problemas, todo lo cual hace que hoy las complejidades que acompañan a
dichos procesos sean más profundas. Por esas limitaciones y otras muchas,
los intentos iniciales de darle curso dejaron de lado muchos ámbitos
humanos en que dichos aspectos eran y siguen siendo válidos, articulables,
ya que a veces el individuo sabe de reformas, por la prensa sí se les
llama así, pero de su valor en lo que se supone construyen
alternativamente, no es solamente que no lo sabe, es que ni se lo imagina. Los primeros pasos para adentrarse en las reformas como
alternativa desde la transición política al socialismo corresponden a
Lenin, a las enseñanzas de esa práctica política específica, para la
cual no existían aproximaciones científicas anteriores. Las que por tanto, y desde su propia visión, necesitaban por la
cualidad que les distinguiría de ser pluralmente construidas, ya que jamás
tal reorganización en el movimiento de reformas fue entendida por él
como un 24 por segundos, linealmente, en un sólo sentido, a saber: como
el triunfo, o la cadena de triunfos. Asomarse a su obra, a la crítica
de su gestión en la dirección política de la revolución soviética,
bastaría para que las afirmaciones anteriores no queden en suspenso. Uno de los grandes lastres hasta hoy, con relación a
la revolución y proceso transicional al socialismo, es la común y vulgar
identificación de revolucionario con la de exterminador total de la vieja
sociedad, lo que condujo en muchas ocasiones a perder el Norte en la
utilización de los ineludibles puentes entre lo viejo y lo nuevo. Puentes
que objetivamente permiten una continuidad no sólo en el sentido de
movimiento histórico del fenómeno, sino existencial mismo, dado que
brindan la posibilidad de utilizar correctamente por los nuevos sujetos
sociales que van surgiendo los fundamentos materiales y espirituales que
se heredan, e ir paulatinamente introduciendo nuevas cualidades de
funcionalidad social sin saltos abruptos que descompongan los tejidos de
actividad en los órdenes económico, político, social, espiritual,
tradicional y psicológico, por citar al menos algunos de los más
importantes. Cuando Martí discernía sobre los complejos procesos
humanos, con relación a los radicalismo sin basamento explicaba: “(…)
Definir es salvar. (…) esos analizadores del cuerpo social, (…) reveladores de la naturaleza complicada de los pueblos, verdades que
surgen de la marcha simultánea de sus elementos diversos, y necesidad de
ajustar a ellas –para que no mueran, como feto sacado del cuerpo
materno- las reformas más urgentes; revelar, en suma, la ley
ineludible, la razón triunfante, el porvenir seguro, la
esterilidad de la precipitación, la reacción que acarrea la rebelión
inculta, el triunfo definitivo de la calma activa, -es ser caballero
de los hombres, obrero del mundo futuro, cantor de alba, y sacerdote de
iglesia nueva”. [226] A lo que pudiéramos añadir desde la herencia
marxista, que Marx también había aleccionado sobre el defecto
básico de las variantes de comunismo grosero y vulgar de su época, las
cuales descansaban precisamente en cuestiones de esta índole, asociadas a
la condición de mortífero como sinónimo de comunista o revolución
socialista; cuya tarea histórica era entendida por dichos pregoneros del
comunismo como la de despojar para apropiarse de forma simplista, aquella
forma que al decir del Marx, ni siquiera sobrepasaba al capitalismo como
sistema o lógica sistémica, pues se concentraba en motivar a la extrema
posesión por grupos concretos que encabezaban los llamados movimientos al
socialismo[227i]. No es
casual entonces, que tales absolutizaciones volvieran a revitalizarse en
otras circunstancias, y que el recurso de la reforma venga en auxilio,
desde un sentido de corrección no sólo del rumbo, sino además de
ausencia de discernimiento sobre el rumbo de una revolución que da curso
a un nuevo tipo de transición en las relaciones humanas en general y políticas
en especial, las cuales actuaron más desde el optimismo en la
voluntad –aspecto motivador necesario, pero no ciego- que de lo real y
articulablemente posible; y por ende más desde proyectos políticos prácticos
utópicos, que desde la utopía en general.[228i]
En tal sentido puntualizaba Lenin: "No basta con
ser revolucionario y partidario del socialismo o comunista en general.
(...) Es necesario saber encontrar
en cada momento peculiar el eslabón particular al cual hay que aferrarse
con todas las fuerzas para sujetar toda la cadena y preparar sólidamente
el paso al eslabón siguiente".[229]
Queda nítida la intención de utilización de mediaciones concretas que
tributen a la totalidad que se abre paso de forma gradual, que demanda
consecución en la medida en que se enlaza y desenlaza con la situación
anterior buscando cimiento para la progresión esperada, al corregir en la
misma magnitud que se corrige su quehacer, como vocación objetiva desde
la ignoto que se va construyendo hacia lo conocido, desde articulaciones
plurales que penetran y son penetradas constantemente por los sujetos del
cambio propuesto. Mayor hondura denota cuando embiste contra una de las
aristas más vulnerables de su tiempo –y por qué no de los tiempos que
corren -, en cuanto a la dicotomía
optimismo en la voluntad y realidad transformadora, la cual ha teñido a
muchos proyectos y estrategias transicionales de idealistas al originar
profundas distorsiones en las relaciones sociales a todos los niveles,
derroche, desgaste en fuerza y materia al punto de hipotecar los procesos,
dado que no se han atendido las posibilidades objetivas acorde a los
niveles de desarrollo, intentando saltar etapas para las que no se
encontraban aptos -entre otras razones-, es decir exceso de utopía política
en su formato de proyecto político alternativo actuante. En tal sentido alertaba: "(...) uno de los más
grandes y serios peligros para un Partido Comunista numéricamente pequeño,
que como vanguardia de la clase obrera dirige un enorme país que realiza
(por ahora aún sin apoyo directo de los países más avanzados) la
transición al socialismo, es el
peligro de separarse de las masas, el peligro de que la vanguardia se
adelante demasiado, sin "alinear el frente, sin mantener un nexo sólido
con todo el ejército del trabajo". [230]
¿Por qué podía, y de hecho pudieron producirse esas
rupturas conectoras en cuanto a consecución perspectivas transicionales
socialistas? ¿Cuántas veces se ha repetido el mismo desafuero en cuanto
a cosmovisión cambiante, diferenciante de abrirnos a la historia de esos
procesos, donde sucedió y sucede por funesta adicción, que ni se conozca
lo que sus propios inspiradores evaluaron al respecto en sus momentos,
hasta a nivel académico, por sus “propios estudiosos”?. La
organizabilidad social, al decir gramsciano, que debe surgir desde lo
incierto, pero con intención conectora diferenciante desde su condición
de proyecto alternativo acorde a las peculiaridades pero como desarrollo
de eso propuesto y auto propuesto, tales esencias como que no logran
abrirse cauces.[231]
Con relación a cómo dar curso a una
opción alternativa al capitalismo desde el marxismo-leninismo en su
conexión conocimiento – praxis desde lo inédito pero articulante,
Fidel Castro explicaba: “Una
conclusión que he sacado al cabo de muchos años: entre los muchos
errores que hemos cometido todos, el más importante error era creer que
alguien sabía de socialismo, o que alguien sabía de cómo se construye
el socialismo. Parecía ciencia sabida, tan sabida como el sistema eléctrico
concebido por algunos que se consideraban expertos en sistemas eléctricos.
(…) tenía
ideas espontáneas, como tantos utopistas hubo en el mundo. Después,
cuando supe lo que era el comunismo utópico, descubrí que yo era un
comunista utópico, porque todas mis ideas partían de: “Esto no es
bueno, esto es malo, esto es un disparate”.[232]
Por lo que, no bastaría nunca el juicio –o
enjuiciamientos comunes- de bueno o malo. El proceso de gestación
socioplural alternativa a la cosificación y aniquilación de la vida pasa
por complexiones de intelección y prácticas humanas de mayor
complejidad, profundidad y continuidad para no desembocar en proyectos
mastodónticos, triunfalistas e infalibles, mientras las brechas multilíneas
falibles de los sujetos actuantes reales no los reviertan inexorablemente. En tal itinerario, pero desde otro ámbito interconexo,
Lenin sentencia: "No nos
dejaremos dominar por el "socialismo de sentimiento". (...)
Es admisible aprovechar toda clase de formas económicas de transición y
hay que saber aprovecharlas, dada la necesidad de ello, para fortalecer la
ligazón del campesinado con el proletariado, para reanimar sin tardanza
la economía nacional en un país arruinado y extenuado, para impulsar la
industria, para facilitar las medidas posteriores, más amplias y más
profundas.[233]
El
socialismo de sentimiento, se ha encontrado presente
en todo el movimiento al socialismo desde sus heterogéneas variantes, al
olvidar que: “No se restablece la igualdad entre las clases, halagando
la soberbia de los que, por lo que fueron oprimidos, están siempre
dispuestos a ser exagerados en la petición de sus justísimos
derechos”.[234] En el caso que nos ocupa, su preeminencia se encuentra
incluso antes del acceso al poder político, es más persiste y se
metamorfosea por etapas, sin tener la misma esencia a la que Lenin apunta
en su experiencia concreta. El sentimiento por lo alcanzado –socialista
en gestación-, no puede generar temor, rigidez, ocultamiento de
realidades discordantes con la cualidad que se declara se está
construyendo ante la voracidad del habitad imperialista en que existen,
dado que a la larga puede ser devorado ante sus propias inconsecuencias
por ese ambiente hostil en el que incluso se escudó excluyendo a sus
verdaderos artífices, ya por no encontrar alternativas imbricantes con la
sociedad en coherencia con sus contenidos, ya por no proponérselo o por
infinitas razones que se desdibujan de analizarse fuera de sus contextos. Estos tipos de praxis reiterativa de socialismo de
sentimiento, imbricadas a otras aristas que le son comunes como pueden ser
socialismo anticipado, de entusiasmo, al decir leninista; generan
respuestas sociales diversas a esos instintos emocionales y/o envolturas
ideológicas justificativas de los rumbos políticos en curso, ya que no
penetran en las esencias de lo que se proponen transformar y en lo que se
transforma objetivamente, al adoptar inclusive formas de interacción
humana ya superadas hasta por lo que se proponen fundar como nuevo.
"Más de una vez ha sucedido en la historia, que el vencedor haya
adoptado la civilización del vencido, si ésta era superior. La
cultura de la burguesía y de la burocracia rusa era miserable, sin duda.
Pero ¡ay! las nuevas capas dirigentes les son aún inferiores, 4700
comunistas responsables dirigen hoy a Moscú en la máquina gubernamental.
¿Quién dirige y quién es dirigido? Dudo mucho que pueda decirse que son
los comunistas quienes dirigen".[235]
El aparente callejón sin salidas al que la experiencia
soviética se vio abocada por el socialismo de sentimiento y otras
causales a las que luego nos referiremos, también se repitió en las
condiciones cubanas, adoptando diferentes matices en sus momentos de
balance. Por lo que, dadas las experiencias acumuladas y lo que se
encuentra en juego que son los destinos de los pueblos en su agotadora
marcha emancipadora, en especial el nuestro, urge revitalizarlo y repensar
los senderos desandados para nuevas emergencias organizacionales en práctica
y pensamiento: “(…)
en los primeros años de la Revolución
habíamos cometido errores de idealismo, porque hubo momentos en que queríamos
saltar etapas, casi queríamos construir el comunismo. Caímos en un
nivel de distribución igualitaria bastante grande, negativa, llegó a ser negativo realmente; no se puede construir el comunismo sin
comunistas, y el comunista no nace, no surge por generación espontánea
de un día para otro. (…) estábamos hablando de que casi queríamos
saltar la etapa socialista y llegar al comunismo (…) Eran errores
serios, eran graves; pero yo creo
que son un poco más graves los errores que cometimos después, porque de
todas formas en aquel período se desarrolló bastante el trabajo
voluntario, la conciencia revolucionaria, el espíritu internacionalista”.[236]
Obsérvense como los errores iniciales, comparados con los que aparecen como
resultantes de las medidas aplicadas para corregirlos, en toda la
variabilidad de interacciones que despliegan en sus causas-efectos
-asumidas recursivamente- van conllevando a mayor gravedad y
comprometimiento del proceso. Es por
eso, por el recurrente riesgo a que conducen los tradicionales modos de
encauzar las salidas a los errores -por más novedosos que parezcan cuando
se toman-, el peligro al agotamiento los ronda y nos ronda. Es
importante subrayar, -con independencia de la diversidad de elementos a
considerar y realizando una abstracción orgánica- como el problema del
socialismo de sentimiento a modo identificador de identidad política,
sigue marcando y desvirtuando el rumbo y conllevando a mayores
solapamientos de dificultades que no se solventan. Aspecto este medular a
tener en cuenta por las nuevas experiencias que se gestan en el mundo, en
particular en América Latina y su propia plural y conexa historia de
luchas por la emancipación desde una vocación alternativa al
capitalismo. Proponerse rescatar el pensamiento activo en materia de
reformas transicionales socialistas, intentando imbricar experiencias
partiendo de Lenin, que por demás, experimentó el socialismo desde el
subdesarrollo y comprobó sus potencialidades en un quehacer consecuente
con su época, no es ocioso, por el contrario, prudentemente necesario a
la luz de una continuidad histórica y de las necesidades de una práctica
socialista que supere los defectos que la enfermaron y la hicieron
fenecer, allí donde es más dolorosa y trágica su pérdida dado su
significado para el movimiento revolucionario mundial, que
ni siquiera pudo darse cuenta de lo que estaba sucediendo, pues las
censuras de todo tipo nublaron “sentimentalmente” hasta el
entendimiento. O, ¿acaso existen otras razones para no darse cuenta en
las transiciones socialistas de lo que esta sucediendo?, ¿qué falta orgánica,
estructural y funcionalmente -utilizando un lenguaje lineal más menos
comprensible- para eliminar tales aspectos? “Les hice una pregunta, compañeros estudiantes, que no he olvidado, ni
mucho menos, y pretendo que ustedes no la olviden nunca, pero es la
pregunta que dejo ahí ante las experiencias históricas que se han
conocido, y les pido a todos, sin excepción, que reflexionen: ¿Puede
ser o no irreversible un proceso revolucionario?, ¿cuáles serían las
ideas o el grado de conciencia que harían imposible la reversión de un
proceso revolucionario? Cuando los que fueron de los primeros, los
veteranos, vayan desapareciendo y dando lugar a nuevas generaciones de líderes,
¿qué hacer y cómo hacerlo? Si
nosotros, al fin y al cabo, hemos sido testigos de muchos errores, y ni
cuenta nos dimos. Es tremendo el poder que tiene un dirigente cuando goza de la confianza de
las masas, cuando confían en su capacidad. Son
terribles las consecuencias de un error de los que más autoridad tienen,
y eso ha pasado más de una vez en los procesos revolucionarios. Son cosas que uno medita. Estudia la historia, qué pasó aquí, qué pasó
allí, qué pasó allá, medita lo que ocurrió hoy y lo que ocurrirá mañana,
hacia dónde conducen los procesos de cada país, por dónde marchará el
nuestro, cómo marchará, qué papel jugará Cuba en ese proceso”.[237]
Las ideas expuestas en noviembre del 2005, en el Aula
Magna de la Universidad de la Habana por Fidel Castro, aproximan ejes a
socializar con el resto de las experiencias transicionales, la nuestra y
su historia de manera activa, pero aún
no pueden responder en profundidad las interrogantes que anteriormente
bosquejamos, dado que esas respuestas han de producirse conjuntamente,
desde la diversidad que entreteje preguntas. Un síntoma común con
tales áreas problémicas –tocables o no según los tiempos o los
vientos que pueden ser de cuaresma- es que cuando se asumen críticamente
desde el discurso político, sin realizar un seguimiento y análisis de
posturas de la figura en cuestión, aparecen lecturas tan polarizadas, que
cuando uno se sumerge en ellas, puede
sentir hasta la sensación de una sociedad pensante paralizada desde el
plano de reconversión articulativa de los problemas. Así no encontramos hoy, a partir el discurso de Raúl
Castro del 24 de Febrero del 2008, quienes esperan que el liderazgo se
suba “la manga al codo”, o “vuelva a sacudir la mata” -según el
refranero popular- para resolver las dificultades. Por tanto, el polo de
la solución queda fuera de ellos, suspendido en posibilismos agotados por
la praxis social que de ésta manera no está transitando a socialista.
Otros, simplemente refieren o citan lo enunciado por la figura para no
quedar mal parados en los ambientes en que despliegan su labor, mostrándose
así “analíticamente flexibles”, sin argumentar objetivamente lo que
se les pregunta que realmente desborda el discurso o discursos; es decir
la alocución se convierte en escudo para no analizar socializadamente lo
posible a examinar. Asimismo sucede, que los que han señalado el asunto o
asuntos se sienten salvados y confirmados por la historia, sin aportar
nada más, exclamando reiteradamente “menos mal que Fidel lo dijo y Raúl
lo retomó”. Aunque obviamente se encuentran los que siguen dando
continuidad a sus plurales miradas, apostando por continuidad y análisis
genético para poder avanzar el proyecto. Por otro lado, están los
eternos acuñadores de la sospecha, que sonríen y dicen, “vamos a ver
cuantos caen en esta apertura o redada”, sin tensar el pensamiento con
las épocas y sus apremios. De alguna manera, en cada postura o en todas
ellas conviviendo se evidencia como la mentalidad de colonia pervive, al
decir martiano. Aquella que se afinca en la inercia, que no sacude la
modorra y crea, pues la comprensión y soluciones quedan siempre fuera del
entramado social y de cada individuo de donde surgen. El arco iris de posiciones es infinito, pero posturas
como algunas de las descritas evidencian rupturas tradicionales que pueden
ser profundas en el pensar y en el hacer, en la comunicación e interacción
cotidiana de la sociedad, que amputan o pueden impedir una llegada a
tiempo a la solución de las contrariedades persistentes, retardando
procesos que urgen ser encaminados, indudablemente, sí lo que construimos
ahora son reformas dentro de lo transicional socialista como alternativa
que supera las aproximaciones transicionales anteriores y el capitalismo
mismo. Por lo que sé es del criterio, de que las reformas, en
su especificidad alternativa transicional socialista de construcción múltiple
no han encontrado tampoco los cauces óptimos a su potenciación. Una
revolución puede y debe utilizar el recurso de las reformas, que también
velará por el defecto de socialismo de sentimiento en la pluralidad de
sus conocidas o posibles apariciones. La idoneidad de ellas depende de las
condiciones históricas concretas que se conformen en el país en cuestión
y que demanden los mal llamados métodos "reformistas" –que ya no se llaman así hoy; ya que, “los molinos Sancho no eran
de viento, sino de tiempo”- como modo de corregir y perfeccionar el
rumbo del socialismo; o la comprensión de qué encarna, desde la
actividad humana a transformar en su totalidad transición al socialismo y
no snobismo, y menos aún “reformas” para lo mismo. Lo imperdonable para lo revolucionario, es obviarlas
allí y donde por regla se impongan, permitiendo la acumulación de
problemas, la precariedad en la vida de los sujetos, el retardo en el
desarrollo científico-tecnológico, el divorcio de las consignas y la práctica,
el florecimiento de la doble moral, la mediocridad y la inercia actuante. Apasionarse
con una transición puramente comunista, o mezclarlas indiscriminadamente
con otras esencias ajenas a las articulaciones desenajenadoras pudiéndose
articular y tender puentes inteligentes, es vivir de espalda al mundo en
que vivimos, es condenar el proceso a accesos de tos prolongados y a una
asfixia total. Pero peor aún, es declarar que se va a reformar a lo
transicional socialista desde las fuentes plurales que le conforman, es
decir rescatar la identidad autóctona que pudo perderse por el camino, y
que no se evidencien ni en lo teórico ni en lo práctico esas
cosmovisiones que se deben considerar regenerativamente y no
autoritariamente, porque para eso hace falta movilización real,
contribución objetiva que revierta lo agotado El movimiento civilizatorio -en particular en la época
imperialista- no transcurre de manera lineal; las convulsiones sociales
propias de la era en que vivimos serán las eternas compañeras a tener en
cuenta en un mundo internacionalizado, donde todos dependemos de todos y
en el que, por tanto, las diversas alternativas que se gestan sufrirán
las conmociones que sacudan a todo el planeta, serán penetradas y
penetrarán con su impronta –sea cual sea- en el entramado universal en
el que existen. Las inconsecuencias estratégicas y tácticas en la
correlación reforma-revolución y viceversa, sirven de caldo de cultivo a
la labor de las fuerzas hostiles a la transición al socialismo, así como para las que levantan banderas en su
favor sin analizarlas o evaluarlas, lanzándose a proyectos para los que
no existen condiciones aproximadas para su encauce o viviendo de ellos, de
lo que fue preciso hacer para mantener la independencia en un planeta
donde prima la injerencia desbocada. De ahí, la importancia apreciar qué
hacemos en cada momento, por qué se hace, cómo se potencia y
autopotencia la construcción de la participación de los sujetos desde
ellos mismos, no únicamente para que comprendan, sino para que se
conviertan en parte activa en la elaboración del proyecto reformador, no
exclusivamente para “legitimarlo” sino para articularlo. Entre otras
razones, para que dejen de ser reformas impulsadas desde arriba, y se
conviertan en dinámicas simultáneas imbricantes interdependiente y
autogestantes, donde “el abajo y el arriba” desista de ser objeto de
mofa –hasta se les atribuye la condición de cachumbambé- cuando no se
asumen científicamente los procesos sociales. Las mediaciones interactivas para la reorganización civilizatoria hoy desde
sus complexiones epócales, entroncan con valoraciones científicas
dispersas por el propio pensamiento Marxista sobre la transición al
socialismo, donde los de abajo[238]
y los de arriba, obviamente persistirán hasta como explicación, pero en
construcción gradual sin presuponer uno o varios cómo arquitectónicamente
modelados hasta la saciedad –eso es un absurdo pedirlo o proponerlo
ahora, ya que nunca existió en el propio marxismo-, las
aproximaciones para un nuevo continente según los nuevos contenidos que
se gesten deben ir encauzándose develándose. Con lo cual, la
experiencia acumulada se
convierte en un eje imbricador de los estudios desenajenadores de todos
los tiempos, en sus condicionantes temporales características. Aspecto
que siendo tan vital como contribución de praxis se propende a
desestimar, ya por lo “muy conocido” sin conocerlo, por lo último que
se conoce o la moda en eterno litigio con lo necesario, lo urgente. Si observamos el pensamiento clásico, podemos apreciar
que las reformas en materia de estrategia y táctica ocupan un lugar
importante, tanto en la etapa de la lucha revolucionaria por el poder político,
como en la transición, al adoptar en cada una de ellas un contenido específico
acorde con el desarrollo del proceso revolucionario. Con relación a sus
conflictualidades, Martí adicionaba ideas importantes a no dejar de lado,
en cuanto a las peculiaridades de las interacciones humanas y sus
significados para los procesos de reformas: “Las
reformas, como el hombre mismo, tienen entrañas de justicia y veleidades
de fiera. Lo justo, a veces, por el modo de defenderlo, parece injusto; y
en lo social y político acontece, como en las querellas de gente de mar y
de suburbio, que el puñal de ancha hoja con que dirimen sus contiendas de
honra, da a éstas semejanza de delito”.[239] Por lo que, dadas las incongruentes y excluyentes
formas históricas de aprehenderlas, sus asunciones sin cambio de
contenido real lo que ha acumulado problemas y perdidas de sus
significantes posibles para el socialismo. Todo el reordenamiento de su
concepción y viabilidad pasa también por complejos factores de asimilación,
que incluso pueden implicar una mirada a las mismas como “delitos o
atentados contra la integridad y seguridad personal o de grupos” a todos
los niveles de interrelaciones, asentadas por y para la supervivencia en
un ambiente deformado. De ahí que empiecen los desvíos y acomodamiento
de sus lecturas a las circunstancias de aquellos que “acuden espantados
a decidirlas”, o de los que aún no toman decisiones reales y “dicen
que participan en esas decisiones”. Algunos ejes que la experiencia en materia de reformas
acuna indican la necesidad de meditar para su implementación son entre
otros posibles: -Grado de agudización e interrelación de las
contradicciones sociales y de clases a escala nacional e internacional. -Estructuras, organización y funcionamiento económico
y social, así como el nivel cultural heredado, y al que se le ha dado
curso en la experiencia transicional socialista. -Cultura y socialización política alcanzadas
imbricadas e interconectada con el resto de las esferas de actividad
humana. -El estado real del país a partir de las medidas
revolucionarias aplicadas y su efectividad y eficacia. -Los inevitables errores de la dirección política al
aplicar su proyecto social de transición. (Sobre estos dos últimos
elementos volveremos a referirnos más adelante). Desde otro ángulo, las reformas en la transición
socialista deben proponerse inmediaciones que equilibren imbricadamente
los métodos y los objetivos socialistas, como acercamientos heterogéneos,
versátiles, pero actuantes. El
problema central se encuentra referido, por tanto, a la inserción del
sujeto de la actividad transformadora -a lo transicional socialista- en
dicho sistema, al permitirle una mayor participación en la toma de
decisiones, al elevar su nivel de vida y, con ello, el interés
individual, articulando, estableciendo mediaciones aproximadamente idóneas
y cambiantes, no dormitantes una vez que se elaboren las medidas para un
tiempo que no es estático, ni unidimensional, por el contrario
pluridimensional.[240]
Otro aspecto importante a considerar en la experiencia
es la aplicación de las reformas en
la justa medida. ¿Qué entender por esto?, que
no siempre es esto: "(...) no demoler la vieja estructura social,
económica, el comercio, la pequeña hacienda, la pequeña empresa, el
capitalismo; sino reanimar el comercio, la pequeña empresa, el
capitalismo, dominándolos con precaución y de modo gradual y obteniendo
la posibilidad de someterlos a una regulación estatal sólo en la medida
que se vaya reanimando".[241]
Esa "justa medida" expuesta por Lenin fue la
línea que caracterizó la reforma en la URSS con todas sus secuelas
zaristas, autocráticas y capitalistas deformadas: ¿Pero
puede acaso ser la justa medida para toda transición? No, la justa medida
sólo se refiere al socialismo=desenajenación como objetivo presente en
las medidas de corte "reformista". La dirección política
en íntimo correlato con el individuo y el pueblo debe sopesar qué formas
transitorias incluso presocialistas corresponden a su nivel, exigencia y
riesgos, cómo ponerlas en función de un repliegue circunstancial –en
el caso que sea lo que se demande- que reanime al país y permita pasar
después a formas superiores que evidencien progreso real. A lo que puede
añadirse, que no siempre tienen que significar retroceso a formas
anteriores, pueden y de suyo deben considerar formas de gestión que no
han sido atendidas o han sido subvaloradas por el camino y que son típicas
de las relaciones capitalistas, incluso novedosas en cuanto a control u
otro particular referido a la reproducción de las relaciones humanas que
han de ser asumidas de manera ampliada, las cuales se irán armonizando
bajo una nueva cualidad de actividad y de gestión de corte transicional
socialista. El aparente retroceso al capitalismo que en todas ellas
se ha presentado durante el transcurso de la elaboración del diseño e
instrumentación de las reformas, se encuentra condicionado por el hecho
real, de que todas las experiencias socialistas del siglo XX
y de las que transcurren en el XXI, han avanzado en el proceso de
estatalización y de declaración de socialización socialista más allá
de sus posibilidades reales y de la realidad de lo que ha sucedido o esta
sucediendo, y es precisamente por ello que se han visto obligadas, para
corregir el rumbo anticipado del “socialismo”, a restaurar relaciones
sociales supuestamente superadas, para poder restablecer los tejidos que
la voracidad del socialismo grosero -según Marx- podía o había roto en
su afán de creer o parecer ser más socialista que la propia teoría que
había que enriquecer o praxis objetiva. No es menos cierto, conjuntamente, que las condiciones
en que se ha desarrollado el enfrentamiento a la nueva reorganización
social tanto en el plano nacional, como internacional, han acelerado la
radicalización del proceso, pero ello no descarta, como el propio
liderazgo socialista ha reconocido -en especial V. I. Lenin- que era
posible haber aprovechado otras formas transicionales asociadas a sujetos
sociales no totalmente comprometidos con el enfrentamiento clasista, en
favor de abrir el camino al propio socialismo, o cómo pueden ser puestas
al servicio de la transición formas típicas de las relaciones
capitalistas, capaces de optimizar el rendimiento social bajo la dirección
y supervisión de las masas, de los sujetos en autoemancipación,
mediante y por las múltiples mediaciones que son ineludibles. ¿Cómo instrumentar las reformas? Esa la pregunta
precisa y el reto de las revoluciones como creaciones porque, además de
sus propias complejidades intrínsecas, chocan con ingredientes de tipo
psicológico-social de gran envergadura en la praxis propia de la sociedad
que trascienden más allá de la problemática cognitiva y tienen que ver,
entre otros, con hábitos, costumbres de interconexiones no ya característicos
de la dinámica anterior sino de la deformada que el propio socialismo ha
practicado y se ha legitimado lo queramos o no. Es pertinente destacar cómo uno de los aspectos
metodológicos centrales de este examen, es que no pretendemos con el
mismo proponer un calco de la experiencia reformadora soviética del período
que estudiamos o de cualquier caso que se someta a examen, ni de ninguna
otra que las haya aplicado antes o en la actualidad, pues cada proceso ha
de ser original y por ende inédito, pero ha de discurrir no desde la
nada, sino levantando el conocimiento y evaluación de lo acontecido y lo
que acontece, religando siempre la construcción múltiple que le acompaña,
en la que raras veces nos detenemos para organizar las ideas y las prácticas.
Por lo que, aspiramos a abocarnos cautelosamente a
valorar las mismas en sus justas dimensiones, a revitalizar su estudio
durante mucho tiempo olvidado -y que se continua subestimando, aún y
cuando las reformas se están aplicando-, a estimar al mismo tiempo lo que
pudo evitarse y lo que era inevitable dadas las complejidades de cada
momento en que se desarrollaban las mismas, y evaluar lo utilizable y no
utilizable en las condiciones actuales como alternativa fecundante para
mantener y brindar una nueva cualidad al proyecto socialista. Ya que sé
es del criterio, que las reformas en la transición al socialismo, no
pueden utilizar presupuestos científicos metodológicos para ser
analizadas, o sociales para ser aplicadas en los distintos niveles u
ordenes como se realiza dentro del capitalismo, sentido este al que a
veces se deslizan sin percibirlo. De
tal suerte que, desde la óptica marxista, levantemos a su memoria histórica
hasta el lugar que todo balance científico exige, en especial, porque el
socialismo también tiene historia en materia de reformas y ciencia en sus
apreciaciones. El exergo que preside este análisis, evidencia como
desde su tiempo, el Apóstol se alza en la intelección diáfana del
significado de los intereses y de su condición de amos del universo, toda
vez que ellos, orgánicamente estructurados y funcionando en cualquier
entramado relacional, pueden -y de hecho ha sucedido- abortar una
experiencia transicional del tipo que sea una vez que se acentúan como
hegemónicos; al defender abiertamente los intereses de grupos específicos
asentados en el poder, lo que limita o da curso tardío al recurso de la
reforma sólo cuando el proceso se encuentra en crisis, o a punto de caer
en crisis y ellas vienen como anillo al dedo de aquellos que las negaron,
y ahora las impulsan para otros fines con medios cada vez más
sofisticados. De ahí, entre otros, los desvaríos en materia de reforma,
las mezclas de sus asunciones, una vez que la vida los plantea como
imperativos Por lo que, el asunto de las reformas posee una larga
historia muy anterior a las transiciones socialistas, que no puede tampoco
desentenderse de esa experiencia. Ya que en los anales de las reformas
impulsadas desde arriba, existen más peligros que las construidas más
allá de la geometría aplastante que proviene de las ciencias que se
ocupan de la política -de desde abajo o desde arriba- y que reflejan las
ausencias de métodos de distinción incluso orgánicos, al decir de
Gramsci, para asumir los problemas civilizatorios de todos los tiempos. La historia de las reformas en la transición al
socialismo muestra innumerables ejemplos de negación de su necesidad, de
tardía comprensión e implementación, y asincronía en su aplicación,
todo ello marcado en gran medida por los intereses. ¿Qué intereses y
compromisos establecidos se precisaban romper para salvar el sistema
transicional socialista, sanear su funcionamiento y elaborar una concepción
lo más integral posible de las reformas, al eliminar todo lo que al
amparo social medraba y explotaba? Aspectos de esta índole estuvieron
presentes en las ideas que con respecto a las reformas en el socialismo
aparecieron en Europa Oriental y Central, así como en la URSS, o la
propia Cuba por citar algunos casos. Los aspectos relacionados con la negación, tardía
comprensión e implementación, y asincronía en la aplicación de las
reformas en las experiencias a que nos hemos referido, son fácilmente
constatables. Tomemos por ejemplo la propuesta leninista de reformas de la
década de los años veinte. Con relación a ella, primero se observó una
fuerte resistencia a su aplicación, luego sólo se tuvo en cuenta el
aspecto económico que proponía -entiéndase por ello la NEP- olvidando
así la integralidad reformadora que Lenin había elaborado -con sus
defectos, pero que había empezado a dar frutos-, la cual abarcaba a todas
las esferas sociales, en particular la política, donde se habían
presentado serios problemas de burocratización y corrupción. Por lo que,
una reforma parcial -económica- condujo a una distorsión del sentido
corrector del empeño, con lo cual, lo que quedó de ella -podemos
llamarla neo-NEP- durante el período del llamado "desarrollo a paso
de tortuga", liderado por Nicolás Bujarin y con el visto bueno de
Stalin,[242]
inexorablemente condujo genéticamente a todo lo que vino después. En el caso de la Europa Oriental y Central, el calco
impuesto por la experiencia socialista soviética a partir de su posición
dominante en dicho enclave, llevó a reproducir fenómenos similares en el
orden de la aplicación errada de las reformas. Pero si analizamos el
decurso histórico de las mismas, allí y donde el movimiento reformador,
supuestamente libre de la injerencia de Moscú aplicó su proyecto
reformador, es apreciable cómo este originó serias desproporciones no sólo
por causa de las asincronías relacionadas con la aplicación de reformas
esencialmente económicas, sino además porque se apartó de una
alternativa socialista en la medida en que la tecnocracia, emparentada con
la burocracia existente, obvió el necesario control e inserción social
desde abajo y, de hecho, el mejoramiento de la calidad de vida de la
sociedad hipotecando su futuro, ya que hizo depender el mismo
fehacientemente de los préstamos de Occidente entre otros errores que
pudieran inventariarse.[243]
Las
reformas al chocar con los intereses, los hábitos y costumbres
deformadas, así como con estructuras socio-económicas, políticas y
espirituales en crisis o a punto de caer en crisis, originan en muchos
casos situaciones de retroceso e incluso pérdida de la opción
socialista. Lo que queremos precisar es que, si no se vence a
tiempo la incomprensión, entre otros factores, el destino de las reformas
puede ser funesto. Su proceso natural de inserción en el proyecto
socialista se pierde, y con ello su verdadero papel. Llegar a ellas a
tiempo, es alcanzar un repliegue menos profundo y violento, que permita
evolucionar desde el capitalismo a través de formas transitorias mixtas
al socialismo, preparando el camino y la psicología social para usar en
cada caso que se precise medidas reformistas, que abarquen espacios más o
menos amplios del organismo social. Esto desde las condicionantes que le
fueron propias a esas peculiares experiencias transicionales socialistas. Todo
lo cual permitirá, en primer lugar, que después de un balance de la
experiencia acumulada, no se vuelvan a repetir errores similares a los que
hemos analizado. Precisamente en este punto se encuentra una de las
motivaciones fundamentales que nos asiste al revisar y valorar el arsenal
atesorado en materia de transición al socialismo acontecida. Y, en
segundo lugar, que en la medida en que se avance en la elaboración
consecuentemente social de los diseños transicionales, las reformas
poseerán otras peculiaridades distintivas al sello capitalista que hasta
hoy día les ha acompañado. Por lo que recalcamos, en concordancia con lo
expuesto, que los contenidos de las mismas dependen de los problemas
concretos a resolver en cada país y en cada momento histórico en cuestión
en que se precisen las modificaciones. Queda por resolver en qué etapas de madurez y
desarrollo de las relaciones sociales socialistas son viables las
reformas. Si sé es consecuente con los aspectos tratados en este trabajo
y con el criterio leninista, reformar no significa destrucción total de
lo viejo (incluso cuando lo viejo pueda en un momento dado ser un modo
socialista que ha agotado sus posibilidades y precise un cambio), "transformar
cautelosa, lenta y gradualmente procurando demoler lo menos posible".[244]
Por tanto, reformar el organismo social en la transición al comunismo
–desde el espíritu de universalidad de Marx- es válido en cualquier
etapa o estadio de desarrollo; por ello definir el contenido reformador es
vital para el destino del proceso, incluyendo y no excluyendo al sujeto
histórico en su construcción como praxis inherente, sino nunca se
acercarán a ser lo que dicen estar siendo. Entre los aspectos a tener en cuenta para la aplicación
de las reformas, y que son además causales de ellas, apuntamos el estado
real del país y los errores de la dirección política al aplicar su
proyecto social de transición. Consideramos estos dos muy significativos
y, al mismo tiempo, primarios en cualquier análisis referido a ellas. Un error presente y
recurrente hoy en la mayoría de los procesos de transición ha sido "el
socialismo anticipado", el cual ha conducido en muchos casos a la
aparición del descontento justo en amplios sectores populares, descontento que, al
acumularse sin encontrar salidas oportunas, ha desembocado en múltiples
ocasiones en estados generalizados de crisis. Tal circunstancia de
apresuramiento en las medidas que se toman y a las que se le dan curso,
también es característica de otras alternativas sociales, con lo cual la
carga de subjetivismo toma cuerpo en hombres y mujeres no aptos para los
objetivos que se le proponen ya por preparación cultural en general, como
por las diferentes direcciones en que se desenvuelve la actividad humana.
Todo lo que indica, que los problemas acumulados no pueden instituirse
como justificación para tensionar más al organismo societario en aras de
tributar a la “libertad”. Las reformas en la transición al socialismo
es un proceso donde se entretejen múltiples ángulos que deben ser
armonizados respetando al sujeto y su capacidad creadora. Con relación a este aspecto medular, Lenin
reflexionaba: "Esta crisis interna puso al desnudo el descontento no
sólo de una parte considerable de los campesinos, sino también de los
obreros. Fue la primera vez, y confío en que será la última en la
historia de la Rusia Soviética, que grandes masas de campesinos estaban
contra nosotros, no de modo consciente, sino instintivo, por su estado de
ánimo. (...) La causa consistía en que no nos habíamos asegurado una base
suficiente, en que las masas sentían lo que nosotros aún no pudimos
entonces formular de manera consciente, pero que muy pronto, unas semanas
después, reconocimos: que el paso directo a formas puramente socialistas,
a la distribución puramente socialista, era superior a las fuerzas que
teníamos y que no estábamos en condiciones de replegarnos, para
limitarnos a tareas más fáciles, nos amenazaría la bancarrota.[245] Cuba en su revolución democrática, agraria y
antiimperialista primero y transicional socialista después, sufrió también
tal avalancha y precipitación en objetivos socializantes, sobre todo en
el aspecto de la conciencia y de su evolución objetiva en formación.
Como consecuencia de la asimilación de los errores cometidos, se
iniciaron hacia la década de los setenta procesos de rectificación de
los objetivos programáticos y se determinaron las formas concretas para
corregirlos, aunque la experiencia histórica ulterior demostró que no se
solucionaron muchos de los asuntos entonces existentes, sino que se
acumularon entremezclándose con nuevos problemas que persisten hasta hoy
como se esbozó con anterioridad. Tal circunstancia rectificadora, no ya en el sentido
del "socialismo anticipado", vuelve a estar presente a mediados
de los ochenta, en que se inicia un proceso para enmendar el rumbo y
mantener la opción socialista, ante nuevos y superiores desafíos que
ahondaron las diferencias sociales entonces existentes y que en la
actualidad se entrelazan erráticamente. En esos momentos, algunas de las
cuestiones que afloraron se asociaron directamente al mecanicismo de corte
economicista[246], aunque los descuidos y errores fueron más
totalizadores, más profundos que los balances realizados, ya que tocaron
los cimientos culturales de la nación en todos los sentidos. Por lo que, la experiencia acumulada enseña que el
proyecto transicional no puede conformarse con quimeras ni buenas
intenciones, es importante sopesar el estado real, las posibilidades
concretas de enfrentamiento con las relaciones sociales capitalistas,
argumentando científicamente los pronósticos y preparando al hombre para
la nueva cualidad. Dado que entonces aparece la tendencia a reformas en el
sentido de economicismo, que como se ha planteado antes se verificó en la
ex URSS y la Europa oriental y central avanzado el proceso y dentro de
dicho movimiento corrector, a los que también se suman la propia
experiencia China en los balances correctivos que han realizado en el
movimiento de utilización de los mecanismos de mercado por el plan, a
socialismo de mercado. Tales miradas también rondan las reformas hoy en
Cuba, sobre sus significados reales se debe volver de forma más
inteligente. La gradualidad y aproximación colegiada, socializada
de los rumbos apremia ser retomada por los cubanos, pues la experiencia
enseña, que todo intento de salto como visión de más socialismo puede
conducir a una encrucijada de la que es difícil recuperarse, pues la acumulación de problemas no encuentra salidas desde la cualidad
de donde se dice se interactúa, ya que no se adentra en los capilares
sociales, los cuales toman cursos insospechados de reproducción de la
vida como opciones individualizadas. Así se va generando la pérdida de credibilidad en el
proyecto, y otras secuelas peores en el sujeto que participa en ellas, y
puede dejar de creer en ellas cuando se nubla de tanto en tanto la
esperanza, y la precariedad de la subsistencia se va haciendo más
palmaria en ese ponerse en pie la vieja correlación muy popular en el
refranero cubano del “vivo y el
bobo”, ahora entendida como: “aquí no hay vida pá los mareaos”
en todos los ámbitos de reproducción de la existencia. Por lo que, las
relaciones de poder, venidas entre otras, de posibilidad de sujeción de
variada tipología, toman cuerpo en una lucha frontal entre “iguales”
donde las señales transitorias en su agudización pueden ir de: “lo
mío primero”, a “defiéndete
tu que yo me defiendo como pueda”, hasta “juégala
tú si puedes, que yo ya la jugué”, aunque fuera de los escenarios
donde reproducen su vida cotidiana puedan ser hombres y mujeres heroicos
en esa controversialidad que matiza la vida. La valoración de las posibilidades y perspectivas
contenidas en un conocimiento minucioso de las variables económicas, políticas,
culturales, tradicionales, entre otras muchas, que pueden ser obtenidas
mediante la sociología, las estadísticas y otros recursos que permitan
esclarecer el estado tanto al macro como micro nivel de la actividad
social y sus interconexiones, son herramientas claves en un accionar
revolucionario y reorganizador. Por lo que, las Ciencias sociales y toda
la labor investigativa y contributiva de sus estudios debe ser tenida en
consideración, integrarse a la progresión que se dice revolucionaria
midiendo la eficacia del proyecto en todos los niveles de interconexión
social, pues las formas de manifestación de lo que pasa por muy
marginales que parezcan son expresiones abiertas en todos los escenarios
incluso los más ilustrados que operan con otros barnices. Algo así, como
lo que entonan en su último CD Catalejo, el grupo cubano Buena Fe: “De
cada cual según su trabajo, a cada cual según su picardía”. La
alternativa no es en sí misma la alternativa, si no las alternativas. La
pluralidad de aristas y enfoques debe primar para aproximarse lo más
certeramente al progreso, a la armonización que legitime un propósito en
avenencia con todas las urgencias sociales, que cuente con todos y para el
bien de todos en una ruptura con una tendencia al segmento, a la fracción
y a la ausencia de ponderación racional y relacional de manera perpetua
como modelo mental de crecimiento que es dialéctico y no detenido y que
puede, por la potencia que adquiere en su interior, utilizar todas las
formas de interacciones que le permitan el ascenso a lo interno y en el
enclave mundial. Las letras musicales universalmente compartidas en
supuestas circunstancias de relaciones sociales diferentes, permitirían
tomar el pulso al planeta y a contextos más estrechos que espiritualmente
se entremezclan más allá del ritmo. Ya que como dice la letra de una
canción de autoría cubana: “Esta es mi ciudad, y me sienta bien, el
problema es internacional”. "Dada nuestra incultura, - apuntaba Lenin - no
podemos arrollar al capitalismo, atacándolo de frente. Si estuviésemos a
otro nivel cultural, podríamos resolver el problema de un modo más
directo, y tal vez lo resuelvan así otros países cuando llegue el
momento de estructurar sus repúblicas comunistas. Pero nosotros no
podemos hacerlo de un modo directo".[247]
La advertencia leninista es válida, por cuanto los países
civilizados han cerrado sus puertas a los que intentan civilizarse, es más,
ni siquiera tienen la posibilidad de existir con toda su masa humana
desangrada y desarraigada por siglos de exclusión. Por tanto, qué y cómo
potenciar ese tejido históricamente dañado para transitar a una solución
de sus precariedades, es un duelo que sólo se resuelve avanzando unidos y
lentamente, ganando espacios
efectivos y afectivos de reordenamiento y, por sobre todo, elevando a los
pueblos a una cultura que tribute al desarrollo unánime y variado de sus
necesidades en todos los órdenes.
El enfoque asumido no encasilla el estudio en los pueblos en
circunstancias más alarmantes de supervivencia, por el contrario, los
aspectos que se someten a valoración también son típicos de las
conexiones activas de los hombres en sentido genérico, lo cual sienta
pautas para un levantamiento de sus especificidades y adéntranos en
soluciones que tributen a sus condiciones concretas. El
socialismo anticipado o la anticipación de
medidas en diversas alternativas emancipadoras que se han experimentado
frena el desarrollo de las fuerzas productivas, atrofia todo el proceso de
intercambio en particular el que se produce entre la ciudad y el campo,
desencadena una economía deficitaria en ascenso y crónica, que desemboca
en muchos casos en el hambre entre algunas de sus secuelas. Lo terrible de
estos procesos, es que su resultado: la crisis, sólo es tangible a largo
plazo, presentándose la vaga idea, incluso, de un aparente desarrollo en
el período de incubación del mal, lo que impedirá una reproducción
amplia de las relaciones socialistas o de cualquier relación que intente
abrirse paso en todas las esferas de la vida social sin contar con
cimientos sólidos, articulados y bien madurados en su construcción múltiple
como transcursos diferenciantes. Otro mal común en las experiencias transicionales ha
sido el “socialismo” retardado
-cuestión ésta que sucede en otros proyectos sociales-, es decir, el
freno a una efectiva socialización socialista o del tipo que se proyecte.
Ello acontece cuando avanzada la experiencia no se dan los pasos
pertinentes en todos los órdenes para entregar el poder a las
colectividades y democratizar el proceso de gestión social, al mantenerse
el mismo en manos del aparato de funcionarios que impide un verdadero
fomento de la cultura del poder político en todas las esferas, lo que
limita la iniciativa e independencia creadora, y fomenta la indolencia y
falta de responsabilidad individual. El “socialismo” retardado siempre se escuda en el ejército burocrático
y en las miles de madejas que tejen un interés común. Cómo se incrementa la burocracia en la transición es
un elemento a estudiar en el proceso de reformas. Este problema se presentó
con una fuerza inusitada en las experiencias europeas socialistas, a las
que no se le dio la atención y solución necesaria a tiempo, en la forma
que se precisaba.[248]
Y cubre amplios espacios también, en otras y en la cubana, por lo que no
puede desatenderse ya que sus costos cualitativos en el sentido de
transición alternativa son altos. Continuando el examen de la opción reformadora en la
transición al socialismo podemos coincidir que una u otra tendencia
–“socialismo” anticipado o retardado- o la presencia de ambas,
evidencia la tesis leninista de la prolongación del período de transición:
"(...) se prolonga tanto más cuanto menos desarrollada está la
sociedad capitalista",[249] cuanto menos madura para saltar los escollos
de un reto social superior para el hombre al que, además de sus
limitantes naturales, se la suman otros frenos de índole subjetiva que
han crecido y se han arraigado en la mayoría de las experiencias
contemporáneas como dolencias típicas y resultantes de ese accionar
social en sus múltiples imbricaciones mundiales, razón por la cual no
pasa de ser un intento. Otro inventario primordial inicialmente planteado es el
referido a los errores de la dirección política que inciden
determinadamente en el problema que nos ocupa. Prestemos atención el
criterio leninista al respecto: "A
mi juicio, hoy se alzan ante el hombre, independientemente de las
funciones que ejerza y de las tareas que tenga planteadas como instructor
político, si es comunista, y la mayoría lo son, tres enemigos
principales, y son los siguientes: la
altanería comunista, segundo, el analfabetismo, y tercero, el
soborno".[250] La cadena antes enunciada por Lenin, posee
un ensamblaje total de articulaciones por lo que su análisis por separado
sólo se realizan en aras de ganar profundidad, pero de suyo permanecen
orgánicamente imbricados. La altanería comunista es en extremo compleja,
comprende aspectos relacionados primero con toda la labor de las
organizaciones sociales, el partido y el Estado para con las masas, y
luego su propagación indiscriminada a todo escenario relacional humano.
En esto es importante, según la visión de Lenin: - No intentar gobernar mediante disposiciones frías
inexplicables e irracionales, sino mediante la consulta popular, y el
involucrar cada vez más a los individuos en la toma de decisiones, en la
responsabilidad por los destinos individuales y sociales. - Asimilar que la política no es sólo propaganda,
sino aprender a hacer balances realistas que impliquen resultados prácticos:
"implica enseñar al pueblo a
conseguir eso y dar a los demás ejemplos de ese tipo, no como miembros de
un comité ejecutivo, sino como simples ciudadanos". [251]
- Tener en cuenta la experiencia acumulada por otras
transiciones, no negarlas, "digerir
la experiencia política que puede y debe ser llevada a la práctica".[252]
- No creer que
porque se es marxista-leninista se tienen todos los dones para resolver y
entender los múltiples acontecimientos mundiales cotidianos; hay que
saber coexistir con otras fuerzas y corrientes, cooperar en la medida de
lo posible y no negar, consciente o inconscientemente, la capacidad de
pensar y actuar de otros hombres y pueblos. La altanería comunista, en su práctica continuada,
puede y de hecho ha penetrado a toda la sociedad en su convivencia
consuetudinaria. La superioridad,
arrogancia e inmodestia aún desde la mediocridad o marginalidad –y no sólo
se evidencia ahí- se hace eco y engrandece los espacios que extrañan al
ser humano de su existencia, entremezclando opciones de enajenación
concomitantes en ambientes humanos virtualmente diferentes. Todo lo
cual robustece relaciones de poder insospechadas en la armazón social,
que como cadena se entrelazan a todos los niveles autocomplementándose en
sentido inverso a lo declarado como opción transicional; aumentando
asimismo, brechas entre la delegación de poder inconsciente y el
desmantelamiento objetivo del mismo fuera de lo constitucionalmente
establecido, desde lo que se vive, y cómo se vive cual normas aceptadas
de coexistencia y supervivencia necesarias, que se orquestan y actúan a
despecho de lo propuesto y desde el modo en que se ha dado cauce al mismo.
El
analfabetismo es otro elemento que detiene el proceso de participación y
asimilación socialistas, sin embargo, puede no existir el analfabetismo y
proliferar un déficit cultural que impida al hombre comprenderse a sí
mismo y al proceso en que vive. Este
fenómeno es más complejo que el analfabetismo, y es mucho más difícil
de resolver –e inclusive-, de constatar en medio de un ambiente social
acrítico. El déficit cultural se encuentra asociado a fallas en
el proceso de educación, muchas veces avalado por la cantidad y no la
calidad, la proliferación indiscriminada de dicotomías en las ciencias,
la fragmentación de los centros de educación e investigación y hacia el
interior de los mismos, entre otras múltiples causales. "El
analfabeto está al margen de la política, hay que enseñarle primero las
letras. Sin eso no puede haber política, sin
eso sólo hay rumores, chismes, cuentos y prejuicios, pero no política".
[253]
Evidentemente la tarea para hacer política en el
socialismo va más allá del a, b, c alfabetizador; implica romper
radicalmente con la tendencia al acomodamiento mediocre del saber, al
conformismo insulso a lo que es suficiente para vivir desde la mediocracia
que puebla espacios cada vez mayores. Debe
fomentarse una sed constante de conocimientos profusos en polémica en
crecimiento, si se quiere vivir con dignidad y decoro en la convicción y
en la conducta y por supuesto reorganizar la sociedad a lo marxista, desde
el método de Marx, pues su legado es inmarcesible, según Gramsci. “Los
pueblos han de tener una picota para quien les azuza a odios inútiles; y
otra para quien no les dice a tiempo la verdad”.[254] El soborno y la corrupción proliferan en las
condiciones del socialismo cuando sus propios mecanismos de gestión
social se han deformado y no pueden responder fehacientemente a: ¿por quién?, o ¿quiénes?,
y ¿cómo? se va a ejercer el
control, por citar algunas interrogantes. Aunque en este plano de las
mediaciones funcionales de un sistema político, inciden múltiples
elementos aparte de los que tratamos. En íntimo correlato con este aspecto es conveniente agregar, de acuerdo con los
puntos de vista de V. I. Lenin, que
la ley aplicada en un ambiente corrupto tendrá un efecto catastrófico
para el objetivo civilizador comunista, ya que engendrará una
inconsciencia ante una actitud delictiva en el sentido ético socialista
casi cotidiano. Por lo que, el derecho ha de sufrir también profundas
modificaciones en concordancia con el rumbo reformador en la medida en que
dicho movimiento penetre todas las arterias de actividad humana, en
especial, la del ejercicio del poder político, al armonizar así la
alternativa socialista dentro y fuera del país en que se produzca la
misma. Otro aspecto de vital importancia muy unido al análisis
anterior lo constituye el vínculo explotación-corrupción en las
experiencias socialistas; al respecto reflexionaba Fidel Castro:
"(...) ¿cuáles son los únicos explotadores que nos quedan? ¿Quiénes
nos pueden explotar hoy? Hoy nos
pueden explotar los que pretenden tener privilegios sobre los demás. El
privilegio puede ser un factor de explotación del pueblo trabajador.
Contra toda manifestación de privilegios tenemos que luchar siempre enérgicamente".[255]
Los privilegios asociados a grupos especiales que se
gestan y funcionan al amparo de la propiedad estatalizada constituyen un
azote en las transiciones socialistas. La despersonalización de la
propiedad, la corrupción y el despilfarro que incentivan son consecuencia
directa de la ausencia del control social desde abajo de la socialización
efectiva y de déficit cultural de gran hondura, en especial la
cosmovisiba. Los mecanismos de control resultan insuficientes sino se
vinculan las masas a su ejercicio, razón por la cual la burocracia en
todas sus disímiles y numerosas manifestaciones se abre paso con su
tinglado de prebendas y reificación de la vida –al decir de Antonio
Gramsci- ahora bajo un nuevo manto o envoltura ideológica, todo lo cual
puede conducir, sino se corrige a tiempo, a la pérdida de la opción
socialista definitiva, como correlato de pérdidas graduales no atendidas.
El curso de las reformas en Cuba ha sido harto
cuestionado desde sus inicios mismos, tanto por los enemigos, como por los
amigos e, inclusive, por los propios cubanos, acostumbrados estos últimos
en particular, a una forma específica de transición socialista, más allá
los cambios circunstanciales que se han entronizado. Es como si la historia fuese testigo e incapaz de resolver mediante una
memoria histórica activa, las repeticiones y repeticiones de constantes
incomprensiones y dobles lecturas acerca de las posibilidades reales del
socialismo, pues aún y cuando se propusiesen cosas nuevas desde los
resultados que se van verificando, perviven ejes viejos de articulación
social que desbordan los intentos. Obsérvense con detenimiento los
citados que se han realizado en esta aproximación comprometida del
asunto, de no haber vivido en Cuba a lo largo de la experiencia
transicional socialista. Si nos movemos en el plano general del curso reformador
cubano de los últimos tiempos, en sus diversos tiempos de reformulación
o concreción, podemos observar cómo el proceso corrector se ha
emprendido de manera gradual, básicamente, buscando demoler lo menos
posible, dadas las escasas posibilidades de maniobra que el entorno
internacional en que se encuentra inmersa su transición, y dadas también,
y no con menor importancia, las circunstancias reales del país a partir
del desarrollo transicional anterior a la segunda mitad de la década de
los ochenta en que se emprendió el movimiento rectificador. No obstante, los cambios consustanciales han abarcado a
prácticamente todas las esferas de la sociedad, con lo cual el diseño
integral ha comenzado a tomar cuerpo desde mediados de los noventa. El
objetivo inmediato que se trazó la impronta reformadora en Cuba se ha
logrado, él se encuentra vinculado a la supervivencia de la opción en
medio de un mundo transnacionalizado en el espíritu de la voraz propuesta
imperialista de finales de siglo XX y el ineludible valor que
reportan los cambios políticos en la región. A pesar de ello, la reforma en Cuba debe continuar
perfeccionando múltiples elementos de su gestión que reparen los
problemas aún subyacentes e históricamente persistentes en la
funcionalidad social, en especial
individual no como problema de puertas afuera –lo que se dice- sino de
adentro –en su realidad misma-. Máxime, cuando la acción de
reformar despierta múltiples y diversas lecturas en los llamados actores
sociales acorde a sus intereses y situados en la difícil tarea de la
supervivencia o lucha cotidiana. Donde por demás, el
proceso de reformas a lo transicional socialista aún no logra tomar
cuerpo, no sólo desde la aspiración ideal, o teórica, si no como praxis
que imbrique a todos los ámbitos que la complementan, inclusive en cómo
son explicados los mismos desde la terminología que se utiliza oficial y
académicamente. Sé es del criterio de que muchas explicaciones
conceptuales, por llamarle de algún modo, no responden a la dinámica
transicional socialista, a sus diferencias en construcción como
alternativa al capitalismo. Algo así, apenas como esbozo, sin más
pretensión que para pensárnoslo colectiva y científicamente por las
implicaciones que ha acarreado y acarreará en su denotación formal.
Proponemos por tanto, volver a estudiar algunas denominaciones que no
siempre clarifican contenidos. Hacemos alusión por ejemplo, a que sí para los científicos
que se ocupan de la política en general, la denotación de actor político les dice algo ante las realidades
actuantes actuales –para las que ni siquiera se la considera válida
desde las dolidas tierras de América Latina y el mundo-. Para una experiencia que se dice transicional socialista, o lo que es lo
mismo pluritransicional a la desenajenación en sentido perspectivo; la
denotación de actor político para esta experiencia en cuestión
–acotando objeto-, no dice nada, al contrario enmascara, párese usted
desde donde se pare para someterla a examen. Dado que, en ese nuevo tipo de cualidad como novedad o
no verdad; sí se supone que son actores los individuos, es porque repiten
un guión que no escribieron y que alguien les dirige desde fuera de la
naturaleza de lo que significa alternativo al estado de cosas imperantes. Por
tanto, sé es de la consideración que en el proceso que transforma y
autotransforma contextual, gradual y complejamente la cualidad
desenajenadora,- “por la que todos apelan”- el ser humano ha de ser
director, guionista y actor principal de esos destinos –siguiendo la lógica
de los teóricos y sus repetidores y no porque crea sean esas denotaciones
actualmente científicas-. No es necesario esperar a que un estudioso
fuera de nuestros contextos apunte al fenómeno semántico para comenzar a
entenderlo, difundirlo y/o socializarlo, desde esa acostumbrada postura
que reverencia lo que viene desde las metrópolis, parafraseando a Fernández
Retamar en Todo Caliban, donde
desnuda la mentalidad de colonias culturales que pervive -lo queramos o
no- en nuestras propensiones culturales.
Por lo que, en esa línea antes descrita las Ciencias
se confabulan con los discursos políticos por no tensar el pensar,
acabando como viejos liberales dando largas al asunto sin aparentemente
desentenderse, pues han vivido y viven de dichas cómodas e ilustres pláticas
diletantes, que no contribuyen entre otras ausencias contributivas, a
pensar, a organizar las ideas y en consecuencia a aproximaciones prácticas
cual emergencias organizacionales en progresión, que involucren a toda la
civilización y no a una aparte de ella como recogen sus anales. El
ser humano de la transición alternativa al capitalismo, si comienza a dar
pasos –abrir caminos- en ese sentido no es un simple actor, como tampoco
lo están siendo en los escenarios del capital, donde sí se aspira lo
sea. Los deslices del lenguaje poseen implicaciones de comprensibilidad
mayor, ahora con mucha más fuerza. Cómo han de denominarse, eso ha de labrase científica
y mancomunadamente. De alguna manera, la visión que insinúo marcha en el
sentido propositivo y explicativo de Isabel Rauber, entre otros
especialistas que subrayan la condición de sujetos sociales, históricos
y políticos para aproximarse a los dañados tejidos civilizatorios de
hoy, y a la capacidad de desarrollarlos de una manera cualitativamente
distinta a la acostumbrada o acuñada desde otras cosmovisiones. Con
ésta, como con cualquier otra denotación de las usuales con que
operamos, es pertinente repensarlas, reelaborarlas para que al menos lo
que se dice en el lenguaje comprensible a los seres humanos, evidencie
contenidos reales potenciables y no sólo declarables. En tal sentido, y desde la
Cuba imperecedera, que siempre persevera, sé es del criterio que los
dilemas que subyacen a inicios del presente milenio en las prácticas y en
las teorías fragmentadas, segmentadas hasta la saciedad, hunden también
sus raíces en nuestra transición socialista, en sus modos, en sus
historias y en sus perspectivas para acercarnos a su conocimiento y solución
factible; las cuales llegan a ser de tal envergadura y por ende honduras a
meditar, que hicieron a Fidel Castro en el 2005 preguntar reiteradamente
al auditorio con que interactuaba -y al que ya nos hemos referido desde
otras aristas- sobre varias interrogantes respecto de los disyuntivas a
que nos enfrentamos: “Como ustedes saben, estamos
envueltos en una batalla contra vicios, contra desvíos de recursos,
contra robos, y ahí está esa fuerza, con la que no contábamos antes de la batalla de
ideas, diseñada para librar esa batalla. (…) Pero no piensen que el robo de
materiales y de recursos es de hoy, o del período especial; el período
especial lo agudizó, porque el período especial creó mucha desigualdad
y el período especial hizo posible que determinada gente tuviera mucho
dinero”.[256]
Controversialmente, ante un excesivo centralismo en la toma decisiones
–cuestión ésta que ha caracterizado nuestro proceso-, el control real
sobre los recursos y las potencialidades latentes para esos fines, han
sido y son extremadamente deficitarias, las mediaciones que articulan
senderos eficaces de control individual para alcanzar el ser real de
transformación social, no se construyen realmente desde los déficit del
tejido humano en que se existe, ciertas apelaciones como crítica y autocrítica
aún sucumben en formalidades abismales,
“(…) Se habla de crítica y autocrítica, sí, pero nuestras críticas suelen
ser casi de un grupito, nunca acudimos a la crítica más amplia, nunca
acudimos a la crítica en un teatro”.[257]
Aunque, los ámbitos para eso tienen que se más totalizadores,
abarcadores e imbricadores como praxis formativa que transforma. A lo que pudiéramos agregar, que cuando se crítica y se cambia el personal
criticado –cuadro en su terminología clásica- por la magnitud del
problema, no se sabe con exactitud dónde se va a dirimir o dirimió el
asunto por la dimensión de la responsabilidad supuestamente compartida, o
a dónde fue a parar esa figura o cuadro “responsable y
constitucionalmente revocable”, pues como dicen los cubanos desde la
sabia popular, que es bastante precisa en sus reflexiones “se cayó para
arriba”. Porque a pesar de las reformas, las caídas no siempre respetan
las leyes de la gravedad o de la sociedad en un transcurso socialista.
Aspecto éste en el que hay que recapacitar con mayor precisión, pues el
espejo en el que el individuo concreto y todo el pueblo se mira, al
reflejar cuestiones como las antes explicadas, propenden al libre
arbitrio, dado que “eso todo el mundo lo hace”, con las concebidas
implicaciones que acarrean para otros, que sufren los arribismos de los
mejor colocados en la pirámide social y no controlados objetivamente por
quienes les compete por derecho propio, a saber: los sujetos que
construyen la opción. En tanto, la reforma desde su especificidad transicional, su imbricación
como práctica social totalizadora como conducta cotidiana, como necesidad
de un cuerpo social en transformación socialista, sigue a la saga de su
comprensibilidad objetiva. Por lo que, “(…) Queríamos
saber muchas cosas y no las sabíamos: cómo vivía la gente”.[258]
Este
aspecto de cómo vive, cómo existe el individuo en los micros y macros
escenarios misceláneos en que se encuentra imbricado, ni se conocen, -más
allá de la encomiable labor de los trabajadores sociales pues es un
asunto que los desborda- y por consiguiente, no pueden cambiarse incluso
desde las posibilidades articulativas viables, ya que siguen colgados de
posibilismos probablemente imposibles, aún y cuando Lenin, como primer teórico
de las reformas dejase claramente sentado que su eje primordial era la
inserción del hombre o mujer concreta en dicho proceso de manera nueva,
en una práctica que se auto titula socialista. Obviamente la sistematización en Cuba en el orden teórico y por añadidura
práctico aún presenta serios problemas, dado que si la ciencia
funcionara imbricándose a la política, como era –y es- aspiración del
pensamiento revolucionario marxista y martiano, aspecto este del que todavía
se adolece; es probable entonces, sí las cosas no fueran como han estado
siendo, que los estudiantes reunidos en el aula magna de la Universidad de
la Habana en noviembre del 2005, hubiesen tenido capacidad de respuesta
individuales, a las preguntas que Fidel les formulaba en su discurso,
aumentando así el dialogo y la posibilidad de aproximaciones a
soluciones, y no a coro como evidencia el siguiente fragmento del discurso
sobre el que trabajamos: (…) ¿Es que las revoluciones están llamadas a derrumbarse, o es que los
hombres pueden hacer que las revoluciones se derrumben? ¿Pueden o no
impedir los hombres, puede o no impedir la sociedad que las revoluciones
se derrumben? Podía añadirles una pregunta de inmediato. ¿Creen ustedes
que este proceso revolucionario, socialista, puede o no derrumbarse? (Exclamaciones de: “¡No!”) ¿Lo han pensado alguna vez? ¿Lo
pensaron en profundidad? ¿Conocían todas estas desigualdades de las que
estoy hablando? (…) ¿Conocían ciertos hábitos generalizados? ¿Cuántas
formas de robo hay en este país? (…) El
país ha tenido limitaciones de recursos, muchísimas; pero este país no
ha hecho más que despilfarrar recursos, tranquilamente”.[259]
Sé valora además, que las preguntas y posibles respuestas a ellas, y a
otras que puedan existir, se las formulan comprometidamente los cubanos a
diario, e incluso se encuentran dispuestos a contribuir en la medida de lo
posible, no sólo la masa de pueblo, sino además, sus científicos
sociales, pues en Cuba aún hay compromiso con sus identidades
revolucionarias. El obstáculo, la cuestión a
meditar entre otras, debería marchar también en el sentido de
estructuras, organización y funcionamiento real, en particular los
llamados mediadores actuales de los procesos, pues los métodos
de evaluación de lo que los sujetos proponen y opinan –venga de arriba
o de abajo- puede encontrarse discurriendo por senderos mediadores de los
puntos de vista recogidos no del todo loables. Por ejemplo, desde la
lectura, relectura y síntesis de lo dicho en diversos enclaves mediante y
por la subjetividad de quién o quiénes elaboran dichas conclusiones o
informes conclusivos o propositivos. Razón por la cual pierden vida,
verbo e indicación objetiva. Y es que su gradual instrumentación, articulación regenerativa como cuerpo
integro, diverso, cambiante e imbricador no se ha potenciado, precisemos,
no se potencia el potencial con que se cuenta y esto ahonda dramáticamente
la credibilidad del proceso. Lo que
parece directo, se convierte por obra y gracia de la costumbre en
extremadamente indirecto, inverificable, excluyente en los resultados
iniciales y terminales de los procesos. “Un
progreso no es verdad- sentenciaba Martí- sino cuando invadiendo las masas, penetra en ellas y parte de ellas; cuando no es solo
el Gobierno quien lo impone, sino las necesidades de él, que de la
convicción unánime resulta. (…) Las épocas de reforma no permiten
reposo”.[260]
En tanto, y por sobre la espera de la aplicación de la propuesta gradual,
filosóficamente concebida de profundización de la reforma transicional
socialista que demandan las realidades de hoy, como afirmase Raúl Castro
el 24 de febrero del 2008, donde en coincidencia con la aspiración
mayoritaria de recibir en cantidad y calidad por lo que se aporta ya con
las manos o la inteligencia, sé es del criterio de que esas máximas que
animan a todos, en el cómo,
puntualmente en el cómo, no han agotado sus posibilidades de debate para
dársele curso. La masa de pueblo, por las tradicionales formas de interacción anteriores
que han dejado huellas en la filosofía popular, no se logran aproximar a
ellas, y por ende imbricarse en las mismas, desde un ser sus propias
gestoras. Por lo que, ante los primeros pasos de lo propuesto aparecen
cuestionamientos disímiles a los que resulta imposible darles respuesta y
de pronto uno vuelve a sentir el eco de algo citado de Lenin con
anterioridad: “Sin eso no puede haber política, sin eso sólo hay rumores, chismes, cuentos y prejuicios, pero no política”. Sin conexiones humanas aproximadamente plausibles y
cambiantes, construyéndose desde su no-vedad desenajenante se puede
cerrar el paso a una alternativa asequible. Luego éste, igualmente, es un problema viejo en el que la impronta
leninista dejó huellas disímiles a su paso; así, en “Las tareas
inmediatas del poder soviético” en abril de 1918 destacaba: “Es
precisamente esta proximidad de los Soviets al “pueblo” trabajador la
que crea formas especiales de control desde abajo –derecho de
revocación, etc.-, que deben ser
desarrolladas ahora con un celo singular. (…) tanto
más variadas habrán de ser las formas y los métodos de control desde
abajo, a fin de paralizar toda sombra de posible deformación del
poder soviético, a fin de arrancar reiterada y constantemente la mala
hierba burocrática”.[261]
Qué falta, qué sigue
faltando, para que la obra política sea de todos, o se aproxime a esa
aspiración eje de todas las alienaciones anteriores y presentes, para la
progresión convincente de todos en el pensársela y en el hacerla desde
abajo, que como se puede ver no es una denotación actual, sino que nació
con este propósito alternativo al capitalismo. Súmesele a ello, que en la actualidad para los cubanos la responsabilidad
no sólo es nacional, sino además regional y mundial pues la asumimos a
diario desde el exhibir éxitos -sin lugar a equívocos- pero con
singularidades deformadas en los órdenes de cualidad y calidad en el país,
que todos conocen y sobre los que se opina, pero con la ausencia no sólo
de ciencia actuante, sino a demás de canales reales para corregirlas. El peligro a las alturas del presente milenio, destacan los puntos de vista
de Lenin cuando legaba nítidamente para la posteridad transicional
socialista: “Hemos
llegado a un momento grandioso de nuestra revolución, hemos despertado a
las masas proletarias, hemos despertado a las masas de campesinos pobres
para que nos presten su apoyo consciente. Es algo que ninguna revolución
ha hecho. No hay ninguna clase que pueda derribarnos (…) Nada puede
hundirnos, si no son nuestros propios errores. En ese “sí” reside
todo”.[262] Por lo que, desde su tiempo al nuestro coincide con las ideas
analizadas del pensamiento de Fidel Castro observadas en los apretados
espacios de este estudio. Como continuación y culminación del balance de lo
aportado por el pensador bolchevique imbricado a nuestra praxis en materia
de reformas, y que es pertinente retomar para encauzar el sendero de
continuidad y no de rompimiento, en especial para los destinos de Cuba, se
impone no olvidar que todas estas irregularidades constatadas inciden, sin
lugar a dudas, en el supuesto de vanguardia política según Lenin, o de
dirección política. Este aspecto medular referido a la condición de
vanguardia es atendido muy de cerca por él, dado que su condición
articuladora y conectiva con los sujetos de la transformación
define esencialmente la capacidad para liderar eficazmente la
transición al socialismo, dando curso a lo que Antonio Gramsci denominara
democracia expansiva que conduce a una hegemonía legítima desde la
perspectiva de un auténtico progreso. El peligro del avance "sin alinear el
frente", como se citó en otros momentos de este examen, se produjo
con el socialismo anticipado, la dirección política no sopesó
suficientemente sus posibilidades, confió y luego creyó, que la política
del Comunismo de Guerra en Rusia -amén de las condiciones objetivas que
la precipitaron- era el modo de aproximarse al comunismo. Esta fue una de
las causas fundamentales que originaron la gran crisis de 1921. Pero
el avanzar sin alinear el frente en circunstancias diversas -y porque no-
en las actuales, puede estar sucediendo sin percatarnos que acontece, y
por ende sin cuestionarnos a dónde nos puede conducir, principalmente con
un frente que existe en un entramado mundial mucho más complejo y con
espejismos de mayor calado. Una lectura leninista sobre el problema en sus
condiciones constata: "Hasta cierto punto, presuponía -podemos
decir que presuponía, sin hacer cálculos- que se produciría una
transición directa de la vieja economía rusa a la producción y a la
distribución estatales, basadas en los principios comunistas (...)
Creímos que con el sistema de contingentación, los campesinos
proporcionarían la cantidad necesaria de cereales que nosotros podríamos
distribuir por fábricas y talleres y, de esa manera, tendríamos una producción y distribución
comunista".[263]
El balance de tal circunstancia condujo a Lenin a afirmar que esto se
produjo porque "(…) las altas
esferas de nuestra política económica perdieron el contacto con la base
y que no lograron elevar las
fuerzas productivas, lo que se tenía por tarea fundamental e
impostergable en el programa de nuestro Partido".[264]
El distanciamiento de la dirección política es fruto,
entre otras razones, de la altanería comunista antes expuesta, que puede
pervivir -aunque se la condene y se la niegue- en factores psicológicos y
tradiciones que han calado a tuétano de hueso y de los que es muy difícil
desembarazarse. Explicando factores relacionados con esto, en las
especificidades de su tiempo que no pueden desestimarse ya que mantienen
conectores y frenos en la actualidad, Martí discernía: “Nada es tan autocrático como la raza latina, ni nada es tan justo como la democracia puesta en acción (…)
Depende esto, entre otras cosas, de las vagabundas y ambiciosas facultades
imaginativas de los hijos de América, y
de la falta de teoría para el ejercicio de la libertad. Somos libres,
porque no podemos ser esclavos: nuestro continente es salvaje, y nuestra
condición es el dominio propio; pero
no sabemos ser libres todavía. (…) Una es la libertad y distintas
las maneras de conseguir su afianzamiento”.[265]
La diversidad y heterogeneidad de los hijos de estas tierras, ha de
abrirse puentes desde lo que hemos sido y somos, a lo que urge
construyamos para que seamos desde nuestras originalidades pero sobrepasándolas. Estas
cuestiones presentes en la idiosincrasia y en los modos cronísticos de
organización social, tienen que ver además, con la tendencia a no contar
realmente con los sujetos directos presentes en los transcursos
revolucionadores, a que lo que se llame consulta popular pase por la
condición de sobreentendida en las decisiones que se tomen. O en su
lugar, el tipo de intercambio formal que propende a no escucharse más que
a sí mismos, producto de una ausencia de cultura del diálogo, de
flexibilidad y comprensión. Incluso, cuando se deja que las personas
manifiesten sus ideas, la resultante no varía en sus esencias prácticas.
Por adición, las conclusiones sobre lo que llaman socialización política,
culminan generalmente con la apelación a la confianza “porque ha sido
decidido o discutido por el partido u organización de dirección” o por
figuras con historia probada a lo largo del proceso, lo cual no rompe, no
cambia la índole decisoria tradicional que es en sí misma excluyente. Todo ello origina una rigidez doctrinal y de
funcionamiento que opaca la comprobación de cualquier avance o retroceso
objetivo –aunque lo que más se persigue es el avance, el éxito-. Ya
que las personas inmersas en la actividad cotidiana con todas sus
complejidades interindividuales, actúan bajo una inercia de cumplimiento,
no de debate y toma de decisiones conjuntas, entre otras razones:
“porque un cambio podría ser peor de lo que tenemos ahora”, sin
descontar que proliferan posiciones extremas en otros sentidos. Así las
cosas, una vez que se asientan esas formas operando ya al nivel de modelo
mental social, originan descalabros mayúsculos en el sentido socializador
cualitativamente nuevo que implica la transición socialista; pues la
interacción social deja de ser una premisa para el análisis de las cosas
que urgen ser resueltas, ya que las soluciones descansan fuera de su dinámica
tradicional de reproducción de las relaciones humanas. La cultura burocrática, como modo de conducir la
transición al socialismo es también fuertemente criticada por Lenin
hacia 1922, dadas las nefastas consecuencias que resultaba de su accionar
para la joven experiencia soviética.
En este sentido valoraba: "Nuestro
comité se constituyó como grupo estrictamente centralizado y de sumo
prestigio, pero su labor no se ha colocado en las condiciones que
corresponden a su prestigio. A ello debe coadyuvar la reforma que
propongo, y los miembros de la Comisión Central de Control que deben
asistir, en determinado número, a todas las reuniones del Buró Político,
tienen que formar un grupo
cohesionado, el cual deberá cuidar de que ninguna autoridad, trátese de
quien se trate, tanto del Secretario General como de cualquier miembro del
Comité Central, pueda impedirle interpretar, controlar documentos y, en
general, ponerse absolutamente al corriente de todos los asuntos y lograr
que sus trámites lleven al curso más normal".[266]
La cultura burocrática, es un fenómeno internacional,
que adopta peculiaridades propias en la transición socialista al heredar
modelos consustanciales a la historia del país e imbricarse las nuevas
modalidades deformadas en ese bregar transicional socialista. En Cuba esas
razones se encuentran latentes, en particular desde su propio significado
como primera revolución de ese tipo en nuestro entrono. La mira
reorganizadora perspectiva debe colocarse también en esa arista, que se
desdibuja con facilidad bajo los apremios de sobrevivencias a los que nos
hemos encontrado y encontramos sometidos, sin justificar el hecho de su
permanencia y reproducción ampliada. [267]
Vinculado directamente a este aspecto medular de la
reforma política, se encuentra el referido al perfeccionamiento del
sistema de administración del Estado, donde Lenin propuso que el personal que asumiera estas funciones, así como las de la
ampliación del Comité Central, que además, tenían que asistir a las
reuniones del Buró Político como modo de control sobre la actividad del
mismo, no debían haber trabajado antes -en el período de cinco años- en
ninguna de las estructuras del poder soviético, dados los viejos
prejuicios burocráticos que se habían arraigado y los lazos personales
de dependencia y conveniencia que se habían gestado durante los cinco años
de revolución. Cuestión esta, que la vida demuestra no es suficiente,
con independencia de que esa propuesta no se efectuará ni siquiera desde
las articulaciones que Lenin previera en su momento. Concluyendo, es constatable que la teoría leninista de
las reformas en la transición al socialismo –la primera en
desarrollarse- es un abordaje que propende a la integralidad de las
exigencias reales de perfeccionamiento socialista de aquel entonces, ya
que buscaba salvar al socialismo como alternativa a la modernidad desde
las posiciones del subdesarrollo. Su
concepción parte, precisamente, de la evaluación de los errores
cometidos, de cómo incluir al hombre en el proyecto reformador, y de un
paquete de medidas concretas que abarcan casi todas las esferas, aún y
cuando por el grado de deformación que experimentaron no fueron conocidas
hasta después de muerto Stalin. Lo examinado no propone absolutización
de los balances del líder soviético, simplemente se hace valer su
asimilación del problema y las posibles perspectivas acordes a sus
condiciones concretas, que por demás, han tenido un grado de generalización
a otras experiencias producto de las imbricaciones orgánicas y estratégicas
que se produjeron en los anales de su incidencia regional en los enclaves
socialistas donde se incluye, por añadidura a Cuba. Es obvio que la práctica socialista en condiciones en
extremo difíciles, la ausencia de experiencias en cómo construir el
socialismo desde el subdesarrollo,
y la aparición de deformaciones profundas en el enclave soviético
asociadas a sus propios errores -al decir de Lenin- sentó las bases -a
pesar de los esfuerzos de los mejores representantes del bolchevismo
militante- para una transición paulatina del socialismo de los Soviets al
socialismo de Estado en la modalidad stalinista. A todo lo antes expuesto
se agrega, la extensión de tales problemas al resto de las experiencias
europeas centrales y orientales, con las respectivas reformas parciales
que implementaron en toda su variedad y diversidad. Aspectos éstos
presentes también en las actualmente en curso. El balance científico constante de estos aspectos
constituye un reclamo del mundo enajenado del presente siglo. La evaluación
de las experiencias socialistas, en particular en el asunto referido a las
reformas, ha de ser una postura perseverante para todo científico social
comprometido con la propuesta civilizatoria marxista de desenajenación
como alternativa viable al imperialismo hoy desde las metamorfosis que le
han acompañado. Volver una y otra vez sobre la herencia histórica
desentrañando causales que se hacen recurrentes por la multiplicidad de
aristas que le conforman es un acercamiento que garantiza corregir el
proyecto socialista, en especial, para que no tema o precipite las
reformas, condenándolas eternamente a su incomprensión en la teoría de
la transición al socialismo. Tal situación puede mantenerse de no ser
capaces de conocer con profundidad los propios presupuestos marxistas y
autóctonos a la luz de circunstancias cambiantes que demandan gestación
de nuevas y más acertadas cualidades de conexiones humanas. Dado que los
peligros de extrañamiento también se verifican en todos los momentos de
interacciones sociales, lo que puede conducir a la muerte de las
experiencias transicionales: “Si el partido se extraña de los
sindicatos, la culpa será del Partido, y eso es seguro la muerte del
Poder soviético”.[268]
La creatividad que se funda en la búsqueda constante
de conocimiento científico de las necesidades del proceso de reorganización
social como de autoreorganización individual, de un debate sobre el mismo
como obra que propende e involucra a todos en el alcance de medidas
concretas son aspectos intrínsecos de un crecimiento socialista que se
proponga ser genuino, porque es de cada hombre y mujer, porque lo viven y
lo crean. Cuando la partícula humana se diluye en la multitud,
queda a merced de ella “Y, ¿quién ha de culpar estos defectos
meramente formales? Los que saben cuán estrechos son para el hombre los
medios de manifestación humanos; los que se miran obligados a empequeñecerse
por el empequeñecimiento general; los
que reducen las proporciones de su ser hasta los de la comunidad en que se
ahogan y en que tienen que vivir; los que descienden de sí mismos porque
la vida real es la identificación del individuo con la masa social en que
se mueve; los que apretaron los labios para impedir el paso a la
atrevida forma de un pensamiento que sintieron grande, porque la grandeza
se convierte en ridículo cuando se produce en una atmósfera pequeña,
estos comprimidos, estos sofocados, estos ahogados, éstos son los que
saben bien las nebulosidades luminosas que se esconden en las
imperfecciones, en las estrecheces, en las vacilaciones de la forma”.[269] La capacidad correctora y autocorrectora es un atributo
del género humano, su historia así lo demuestra. Las indagaciones
incesantes que se producen en todas las latitudes y desde diferentes ángulos
se enderezan al rescate de lo mejor de lo humano, movilizando a millones
de seres en pos de una emancipación paulatina y efectiva. Una contribución de gran valor puede producirse desde
la transición socialista en el poder, siempre y cuando se logren cotejar
óptimamente componentes posibles que la actualidad existencial demanda.
La utopía movilizadora ha de abrir paso a un interactuar eficaz,
razonado, para la construcción constante de alternativas y proyectos
objetivamente reales, pensados y actuados pluralmente para que la utopía
humana siga creciendo de “irrealizable a realizable”. [270]
¿Injertar
el olmo o sembrar perales?[271] “La burocracia tiene la esencia del
Estado, la vida espiritual de la sociedad, como posesión suya, como
propiedad privada suya. La vocación universal de la burocracia es el
secreto, el misterio que asegura internamente a través de la jerarquía,
y contra los grupos externos mediante su carácter de cuerpo cerrado”.[272] Ahondar en los aleccionadores estudios del Che
sobre la experiencia revolucionaria cubana, es levantar el entendimiento
sobre las causas y perspectivas de la revolución de los “Nadies”, al
decir de Eduardo Galeano[273].
Una revolución pensada y obrada
como alternativa de cualidad diferente para abrir cauces a la liberación.
Su principal legado radica entonces, en
haber dotado de contenidos aprehensibles la condición de creación de lo
nuevo que la distingue, desde la óptica de un proyecto que se construye
pluralmente como opción a la indefensión humana de sus tiempos y de los
nuestros. Las búsquedas para la consecución de
contenidos de interconexiones sociales diferentes
de entonces, siguen en pie con sus peculiaridades actuales para los
moradores del planeta azul. Puntualicemos,
la cualidad, la construcción de lo que se dice de calidad nueva, como
comprensión de lo alternativo -que va negando en su consumación a las añejas
relaciones civilizatorias excluyentes- por la que se ha luchado y lucha,
sigue rondando el debate en el cómo estar siendo y haciéndolo hoy.
Puesto que, en esos complejos y
prolongados transcursos humanos -parafraseando a Ernesto Guevara-
pretendiendo “sembrar perales, conjuntamente con el injerto del olmo
para que diera peras”, pudimos quedarnos injertando solamente el olmo,
pensando que así, obtendríamos puras peras. Es por eso, en esta línea de problematización
respecto a la cuestión de la emancipación humana -por la que tanta sangre se ha vertido y se vierte, por la que tanto
esfuerzo y ensoñación se ha desplegado con relación a la perspectiva de
la construcción de una nueva sociedad- que acotar espacios de reflexión
respecto a un problema crucial, como lo es el surgimiento y desarrollo de
la burocracia dentro de la opción cubana al capitalismo, significa también imbricarse en la dinámica guevariana de búsquedas
correctoras de los inéditos procesos revolucionarios alternativos desde
la alternativa misma. Ya que corrección, significa igualmente revolución,
dentro del magno movimiento revolucionador disyuntivo al imperialismo. Sumergirse en el presente, en los concatenados exámenes
del Che, acerca del surgimiento y peculiaridades propias de la burocracia
en la experiencia transicional socialista cubana, constituyen
aristas de análisis insoslayables ante problemas que atentan no sólo
contra la esencia de lo alternativo, sino además, contra la unidad y
capacidad de respuesta futura del país ante la ofensiva perenne de los
Estados Unidos. Partir entonces, desde un posicionamiento científico
en la actualidad que levante la continuidad analítica desde la génesis
del asunto, pasando por las metamorfosis verificadas desde soluciones que
se le fueron dando, y que en lugar de resolver, adicionaron nuevas aristas
excluyentes a las que ya existían, potenciando a la burocracia y sus
modalidades, aún y cuando figuras como el Che, propusieran senderos
distintos a esos por los que se optaron, indican movimientos reflexivos
que interdialogan e intentan eludir tales desvíos y repeticiones desde
una socialización palmaria de sus causas. Por tanto insistimos, en que sin memoria histórica activa, constructiva, articulativa acerca de
las múltiples transiciones sociales en el quehacer reorganizador por las
que hemos transitado, no puede tributarse al presente en la dilucidación
de éstos u otros problemas, desde
la complejidad que le es inherente como elección de textura diferente que
ha irse creando a perpetuidad. Es decir, no es algo dado ya porque se
haya accedido al poder o se tenga la intención o se declare la naturaleza
del cambio, es un estar siéndolo y
haciéndolo como movimiento inconcluso e inédito, que se regenera
constantemente en su novedad interactiva humana y que religa todo lo hecho
con lo por hacer. Consiguientemente, ante la aparición y
permanencia del funcionamiento burocrático como modo de interacción
social en sus particularidades híbridas
transicionales se engendran apartamientos de la intención “revolución
de cualidad diferente”. Ya que resulta improbable, -y de hecho no
sucede, aún y con un mejoramiento de las condiciones de vida generales-
el que bajo un ambiente en el que priman reglas de interacción social
donde “la burocracia tenga en sus manos la esencia del Estado, la
vida de la sociedad como propiedades privadas suyas” se puedan
producir cambios en las esencias de las relaciones humanas. Pues la
defensa de los intereses individuales, será asegurada a través de
ordenamientos jerárquicos de grupos diversos desde sus propias
condiciones de cuerpos cerrados, -atomización extrema de la fragmentación
social- los cuales se reproducen ampliadamente en los microescenarios
sociales como forma de supervivencia y salvaguarda personal, con todas las
tendencias aislacionistas que generan en la inevitable lucha por la
existencia cotidiana. La vitalidad de los análisis de Marx con relación
a la burocracia en la actualidad cubana es palmaria. Efectivamente, la resultante de interrelaciones
humanas que va obteniéndose no evidencia contenidos de novedad, sino
mezclas sin cauce transformador veraz perspectivos, aunque momentáneamente
puedan verificarse algunos resultados aislados o macrosociales que no
arraigan por esa naturaleza misma, la calidad de la compleja reproducción
cultural ampliada que es menester forjar. Meditaciones profundas sobre éstos
abismos o dicotomías aparecen constantemente en la obra del Che, y
componen por sus honduras ejes y autoejes humanos teóricos – prácticos
imprescindibles a no perder nunca, si queremos poner en claro conexiones
históricas que generan y acunan tal problema en las condiciones vigentes.
Sin lugar a dudas, en esos complejos procesos humanos mundialmente interconectados las
nuevas formas y contenidos alternativos que se intentan construir a las
realidades imperialistas dominantes se encuentran penetrados,
interactuando con las propias relaciones que niegan, no son procesos
puros. No obstante, ya la pureza o mezclas extremas no deben asumirse
simplista o justificativamente, pues ni la una ni la otra resultan verosímiles,
y de ambas modalidades ha habido suficiente desde los albores del siglo
pasado con relación a la no comprensión de medidas presocialistas o
prearticulativas o pretransitorias entre unas y otras formas de praxis y
organización social, donde al mismo tiempo, su esencia es múltiple. [274] Por lo que, las plurales transiciones que se
precisen a escala social e individual a lo transtransicional socialista,[275]
deben atender con gran esmero en qué medida los llamados nuevos procesos
desbrozan reales caminos desde las mediaciones que se interconstituyan, no
permitiendo la reproducción ampliada de modalidades de exclusión típicas
de la enajenación que supuestamente niegan a partir nuevas vertientes
desconocidas, pero a su vez alienantes. Pues puede, -y de hecho sucede-
que los recurrentes errores que se verifican en la realidad, en la
interacción cotidiana humana, pasen por el tamiz del imaginario como
creencia de lo realmente existente, nublando de esta manera toda
posibilidad de incidencia real en la corrección de un rumbo. Súmese
a ello, que lo transtransicional contiene las diferentes fases del proceso
transitivo de una cultura a otra que se ha ido gestando en la diferenciación
vital hacia lo nuevo, y que incluso, puede diferenciarse además, del
propio ideal del que se partió, si de creación humana se habla. Cuando el Che analizaba los lances de la nueva
civilización que sustituiría a la reificadora, al decir gramsciano, colocaba
la mira en este proceso como un movimiento cultural humano profundo, en
cuanto a expresión teórica y práctica que se labraba de conjunto.
Para él, “La posibilidad de que surjan artistas excepcionales, serán
tanto mayores cuanto más se haya ensanchado el campo de la cultura y la
posibilidad de expresión. Nuestra tarea consiste en impedir, que
la generación actual, dislocada por sus conflictos, se pervierta y
pervierta a las nuevas. No
debemos crear asalariados dóciles al pensamiento oficial ni
“becarios” que vivan al amparo del presupuesto, ejerciendo una
libertad entre comillas. Ya vendrán los revolucionarios que entonen
el canto del hombre nuevo con la auténtica voz del pueblo. Es
un proceso que requiere tiempo”.[276]
Cómo
evitar el inminente peligro de perversión de la intención transformadora
y autotransformadora. Desde qué articulaciones individuales y sociales podía sortearse el que
se restaurarán desde otros mantos sagrados: los
asalariados dóciles al pensamiento oficial, los becarios dependientes del
presupuesto, y en consecuencia, la libertad entre comillas, dentro de otra
lógica relacional social. Cuánto de esos tres
ingredientes, que se encontraron presentes en experiencias socialistas ya
fenecidas y en otras, no deambulan hoy entre nosotros con sus
especificidades propias distorsionando rumbos e intenciones. Hasta que
punto no se hipoteca el proceso, cuando por la complejidad del mismo y los
tiempos para darle curso, las salidas optadas -sin profunda y socializada
meditación- se trastocan errática y justificativamente en llamados
hueros a la confianza y la fe, y no en un estar siendo y haciendo del
pueblo, de cada ser humano presente en la experiencia desde aquello que
mejor conoce y a lo que puede aportar soluciones rápidas sin que medien
tantos canales decisores, entre otras posibles causas para la inoperancia
práctica. De qué maneras reales conseguiremos quitarles las tildecillas
a la libertad y gestar la máxima martiana de: “No estriba el amor
patrio en afianzar la libertad:
Estriba en labrar un pueblo en que la libertad se afiance”.[277] Las peculiares formas en que se produce la
transición al socialismo en Cuba, la multiplicidad de lecturas que le
acompañaron -y acompañan- hicieron al Che en su momento, sentar pautas
plurales, dinámicas a su entendimiento; intentando luchar justamente,
contra los determinismos y esquematismos típicos de las corrientes
marxistas entonces en el poder, y sus similares en los movimientos
sociales y revolucionarios. Justamente por eso, puntualizaba y aleccionaba
hasta hoy: “(…) aquí hay que introducir una postura general frente a
uno de los más controvertidos términos del mundo actual: el marxismo. Nuestra posición cuando se nos pregunta: somos marxistas o no, es
la que tendría un físico al que se le preguntara si es “newtoniano”,
o un biólogo si es “pasteuriano”. Se debe ser “marxista” con la
misma naturalidad con que se es “newtoniano” en física, o
“pasteuriano” en biología considerando
que si nuevos hechos determinan nuevos conceptos, no se quitará nunca su
parte de verdad a aquellos otros que hayan pasado (…) Esto hizo que,
sobre la base de algunos conocimientos teóricos y el profundo
conocimiento de la realidad, se pudiera ir creando una teoría
revolucionaria”.[278]
La activísima praxis teórica y viceversa, en la
Cuba de los tiempos del Che, renegaba de declaraciones vacías y golpes de
pechos grandilocuentes para confirmar lo que se decía sé era, y se
estaba haciendo en esos originales primeros pasos. No había tiempo
entonces, para certificaciones a lo patente de corzo típicas de la era
stalinista y sus sucedáneos posteriores. Eran tiempos de creaciones y no
de repeticiones. Cuestiones de esta índole se encontraban claras para el
Che, al que mucho le molestaban las verdades de Perogrullo, “Es
por ello –decía- que reconocemos las verdades esenciales del marxismo
como incorporadas al acervo científico y cultural de los pueblos y lo
tomamos con la naturalidad que nos da algo que ya no necesita discusión”.[279]
Para él, todo proceso revolucionario alternativo
al capitalismo era sinónimo de interacción múltiple, cambiante: “Nunca
antes, como ahora, -afirmaba- fue para nosotros tan claro el concepto de
interacción”.[280] Y por adición, de intervinculación
interconstituyente de los diversos sujetos presentes en lo que conformaba
desde su visión, la masa. No como conglomerado amorfo, frío, que sirve de propósito a lo
declarado en nombre de su suerte y decidiendo su destino desde fuera de su
connatura, sino como realidad social que actúa e interactúa por y para
sus propósitos en los complejos procesos transtransicionales. Por lo que dejaba sentado: “Aparecía en la
historia de la revolución cubana, ahora con caracteres nítidos, un
personaje que se repetirá sistemáticamente: la masa. (…) Este ente multifacético no es, como se pretende, la suma de elementos
de la misma categoría, (reducidos a la misma categoría, además, por el
sistema impuesto), que actúa como un manso rebaño”.[281] El
peligro a la reducción social por la praxis sin teoría y viceversa, o
por la separación o mezcolanza indiscriminada inconsecuente de esos
procesos dinámicos simultáneos, constituía un desafío en el hacer,
sin amputar al pensamiento ni vulgarizar la práctica que se dice
transformadora, y alternativa al estado de cosas enajenantes en que se
existía y se existe. Es por ello que demandaba de un estudio científico
verídico, que se probará constantemente en los múltiples
microescenarios sociales existentes y que se creaban, para de esta forma
potenciar con el máximo de eficacia y sensibilidad humana un proyecto posible esencialmente diferente, culto por diverso y acorde
a los tiempos y sus emergencias organizacionales como novedad o no-verdad.
De esa manera observa el Che a la masa heterogénea, al individuo como
hacedor, en oposición al “manso rebaño”, que sólo alcanza a
defender sus ancestrales costumbres de reproducción de la vida como
cosmovisión de seguridad alienándose aún más. La cualidad de la dinámica creadora en gestación,
puesta a prueba en el reordenamiento revolucionario se explica, cuando
indica: “Sin embargo, el Estado se equivoca a veces. Cuando una de esas
equivocaciones se produce, se nota una disminución del entusiasmo
colectivo por efecto de una disminución cuantitativa de cada uno de los
elementos que la forman, y el trabajo se paraliza hasta quedar reducido a
magnitudes insignificantes; es el instante de rectificar. (…) Es
evidente que el mecanismo no basta para asegurar una sucesión de medidas
sensatas y que falta una conexión más estructurada con la masa.
Debemos mejorarla durante el curso de los próximos años”. [282] El mecanismo de interacciones sociales presentes
en un transito que esta siendo y haciéndose reemplazando al capitalismo, precisa
de cambios activos acordes a las conexiones orgánicas innovadoras en
ascenso de lo que se propone, desde un vadear inteligentemente todas
las zancadillas que las fuerzas opuestas al proceso generan desde dentro y
fuera. Pero a su vez, evitando desde
lo que se debe pluralmente potenciar a saber: una dinámica reorganizadora
propia. El que la estática y la reproducción simple de la aspiración
redentora autocoloque sus propias zancadillas y caiga por su propio peso,
o se mantenga declarando que es, lo que ni siquiera se aproxima a ser,
desde las esencias que han de afianzarse para evidenciar la condición de
proyecto alternativo humano. Las valoraciones expuestas por el insigne pensador
argentino, hijo legítimo de la revolución cubana con relación a la
problemática de la burocracia, constituyen
uno de los estudios más completos sobre la misma en las condiciones de la
experiencia transicional socialista en Cuba. Sé es del criterio, en
consonancia con tal afirmación, que es pertinente volver activamente
sobre sus ideas –dispersas a lo largo de su obra-, desde
un observar el hoy revelándonoslo desde lo que tal vez en ese momento no
se podía ver en su totalidad, desde un activar la praxis histórica, con
las opciones potenciales dentro del tejido variado humano en que existimos
con sus pro y sus contras para la reorganización, o no habrá
reorganización posible. Por otra parte, la naturaleza de la exposición de
sus puntos de vista al efecto, entroncan también con las tradiciones
marxistas y autóctonas transformadoras.
Aquellas que parten de colocar al sujeto y al sistema de relaciones en que
se encuentran insertos en el terreno de la realidad contextual, en su
entorno y en las diversas interconexiones en que existen en la
cotidianidad como centro de reflexión y transición activísimo y versátiles
por excelencia. Por lo que, sus evaluaciones se convierten por la
magnitud y claridad de las mismas, en fuente constante de cautela
reflexiva para los revolucionarios que se inspiran en el socialismo, en la
especificidad que le asiste como elección para la reorganización de la
civilización desde principios verdaderamente humanos, los cuales han de
asumir las explicaciones, críticas y transformaciones dialéctico
complejas como puntos de partidas perpetuos, cual armas imperecederas para
el perfeccionamiento de la humanidad y de cada pueblo en cuestión,
atendiendo a sus peculiaridades y desarrollo histórico. Por otro lado, al posicionarse límpidamente el
Che en una alternativa que se construye heterogéneamente -y no sólo
declara-, los ejes imbricadores, los conectores que marcan la diferencia
resaltan matices que no pueden perderse, ni reproducirse con ligeros
retoques dentro de un transcurso que se dice socialista. En contraste, son
enriquecidos desde su matriz desenajenadora cambiante ante las cualidades
precedentes, incluso transtransicionales socialistas. En tal sentido, en cuanto a la diferencia o
condición alternativa indicaba: “En el capitalismo se pueden ver
algunos fenómenos de este tipo cuando aparecen políticos capaces de
lograr la movilización popular, pero si no se trata de un auténtico
movimiento social, en cuyo caso no es lícito hablar de capitalismo, el movimiento vivirá lo que la vida de quien lo impulse o hasta el fin
de las ilusiones populares, impuesto por el rigor de la sociedad
capitalista. En ésta, el hombre está dirigido por un frió
ordenamiento que, habitualmente, escapa al dominio de su comprensión. El
ejemplar humano, enajenado, tiene un invisible cordón umbilical, que
le liga a la sociedad en su conjunto: la ley del valor. Ella actúa en
todos los aspectos de su vida, va modelando su camino y su destino. (…) Además,
es una carrera de lobos: solamente se puede llegar sobre el fracaso de
otros”.[283]
La puntualización de lo diferenciante, desenajenante,
como opción de creación múltiple que niegan el cordón umbilical de la
ley del valor y los fetiches de sujeciones que armonizan su preeminencia,
resultan de esencial valía en
cuanto a estrategia y a deslinde científico metodológico de qué
entender cuando se habla de construir una alternativa al capitalismo y se
la apellida de socialista. Las precisiones -no descripciones- en el sentido
de lo esencial, no resultan ociosas ante los devaneos que han rondado a
dichas propuestas y los apremios del mundo en que vivimos. Por cuanto, el
siglo XXI por las propias urgencias universales que se habían ido
gestando e interligando cronísticamente, latía entre nosotros desde
mucho antes de arribar a él, puesto que la carrera de lobos a sus
alturas, implicaba ya la aceleración en el atentado al universo, el
fracaso de la totalidad misma. Por lo que, el reclamo en cuanto a
reorganización marca el rumbo de destinos inciertos más allá de las
implicaciones relacionales internas de la propia civilización. Urgen pues, soluciones graduales, articuladoras y
reales a los imperiosos problemas sociales y planetarios concernientes a la negación de la estrecha visión de “vales por lo
que tienes” –ya por dinero o por relaciones, o ambos componentes
entrelazados- que intenta a toda costa mantenerse en el trono con mejores
recursos que en la época de el Che, en una dinámica mundo a la cual no
se avienen por la privación de los valores más preciados del hombre
contemporáneo y el perpetuo atentado a su hábitat. Por otra
parte y muy unido a los modos de asumir la herencia de pensamiento y
praxis por la civilización, el Che, su obra y su práctica no constituyen
clericalismos intoxicados, iconos inamovibles útiles para la movilización
social desde los sentimientos y necesidades inaplazables de los sujetos de
hoy, ni tampoco para justificar el presente desde el pasado glorioso,
cuando ya no queda nada aparentemente por ofrecer. Evidentemente, si de continuidad regenerativa se
trata, que sus pensamientos y conductas políticas son un hontanar
inagotable por lo no acabado del asunto referido a la emancipación, desde
la multivariedad en que la concibió y a la que dio lo mejor de sí mismo.
La recurrencia y permanencia de problemas en el
presente a los que se refirió en su momento histórico, indican entre
otros llamados, a que por muy
novedosos y cambiados que se presenten los mecanismos y mediaciones de
gestión social y política en especial, entre otros que pudieran
enumerarse, no han concurrido a
encontrar las articulaciones válidas a el inédito sendero transicional
socialista, donde según sus propias palabras el individuo posee una
doble existencia como ser único y miembro de la comunidad. Es decir,
parte del individuo concreto, pero inserto actuante en ese sistema
relacional y en otros concomitantes diversos, e interconectados. Los cubanos
de hoy, son diferentes a los cubanos con los que él interaccionó. Sin embargo, existen conectores múltiples –plury
identitarios- que imbrican el pasado con la actualidad, y que conminan a
un repensar, donde por supuesto, sus aportaciones teóricas sean al menos
conocidas por los sujetos políticos del llamado cambio de cualidad
humana, en el espíritu del proyecto socialista marxista. Ya que incluso
en las universidades, para las nuevas generaciones parece un desconocido
–como saber vivo, como conocimiento que se vitaliza-, más allá del
hombre de mirada clara y complexión fuerte que nos observa desde los
marcos de un cuadro o pancarta y del que le han dicho “que intentó
crear el hombre nuevo”. Cada sujeto
político tiene su historia activa viva, una historia confluente y
divergente con la totalidad social contextual –nacional- y civilizatoria,
religarlas, relacionarlas gradualmente, vale más que imponer lo nuevo por
lo nuevo ante cada crisis que se presente, olvidando el tejido íntimo,
personalmente compartido o no, de cada hombre o mujer realmente existente.
O acaso, “Es vivir andarse perpetuamente preguntando sobre cómo el ser
íntimo augusto se acomoda a los ajenos extravíos y dirige los suyos
propios. (…) Hay una religión: la inconformidad con la existencia
actual y la necesidad, hallada en nosotros mismos, de algo que realice lo
que concebimos”.[284] El Che, en su estudio del fenómeno burocrático
en las condiciones cubanas, revitaliza al marxismo primigenio al rescatar
consecuente y responsablemente la
evaluación científica como elemento clave del socialismo revolucionario,
donde la política no se explica sólo por la política, sino desde la
totalidad de interconexiones en las que se encuentra el individuo
interactuando. Presentando asimismo, como correlato de su intelección,
a la subversión del orden imperante o deformado mediante un
perfeccionamiento o corrección del rumbo, que parta de las causas de la
deformación del sistema de relaciones sociales que se va estableciendo,
con la sublime aspiración de superar tales defectos. Centraliza,
indudablemente, dicho movimiento reenquiciador en un dinamismo que por su
esencia es de crecimiento constante, al tener por base la sabia popular y
la participación de las masas en la toma de decisiones como motor interno
de su funcionamiento. “Todavía
–indicaba el Che al
argumentar la intervincularidad de el proceso socialista- es preciso acentuar su participación consciente, individual y
colectiva, en todos los mecanismos de dirección y de producción y
ligarla a la idea de la necesidad de la educación técnica e ideológica,
de manera que sienta cómo estos procesos son estrechamente
interdependientes y sus avances son paralelos. Así logrará la
total consciencia de su ser social, lo que equivale a su realización
plena como criatura humana, rotas las cadenas de la enajenación”. [285] El estudio de la burocracia fue enfocado por el
Che, teniendo en cuenta los factores que determinaban la específica
correlación entre democracia y poder revolucionario en las condiciones
cubanas de ese momento histórico. Consideró además, los métodos
consecuentes de imbricación de la política, la economía y todos
los ámbitos de praxis humana como fenómeno cultural totalizador, transformador
lo que implicaba ya de nuevo tipo; al tener en cuenta los reclamos que se
precisaban resolver a partir de los conflictos heredados y la cultura en
general y política en especial. Por lo que, ante todos estos
ingredientes, precisó desde su visión –coincidente con lo mejor del
pensamiento universal- los aspectos de lo que objetivamente puede
significar aproximarse a una construcción del socialismo, como
una nueva forma de poder esencialmente humana, cualidad que lo distingue
de las formas anteriores, así como los modos en cuestión que se ve
obligado a asumir para construirlo desde el subdesarrollo.
Precisamente en este punto, vuelve a presentarse
de nuevo en la experiencia cubana, el eterno dilema del poder para los
pueblos subdesarrollados fruto de las acciones subdesarrollantes
capitalistas, observadas ya en las experiencias europeas de socialismo.
Disyuntivas que a su vez, se producen por una asunción lineal, no
compleja y multidimensional del mismo, a saber: al no existir una maduración
para el poder de las clases y grupos sociales que representan y para las
medidas que exigía el poder de dichas clases y grupos sociales, lo que
podía hacerse contradecía toda la postura política anterior y lo que
debía hacerse no se podía llevar a cabo. Era una suerte de confrontación abierta entre el
ideal y las formas concretas para su materialización, que exigen creación
viva en un proceso peculiarmente difícil y en el que las fórmulas
preconcebidas, voluntaristas y autoritarias surten el peor efecto, aún y
cuando parecen ser las más cómodas en un ambiente de desconocimiento o
de ausencia de hábito de conocer como necesidad interna del individuo,
todo lo cual marca en sí mismo la asincronía.
Es por ello, que los transcursos o transiciones socialistas han de
convertirse en los laboratorios de las mediaciones –centremos, medidas
intervinculantes e interactivas- en el nuevo hacer socialista, de tal
manera que la paradoja anterior sólo sea historia procesada en cuanto a
experiencia viva y no quede margen de repeticiones. Estudiar y
profundizar en los mecanismos, mediaciones y articulaciones imbricadoras
conectoras políticas, económicas, espirituales, en una palabra culturales presocialistas, transocialistas y socialistas
constituyen un desafío y una necesidad para preparar al hombre para un
objetivo superior, que por superior no es inalcanzable, siempre y
cuando el socialismo no se anticipe y se abra paso en una progresión histórica
de construcción múltiple y variada de los sujetos políticos y de sus
organizaciones desde abajo, que es lo que aún no se ha experimentado,
aunque si declarado. Es decir, desde
el pueblo mismo, con la heterogeneidad de sus intereses gradualmente
interconectados o interconectándose. Democracia y poder revolucionario, como escenario
fundamental donde se produce el lance esencial en el ¿quién vence a quién?
–si un socialismo que se proponga la desenajenación, o un
“socialismo” deformado y burocratizado-, coincide con la necesaria
correlación dialéctica entre sujetos sociales, históricos, políticos y
el proceso de construcción del nuevo poder desde abajo, el cual proviene
no sólo a partir los objetivos emancipadores declarados, sino de la
propia praxis revolucionaria que gesta el cambio de actividades esenciales
cotidianas que han de propender a la desenajenación. Desenajenación, que
no es un simple proyecto sacado de cualquier ilustre cabeza, por el
contrario, medula de la práctica política objetiva, al menos como
construcción que se opone real y efectivamente a las añejas formas de
hegemonía y dominación de la sociedad que se aspira a superar. “En nuestro caso, la educación directa adquiere
una importancia mucho mayor. La explicación es convincente; porque es
verdadera; no precisa de subterfugios. (…) El proceso es consciente. Se
autoeduca. (…) El freno mayor que
hemos tenido ha sido el miedo a que cualquier aspecto formal nos separe de
las masas y del individuo, nos haga perder de vista la última y más
importante ambición revolucionaria que es ver al hombre liberado de su
enajenación”. [286]
Todo proceso transicional socialista, exige como
pasos iniciales en el encauce de la nueva realidad cultural de un
determinado intervalo, donde la voluntad política aún inconexa con la
totalidad social para favorecer el cambio opere de manera concentrada,
representando así el interés general y aplicando transformaciones
generales o macro sociales a partir de las condiciones de que se parta. Lo
que responde también, a las grandes tareas organizativas, educativas y
formativas. A la cual le compete igualmente, el
socializar los nuevos ambientes de conocimientos, autoconocimiento e
intervincularidad que no han existido en la sociedad de donde surgen. Por
lo que, han de viabilizarse
mediaciones interconstituyentes de un nuevo movimiento relacional,
donde se cuente con todos en el acabamiento y despliegue de la instrucción
y preparación para ejercer un poder político real en todos los ámbitos
de la vida social. Todo lo anterior asociado, entre otros factores, a
las condiciones de atraso que impone –y en el caso cubano impuso- un
socialismo nacido en situación de subdesarrollo y que opta como necesidad
para su emancipación por tal proyecto, y por último, y no menos
importante por ello, la ofensiva contrarrevolucionaria que despliegan las
clases y grupos sociales despojados del poder y el imperialismo yanqui,
que trata a toda costa de mantener sobre el país su concepto de
“soberanía limitada”, forma fundamental de consolidar su dominación
económica, política, social y espiritual.
Esto no significa, que la concentración en la
toma de decisiones inicial deba ser el modo fundamental, único que se
perpetué a lo largo de las transiciones
que aspiran ha ser opciones legitimas al capitalismo. En contraste con tal
generalizada visión, ella es el
medio articulante que da curso e impulsa a todas las mediaciones sociales
para el ejercicio de la cultura del pueblo, por y para él. Algo así, como transición de transiciones dentro de un movimiento
transicional al socialismo, adecuando
de esta manera, a la misma, a la condición de laboratorio plural real en
el deslinde de las mediaciones que se necesitan. Especifiquemos, la
correlación que inicialmente condicionaba de alguna manera al
centralismo, debe abrir caminos a la participación efectiva, real, a una
socialización política diferente y diversa del proceso. Los caminos aproximados que nos permiten
acercarnos al análisis de tales imbricaciones de praxis -mediante y
automediante- activa, y que muestran la efectividad y fuerza en el
movimiento al afianzamiento del nuevo sistema social, se encuentran
asociados, a sus capacidades para nutrirse constante y cambiantemente de
una multiplicidad de formas y contenidos participación individual conexas
con las sociales capaces de garantizar realmente la construcción
inacabada, como proceso inconcluso, pero en progresión de la dirección más
compleja y multiforme de los procesos humanos. Esto no sólo ha de
discurrir con la creación cuantitativa de canales de activismo sociopolítico
y societario en general, sino en su funcionamiento, en ese flujo
intervinculante e interactivo imprescindible entre las masas que garantiza
la ejecutividad del nuevo organismo social actuando ya en su conciencia,
porque actúa en su vida, en el desempeño cultural. Es
una revolución de pensamiento, es una sociedad de conocimientos, porque
es una civilización de praxis pensada y autopensada. Es por ello, que
el movimiento de gestación de un nuevo poder, que implica simultáneamente
nuevo saber en como hacer y viceversa, debe transitar acorde a las
peculiaridades contextuales y al proceso de construcción de sus sujetos
políticos, desde formas iniciales
concentradas de voluntad política a la absorción real por las masas de
la misma, con toda la complejidad cultural que le acompaña.
Pormenoricemos, el pueblo debe participar activamente como necesidad de su
existencia, no sólo en la ejecución de las tareas, sino
en el establecimiento, control y dirección de las mismas, como causa y
efecto de una cultura que se afianza y potencia el porvenir. Esto, no
es una copla comunista de tiempos pretéritos a entonar, para salvar las
distancias de lo que no esta siendo y deberá ser en algún bendito
momento, pues “las condiciones no lo permiten aún”, o “sólo lo
favorecen parcialmente” según los injertadores de olmos, que no se atreven a sembrar perales,
pero que encuentran desarrollado el sabor de la pera en el olmo injertado.
La audacia intelectual en las búsquedas que
optimicen al tejido social en transición a nuevos contenidos de actividad
humana pensada y construida mancomunadamente, es un aspecto que matiza el
desarrollo de un proceso cultural inconcluso e irrepetible en sus
transcursos. Apuntamos pues, a que
la edificación de sociedades distintas a las tradicionales enajenantes,
necesitan de Ciencias que crezcan y se transformen en avenencia con dichos
propósitos, que contribuyan a ello desde la complejidad, diversidad y
eventualidad que les asiste. En
suma, la construcción de un nuevo futuro se estudia, se actúa y se crea
indivisible y científicamente. Es común con relación al socialismo -por la
historia de incongruencias en sus aprehensiones científicas- un
suponer casi generalizado de que todo esta dicho, o se puede decir a
partir dos o tres verdades “generales” e inconexas que se manejen y a
la grandilocuencia que se despliegue como sinónimo de cientificidad. Pues,
en cuanto a acaecimientos humanos existe la tendencia de que “todo puede ser convertido en frase”.[287] Lo innegable, por tales
manejos es que sigue siendo un fantasma que recorre recurrentemente al
mundo, y que necesita de las armas
complejamente tejidas de las ciencias y sus praxis humanamente científicas
para exorcizar dichos espectros en la realidad. Pues, el significado
cualitativo de construir sociedades alternativas a los imperios
imperialistas y no miméticas esta por construirse, a partir un religar
sus diversas historias teóricas y prácticas con la actualidad. El
reduccionismo, la aceptación acrítica de lo que “todos infieren”, lo
sobreentendido sobre el socialismo, tiene que acabar; pues, de otra manera
a como el Che lo viera, pero, desde similares significados “se corre el
peligro de que los árboles impidan ver el bosque”, y
se extingan los árboles y con ellos los bosques. Desde la dicotomía creación plural – repetición
de consignas petrificadas, el Che explicaba: “Los revolucionarios
carecemos, muchas veces, de los conocimientos y
la audacia intelectual necesaria para encarar la tarea del desarrollo de
un hombre nuevo por métodos distintos a los convencionales y los métodos
convencionales sufren la influencia de la sociedad que los creó. (Otra
vez se plantea el problema entre forma y contenido). Se busca entonces la
simplificación, lo que entiende todo el mundo, que es lo que entienden
los funcionarios”.[288]
La convencionalidad de los métodos, es un asunto
recurrente dentro de la propia corriente socialista[289] cuando pierde el rumbo en cuanto a la
multiplicidad de ejes que le dan solidez a la enajenación y a las
posibles opciones para entretejer desde esos estados las perspectivas
futuras de lo nuevo, es decir la desenajenación.
Estas cuestiones cardinales se encuentran nítidas en el
pensamiento del Che, es más, reclaman constantemente su materialización
como principios plurales esenciales para un auténtico movimiento al
socialismo. Es por eso, que en la exposición de sus ideas con relación
al surgimiento de la burocracia, presta especial atención a los grandes
retos que debía enfrentar el proyecto cubano, y que en su consideración se mantendrían a lo largo de su movimiento,
reclamando atención diferenciada al llenarse de diferentes contenidos.
Entre ellos se encuentran: - La falta de experiencia para desplegar un modelo
participativo autóctono en constante crecimiento, capaz de diferenciar y
deslindar los desemejantes momentos históricos y las tareas que le eran
consustanciales. Ello vinculado entre otras causales, a las
deformaciones heredadas en una estructura de poder burgués dependiente,
plagado de lacras burocráticas y corruptas que matizaron la neocolonia,
con una absoluta ausencia de política exterior y de definiciones propias,
que penetraran el cuerpo espiritual
y cultural de la nación, cuyo eje aglutinador en el sentido de creación
resultaría el antiimperialismo, propulsor identitario de todos los
senderos correctores de alternativas. A lo que se añadirían, los grandes problemas que
enfrentaban las anteriores experiencias socialistas en materia democrática,
de las cuales no siempre era propicio beber por su carácter deformado, y
por ultimo las urgentes tareas a resolver cotidianamente. En tal sentido,
y precisando enfoques respecto a las ausencias de teorización o
conocimiento sobre el llamado período de transición al socialismo
argumentaba: “Si a esto se agrega el escolasticismo que ha frenado el
desarrollo de la filosofía marxista e impedido el tratamiento sistemático
del período, cuya economía política no se ha desarrollado, debemos
convenir en que todavía nos encontramos en pañales y es
preciso dedicarse a investigar todas las características primordiales del
mismo antes de elaborar una teoría económica y política del mismo de
mayor alcance. (…) La teoría
que resulte dará indefectiblemente preeminencia a los dos pilares de
la construcción: la formación del hombre nuevo y el desarrollo de la técnica.
(…) aquí no se trata de avanzar a ciegas sino (…) sobre la necesidad de la formación tecnológica y científica de
nuestro pueblo y más aún, de su vanguardia”.[290] - El recrudecimiento de la lucha de clases con el
apoyo norteamericano que condicionaron la prioridad a la tarea de
supervivencia, pasando a un segundo plano los modos y mediaciones para el
desarrollo del socialismo acorde a nuestras peculiaridades. - La necesidad de reorganización cultural,
incluso la alfabetización como movimiento primario, que allanaran el
camino a un objetivo superior mediante la articulación épocal de
sucesivas mediaciones pertinentes, para que los sujetos preparan y se auto
prepararan en el proceso de progresión de las nuevas relaciones sociales
coexistentes con un sistema internacional adverso. - La falta de personal calificado –cuadros- a
todos los niveles para dar forma al movimiento desde las visiones
organizativas de esos tiempos, en particular según señalaba el Che, al
medio y de base. - Las grandes dificultades para asimilar las
experiencias de izquierda y socialistas concomitantes, para evaluarlas
objetivamente en toda su dimensión. Excluyendo el tan nefasto calco de
modelos ajenos a nuestras realidades, o la negación absoluta, que no
tiene en cuenta la asimilación certera de qué cuestiones eran
asimilables, incluso como camino no transitable, sobre la base de un
estudio científico. - La hostilidad internacional garantizada y
sufragada por los Estados Unidos, que saboteaba constantemente e impedía
un balance a tiempo de los errores cometidos en la implementación del
proyecto. Desafíos de esas índoles marcaron los vericuetos
recorridos en la búsqueda para afianzar el proyecto democrático cubano
limitando y retardando en muchos casos su consolidación. No obstante,
la intención inicial era: construcción múltiple del mismo. Sin
eludir a todas luces, los errores cometidos en su implementación
que serán objeto de análisis del presente estudio, al examinar lo
evitable e inevitable intentando valorarlo en sus plurales dimensiones en
los modelos o diseños adoptados por el proceso cubano en toda su etapa
inicial e insinuando científicamente coligarlos con los procesos
actuales. Durante toda esa etapa primaria se abonó el
camino, no sólo en el sentido de ascenso con relación a las
circunstancias en que existía nuestro país antes del 1959 –aspecto éste
loable-, sino también en la
trayectoria de acumulación de circunstancias que eran pertinentes
resolver por el sendero transicional socialista optado, y que se
disolvieron sin la atención consecuente, ya que el sujeto político de
ese tipo de transición, no siempre se potenció en la dirección de
reproducción ampliada de su significado cualitativo a lo largo de los
diversos momentos vivido. O lo que es lo mismo, la siembra perpetua de perales, en tanto se
disminuía, hasta desaparecer, el injerto de olmos para que dieran peras. Por ello hoy, y desde la experiencia cubana y
otras concomitantes, al penetrar en los complejos procesos que han de
marcar el contenido diferenciante de la alternativa al capitalismo,
aspecto este que aparece por doquier en los escenarios actuales; realmente
asusta un poco, desde la historia recorrida, el que a la altura de este
primer decenio del siglo XXI, al teorizar o proyectar políticamente sobre
la construcción “del nuevo socialismo del milenio”, se hable sobre
muchas cuestiones a veces inconexas, y
no se aborden los asuntos referidos a la desenajenación, aunque se
critique la enajenación reinante en el mundo. Es decir, se produce una necesaria crítica al
estado de circunstancias imperialistas dominantes, pero no se ofrece desde
la lucha que se preconiza, al menos atisbos de posibles caminos al proceso
inverso. La paradoja llega al límite de que se manifieste
sorprendidamente y arrugando el ceño: ¿desenajenación, hoy? La
ciencia y desarrollo teórico, su comprensión como praxis de novedad
cultural, a las que el Che convocaba como impostergable para forjar el
futuro, como inherente al propio proceso de construcción de lo futuro se
diluyen, se despersonalizan en un agotamiento infructuoso de significados
que no prevén. Con lo cual se olvida, que “Prever
es la cualidad esencial, en la constitución
y gobierno de los pueblos. Gobernar no es más que prever (…) Los
países que no tienen métodos
comunes, aún cuando tuviesen idénticos fines, no pueden unirse para
realizar su fin común con los
mismos métodos”.[291] Por tales razones, volver sobre las huellas del
pensamiento de Ernesto Guevara, para
quien el proceso a la desenajenación eran esencias a resolver mancomunada
y diversamente, clarifica
aristas científico metodológicas –
en el sentido de replanteo epistémico complejo sobre el socialismo- no
siempre tenidas en cuenta, y que presentan potencia y vitalidad en el
escenario transicional socialista cubano, así como en las sendas que América
Latina se proponga recorrer. Ya que, entre otras de muy variada textura, “Las
tendencias burocráticas, que sofocan al movimiento obrero, también deberán
manifestares por doquier después de la
revolución. Pero es evidente
que mientras más pobre sea la sociedad nacida de la revolución, esta ley
deberá manifestarse más severamente, sin rodeos; y mientras más
brutales sean las formas que debe revestir, el burocratismo será más
peligroso para el socialismo. No son los “restos” impotentes por sí
mismos de las antiguas clases dirigentes (…) son factores infinitamente
más potentes como la indigencia material, la falta de cultura
en general y el dominio consiguiente del “derecho burgués” en
el terreno que más interesa directa y vivamente a todos: el de su
conservación personal”.[292]
Los inicios del poder revolucionario cubano, se
encontraron caracterizados por la presencia definitoria del factor militar
en la organización, dirección y administración del Estado; proceso
natural e inevitable, asumido a partir de las peculiaridades del
movimiento de liberación nacional. “Los primeros pasos como Estado
revolucionario –apuntaba el Che-, así como toda la primitiva época de
nuestra gestión en el gobierno, estaban
fuertemente teñidos de los elementos fundamentales de la táctica
guerrillera como forma de administración estatal. El
“guerrillerismo” repetía la experiencia de la lucha armada de las
sierras y campos de Cuba en las distintas organizaciones administrativas y
de masas, y se traducía en que solamente las grandes consignas
revolucionarias eran seguidas (y muchas veces interpretadas de distintas
maneras) por los organismos de la administración, y de la sociedad en
general. La forma de resolver los problemas concretos estaba sujeta al
libre arbitrio de los dirigentes”.[293]
Este estilo de trabajo condicionado por las
especificidades del comienzo revolucionario, no permitía el
establecimiento de una lógica en materia de dirección política que
respondiera la realización consciente y razonable de la voluntad del
poder recién conquistado, abriendo paulatinos espacios a la participación
y control popular. Era imprescindible, por tanto, para no desperdiciar
esfuerzos, organizar de una manera nueva la administración del gobierno
del pueblo. Esclareciendo, que ese pueblo, era la masa toda que se oponía
a la condición de país dependiente, tanto de los Estados Unidos, como de
sus secuaces nacionales. Para tal empeño, en aquel entonces, se optó por
la aplicación de las técnicas de administración social de los países
socialistas basados en la planificación administrativista. Así aparece la llamada política de centralización operativa, la cual
frenaba considerablemente la toma de decisiones inmediatas y flexibles a
cada nivel, lo que hizo incluso meditar y considerar al Che en aquel
momento, que el nuevo estilo de trabajo era un bandazo. La correlación
centralismo-democracia identificada en Guerrillerismo - Centralización
Operativa, significaba que a pesar de la voluntad rectificadora el camino
escogido no solucionaría de suyo las correcciones necesarias para el
alcance del ejercicio del poder popular, poniendo de relieve las fuertes
contradicciones en que nacía un nuevo principio de dirección política
social, a saber: el centralismo democrático, del que ya casi no se habla,
pero que sigue latente. La opción fuertemente centralizadora surgía
evidentemente como necesidad ante la falta de cuadros, las enormes tareas
que no podían esperar, la fuerte lucha de clases, entre otras de gran
peso, pero de suyo originaba una exagerada limitación de la iniciativa,
una falta de respuesta inmediata, de aparatos ejecutivos de control
popular, y de delimitación de la acción del dirigente en cada nivel. “Así
comienza a padecer nuestra revolución el mal llamado burocratismo”.[294]
Unido a las viejas lacras heredadas del
capitalismo, que incidían entre otros elementos en aspectos tradicionales
y psicológicos en el orden cultural general y político en particular, se
suman nuevas modalidades en el modo de ejercer el poder político por la
Revolución. Esto, no significa negar el amplio espectro de organizaciones
sociales y políticas que nacieron y ejecutaron exitosamente el programa
de justicia social propuesto desde antes del triunfo, lo que consolidó a
la revolución como opción de desarrollo. Sólo que a la luz de la
historia, de los problemas que necesitamos dirimir en el orden genético
de su surgimiento y desenvolvimiento ulterior, demandarán siempre de un
análisis detallado y razonado de las dificultades que fueron posibles de
eludir o que eran ineludibles, ya que en muchos casos marcaron
deformaciones futuras, que se deben desentrañar desde los inicios mismos,
o en su lugar experiencias a sortear por quienes transitan por estas
construcciones sociales de nuevo tipo. Las causas del burocratismo y de las deformaciones
en materia de poder revolucionario siguiendo el análisis realizado por
Ernesto Guevara, en su obra “Acerca del burocratismo en Cuba”, se
encuentran asociadas a: I.- “Falta de motor interno”. II.- “Falta de organización y con ello, de métodos
para movilizar efectivamente la gestión social”. III.- “La falta de conocimientos”. Estas 3 causales se encuentran íntimamente
vinculadas, es por ello, que al examinar una, evidentemente habrá que
referirse a las otras. Lo que conjuntamente invita, a meditar el hoy desde
el continuum y sus variabilidades. Se intenta pues, simultanear esos
procesos. I-La falta de motor interno, la falta de motivación
objetiva, consciente y razonada socialmente se encuentra vinculada a:
“... la falta de interés en el
individuo de rendir al servicio del Estado y por superar una situación
dada. Se basa en una falta de conciencia revolucionaria, o en todo caso,
en el conformismo frente a lo que anda mal”.[295]
Siendo consecuentes con los planteamientos del Che, existen elementos
psicológicos, de legitimación tradicional, de gestión política, económica,
social, entre los más relevantes condicionados deformadamente en nuestro
accionar político, como fueron siguiendo su lógica: - Falta de claridad política en lo que se proponía, y en cómo lograrlo
insertando al hombre para desarrollar en él la responsabilidad cotidiana
ante el proyecto del que debe ser protagonista fundamental. Ya que no
basta con aceptaciones generales abstractas, el individuo debe
comprometerse, pero para ello, debe participar activamente en la elaboración,
control y ejecución del proyecto a corto y largo plazo, como transcurso
gradual pero veraz. Sin esto, la propuesta de su futuro se convierte en
algo vacío, en simples consignas que el sujeto no identifica como el
objetivo de su vida. Por otro lado, la savia colectiva enriquece las
vertientes plurales y coloca a las posibilidades en realidades de las que
todos están convencidos, porque se cuenta con ellos, y ellos se imbrican
en el contar con todos. - “Falta de ejecutividad” que se traduce en: a- “Una explicación continua y razonada de las
tareas”, o un aportar tareas múltiples desde los sujetos inmersos en la
experiencia, acorde a sus especificidades y áreas de desempeño. b- “Estimular
la iniciativa del hombre”, abrir espacios movilizadores de esa
iniciativa que se oponga a la inercia del que cumple directivas pautadas
por otros, desde fuera y a despecho de lo que es necesario, lo que conduce
al enmohecimiento del pensamiento, al enclaustramiento de las vitalidades,
al extrañamiento procedente de relaciones sociales trazadas lineal y
verticalmente. c- “Utilizar medidas ejemplarizantes y drásticas
con el parásito”. O como apuntaba Engels, encontrar los mecanismos
adecuados para que nadie pueda desentenderse del contenido de su trabajo
descargándolo sobre los demás, o más exactamente vivir de los demás, o
acostumbrarse en grado superior a esa conducta anti ética, porque el
medio se lo favorece. d- “Control real por todos sobre el trabajo
(calidad y cantidad), y sobre la gestión estatal y política de los
cuadros”. No pueden gestarse nuevas relaciones, si las pautas de las
actividades no las cualifican como opuestas a los modos anteriores, si las
conexiones humanas aún y en transición no están siendo o mejor haciendo
que se despliegue no sólo la diferencia sino el cambio de esencia de qué,
cómo y para quiénes se hace, más allá del imaginario o de lo
declarado, al menos como variables conocidas de lo que se proponen barrer
de raíz. Cuánto de lo explicado en su momento por el Che,
y desde la conciencia de lo que se proponían cambiar en íntima vinculación
con el pueblo sigue apareciendo, existiendo y desvirtuando el accionar
transicional socialista en Cuba, al que se le añaden nuevos ingredientes
asociados a las medidas tomadas bajo diversas circunstancias. Qué
explicaciones esenciales pueden revelar la naturaleza de la perseverancia
de problemas de este tipo, incluso potenciados por prácticas continuadas
en esos tránsitos y retránsitos dentro de la experiencia socialista sin
encontrar la mediación pertinente que las anule. Problemas de esta índole
hicieron afirmar a Fidel Castro, en el aniversario 60 de su ingreso a la
universidad: “¿Es que las revoluciones están llamadas a
derrumbarse, o es que los hombres pueden hacer que las revoluciones se
derrumben? ¿Pueden o no impedir los hombres, puede o no impedir la
sociedad que las revoluciones se derrumben? Podía añadirles una pregunta
de inmediato. ¿Creen ustedes que
este proceso revolucionario, socialista, puede o no derrumbarse?
(Exclamaciones de: “¡No!”) ¿Lo han pensado alguna vez? ¿Lo pensaron
en profundidad? ¿Conocían todas
estas desigualdades de las que estoy hablando? ¿Conocían ciertos hábitos
generalizados?”.[296]
“¿Cuántas
formas de robo hay en este país?”.[297] Las invitaciones a reflexión de Fidel Castro,
contienen más de una arista de extremo peligro a considerar, en especial
por los hábitos que le acompañan, asentados y funcionando como
modalidades propias de la vida cotidiana, de las que no se habla ya en
sentido de rupturas con la eticidad que se preconiza, dado
que en el argot popular la visión de una buena parte de las conductas
delictivas diarias pasaron de “estar luchando”, a “estar
trabajando”. Precisemos, la asunción del transgresor y del que burla lo
prohibido pasó del “vividor” de otros tiempos a la condición de
trabajador. Sé es del criterio, que sobre estos tránsitos, tal y como se
presentan es pertinente meditar, porque ellos nos acompañan, porque sus
metamorfosis se produjeron ante nuestros ojos, más allá inclusive de la
sentencia martiana de que “El hombre no es lo que se ve, sino lo que no
se ve”[298].
En este punto, más que indisciplinas y delitos a
mirar en los infractores aislados, que abarcan todos los intersticios de
lo social, conviene meditar en la calidad de relaciones que van resultando
de los modos de interacciones sociales que se potencian. Ya no cabe, dadas
las complejidades del asunto, el colocarse en uno u otro polo, en
descargar en uno u otro la culpa del problema. Estos
son momentos de imbricaciones y complexiones de análisis y opciones de
mayor alcance, que propendan a la totalidad, a una reorganización de esos
fundamentos sobre los que se ha erigido cronísticamente y que no han
penetrado en las esencias que procrean los defectos, los gusanillos de
interacciones que carcomen al olmo injertado y a los nuevos perales que se
siembran. Más que aplicar la ley perfeccionada –salida usual- en un
ambiente generalizado de soborno[299],
lo necesario sería tensar la
inteligencia en encontrar emergencias organizacionales transitorias para
enderezar los rumbos. “Ni de nombre de partido, ni de equivocaciones
pasajeras aunque parezcan durables; ni de la diferencia de nuestras ideas
corrientes nos guiamos, sino de un amor que tiembla y vela, (…) Nuevo
queremos el carácter, y laborioso queremos al criollo, y la vida burocrática tenémosla por peligro y azote, y bregaremos por poner la tierra abierta con el
trabajo inmediato y diverso, a la vida natural, que es en la república la
única garantía del derecho del hombre y de la independencia del país”.[300] Todo indica que las fallas en “la falta de motor
interno”, explicadas por el Che en los primeros tiempos como causas de
la aparición de la burocracia, han aumentado, desbordando todos los
cauces posibles dentro tradicionales modalidades de organización social
que ya han agotado sus posibilidades, mostrando los significantes del
peligro de una vida burocrática, según el cubano de todos los tiempos.
Sin olvidar, por cierto, que si Fidel Castro no hubiese puesto en el
tapete las honduras de los problemas existentes, resultaría difícil
demostrar o enunciar la posibilidad de reversibilidad del proyecto cubano,
de no ser defendido de conjunto y “como condición para el libre
desenvolvimiento de cada individuo”, como indicara Marx. Todo esto saca a la luz, opacidades, zonas
restringidas al debate que siguen operando aún y ante la enormidad de
asuntos a resolver como cubanos. Posturas de este tipo no pueden
justificarse a partir de garantizar la unidad frente al enemigo de noventa
millas, ya que como Fidel también sentenciará: “Este
país puede autodestruirse por sí mismo; esta Revolución puede
destruirse, los que no pueden destruirla hoy son ellos; nosotros sí,
nosotros podemos destruirla, y sería culpa nuestra”.[301]
El amordazamiento de verdades como modalidad de praxis burocratizas al
extremo, denotan el enraizamiento de sus patrones de interacción como
cuerpo jerárquico y cerrado campeando por sobre nuestros destinos. Por
tanto, mas allá
de los enemigos externos e internos que no han de faltar en las
transiciones socialistas, existen al parecer según los anales que la
experiencia muestra enemigos propios, inexplorados e inéditos sobre los
que urge meditar de conjunto. El ejercicio de intelección que acompaña a este
trabajo, pasa precisamente por el hoy, e invita a esclarecer desde el
pasado la reorganización del rumbo histórico en la contienda ideoteórica
de los tiempos actuales. Batallas
que asumen matices, -desde la modesta consideración de esta autora- cada
vez más temibles, en especial, porque provienen entre otros, del interior
de nosotros mismos, de cómo nos hemos acostumbrado a actuar, a pensar a
interrelacionarnos. Por eso, “Los pueblos como los hombres, no se curan del
mal que les roe el hueso con mejunjes de última hora, ni con parches que
les muden el color de la piel. A la sangre hay que ir, para que se cure la
llaga. O se mete la mano en lo verdadero, y se le quema el hueso al mal, o
es la cura impotente, que apenas remienda el dolor de un día, y luego
deja suelta la desesperación. (…) Hombre es el que le sale al frente al
problema, y no deja que otros le ganen el suelo en que ha de vivir y la
libertad de que ha de aprovechar. Hombre es quien estudia las raíces de
las cosas. Lo otro es rebaño. (…) De nuestras esperanzas, de nuestros métodos,
de nuestros compromisos, de nuestros propósitos, de eso, como del plan de
las batallas, se habla después de haberlas dado”.[302]
En otro orden de esclarecimientos respecto a la
deformación burocrática, el Che alertaba respecto a: II.- La “falta de organización y con ello de métodos
para movilizar efectivamente la gestión social”. Cuando se enfoca este punto, evidentemente es
pertinente referirse no sólo a métodos o estilos de trabajo, sino a una
concepción más amplia que incide en la dirección y el encauce de la
participación individual en el proyecto socialista. Cuando el Che
revelaba estos problemas, autocríticamente sentenciaba: “La dirección económica de la revolución es la responsable de la
mayoría de los males burocráticos”.[303] Esto lo asociaba entonces a: 1. - Los aparatos estatales no se desarrollaron mediante un plan único y
con sus relaciones bien estudiadas, dejando amplio margen a la especulación
sobre los métodos administrativos. 2. - El aparato central de la economía, la Junta Central de Planificación,
no cumplió su tarea de conducción y no la podía cumplir, pues no tenía
la autoridad suficiente sobre los organismos, estaba incapacitada para dar
ordenes precisas sobre la base de un sistema único y con el adecuado
control y le faltaba el imprescindible auxilio de un plan perspectivo. 3. - La centralización excesiva sin una organización
perfecta frenó la acción espontánea sin el sustituto de la orden
correcta y a tiempo. 4. - Falta casi total de conocimientos para la toma
de decisiones acertadas, lo que desembocó en el reunionismo, falta de
capacidad perspectiva para resolver los problemas.[304] Esos aspectos condujeron a la aparición de un
tipo peculiar de administración que no podía llamarse de otro modo que
no fuera burocratismo. “El
burocratismo – sentenciaba el Che – es la cadena del tipo de
funcionario que quiere resolver de cualquier manera sus problemas,
chocando una y otra vez contra el orden establecido, sin dar una solución.
(...) es frecuente observar como la única salida encontrada por un buen número
de funcionarios es la de solicitar mas personal para realizar una tarea
cuya fácil solución solo exige un poco de lógica, creando nuevas causas
para el papeleo innecesario”.[305] La descripción del burocratismo de sus tiempos,
persiste hoy, pero en su accionar ha desarrollado otras sujeciones o
modalidades de control mucho más complejas y abarcadoras. Este modo de poder del buró, o de la persona oficial que ostenta una u
otra responsabilidad, a uno u otro nivel, se vincula en la visión
guevariana a la dirección hipercentralizada que asfixia a la iniciativa
individual del dirigente y al mismo tiempo del dirigido, lo cual excluye a
todas luces el control real sobre las gestiones. En aquellos tiempos,
el temor al error paralizó la actuación creadora y sabia del
especialista, el temor a la pérdida de la posición alcanzada al cuadro,
y la creencia de que la solución de todos los problemas se encontraba
solo en las manos de los mas capacitados y no de los sujetos, originó un
proceso de delegación de poder de funestas consecuencias para la opción
socialista.
En este sentido, destacaba el Che: “Claro
que el gobierno no puede dictar normas, hacer planes, fijar metas, sin la
participación del pueblo, pues en ese caso seria un plan frío, burocrático...
La dirección debe ser única, con responsabilidad única y la discusión
colectiva... La Asamblea de producción abarca a todos los obreros de una
fábrica que reunidos democráticamente, exponen sus puntos de vista sobre
la marcha de la industria y del plan. La asamblea de Producción
representa una especie de cámara legislativa que enjuicia la tarea propia
y la de todos los empleados y obreros. (...) La critica y la autocrítica
serán fundamento del trabajo diario pero llevados a su máximo a la
Asamblea de Producción”.[306] Se evidencian así, causas que imposibilitaban
funcionar aproximándose a lo transicional socialista, relacionadas con la
vinculación del individuo a ese objetivo. Pero esos desvíos eran
factibles de corregir, de proponerse abandonar el modo de funcionamiento
lineal, verticalista y centralizado asumiendo en primera instancia la
propuesta guevariana de “dirección
única, con responsabilidad única y la discusión colectiva”.
Cuestiones estas que al no eliminarse de raíz, detonaron modelos mentales
de funcionamiento excluyente, áreas intocables –incluso por no
conocidas- hasta hoy.
5- Otro elemento negativo se encontraba asociado a la selección y control
sobre el cuadro. Lo más importante no radicaba en que por
necesidad se precisase designar a dedo a los mismos, sino que el mecanismo
deficitario de control de cada individuo presente en la experiencia conducía
a que se mantuvieran en la dirección personas poco escrupulosas que
medraban y lucraban a costa de la producción social, siendo imposibles
detectarlas hasta que la situación se hacía catastrófica. A lo largo
del proceso han llegado incluso, en algunos casos, a atentar contra la
integridad del país, avanzados en esa modalidad de práctica selectiva.
“Muchos errores se cometieron en la parte administrativa del ejecutivo,
- analizaba el Che – enormes fallas se cometieron por parte de los
nuevos administradores de empresas que tenían responsabilidades demasiado
grandes en sus manos y grandes y costosos errores cometidos también en el aparato político que, poco
a poco, fue cayendo en una tranquila y placentera burocracia,
identificando casi como trampolín para ascensos y para cargos burocráticos
de mayor o menor cuantía, desligados totalmente de las
masas”.[307]
El peor efecto de tal padecimiento burocrático,
no sólo se concentraba en las repercusiones económicas de tal política
–aspecto este sobre el que más se mira-, sino en la conciencia de los
hombres que supuestamente experimentaban una nueva forma de reorganización
social. Nos referimos en este punto al ejemplo, del que tanto se ha
hablado y que para cultivarse hace falta más que confianza y fe. El
ejemplo, no es un atributo, no es algo que se decreta en los estatutos de
una u otra organización como practicable para pertenecer a ella y cuando
se pertenece, se infiere que se práctica o sé es automáticamente
paradigma. Para ello, entre otras alternativas para su desarrollo, es
preciso abrir mediaciones al control individual y social que fomenta
identidad política por su propia transparencia, por
el conocimiento pleno del desempeño de cada uno, algo a lo que se
pertenece porque es obra propia, entre otros muchos argumentos que
pudieran precisarse. El ejemplo, modestia y dedicación responsable constatable
y no deificada por el imaginario son necesarios, pero no por la
membresía a una u otra organización social o política del nuevo
proyecto, cual adorno que nos toca por militancia, sino como ciudadanos o
sujetos sociales simples que no cumplen un propósito de vida planificado
o dibujado desde fuera de sí mismos acerca de lo que se debe ser, sino de
algo que se va construyendo, aprendiendo y propendiendo en interacciones
de cualidades humanas cada vez más diferentes y diferenciantes del ayer y
del hoy. “(…) el hábito noble de examen destruye el hábito servil de
la creencia; la pregunta sigue al dogma, y el dogma que vive de autoridad,
muere de crítica”.[308]
De otra manera, cómo pretender que los seres
humanos se involucren en un objetivo superior, si ellos no edifican con su
sabia en crecimiento esa superioridad en cuanto a calidad de vida. Cómo
hacerlas latir al compás de la nueva justicia social a que se aspiraba y
en la que se inspiraban para mantener y desarrollar el proyecto de no ser
algo que sale de sus propias manos, pensado y ejecutado por ellos mismos.
La falta de credibilidad que se origina ante el divorcio de la palabra con
los hechos, con la existencia misma, es el más temible de los cismas para
el socialismo en potencia. A qué responde entonces, en esa vertiente, como
norte aproximado de construir lo nuevo el que a casi más de 40 años,
Fidel Castro convoque a que se le responda reiteradamente en su intervención
del 17 de Noviembre del 2005 la siguiente pregunta: “Les hice una
pregunta, compañeros estudiantes, que no he olvidado, ni mucho menos, y pretendo que ustedes no la olviden nunca, pero es la pregunta que
dejo ahí ante las experiencias históricas que se han conocido, y les
pido a todos, sin excepción, que reflexionen: ¿Puede
ser o no irreversible un proceso revolucionario?, ¿cuáles serían
las ideas o el grado de conciencia que harían imposible la reversión de
un proceso revolucionario? Cuando los que fueron de los primeros, los
veteranos, vayan desapareciendo y dando lugar a nuevas generaciones de líderes,
¿qué hacer y cómo hacerlo? Si
nosotros, al fin y al cabo, hemos sido testigos de muchos errores, y ni
cuenta nos dimos”.[309]
Cómo darnos cuenta de los errores en la transición
social que se opone a la alienación, qué conectores no pueden olvidarse
en su construcción histórica diversa como ejes de un reordenamiento que
sobrepasa lo político, y que hunde sus raíces en la totalidad relacional
social en general adoptando una heterogénea fisonomía. Es que acaso el
pensamiento revolucionario dentro y fuera del marxismo no ha ido
esclareciendo nada en sus transcursos en que fue conformando visiones y
correcciones. Qué falla en la
comprensión de fenómenos recurrentes, que como el propio Fidel afirma,
son nítidos en las experiencias históricas que han acontecido y en la
nuestra desde sus especificidades propias. O cabría preguntarse, cuándo
se gestó eso que tanto alarmó a Fidel Castro para apelar una y otra vez a
partir de lo que conocía sobre el problema, para que todos nos lo pensáramos
también. Porque lo que hacía eran preguntas. Para ellas, cuántos se
proponen dar respuestas aproximadamente reales y no traídas por los
pelos, si es que es posible comenzar a responderlas. La pluralidad de lo
que se gesta en Cuba hoy en los diferentes ámbitos de interacción
humana, y fuera de los cánones de lo establecido –porque existen rangos
de posibilidades- que limitan o casi niegan el dialogo puede continuar
siendo desconocido; ya que las cargas o sobrecargas históricas no
resuelta o dirimidas se encuentran cerrando el paso a una interlocución válida
entre cubanos. 6. – En igual orden de importancia, el Che se refiere
también a la falta de vínculos con la realidad como resultado de una
falta de retroalimentación con las masas y los individuos concretos. Esto
matizó entonces de idealismo muchos proyectos que hiperbolizaron los
factores políticos y morales, sin un respaldo para los objetivos
trazados. “Para todos ellos, -
afirmaba – el denominador común es la claridad política (...) Esta no
consiste en el apoyo incondicional a los postulados de la Revolución,
sino un apoyo razonado (...) Es lo que pudiéramos llamar un
tornillo dinámico de este motor (...) un creador que ayudara al
desarrollo de las masas y a la información de los dirigentes sirviendo de
contacto con aquellas”.[310] Este diseño participativo que analizaba el
insigne pensador, aun y cuando apunta a cuestiones medulares y actuales, no
cualificaba un auténtico poder construido desde abajo, incluyente e
inclusivo y de suyo una determinación real participativa, un modo
efectivo de que cada individuo tenga algún peso en la dirección social,
y por ende en el propio socialismo. Dado que el enfoque desde
la condición de tornillo –aún y cuando se concibiese como dinámico-
no podía potenciar, como no lo fomentó en la experiencia soviética, la
propuesta leninista que apelaba a la condición
de poleas transmisoras entre el estado y la sociedad al funcionamiento
de las organizaciones sociales. El carácter extremadamente instrumental
de tales propuestas, establecen matices, pero no cambia la condición
realmente existente del activismo político de un poder de nuevo tipo
diferente de las añejas formas anteriores que experimentaron ambas
naciones antes de iniciar la transición al socialismo. Profundizar en
esto, sigue siendo un desafío entre los múltiples que nos acompañan. Durante el período en que el Che vivió y estudió
el proceso revolucionario cubano, el papel protagónico de los sujetos
históricos aun no se expresaba en la dirección, toma de decisiones y
control a todos los niveles incluyendo a los cuadros políticos, la
efectividad, acierto y desacierto de sus funciones, tal cual él criticará
y aleccionará sobre sus funestos resultados. Las debilidades asociadas al
excesivo centralismo se vinculan en su esencia a una de incapacidad
primaria para reproducir relaciones sociales socialistas ampliadas en
proceso de crecimiento. Podía, y de suyo se logró, comenzar a resolver
parte de los enormes problemas en la justicia social, pero no el
socialismo, como objetivo a largo plazo. En este sentido valoraba el Che a
manera de autocrítica del accionar centralizado: “Un cúmulo de decisiones menores limitó la visión de los grandes
problemas y la solución de todos ellos se estancó, sin orden ni
concierto, las decisiones de ultima hora, a la carrera y sin análisis,
fueron la característica de nuestro trabajo”.[311]
El reto descansaba, según la
visión que el Che nos legará en su obra cultural y práctica política,
en lograr encauzar los canales participativos existentes entonces con
contenidos que reprodujeran un interactuar y crear a partir del individuo
como eslabón esencial de ese proceso, lo cual evitaría deformaciones
ulteriores en el funcionamiento socializador y en el accionar social en
materia de política, cerrando el paso así a la deformación burocrática,
que como puntualizara nació y se desarrolló en este momento genético de
nuestro proceso. La cambiante dinámica del mundo tensa la vida y en coincidencia ha de
tensarse el pensamiento para cambiar la vida con los nuevos contenidos que
la componen; ya que “(…) –en esta edad tumultuosa de derrumbe y
renuevo- no es raro que al meditar ya la faena, hayan sufrido cambio
esencial, o merma grande, las ideas que nos hicieron concebirlo, (…) Es
buena manera de servir a la patria: grabar lo que se desvanece: dar molde
nuevo al recuerdo viejo: reconstruirla”.[312i]
Las enseñanzas de Ernesto Guevara trascienden
todos los órdenes de actividad humana, pues compulsan en pensar para
reorganizar la existencia. Alertan además, sobre los peligros y lances de
las alternativas socialistas asumida desde el subdesarrollo, bajo los
efectos de cosmovisiones lineales, deterministas edificadas desde la
supremacía de las certidumbres. Por lo que, constituyen un manantial
inagotable de saberes, e instan constantemente al sujeto del proyecto
desenajenador a desentrañar la naturaleza de las deformaciones presentes
en la experiencia social que se vive, como práctica propulsadora del
perfeccionamiento humano, cual preguntas a flor de piel que se traspasan
perennemente. Conocer, estudiar, transformar como transcursos
indivisibles, como necesidad interna es una manera de ser consecuentes con
la prédica martiana de “ser cultos para ser libres”, es forma además,
de desterrar el enanismo y la mendicidad de conocimientos, la cual
convierte al individuo concreto en figurillas burlescas de todo tipo de
manipulación, incluso la del propio yo. El Che promovía, la urgente
necesidad de alcanzar al hombre nuevo, no envuelto en papel de celofán,
sino de conocimientos a la altura y por sobre sus tiempos, artífices de
la creación humana. Pues, “Cada hombre trae en sí el deber de añadir,
de domar de revelar. Son culpables
las vidas empleadas en la repetición cómoda de las verdades descubiertas”.[313] Las alternativas socialistas siguen presentes en
las condiciones contemporáneas cuando el imperialismo transnacionalizado
intenta conservar la fisonomía civilizatoria a sus apetencias
perspectivas. La tarea de los marxistas, revolucionarios, y humanos “con
un poco de luz en la frente” de hoy, sigue siendo la de una crítica
científica a la sociedad enajenada. Pero sumado a ello, y como
consecuencia lógica, la de las experiencias revolucionarias y socialistas fenecidas, la
propia y las concomitantes. Se impone pues, más que un repensar el
pasado y el presente por separado, un religarlos un ponerlos en función
de un modo de organizar el pensamiento y la práctica como contribución
propositiva de cambios reales desde sus intervincularidades. Condenamos por su nocividad, desde las
consideraciones realizadas en este estudio, toda posición conformista, de
suyo enmascaradora que primó absolutamente durante el decenio de los
noventa y que aún conserva consciente o inconscientemente partidarios.
Aquella que acuña en su desentendido resarcimiento, el que: “ya
conocemos suficiente sobre lo que pasó o esta pasando con el socialismo,
guardemos nuestros pañuelos y concentrémonos en criticar al
capitalismo”. Tales posturas nos alejan de la constante y necesaria polémica
sobre el pasado reciente y lejano socialista, y por ende respecto a la
alternativa a construir de forma múltiple. Otra perspectiva que ha comenzado a adecuarse,
poseedora conjuntamente de disímiles lecturas, es la que se encuentra
asociada a lo que se ha dado en llamar “socialismo del siglo XXI”. Sin
demeritar la búsqueda superadora que entrañan sus planteos originarios,
sé es del criterio, que aún y en sus diversas variantes no se alcanza a
optimizar el nuevo continente de lo futuro. Con ella se corre también el trance, al querer
construir con bastante premura “un nuevo socialismo” en oposición al
que existió de manera absoluta, a que sean arrastrados los pueblos por la
ausencia de asideros reales a una vuelta al pasar el tiempo “a toda la
miseria anterior”[314],
como ya ha sucedido desde otros presupuestos, “(…) porque los pueblos
son como los árboles,
que no los conoce bien, ni sabe de los injertos que les puedan
convenir o dañar, sino quien los conoce desde las raíces. Y a estos labradores no se puede desdeñar, a los que miran
al árbol las raíces, mientras que otros viven prendados del gusano de colorín que se les sube
por las hojas, o clavan a destajo en el tronco indígena, por la fatiga de la novedad, ramas de Missouri o de Valdemoro, que
le perturban la savia, o se la envenenan”.[315]
Por ello, con relación al socialismo desde el
heterogéneo rostro que ha de asumir en el mundo, es pertinente
aproximarse a conocer al menos, de qué se habla cuando se habla hoy de
socialismo, o a que sé le denominó así, en circunstancias precedentes,
como se ha ido nutriendo de contenidos en sus decursos. Ya que, la
construcción de un proyecto de sociedad que se dice de calidad
desemejante a las que se han conocido en los anales civilizatorios más
por el nombre, -en cuyo recipiente se puede echar de todo[316]-
que desde sus esencias constituyentes y
constitutivas a una propensión desenajenadora gradual y multiforme
propias del pueblo que opte por ella, y por ende inéditas, significa
desconocer la responsabilidad y sensibilidad humana por la totalidad de
seres inmersos en hacer real esa opción. Las hendeduras de lo colonial, y los señuelos
mentales que le cortejan asentados por los siglos de prácticas
subdesarrollantes –aún y cuando se les impugnen- abren espacios
insospechados en las praxis sociales emancipatorias. Perviven sitiando las
experiencias libertarias en sus interiores mismos. De ahí la previsión
guevariana acerca de la posibilidad de perversión e interperversión[317]
de las generaciones presentes en las revoluciones. Ya que se corría –y
corre- el riesgo, desde las modulaciones que se le dieran a los
transcursos reorganizadores, que los colonizadores de voluntades y sueños
volvieran a restituirse ahora en su condición de Calibanes-Prósperos[318] o prósperos calibanes, que amparados en
ancianos y raquíticos clericalismos entre “un ser o no ser” o “un
conmigo o contra mi” porque encarnan “la voluntad de todos”,
extirpan la diversidad originaria que propulsa el intento, enjaulando
interiormente así, al canario amarillo al que sólo queda mirarle su ojo
tan negro. Y es que “El problema de la independencia no era el cambio de
formas, sino el cambio de espíritu”.[319]
Pensemos, por tanto, que la principal batalla en
nombre del futuro, ha de ser aquella que construye el porvenir desde las
raíces, las experiencias, la continuidad que sobrepasa al presente sin
amaños con el pasado. Dado que: “No son sólo los culpables
los que adelantan las guerras, las opresiones, sino además, quienes
“construimos el porvenir diferente”, sin que la diferencia cualitativa
tome cuerpo, tenga consistencia y en adhesión con ello se cultive la
libertad real, plural, posible”.[320] |
[1]
Doctora
en Ciencias Filosóficas y Profesora Titular de la Universidad de la
Habana.
-Referencias
del Introito [1]
Martí, José:”Revista
Universal”,
México, 29 de Abril de 1876. [2]
Lezama Lima, José:
“Retroceder”, Fragmentos a
su Imán, Letras Cubanas 2002, pág. 62. [3]Martí,
José:
“Ciegos y Desleales”, en “Patria”,
New York, 28 de Enero de 1893. -Referencias
. Dialogando con ustedes [4]
Véase, entre otros que han ahondado en el cronístico problema en la
actualidad desde el legado martiano a Cortazar,
Julio: “Situación del intelectual latinoamericano”, Carta a
Roberto Fernández Retamar, 10 de mayo de 1967, en
www.bibliotecaregional.cram.es [5]
Carpentier, Alejo: Razón
de Ser, Editorial Letras Cubanas 2007, pág. 10 [6]“El estilo, más que en la forma,
está en las condiciones personales que han de expresarse por ellas.
El que ajuste su pensamiento a su forma, como una hoja de espada a la
vaina, ése tiene estilo. El que cubra la vaina de papel o de cordones
de oro, no hará por eso mejor el temple de la hoja”. Martí
José: “El avisador cubano”, Nueva York, 25 de Abril de 1888.
[7]
Fernández, Pablo Armando:
“Tiempo y escritura”, Escalas
de ascenso, Letras Cubanas 2002,
pág. 97 [8]
Martí, José: “Revista Universal”, México, 7 de Marzo de 1876. [9]
Vilá Blanco, Dolores: ”El rumor de la colmena”, segundo ensayo del libro. [10]
Loynaz, Dulce María:
Poema “Duda”, Juegos de Agua,
Simancas Ediciones, S. A. 2002, pág. 57 -Referencias . Lo único que sé es que no soy marxista [11]Engels, Federico: “Carta a Konrad Schmidt”, Londres 5 de Agosto de 1890, en Obras
Escogidas en 3 Tomos, Editorial Progreso Moscú 1973, Pág. 714. [12]Martí,
José:
“Nuestra América”, Obras
Completas en II Tomos, Tomo II,
Edición del Centenario, Editora Lex, La Habana 1953, Pág.
112. [13]
Engels, Federico: Carta
a Werner Sombart, Londres, 11 de marzo de 1895. [14]
“Eso es todo. Pero no lo es para mí crítico.
Se siente
obligado a metamorfosear mi esbozo histórico de la génesis del
capitalismo en el Occidente europeo en una teoría histórico-filosófica
de la marcha general que el destino le impone a todo pueblo,
cualesquiera sean las circunstancias históricas en que se encuentre, a
fin de que pueda terminar por llegar a la forma de la economía que le
asegure, junto con la mayor expansión de las potencias productivas
del trabajo social, el desarrollo más completo del hombre. Pero le
pido a mi crítico que me
dispense. (Me honra y me avergüenza a la vez demasiado).
Así, pues, sucesos notablemente análogos pero que tienen lugar en medios históricos
diferentes conducen a resultados totalmente distintos.
Estudiando por separado cada una de estas formas de evolución y
comparándolas luego, se puede encontrar fácilmente la clave de este
fenómeno, pero nunca se llegará
a ello mediante el pasaporte universal de una teoría histórico-filosófica
general cuya suprema virtud consiste en ser suprahistórica. Marx,
Carlos: Carta al director
de Otiechéstvennie Zapiski Fines de 1877, en Marx Carlos y Engels
Federico: Obras Escogidas en Tres Tomos, Tomo III, Editorial
Progreso Moscú 1974. [15]“Cuando
hablamos de la potenciación de la conciencia, aludimos
a un problema muy complejo que tiene que ver con la capacidad del
sujeto cognoscente para abrir su pensamiento hacia la complejidad y
variabilidad de lo real. (…)El anterior es un tópico que se
inserta en una discusión que tiene múltiples respuestas y que no es
solamente un debate epistémico. Es
un debate que gira en torno a la organización económica y política
de la sociedad, del sentido que puede tener hoy la civilización
industrial o posindustrial y, por supuesto, del papel que cumple la
construcción de la ciencia en este contexto. Por tanto, el tema
de la potenciación del razonamiento del individuo concreto sólo
puede ser entendido en el marco
de estas relaciones contextuales. Y es dentro de este mismo marco
que debemos preguntarnos cuál es el sentido que tiene plantearse,
como un problema epistemológico y ético, la potenciación de la
conciencia”. Zemmelman, Hugo:
Conocimiento y Ciencias
Sociales. Algunas lecciones sobre problemas epistemológicos, México,
Colección reflexiones 2003, Págs. 39-55. Véanse además, Follari, Roberto: “Sobre la inexistencia de paradigmas en las
ciencias sociales”, en Epistemología
y Sociedad. Acerca del debate contemporáneo, Rosario: Homo
Sapiens Ediciones, 2000, Págs. 111-122. Lander, Edgardo: La colonialidad del saber:
eurocentrismo y ciencias sociales. Perspectivas latinoamericanas, Buenos
Aires, CLACSO, julio de 2000. Najmanovich, Denise: “La
complejidad: De los paradigmas a las figuras del pensar”,
Ponencia presentada al Seminario Internacional Complejidad
2002, La Habana. [16]“En éste contexto debemos plantearnos los interrogantes sobre el papel
de las ciencias sociales si concordamos en que éstas tienen una
responsabilidad ético – política, en la medida que el conocimiento
que construyen tendría que servir de soporte a decisiones de políticas.
En consecuencia, la
naturaleza de los problemas que se planteen, o son expresión de
decisiones previamente definidas, o, por el contrario, implican
decisiones vinculadas con opciones diferentes de construcción social.
En efecto ¿Qué significa preocuparse de problemas como la pobreza, la paz,
la gobernabilidad, etc.? Una
posibilidad de respuesta es contribuir a consolidar el funcionamiento
de los poderes establecidos o bien, anticipar proyectos diferentes de
sociedad. Lo que decimos coloca
en el primer plano de la discusión metodológica lo que significa
construir un problema. ¿Sabemos construir un problema? ¿Sabemos plantearnos frente a la realidad
una agenda que difiera de las agendas de las burocracias nacionales e
internacionales, o bien de las agencias de financiamiento? ¿Estamos
rompiendo con los parámetros de lectura que imponen las lógicas del
poder? ¿De dónde surgen los temas que preocupan actualmente a las
ciencias sociales? ¿Surgen de una imaginación alerta y rupturista, o
más bien de su vocación por ser eficazmente útiles a los problemas
que imponen los proyectos de sociedad hoy dominantes?
(…) Para ver realidades nuevas hay que necesitarlas. Para forjar
utopías se requiere de esta necesidad por una realidad diferente, lo
que supone reconocer a esta, saber distanciarse de lo establecido.
Simplemente eso: distanciarse. Hay que saber reconocerla. Pero,
pregunta: ¿reconocemos a la realidad que nos circunda? Reconocer a la realidad significa algo más que conocerla.
Exige saber ubicarse en el momento histórico que se vive, el cual es
una forma de asombro que obliga a colocarse en un umbral desde el
cual poder mirar, no solamente para contemplar sino también para
actuar; la utopía, antes que nada, es la tensión del presente”. Zemmelman, Hugo: “Conocimiento
social y conflicto en América Latina. Notas para una discusión”, en
OSAL
(Buenos Aires) N° 1. Junio. 2000 Págs.111 y 118. Véase, Wallerstein,
Immanuel: Abrir las ciencias
sociales. Informe de la comisión Gulbenkian para la reestructuración
de las ciencias sociales, México, Siglo XXI 1998. Boron,
Atilio: “Epílogo ¿Una teoría social para el siglo XXI?”, en
Tras el Búho de Minerva. Mercado contra democracia en el capitalismo de
fin de siglo, Buenos Aires, Fondo de Cultura económica 2000. [17]“En
todas las formas de sociedad hay una producción determinada que
asigna a todas las demás su rango e influencia, y cuyas
circunstancias, por lo tanto, asigna también a todas las demás
circunstancias su rango e influencia. Es
una iluminación general en la que se sumergen todos los demás
colores y que los modifica en su particularidad. Es un éter
particular que determina el peso específico de todas las formas de
existencia que destacan en él. (…) Sino
de su articulación dentro de la sociedad burguesa moderna. Marx,
Carlos: Líneas fundamentales de la crítica de la economía política
(Grundisse) (1857-1858).
Capítulo I, Barcelona: Crítica Grupo Editorial Grijalbo. Tomo 21 OME, 1977, págs. 24-36 [18]Guevara, Ernesto: Ideología de la Revolución cubana, octubre de 1960, en wwwcheguevara.com,
Págs. 2. Véase además, entre otras, “El socialismo y el hombre en
Cuba”. [19]Gramsci, Antonio: “Socialismo y cultura”, en Antología.
Editorial Ciencias Sociales. La Habana 1973. Págs. 15-17. [20]“En general, el concepto de progreso no debe ser aprehendido en la
abstracción usual.” Argumentando sobre la necesaria
flexibilidad, desde la inobjetable diversidad para el análisis de éstos
problemas e interrelacionando aristas, Marx en el mismo texto subraya:
(…) Pero el punto realmente difícil que ha de ser discutido aquí
es, sin embargo, el de cómo las relaciones de producción en cuanto
relaciones jurídicas tienen un desarrollo desigual. Por ejemplo, la
relación del derecho privado romano (en el derecho penal y público
esto ocurre en mucho menor medida) con la producción moderna. (…)
Esta concepción se presenta como un desarrollo necesario. Pero justificación del azar.
Cómo. (Entre otras cosas, también de la libertad.) (Influencia de
los medios de comunicación. La historia mundial no ha existido
siempre; la historia como historia mundial es un resultado.). (…)Es
sabido, por lo que al arte se refiere, que determinadas épocas de
florecimiento del mismo no están en modo alguno en relación con el
desarrollo general de la sociedad, y, por lo tanto, tampoco con el
fundamento material, con el esqueleto de su organización.” Marx,
Carlos: Líneas fundamentales de la crítica de la economía
política (Grundisse) (1857-1858).
Capítulo I, Barcelona: Crítica Grupo Editorial Grijalbo. Tomo 21
OME, 1977, págs. 24-36. [21]La
compartimentalización y especialización en el ámbito de las
ciencias sociales en Cuba, arroja ámbitos disciplinares de este tipo
que no pueden denotarse de otra forma que no sea como profesionales
del Marxismo. Incluso desde los propios títulos universitarios que se
les expiden al graduarse, aún y cuando su formación curricular sea más
amplia el apellido que les acompaña marca un rumbo estrecho -tal y
como históricamente se les ha concebido- que acusa a la extrema
“profesionalización”, en un mundo que propende a objetivos
civilizatorios más complejos desde su propia connatura. Este problema
no es sólo específico de Cuba, nuestro país asume sus propias
modalidades, pero en el mundo “La cuestión más inmediata se
refiere a la estructura organizacional de las propias ciencias
sociales. Ante todo eran disciplinas, lo que significaba que se preponían
conformar la preparación de
futuros estudiosos; y eso lo hicieron eficazmente. Sin embargo, en último
análisis, la preparación de estudiantes no ha sido el mecanismo de
control más poderoso. Más fuerte era el hecho de que las disciplinas
controlaban los patrones de la carrera de los estudiosos una vez
terminada su preparación. (…) Las estructuras disciplinarias han
cubierto a sus miembros con una reja protectora, y no han alentado a
nadie a cruzar las líneas”.
Wallerstein, Immanuel: Abrir
las ciencias sociales. Informe de la
comisión Gulbenkian para la reestructuración de las ciencias
sociales,
México, Siglo XXI 1998.
[22]Engels, Federico: Carta a José Bloch, Londres, 21- [22] de septiembre de 1890. [23]“¿Qué
significa todo esto? Que las figuras más importantes de las ciencias
sociales, incluyendo por cierto a aquellos que no adhieren a la
perspectiva epistemológica del materialismo histórico, han
fundado sus contribuciones en su capacidad para “traspasar
fronteras” disciplinarias que imponían absurdas restricciones a sus
esfuerzos de análisis e interpretación de la realidad social. (…)
Desde la tradición marxista la
idea de una pluralidad de “ciencias sociales” siempre fue vista
como un tributo a la concepción fragmentadora propia de la visión
del mundo de la burguesía y no como el producto de una operación
científica.” Boron,
Atilio: “Epílogo ¿Una teoría social para el siglo XXI?”, en
Tras el Búho de Minerva.
Mercado contra democracia en el capitalismo de fin de siglo,
Buenos Aires, Fondo de Cultura económica 2000. [24]“Desde
esta perspectiva, las universidades entre otros ámbitos de producción
científica enfrentan profundos lances. Inmersas en las complejidades
del mundo de hoy antes explicadas y de otras que le son
consustanciales, se produce sobre ellas y desde ellas una nefasta
influencia que incide medularmente en su condición de esfera
articuladora esencial para el desarrollo político a que conmina la
actualidad, -y no los que pautan los especialista diseñados desde
vitrinas intocables- atentándose de esta manera contra su perspectiva
histórica de ser “… el órgano
más genuino de expresión de la conciencia nacional y su más firme
baluarte”. Con lo que, su configuración gestadora, imbricadora de
fuerzas políticas, sufre grandes embates desde la colonización y/o
extirpación de sus sentidos críticos, analíticos y
emancipadores”. Vila Blanco, Dolores: “La fuga inútil”,
en tercer ensayo del libro. Véase, además: Borroto López, Lino:
“Postmodernidad: Realidades y desafíos para la universidad
latinoamericana y caribeña”, ponencia presentada en la Convención
Internacional de Educación Superior “Universidad 2006”, La
Habana, Cuba, febrero de 2006. Torres, Carlos Alberto, Paolo
Freire y la agenda de la Educación Latinoamericana en el siglo XXI, CLACSO,
Argentina 2003. Richard, Nelly, “Saberes Académicos y
reflexión crítica en América Latina”, CLACSO 2002. [25]“Marx entendía que era imposible comprender las actividades económicas
al margen del complejo haz de mediaciones sociales, políticas, simbólicas
y culturales que las sustentaban. (…)Como lo recordaba
reiteradamente Antonio Gramsci, las separaciones precedentes sólo
pueden tener una función “analítica,” ser recortes conceptuales
que permitan delimitar campos de reflexión a ser explorados de un
modo sistemático y riguroso, pero que de ninguna manera pueden ser
pensados –en realidad, reificados- como realidades autónomas e
independientes. Se convierte
“una distinción metodológica” como la que separa la economía de
la política, advierte Gramsci, “en una distinción orgánica y
presentada como tal”. (…) Frente a una realidad como esta, la
expresión teoría “política” marxista no haría otra cosa que
convalidar, desde la tradición del materialismo histórico, el
frustrado empeño por construir
teorías fragmentadas y saberes disciplinarios que, desde su
unilateralismo, deforman la “realidad” que pretenden explicar.
No hay ni puede haber una “teoría económica” del mercado o del
capitalismo en Marx; tampoco hay ni puede haber una “teoría sociológica”
de la sociedad burguesa. Lo que debe haber, y afortunadamente hay, es
un corpus teórico totalizante que unifique diversas perspectivas de
análisis sobre la sociedad contemporánea, ninguna de las cuales
puede, por sí sola, iluminar
satisfactoriamente un aspecto aislado de la realidad. Es este,
precisamente, al rasgo distintivo del materialismo histórico. (…) Lo
que hay en el marxismo, en realidad, es algo epistemológicamente muy
diferente: una “teoría marxista” –es decir, totalizante
e integradora – de la política, que integra en su seno una
diversidad de factores explicativos, que trascienden las fronteras de
la política, y que combina una amplia variedad de elementos
procedentes de todas las esferas analíticamente distinguibles de la
vida social. Así como desde el marxismo no hay, ni puede haber, una
teoría “económica” del capitalismo o una teoría “sociológica”
de la sociedad burguesa, tampoco hay, ni puede haber, una teoría
“política” de la política. Lo
que hay es una teoría que plantea una reflexión integral sobre la
totalidad de los aspectos que constituyen la vida social, superadora
de la fragmentación característica de la cosmovisión burguesa”.
Boron, Atilio: “Teoría
política marxista o teoría marxista de la política”, en La
teoría marxista hoy. Problemas y perspectivas, CLACSO Buenos
Aires 2006. [26]“Según la concepción de Marx, toda la marcha de la historia -tratase de los acontecimientos notables-
se ha producido hasta ahora de modo inconsciente, es decir, los
acontecimientos y sus consecuencias no han dependido de la voluntad de
los hombres; los participantes
en los acontecimientos históricos deseaban algo diametralmente
opuesto a lo logrado o, bien, lo logrado acarreaba consecuencias
absolutamente imprevistas”. Engels,
Federico: “Carta a Werner Sombart, Londres, 11 de marzo de 1895, Marx, Carlos y Engels, Federico: Obras Escogidas,
en tres tomos, Editorial Progreso, Moscú, 1974. [27]Engels,
Federico: Carta a José Bloch, Londres,
21- [22] de septiembre de 1890. [28]
Véanse, entre otros muchos, los trabajos de Kozlarek,
Oliver: Crítica, acción y
modernidad. Hacia una conciencia del mundo,
en
Editorial Dríada 2006. Dubiel,
Helmut: La teoría crítica: ayer y hoy, en México UAM – Plaza Valdés
2000. [29]“Haciendo
suyos estos supuestos, las ciencias sociales realizaron varias
operaciones de simplificación para delimitar sus objetos y potenciar
su poder explicativo y manipulador, garantizando con ello su condición
de “ciencia normal”, (Kuhn
1992). estas operaciones son las de fragmentación o atomización,
binarización, disyunción y objetivación. La
fragmentación o atomización es un proceso fundacional de estas
disciplinas, que perdura hasta hoy, y que consiste en delimitar el
objeto de estudio y profundizar sucesivamente
en su manejo a través de separaciones, de delimitar partes del todo.
(…)Lo que interesa es llamar la atención sobre el
hecho de que las disciplinas sociales desde su fundación como áreas
autónomas de producción de conocimiento asumieron una lógica de
particiones sucesivas, como vía de profundización y de manejo y
control posible de los fenómenos que estudiaban, sentando el
precedente de la especialización y la
fragmentación como fórmula casi única de hacer “ciencia
verdadera”. Espina
Prieto, Mayra: “Complejidad
y pensamiento social”,
en Complexus Revista de
Complejidad, Ciencia y Estética 2004 [30]Véase:
Díaz Canals, Teresa: Una
profesora que habla sola. Enigmas
del civismo cubano,
en Publicaciones Acuario, Centro Félix Varela, La Habana 2006. [31]“Es imprescindible no dejar de lado el hecho de que este proceso de
apertura teórica epistemológica y metodológica ha tenido también
su lado negativo. Por una parte,
la recuperación del marxismo es parcial e incompleta. Abarca a
figuras esenciales, y preferidas por diversas razones, pero aún no ha
logrado rescatar, publicando y debatiendo, a los marxistas europeos y
norteamericanos más contemporáneos. Por otra, se aprecia
una especie de empobrecimiento del uso del marxismo, identificándolo
muchas veces con su versión soviética manualista, y desdeñando con
superficialidad sus potencialidades de aplicación a las
circunstancias actuales de Cuba y la sociedad global”. Espina
Mayra: “Cuba: La hora de las Ciencias Sociales”, CIPS 2006. [32]Roa, Raúl: Historia
de las doctrinas sociales, en
Centro Cultural Pablo de la Torriente Brau, la Habana 2001, pág. 15.
[33]“Los
libros de texto, en cambio, hacen precisamente todo lo contrario.
Metafóricamente interesados por
desenredar el conocimiento de los pensadores (investigadores y/o
intelectuales), un autor de libros de texto estructura
un discurso esquemático, vacío de complejidad y profundidad, con
lo que puede tomar de libros originales o, peor aún, de otros libros
de texto o enciclopedias. Así, el
libro de texto es un discurso cuyo espíritu está configurado a
fuerza de arrancarle un poco de espíritu original a otro tipo de
libros. El libro de texto es un cementerio de contenidos.
Las tumbas son los cuerpos de contenidos ya sin espíritu, esto es,
sin riqueza ni complejidad. ¿Acaso esto no convierte ese obsoleto
recurso de tecnología educativa en un perverso enemigo de los libros
que refieren pensamientos originales? (…) Si hemos de traer a colación
la queja de los cultos o ilustrados de que en un país no se lee, pues
ya sabemos que uno de los enemigos de la lectura es el mismo libro de
texto y, naturalmente, sus auspiciadores. En
la posición de escribir libros de texto, hay también una actitud
contra-pedagógica que considerar, como otra de las causas de la
acriticidad del libro de texto: la actitud de alguien de erigirse como el “explicador” -resumidor,
descomplejizador o didactizador-
de una serie de contenidos, porque quizás otros, que obviamente son
los lectores inexpertos, no serían capaces de comprender lo complejo
del conocimiento producido por los pensadores. Esto quiere
decir que “todos” llegan únicamente a conocer lo ya comprendido o
digerido por el libro de texto. ¿Qué gravedad tiene esto? Quienes
leen libros de texto están aprendiendo lo ya comprendido por otro que
es un autor enciclopedista. Eso quiere decir que
se cancelan las posibilidades de “aprender a comprender”, porque
lo mejor es aprender lo ya comprendido. La actitud de estructurar
un libro de texto, entonces, está sustituyendo la posibilidad de que
las personas lean libros originales, porque hay alguien más que lo
hará por ellos y no necesariamente con el criterio de aprender a
comprender ni mucho menos, (…) De este modo, la actitud de escribir
libros de textos capitaliza la incapacidad de quienes no pueden
comprender contenidos originales. Esto ocurre a pesar de la certeza
hermenéutica de que las explicaciones no son necesarias para remediar
la incapacidad para comprender. Al contrario. La
“incapacidad es la ficción que estructura la concepción
explicadora del mundo. El explicador es el que necesita del incapaz y
no al revés, es él el que constituye al incapaz como tal.” Explicar
contenidos a alguien consiste en aclarar antes que él no puede
comprender esos contenidos por sí mismo, razón por la cual serían
necesarios los “explicadores”. Todo
esto significa, en última instancia, que el libro de texto ya no sólo
sustituye el “aprender a comprender” por la lógica de “aprender
lo ya comprendido”, sino también la trampa pedagógica,
peculiarmente moderna, de ser el libro de texto, el que decide qué se
debe aprender. De esto emerge el otro argumento de que ese recurso
ya no sólo es acrítico, sino también un artefacto orientado a
promover su misma acríticidad en quienes se acercan a él,
ingenuamente, en busca de “luces” que sólo encontrarán después
de haber sido enceguecidos”. Morin,
Edgar: Contra la acriticidad del
“libro de texto”, www.pensamientocomplejo.com.ar [34]Martí, José:
“Inmigración. Honduras y los Extranjeros”. Obras
Completas en 2 Tomos, Tomo II, Pág. 489, Editorial Lex
La Habana 1953. [35]Martí José:
Obras Escogidas en 28 Tomos, Tomo II, Editora Nacional de Cuba e
Instituto del Libro La Habana 1963-1973, pág. 348. [36]Engels, Federico: “Carta a Konrad Schmidt”,
Londres 5 de Agosto de 1890, en Obras
Escogidas en 3 Tomos, Editorial Progreso Moscú 1973, Págs. 714
-715. [37]Gramsci,
Antonio: Antología,
Editorial Ciencias Sociales, La Habana 1973, Pág. 38. [38]Marx, Carlos: El Capital, Tomo I, Prólogos Pág.
XI, Ciencias Sociales, La Habana 1973. [39]Loynaz,
Dulce María:
“Mujer y mar”, en Juegos de
Agua, El Parnasillo, Ediciones 2002, pág. 67. [40]
Vallejo, César: Poema,
“Traspié entre dos estrellas”. [41]Gramsci,
Antonio:
“Texto Introductorio al Estudio de la Filosofía y el Materialismo
Histórico y Tres Notas”, en Antología,
Editorial Ciencias Sociales, La Habana 1973, Pág. 365. [42]Vallejo,
César: Poema,
“Traspié entre dos estrellas”. [43]
V. I. Lenin: Obras
Completas, en Tomo Seis, Editorial Progreso, Moscú 1981, Pág. 25
- 26. [44]
V. I. Lenin: Obras
Completas, en Tomo
Seis, Editorial Progreso, Moscú 1981, Pág. 192. [45]Marx, Carlos: El Capital, Tomo I, Prólogos,
Ciencias Sociales, La Habana 1973, pág. XIX.
[46]
Marx, Carlos:
El Capital, Tomo I, Prólogos, Ciencias Sociales, La Habana 1973, pág.
IX. [47]“La sociedad burguesa es la organización histórica de la
producción más desarrollada y compleja”. Marx,
Carlos: Líneas
fundamentales de la crítica de la economía política (Grundisse)
(1857-1858).
Capítulo I, Barcelona:
Crítica Grupo Editorial Grijalbo. Tomo 21 OME, 1977, Págs. 24-36 [48]
Roa, Raúl: Historia
de las Doctrinas Sociales, Centro Pablo de la Torriente Brau 2001,
Págs. 24-25. [49]Los
planes de estudio son denotados con las letras del
abecedario, ya nos encontramos en el Plan D. [50]
Martí, José: “Revista
Universal”. México, 12 de Junio de 1875, Obras
Completas en Dos Tomos, Vol. II, Editorial, Lex 1953 La Habana,
Edición del Centenario, pág. 275. [51]
Virgilio:
Eneida, II, 65. Expresión de Virgilio que se cita a propósito de
cualquier rasgo distintivo, que permite juzgar a cierta clase de
individuos. [52]
Engels, Federico:
El Capital, Tomo 3, Prefacios, Ciencias Sociales, La Habana 1973, pág.
17. [53]Martí, José: “Crítica y Didáctica.-Francia”, Obras
Completas en 2 Tomos, Tomo I, Editorial, Lex 1953 La Habana, Edición del Centenario, pág. 923. [54]
Martí, José: “Crítica
y Didáctica.-Francia”, Obras
Completas en 2 Tomos, Tomo I, Editorial,
Lex 1953 La Habana, Edición del Centenario, pág. 923. Referencias. El rumor de la colmena [55]
Roa, Raúl: Introito, Historia
de las Doctrinas Sociales, Centro Cultural Pablo de la Torriente
Brau, La Habana 2001, Pág. 15. [56]
Martí, José: Escenas Norteamericanas: 1885, en
Obras Completas,
Edición del Centenario, Lex 1953, Pág.1658. [57]“Poner
la ciencia en lengua diaria: he ahí un gran bien que pocos hacen”, Martí José: “Libros Americanos”, “Las leyes de la
herencia”, “La América, Nueva Cork, Enero de 1884. [58] El centenario de Raúl Roa, no podía obviar su condición de maestro
universitario. El presente estudio asume su legado religándolo con el
egregio magisterio cubano de todos los tiempos, en sus tiempos.
[59]
Roa, Raúl: En Pie 1953 -1958.
Presentación del libro del 10 de Octubre de 1959, Universidad Central
de las Villas 1959, Pág. 1. [60]“Importa más ahora hacer historia que evocarla”.
En Pie 1953 – 1958,
Universidad Central de las Villas, 1959, Pág. 2 [61]
Roa, Raúl: “Peras al
Cuarto”, En Pie 1953 – 1958. Universidad Central de las Villas, 1959, Pág.
185. [62]Roa, Raúl:
“¿A dónde va Cuba?”, En Pie 1953 – 1958, Universidad Central de las Villas 1959, Pág.
221 [63]Roa, Raúl:
“El opio de los intelectuales”, En Pie 1953 – 1958, Universidad
Central de las Villas 1959, Pág. 403. [64]
Roa, Raúl: “La sociedad
abierta y sus enemigos”. En
Pie 1953 – 1958, Universidad Central de las Villas 1959, Pág.
409. [65]Varela, Félix: Cartas
a Elpidio sobre la impiedad, la superstición y el fanatismo en sus
relaciones con la
sociedad, Editorial
Cubana 1996, Pág. 182. [66]
Roa, Raúl: En Pie 1953 -1958,
“Presentación del libro del 10 de Octubre de 1959”, Universidad
Central de las Villas 1959. [67]
Roa, Raúl: “La
Universidad y el desarrollo económico”,
En Pie 1953 – 1958, Universidad Central de las Villas 1959, Pág.
302. [68]
Roa, Raúl: “Cumpleaños de la Universidad”, En Pie 1953 – 1958, Universidad Central de las Villas. 1959, Pág.
304. Véanse además, las páginas 286 -287, de la presente obra,
donde destaca: “La Universidad, auténtica comunidad de hombres
librevolentes, es el órgano más alto de expresión de la consciencia
nacional”. [69]
Roa, Raúl: “Ciencia y conciencia”, En Pie 1953 – 1958, Universidad Central de las Villas 1959, Pág.
72. [70]
Roa, Raúl: “Ciencia y conciencia”, En Pie 1953 – 1958, Universidad Central de las Villas 1959, Pág.
73. [71]“No
precisan las autoridades apelar a las declaraciones farisaicas, ni a
los golpes de pecho. Aunque les escueza a muchos, hay que decirlo: su
mejor sermón es su vida”. “Cumpleaños
de la Universidad”,
Pág. 304. [72]Martí, José: “Escenas Mexicanas; Escultura”, Obras
Completas en 2 Tomos, Lex 1953, Edición del Centenario, Tomo 2, Pág.
654. [73]Roa, Raúl:
“Conferencia Interamericana por la libertad de la Cultura”, En
Pie 1953 – 1958, Universidad Central de las Villas 1959, Pág.
193. [74]
Roa, Raúl: “Yunques sonad, enmudeced campanas”, En
Pie 1953 – 1958, Universidad Central de las Villas 1959, Pág.
282. [75]
Roa, Raúl: Roa Raúl:
“El precio de una conducta”, En
Pie. 1953 – 1958, Universidad Central de las Villas 1959. Pág.
305. [76]Feuerbach, L:
“Prefacio a la Segunda Edición de La
esencia del Cristianismo”, Citado de Guy Debord, La sociedad del espectáculo.
Capítulo 1. “La
separación consumada”, Maldeojo para el Archivo Situacionista
Hispano (1998), Pág 2. [77]
Loynaz, Dulce, María: “Juegos de Agua”, Simancas Ediciones
2002, Pág. 105. [78]
Roa, Raúl: “Posición y Rumbo”, En
Pie 1953 – 1958, Universidad Central de las Villas 1959, Pág.
70. [79]Roa, Raúl:
“Yunques sonad, enmudeced campanas”, En
Pie. 1953 – 1958, Universidad Central de las Villas 1959, Pág.
282. [80]Martí, José: “Escenas Mexicanas: Teatro. La Hija del rey”, Editorial Lex 1953, Tomo
II, Pág. 667. [81]
Roa, Raúl: En Pie 1953 -1958,
“Presentación del libro del 10 de Octubre de 1959”, Universidad
Central de las Villas 1959, Pág. 1. [82]
Martí José: Obras Escogidas
en 28 tomos, Tomo II, Editora Nacional de Cuba e Instituto del
Libro La Habana 1963-1973, pág. 348. [83]
Varela, Félix: “Nuestro
falso sistema de educación”,
Biblioteca Popular de Clásicos Cubano # 3, Editorial Lex La
Habana, 1960, Pág. 119. [84]Roa, Raúl:
“Examen de un examen”,
En Pie 1953 – 1958,
Universidad Central de las Villas 1959, Pág. 291. [85]
De la Luz y Caballero, José: Escritos
educativos, Pueblo y Educación La Habana 1991, Págs. 194 y 196
respectivamente. [86]Varela, Félix: “Nuestro falso sistema de educación”,
Biblioteca Popular de Clásicos Cubano # 3. Editorial Lex La
Habana 1960, Pág. 123. [87]
Roa, Raúl: Introito, Historia
de las Doctrinas Sociales, Centro Cultural Pablo de la Torriente
Brau, La Habana 2001, Pág. 15 [88]
Roa, Raúl: “Bienvenida a los graduados”, En Pie. 1953 – 1958, Universidad Central de las Villas. 1959, Pág.
289 [89]De la Luz y Caballero, José: Aforismos,
Editorial Universidad de la Habana 1962. [90]Roa, Raúl:
“Ciencia y conciencia”,
En Pie. 1953 – 1958, Universidad Central de las Villas.
1959. Págs. 72 – 73. [91]
Varela Félix: Cartas a
Elpidio, Lex La Habana 1960, Pág. 36. [92]
“Oculos habent et non videbunt. Os habent et non
loquentur. Manus habent et non palpabun.
Aures habent et non audient. Palabras sacadas del Salmo “in eritu
israel”. [93]
Roa, Raúl: “Yunques sonad, enmudeced campanas”, Obra Citada. Pág.
284. Véase además, mayores precisiones cuando argumenta: “Urge
ahora organizar la victoria sobre el trípode de la libertad, de la
justicia y de la cultura”. “Retorno al futuro”, Pág. 420 [94]
Roa, Raúl: “La Conferencia Interamericana por la libertad de la
cultura”, En Pie. 1953 – 1958,
Universidad Central de las Villas, 1959, Pág. 195. [95]Martí, José: “La Edad de Oro”. Editorial Lex. Tomo II. Pág. 1209. [96]
Idem. [97]Roa, Raúl:
“El problema del método en las Ciencias Sociales”, Historia de las Doctrinas Sociales, Centro Pablo de la Torriente
Brau, 2001, Págs. 24-25. [98]
Roa, Raúl: “Yunques sonad, enmudeced campanas”, En
Pie. 1953 – 1958, Universidad Central de las Villas, 1959, Pág.
279 [99]
Marx, Carlos: El Dieciocho
Brumario de Luís Bonaparte”, Editorial Progreso, Moscú 1955, Pág.
230. Véanse además las páginas 230 – 234. [100]
Roa, Raúl: “Maestro de letras y conducta”, En Pie 1953 – 1958, Universidad Central de las Villas. 1959,
Pág. 90. Referencias. La fuga inútil [101]
Loynaz, Dulce, María: Poema “La fuga inútil”,
Juegos de Agua, El
Parnasillo Simanca Ediciones 2002, Pág. 86. [102]
“Ningún científico puede ser separado de su contexto físico y
social. Toda medición modifica la realidad en el intento de
registrarla. Toda
conceptualización se basa en compromisos filosóficos.” Wallerstein, Immanuel: Abrir
las ciencias sociales. Informe
de la Comisión Gulbenkian para la reestructuración de las ciencias
sociales, México, Siglo XXI, 1998, p. 3. [103]Marx, Carlos: El Capital, “Prólogo y nota
final de la edición francesa”, pág. XXI, Editorial Ciencias
Sociales, La Habana 1973. [104]
Boron Atilio: Tras el Búho de
Minerva: Mercado contra democracia en el capitalismo de fin de siglo.
Petrópolis. “Epílogo”. Editora Vozes, 2001. Coinciden a su
vez con los puntos de vista expuestos por el autor, entre otros, Wallerstein, I, “¿Qué tipo de Ciencia Social debemos construir
ahora?” y “Conclusión: la Reestructuración de las Ciencias
Sociales”, en su Informe de la
Comisión Gulbenkian para la reestructuración de las ciencias
sociales, México: Siglo XXI 1998.
Sotolongo Codina, Pedro L. y Delgado Díaz, Carlos J. “Las
Ciencias Sociales de nuevo tipo”, Capítulo V y “El nuevo saber en
construcción y las Ciencias Sociales”, Capítulo I, en La
revolución contemporánea del saber y la complejidad social. Hacia
unas Ciencias Sociales de nuevo tipo, Colección Campus virtual de
CLACSO Argentina 2006, www.clacso.org.ar/biblioteca [105]Véanse
entre otros Zemmelman, Hugo
Conocimiento y Ciencias Sociales. Algunas lecciones sobre problemas
epistemológicos México, Colección reflexiones 2003. Morín, Edgar, Introducción
al pensamiento complejo, Parte
6, Epistemología de la
Complejidad, en
Editorial Gedisa 2000. Pozzoli, María Teresa, “El sujeto de la
complejidad. La construcción de un Modelo Teórico
Transdisciplinar” www.complejidad.org.ar. 2006. Sotolongo,
P.L. “La incidencia en el saber social de una epistemología de
la complejidad
contextualizada” en Materiales de la Cátedra de la Complejidad, La Habana 2002.
[106]“Para
los que comparten esta visión, las ciencias sociales se encuentran en
una nueva etapa: de tránsito del pensamiento simple al pensamiento
complejo (Morin, 1996); de conflicto de viejos y nuevos paradigmas (Elizalde, 1993);en una encrucijada intelectual
(Wallerstein, 1997);
de potenciación histórica del paradigma cognitivo-conductual del
ciudadano raso (Salazar, 1996); de post-crisis y revolución en las
ciencias sociales (Iñiguez., L., 1995); de paso a la investigación
social de segundo orden (Ibáñez, 1990); ciencias sociales
postnormales (Trputec, 2002). Lo
importante no es la denominación, sino el hecho de que estos
posicionamientos coinciden en que esa nueva etapa tiene como contenido
central una reconstrucción en el plano epistemológico
transdisciplinar, que
intenta recuperar una visión compleja de lo social. Dentro de la
filosofía hay un consenso bastante extendido de que se está
produciendo una “revolución del saber” que integra cuatro
direcciones de cambio: la revolución epistemológica, la complejidad,
la idea de la Bioética y el holismo ambientalista. (Delgado, 2002). “En ellas se cuestiona el ideal de racionalidad clásico y se avanza
hacia la construcción de uno nuevo que reintegra lo cognoscitivo y lo
valorativo en el saber. De hecho se avanza hacia un Nuevo Saber
Humano.” (Delgado, 2002).” Espina
Prieto, Mayra, “Complejidad
y pensamiento social”, Complejidad y pensamiento social,
COMPLEXUS Revista de Complejidad, 2006. [107]Véanse,
entre otros: Michael Hard y
Toni Negri: Imperio, Paidós, Buenos Aires, 2002; Borón,
Atilio: “Poder, “contra-poder” y “antipoder.” Notas
sobre un extravío teórico-político en el pensamiento crítico
contemporáneo”, ponencia presentada en el V Encuentro Internacional
de Economistas sobre globalización y problemas del desarrollo, 10 al
14 de febrero de 2003, La Habana, Cuba; Ansaldi,
Saverio: “Las multitudes en el Imperio. Alternativas a la biopolítica”,
en Multitudes, Nro. 3 de 2005: Dieterich,
Heinz: “Los delirios de Toni Negri”, en Rebelión 03-01-2004; Rush,
Alan: “Mi experiencia de la lectura del voluminoso libro Imperio
de Michael Hardt y Antonio Negri”, en Filosofía política contemporánea,
2003; Petras, James:
“Imperio con imperialismo”, en http:///
2002 www.rebelion.org,
2002. [108]Lenin, V. I: “Bajo Pabellón Ajeno”, en Obras
Completas Tomo 26, Pág. 157,
Editorial progreso, Moscú 1984.
[109]Es
muy común encontrar la palabra complejidad en disímiles estudios,
pero al intentar ahondar en su denotación contextual, en el enfoque
epistemológico desde donde se produce el planteo, no siempre quedan
claros los nortes que le acompañan. Por lo que, este examen de
aproximaciones en un campo no suficientemente explorado desde esa óptica
corre el riesgo de pecar del mismo defecto, de ahí lo extremadamente
laborioso del empeño y posicionamiento aproximativo desde
la condición de punto de partida abierto, confluente y divergente. “Es muy significativo el hecho de que la educación, que tiende a
comunicar los conocimientos, permanezca ciega ante lo que es el
conocimiento humano, sus disposiciones, sus imperfecciones, sus
dificultades, sus tendencias tanto al error como a la ilusión y no se
preocupe en absoluto por hacer conocer lo que es conocer.” Edgar
Morin, Exergo de “Contra
la acriticidad del “libro de texto””, Anthropos, 2005 [110]Ghosh, Jayati: “Imperialismo, fundamentalismo y los usos del “terror””, en
Revista Temas núm. 33-34, abril-septiembre del 2003. López
Oliva, Enrique: “La derecha religiosa y el fundamentalismo
cristiano” en Revista Temas núm. 35, octubre-diciembre 2003. Grüner,
Eduardo: “La cosa política:
el retorno de lo Trágico en las filosofías “malditas” del siglo
XX. Apuntes provisorios para un nuevo fundamentalismo” 2003 y
"Multiculturalismos, multifundamentalismos, etcétera", en El
fin de las pequeñas historias, De los estudios culturales al retorno
(imposible) de lo trágico Buenos Aires: Paidós 2002. Vilá
Blanco, Dolores: “Asnos con garras”. (artículo contenido en
este libro). Kurz, Robert: “Las metamorfosis del
imperialismo”, Segunda y última parte del capítulo I del
Libro La guerra de ordenamiento
mundial, Enero 2003. Dieterich
Steffan, Heinz: El
Socialismo del Siglo XXI, “Prólogo
a la edición mexicana e Introducción” Págs. 3-7 y de la 9-11, en
www.puk.de/ download 2006. [111]
Boron, Atilio: “Prologo”, en Teoría
y Filosofía Política, La tradición clásica y las nuevas fronteras,
Biblioteca Virtual de CLACSO, 2003, pág 2. [112]A
propósito, resulta interesante rememorar desde esta arista del asunto
aquello de que: “Por eso la política siempre ha tenido que ver con la aclaración y
disipación de prejuicios, lo que no quiere decir que consista en
educarnos para eliminarlos, ni que los que se esfuerzan en
dilucidarlos estén en sí mismos libres de ellos. La
pretensión de estar atento y abierto determina el nivel político y
la fisonomía general de una época, no puede pensarse ninguna en la
que los hombres, en amplias esferas de juicio y decisión, no pudieran
confiar y reincidir en sus prejuicios”. Arendt,
Hannah ¿Qué es la política?, Barcelona, Paidos 1997. [113]Consultar:
Fredric Jameson: Teoría
de la Postmodernidad. Ediciones Trotta. Madrid, 1997; Ferry
Eagleton: Las ilusiones
del posmodernismo, Paidós, Buenos Aires, 1997; Alan Rush: Ciencia y capitalismo "posmoderno", en wwwARush.trabs2001.
Harvey D: La condición de la
posmodernidad, Amorrortu Editores, Argentina 1996. Lyotard, Jean Francois: La
Condición Posmoderna, Barcelona Editorial Planeta Agostini 1994. [114]
Zamitzi Hector, “La Ciencia Política entre el racionalismo y el
empirismo”, en Estudios Políticos
Número I, UNAM 1993, “De la democracia al pluralismo y por qué”
en José Luís Orozco y Ana L Guerrero (compiladores), Pragmatismo
y globalismo. Una aproximación a la política contemporánea, México
Fontamara UNAM 1997 y “Origen y desarrollo de la Ciencia Política”,
en Temas y Problemas Número 20 México 1999. Habermas
Jurgen, Ensayos políticos.
Barcelona, Península, l988. Morin,
Edgar, “Fronteras de lo político”, en
www.pensamientocomplejo.com.ar 2006. [115]
“Nuestro sistema educacional
destruye las aptitudes intelectuales que son vitales, destruye la
posibilidad de concebir
su propia sociedad, su propia vida, sus propios problemas. La
reforma del pensamiento
unidimensional y fragmentario que produce este sistema permitiría
evitar muchos despilfarros
y muchos errores. Ello favorecería el renacimiento de la
responsabilidad que ha sido siempre degradada dentro de la compartimentalización y la
especificación del mundo tecnoburocrático.
La política de civilización debería comportar una reforma del
pensamiento. Es decir, una reforma de la educación que sería
destinada a aprender a contextualizar y globalizar informaciones y
conocimientos. La reforma del pensamiento constituye un objetivo capital de la política
de civilizació” Morín,
Edgar: “Una política de civilización”, en
www.pensamientocomplejo.com.ar,
publicado por primera vez en Transversales Science Culture, No.
32, p. 3-4. [116]Duharte
Díaz, Emilio:
“Las ciencias políticas: relaciones interdisciplinares”, en
La política: Miradas
cruzadas, Ciencias Sociales la Habana 2005. [117]“Al
finalizar mis estudios me encontraba sumamente confundido (…) nadie
había tratado de explicarme por qué motivo mi interés por la política
requería del estudio de un abanico de materias tan amplio, más allá
del simple hecho de que todas ellas estaban relacionadas con ese algo
llamado gobierno. No lograba comprender sobre qué bases la ciencia
política podía considerarse como un cuerpo de conocimientos
coherentes, dada la ausencia de una estructura teórica, dentro de la
cual sistematizar todos aquellos cursos y verificar su relevancia” Easton,
David, en “Pasado y presente de la Ciencia política en los
Estados Unidos”, Estudios Políticos
11, México UNAM 1997. Véase: Sartori,
Giovanni La política, lógica
y método en las ciencias sociales, México Fondo de Cultura Económica
1992 [118]
Cansino, Cesar: “Adiós a la Ciencia Política – Crónica de una
muerte anunciada”, en Revista
Metapolítica, Centro de Estudio de Política Comparada, México
28 de Octubre del 2006. [119]Entrevista
a Fernando Vallespín, en www.revistauniversitas.org.
Véase además, Habermas Jurgen, Perfiles filosóficos – políticos. Tauros Madrid
1986 y El discurso filosófico de la modernidad, Tauros Madrid 1989. Miller,
David “El resurgimiento de la Teoría Política”, en Metapolítica
Vol. I núm. 4, 1997. La situación con relación a la Filosofía Política
también es asumida por otros analistas en los que encontramos a
Atilio Boron y a Dieterich, que reivindican su valor y perspectivas de
reconstitución “(…) Es esa
identidad humana —históricamente analizada en la Filosofía Política
como conciencia del sujeto— que es el pilar fundamental de toda
praxis humana y de todo proyecto histórico.”, Dieterich
Steffan, Heinz: El Socialismo del Siglo XXI, en www.puk.de/
download 2006. [120]
Véase: Berger, Peter L. y Luckmann, Thomas, “Modernidad, pluralismo y
crisis de sentido ¿Qué necesidades humanas básicas de orientación
deben ser satisfechas?”, en Centro de Estudios Públicos 1996. Follari, Roberto, en “Sobre
la inexistencia de paradigmas en las ciencias sociales”, en Epistemología
y Sociedad. Acerca del debate contemporáneo, Rosario: Homo
Sapiens Ediciones 2000, Págs. 111-122. Valencia,
Angel y Fernández – Llebrez, “La teoría política frente a
los problemas del siglo XXI”, en Revista
de Investigaciones Políticas y Sociológicas, Vol. 4, 2005. Heller,
Agnes: El Péndulo de la
modernidad. Ediciones Península. Barcelona, 1995. Hopenhayn,
Martín: Ni apocalípticos ni integrados. Aventuras de la Modernidad en América
Latina, Santiago: Fondo de Cultura Económica 1994. [121]
Morin, Edgar: El Método,
tomo 4, “Las ideas”, Madrid, Cátedra, 1992. Pág. 238 [122]
Marx, Carlos: El Capital.
“Prólogos”, Tomo I. Pág. XV. Editorial Ciencias Sociales. La
Habana 1973. [123]Gramsci, Antonio, “La formación de los intelectuales”, “La ciencia y las ideologías
<<científicas>>”, “<<Científico>>. ¿Qué
es <<Científico>>?”, “Los intelectuales y el Estado
hegeliano”, en Antología Editorial Ciencias Sociales 1973. Sanmartin, Jose J.: “La política de los intelectuales”, en El
concepto de política en la Teoría Política contemporánea, VII
Congreso Español de Ciencia Política y de la Administración.
Democracia y Buen Gobierno. Matos, Daniel: Estudios y
otras prácticas intelectuales latinoamericanas en cultura y poder. CLACSO
Argentina 2002. Dietrich, Heinz:
“Entrevista con Noam Chomski. Los intelectuales: ¿Críticos o
servidores del poder?”, La
Nación 15 de Agosto 2001. Bauman
Zygmunt.: Legisladores o
interpretes, en Universidad nacional e Quilmas Buenos Aires 1997. [124]
“En la actualidad en el contexto latinoamericano y caribeño se
trata, por los centros de poder, que las universidades ajusten su
quehacer atendiendo a una razón instrumental limitada. Razón
instrumental limitada porque no solo se pretende que las universidades
formen profesionales, sino que estos profesionales estén formados
para satisfacer los intereses de las grandes transnacionales y sus
centros científicos (incluidas las universidades ubicadas en el
Primer Mundo). En esta concepción, a las universidades del Tercer
Mundo se les asigna la función de crear profesionales que sean
capaces de ajustarse a las exigencias de las innovaciones tecnológicas
que allá se desarrollan. …Por
otro lado, la función que siempre han tenido las universidades
latinoamericanas y caribeñas de crear pensamiento social y contribuir
a desarrollar ideologías trata de limitarse por todos los medios. Las
ideologías y el pensamiento social, también se diseñan en el mundo
desarrollado el que tiene a toda costa que lograr consenso para lograr
a su vez la hegemonía (como efecto intelectual y moral) en el sentido
en que previó este concepto quien fuera su indiscutible creador,
Antonio Gramsci. …Constituye aspiración de los centros de
poder, instalar su propio pensamiento, sus propias categorías en el accionar de las universidades como forma de desvincularlas del
universo de aspiraciones populares al que han pertenecido siempre.”
Borroto López, Lino:
“Postmodernidad: Realidades y desafíos para la universidad
latinoamericana y caribeña”, ponencia presentada en la Convención
Internacional de Educación Superior “Universidad 2006”, La
Habana, Cuba, febrero de 2006. [125]“¿Cuáles
son las implicaciones de los múltiples debates ocurridos desde 1945
dentro de las ciencias sociales
para el tipo de ciencia social que debemos construir ahora? ¿Implicaciones
para qué, exactamente? Las
implicaciones intelectuales de esos debates no son del todo
consonantes con la estructura organizacional de las ciencias sociales
que heredamos. Así, al tiempo que empezamos a resolver los debates
intelectuales, debemos decidir qué hacer en el nivel organizacional.
Es posible que lo primero sea más fácil que lo segundo. … Entonces
se sigue que la tarea de reestructuración de las ciencias sociales
debe ser resultado de la interacción de estudiosos procedentes de
todos los climas y de todas las perspectivas (tomando en cuenta género,
raza, clase y culturas lingüísticas), y que esa interacción mundial
sea real y no una mera cortesía formal que encubra la imposición de
las opiniones de un segmento de los científicos del mundo. No será
nada fácil organizar esa interacción mundial en una forma
significativa y, por lo tanto, éste es otro obstáculo en nuestro
camino. Sin embargo, la superación de este obstáculo podría ser la
clave para superar todos los demás.” Ver: Immanuel
Wallerstein: Abrir
las ciencias sociales. Informe
de la comisión Gulbenkian para la reestructuración de las ciencias
sociales, México, Siglo XXI, 1998, pp. 1 y 3. Véase: Lander,
Edgardo La colonialidad del
saber: eurocentrismo y ciencias sociales. Perspectivas
latinoamericanas Buenos Aires: CLACSO-UNESCO 2000. Zemmelman,
Hugo Conocimiento y Ciencias
Sociales. Algunas lecciones sobre problemas epistemológicos México:
Colección reflexiones 2003 [126]
El Desarrollo político, conforma un área de profundos debates dentro
de las Ciencias sociales, y en particular políticas que lo contienen
en su esencia conceptual. El enfoque sobre el mismo, ha sido asumido
desde diferentes posicionamientos dentro del ámbito de las propias
corrientes políticas. Sé es de la consideración, que el mismo, al
igual que las aproximaciones conceptuales antes esbozadas en este
propio artículo precisan, entre otros aspectos, de desarrollos teóricos
- prácticos en avenencia con los proyectos políticos –diversos por
excelsitud- que lo asumen. Toda vez, que su asimilación puede
producirse sin ese procesamiento complejo que ha de acompañarle en
cuanto a un repensar las mediaciones que le serán óptimas según las
realidades, en particular para las izquierdas y el marxismo
revolucionario, donde las ausencias sobre el mismo son mayores, por lo
que se corre el riesgo de su asimilación desde otras realidades políticas.
“Si vemos todos estos problemas, podemos decir que estamos en un
Titanic planetario, con su «cuatrimotor» técnico, científico, económico
y de beneficios, pero no controlado éticamente y políticamente. ¿Dónde
encontrar posibilidades de estas regulaciones y controles ético y político?
…Podemos decir entonces que el desarrollo, en el sentido únicamente
técnico y económico, provoca la agravación de las dos pobrezas –
la pobreza material para tantos excluidos, y también una pobreza del
alma y de la psiquis. Desarrollo humano significa entonces integración,
la combinación, el diálogo permanente entre los procesos tecno-económicos
y las afirmaciones del desarrollo humano, que contienen, en sí
mismas, las ideas éticas de solidaridad y de responsabilidad. Es
decir, que hay que pensar de nuevo el desarrollo para humanizarlo. ¿Cómo
integrar la ética? No se puede hacer una inyección de ética como se
hace una inyección de vitaminas en un cuerpo enfermo.
El problema de la ética es que debe encontrarse en el centro mismo de
este desarrollo. …Se debe discutir, se debe desarrollar el
sentido de la comunidad de destino latinoamericano.
Esto es la conciencia, porque no se pueden adelantar las cosas sin la
inteligencia y la conciencia que pueden introducir la ética y la política,
los partidos políticos y el pensamiento político, en el desarrollo
mismo. Ese me parece es el papel ético fundamental. No debemos ser
simples objetos en este Titanic sin piloto, sino que debemos cambiar y
ser sujetos de la aventura humana.”
Morín,
Edgar: “Estamos en un Titanic”, Banco Interamericano de Desarrollo, 2003,
pp. 1-3. Véase como
estudio procesado, así como la bibliografía que le acompaña: Arnoletto, Eduardo, “Teorías del desarrollo político”, en Curso
de Teoría política, Tomo II, Capítulo 10, Editorial Triunfar, Córdoba,
Argentina 2000. [127]Roa, Raúl:
“Cumpleaños de la Universidad”. En
Pie 1953 – 1958. Universidad Central de las Villas. 1959. Pág.
304. Véanse además, las páginas 286 -287, de la presente obra,
donde destaca: “La
Universidad, auténtica comunidad de hombres librevolentes, es el
órgano más alto de expresión de la consciencia nacional”.
[128]Torres, Carlos Alberto, Paolo Freire y la agenda de la
Educación Latinoamericana en el siglo XXI, CLACSO, Argentina
2003. Richard, Nelly,
“Saberes Académicos y reflexión crítica en América Latina”,
CLACSO 2002. [129]
La historia de planteos de este tipo se remontan al reciente siglo XX
y continúan en el presente sin avances consustanciales. “La fuente
principal de esta inquietud se originaba en la conciencia cada vez más
clara de las serias limitaciones que afectaban al saber convencional
de la ciencia política. La empobrecedora influencia ejercida por las
corrientes de la llamada “elección racional” y las distintas
variantes del reduccionismo, principalmente el “politicismo” y el
“discursivismo”, despertaba cada vez mayores resistencias. El
hiperindividualismo y el burdo economicismo de la escuela de la
“elección racional”; la
miseria del “politicismo”, es decir, la explicación de lo político
sólo por variables políticas; y las insípidas y estériles
vaguedades del “discursivismo” –en el principio era el verbo, y
el verbo se encarnó y se transformó en estados, regímenes,
movimientos sociales, etc.– aunados al olímpico desprecio por todo
lo que pudiera tener que ver con valores, imágenes de la “buena
sociedad”, ideales y utopías hizo que la necesidad de crear un
espacio de discusión en torno a algunos de los temas centrales de la
filosofía política adquiriese una inusitada urgencia. Boron,
Atilio, en “Prólogo” a
Teoría y Filosofía Política,
la tradición clásica y las nuevas fronteras, Biblioteca
Virtual del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales, CLACSO 1999. [130]Gramsci, Antonio, “<<Oleada de materialismo>> y <<crisis de
autoridad>>”, “Cuestiones de método”, “Concepto de
<<ideología>>”, en Antología,
Editorial Ciencias Sociales 1973. Fernández
Buey, Francisco “Marxismos
y neomarxismos en el final del siglo XX”, en J La
filosofía hoy Barcelona: Editorial Crítica 2000. Fernández
Buey, Francisco "Sobre
marxismo y anarquismo", en http://www.lainsignia.org/dialogos
2000. Holloway, John
Cambiar el mundo sin tomar el
poder. El significado de la revolución hoy, Buenos Aires:
Universidad Autónoma de Puebla/Herramienta 2002. Boron,
Atilio “¿‘Posmarxismo’?
Crisis, recomposición o liquidación del marxismo en la obra de
Ernesto Laclau”, en Tras el Búho de Minerva. Mercado contra democracia en el capitalismo de
fin de siglo Buenos Aires: Fondo de Cultura económica 2000. Boron,
Atilio Estado, Capitalismo y
Democracia en América Latina, Buenos Aires: CLACSO 2003. Vila
Blanco, Dolores: “Lo único que sé es que no soy marxista”. Y
“Naturaleza del socialismo como proyecto civilizatorio humano.
Reflexiones desde la Filosofía Política”, en
Emilio Duharte Díaz (Comp.) y coautores: Teoría
y Procesos Políticos Contemporáneos, Tomo II, Editorial Félix Varela, La Habana, 2006. Amadeo, Javier:
“Mapeando el marxismo”, en La
teoría marxista hoy. Problemas y perspectivas. Colección Campus
Virtual, CLACSO, Buenos Aires, Argentina. 2006. [131]La
postura respecto a la identidad, ha de abrir espacios a una comprensión
de la misma desde una visión de poly-identitarios sobre el que se
viene abriendo nortes de entendimiento, véanse entre otros: Habermas,
Jugen, Identidades
nacionales y postnacionales, Madrid, Tauro 1989.
[132]Schröder,
Wolfgang: “La
búsqueda de la socialdemocracia "Terceras Vías",
Sociedades Civiles.” Edición
en español: Fundación Friedrich Ebert en la Argentina 2004. Watkins, Susan: “Tony Blair se despide: balance de 10 años de
"tercera vía"”, en LA
HAINE, 15 de mayo de 2007, España; Iranzo, Juan Manuel:
“Anthony Giddens. Un mundo desbocado. Los efectos de la globalización
en nuestras vidas”, Madrid, Tauros 2000; Callinicos, Alex:
“La teoría social ante la prueba de la política: Pierre Bourdieu y
Anthony Giddens, 2001. [133]
A modo de ilustración desde un caso véase: Documento
ideológico Convención del Partido Demócrata Cristiano Uruguay –
2006. La impronta ideológica de la Democracia Cristiana en el
marco del primer gobierno progresista de nuestra historia, en www
chasqueapc.org.pdc/. En cuanto a estudios específicos: Salinas
López, José M.: “La democracia cristiana: algunas reflexiones
teórico-políticas puntuales”, en
Emilio Duharte Díaz (Comp.) y coautores: Teoría
y Procesos Políticos Contemporáneos, Tomo II, Editorial Félix
Varela, La Habana 2006. Álvarez Somoza, Francisco: “La
internacional demócrata de centro: situación actual y
perspectivas”, en Emilio Duharte Díaz (Comp.) y coautores: Teoría
y Procesos Políticos Contemporáneos, Tomo II, Editorial Félix
Varela, La Habana, 2006. Méndez Mora, P.: “Del juicio doctrinario al hecho político”,
Caracas, Cuadernos Ifedec, 1986. Walzer,
M.: Las esferas de la
justicia. Una defensa del pluralismo y la igualdad, México, FCE,
1997. Martínez Ocamica, G.:
La palabra y los pensamientos,
Santiago, Encrucijada, 2006. Díaz,
Carlos: ¿Qué es el
personalismo comunitario?, Salamanca, Fundación Mounier, 2005. [134]Borroto López, Lino T: “Postmodernidad: Realidades y desafíos para la universidad
latinoamericana y caribeña”. Ponencia presentada en la Convención
Internacional de Educación Superior “Universidad 2006”, La
Habana, Cuba, febrero de 2006. [135]
“Ser de izquierdas es, ante todo, una actitud práctica
revolucionaria de lucha contra la hegemonía y la dominación del
capital. La izquierda
latinoamericana va mucho más allá del núcleo humano que constituye
la izquierda político-partidaria, comprende a los movimientos
sociales populares, a intelectuales y profesionales de avanzada, a
personalidades del mundo de la cultura, de las artes, de las
comunicaciones, etcétera, en resumen: a
todos los que se oponen al sistema neoliberal y luchan a favor de una
transformación radical de la sociedad en aras de hacerla humanamente
más justa y solidaria: las organizaciones de derechos humanos, de
mujeres, los sindicatos combativos, la base trabajadora de los mismos,
el movimiento obrero, los desocupados, los sin techo, los sin tierra,
el campesinado pobre, las amas de casa, los pueblos indígenas y sus
organizaciones, etcétera.” Isabel
Rauber: “Los desafíos
actuales de la política”, en Conferencia Internacional “Marx y
los desafíos del siglo XXI”, La Habana, Cuba, 2006, p. 53. Véase
además: Habermas, Jugen: La necesidad
de revisión de la izquierda. Tecnos, Madrid 1991. Segovia, Rafael: “Izquierda y derecha”, en C D Conferencia
Internacional “Carlos Marx y los desafíos del siglo XXI”, La Habana, 2006. Quiroz Miranda, Sergio “Izquierda y conciencia de clases”, en C
D Conferencia Internacional
“Carlos Marx y los desafíos del siglo XXI”, La Habana, 2006. [136]
Desde una distinción significativa de estudiosos de las corrientes
políticas se recomienda la consulta de: Chaguaceda
Noriega, Armando: “La pluralidad liberal y el despliegue hegemónico
de la modernidad”, en Emilio Duharte Díaz (Comp.) y coautores: Teoría
y Procesos Políticos Contemporáneos, Tomo II, Editorial Félix
Varela, La Habana, 2006. Arnoletto, Eduardo Jorge y Díaz, Ana
Carolina: “El
comunitarismo”, en La teoría política en los umbrales del siglo XXI. 2003. Rawls,
John: Liberalismo Político,
Fondo de Cultura Económica, México, 1996. Boron, Atilio:
“Justicia sin capitalismo, capitalismo sin justicia. Una reflexión
acerca de las teorías de John Rawls”,
2000. Habermas,
Jurgen: “Concepciones sociológicas del derecho y concepciones
filosóficas de la justicia”, Capítulo II, del libro, Jurgen
Habermas: Facticidad y validez.
Sobre el derecho y el Estado democrático de derecho en términos de
teoría del discurso, Editorial Trotta, S.A., Madrid, 1998. Araujo,
Cícero: “Bentham: el
utilitarismo y la filosofía política moderna”. CLACSO 2002.
Rafuls, Pineda, Daniel: “La socialdemocracia europea en el
gobierno: ¿izquierda o derecha?”, en Revista Temas núm. 49, de
enero-marzo 2007. [137]
Ello indica los obstáculos que acarrean la búsqueda o delimitación
de las líneas divisorias con respecto a las clases y, desde ese punto
mismo, con todas las puntualizaciones metodológicas que acompañan
las conductas políticas, entre otros ejes a tener en cuenta.
Así sería conveniente siempre para matizar el análisis, tener
presente aquello que aparece en El Capital, al referirse a Inglaterra, “donde más desarrollada se
halla y en forma más clásica la sociedad moderna, en su estructuración
económica. Sin embargo, ni aquí
se presenta en toda su pureza esta división de la sociedad en clases.
(…) existen estados
intermedios y de transición que oscurecen en todas partes (…) las líneas
divisorias sociales”. Todo lo cual desborda los conflictos de
clases -sin perderlos- en conflictos sociales con ingredientes muy
diversos vinculados, al
decir de Marx, con aquello de que “…La relación directa existente
entre los propietarios de las condiciones de producción y los
productores directos (…) es la que nos revela el secreto más recóndito,
la base oculta de toda la construcción social (…) Lo
cual no impide que la misma base económica (…) pueda mostrar en su
modo de manifestarse infinitas variaciones y gradaciones debidas a
distintas e innumerables circunstancias (…), condiciones naturales,
factores étnicos, influencias históricas que actúan desde el
exterior, etc., variaciones y gradaciones que sólo pueden
comprenderse mediante el análisis de estas circunstancias.” Marx,
Carlos: El Capital, Tomo 3, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1973,
pp. 888-889 y 799. [138]Consúltense:
Meszáros, István: “Socialismo o barbarie. La alternativa al
orden social del Capital”, en Paradigmas
y utopías, Pasado y
presente XXI, México 2005 y “La teoría económica y la política:
más allá del capital”, en Revista Herramienta Venezuela 2002. Amin,
Samir: Los fantasmas del
Capitalismo. Una crítica a las modas intelectuales contemporáneas. El
Áncora Editores, Bogotá 1999. [139]Las
posiciones respecto a la vitalidad del análisis geométrico sobre
izquierda-derecha en el universo político hoy, llegan
a ser contrastantes dentro de los estudiosos de dichos temas, véanse
entre otros: Duharte Díaz,
Emilio: “El debate izquierda-derecha: más allá de una definición”,
en Teoría y Procesos Políticos Contemporáneos, Tomo II, Editorial Félix
Varela, La Habana, 2006. Sánchez
Vázquez, Adolfo: “Izquierda y Derecha en Política: ¿y en la
moral?”, en, Entre la realidad
y la utopía. Ensayo sobre política, moral y socialismo,
Editorial Ciencias Sociales, La Habana, 2006. Bobbio, Norberto: Derecha
e Izquierda. Editorial.
Taunus. Madrid.1995. Rauber,
Isabel: “Los desafíos
actuales de la política”, en CD Conferencia Internacional “Marx y
los desafíos del siglo XXI”, La Habana, Cuba, 2006. Campione,
Daniel, en “Pasado y presente en la articulación entre
socialismo y democracia. Una visita a Rosa Luxemburgo y Gramsci”, en
CD Conferencia Internacional “Marx y los desafíos del siglo XXI”,
La Habana, Cuba, 2006. Wallerstein, Immanuel, en “Una política
de Izquierdas para una época en transición”, México, Siglo XXI,
2000. Toni Negri:
"Derecha e izquierda en
la era posfordista", en
"Folha de São Paulo", 29 de junio de 1998; Arrue Puelma, Carlos:
“Análisis,
perspectivas y desafíos que ofrece hoy América Latina”, ponencia
en la Conferencia Internacional “Carlos Marx y los desafíos del
siglo XXI”, La Habana, 2006. Gallardo, Helio:
“Elementos para una discusión sobre la izquierda en América
Latina”, en Revista Pasos núm. 50, nov-dic 1990. Harnecker,
Marta: La Izquierda después de Seattle, Siglo XXI Madrid
2000. Vila Blanco, Dolores: “Consejos de ausentes”, que
aparece en este libro
[140]
Véanse, Duharte Díaz, Emilio:
“El neoconservadurismo: una breve aproximación” en Emilio
Duharte Díaz (Comp.) y coautores: Teoría
y Procesos Políticos Contemporáneos, Tomo II, Editorial Félix Varela, La Habana, 2006; Hernández
Martínez, Jorge:
“Estados Unidos en el siglo XXI: procesos ideológicos, cultura política,
sociedad civil y proyección internacional”, en Emilio
Duharte Díaz (Comp.) y coautores: Teoría y Procesos Políticos
Contemporáneos, Tomo
II, Editorial Félix Varela, La Habana, 2006; Guerrero, Diego: “Globalización y postcapitalismo”, Universidad
Complutense de Madrid, 2006; Vilá Blanco, Dolores: “Asnos
con garras”, artículo contenido en este libro; Salazar,
Robinsón:
“Visualizando al enemigo. EE UU vs América Latina”, Universidad
Autónoma de Sinaloa, México, 2006. [141]
“(…) el marxismo puede afrontar venturosamente su cuestionamiento en
el plano de práctica (…) sin que éste signifique, en modo alguno,
ignorar sus debilidades, sombras o desvíos en este terreno, ni
tampoco las aportaciones de otras Corrientes Políticas o Sociales”.
Sánchez Vásquez, Adolfo:
“¿Se puede ser marxista hoy?”, Discurso de Investidura
pronunciado por el filósofo y escritor mexicano Adolfo Sánchez Vásquez,
al recibir el Doctorado Honoris Causa en la Universidad de La Habana,
el 16 de septiembre de 2004. [142]
Martí, José: Nuestra América:
Conferencia Monetaria, Parte II “Cuestiones económicas,
sociales y políticas”, en La Revista Ilustrada, Nueva York, Mayo de 1891, en Obras Completas
en 2 Tomos, Tomo II, Editorial Lex, La Habana 1953, pág. 260. Referencias.
Asnos con garras
[143]Martí, José: “Escenas Europeas: España”, Obras
Completas en II tomos, tomo 2, Editorial Lex, La Habana 1953, pág.
978. [144]
Forma en que el
comunista cubano, Rubén Martínez Villena, denominó al tirano
Gerardo Machado, y de la cual la autora se apropia para designar a
todos aquellos, que desde sus
diferentes posturas destruyen física, moral y espiritualmente a los
seres humanos y al planeta mismo, no se especifican figuras con
tal afirmación –aunque no se excluyen- se intenta caracterizar
fuerzas políticas, fenómenos interconectados resultado de los
procesos históricos en que hemos existido y existimos. Sé es de la consideración que para identificar a quienes azotan a la
especie humana con las guerras, el hambre y la indefensión no existen
fronteras en la expresión con que se denoten. Este
trabajo se presenta aquí en su versión íntegra lo cual no fue
posible en otros escenarios. [145]
George Bush ha dicho en
reiteradas ocasiones y de diversas maneras: “Dirigiremos todos los
recursos a nuestra disposición, -todos los medios de la diplomacia,
toda herramienta de inteligencia, todo instrumento para la aplicación
de la ley, toda influencia financiera y toda arma de guerra
necesaria-, a la destrucción y la derrota de la red global del
terror”. Bush, G. W:
Discurso ante el Congreso de los Estados Unidos del 20 de Septiembre
del 2001. Conocida como la Doctrina de las Guerras Preventivas y
reforzada con el Nuevo Plan de Defensa para el siglo XXI y otros
documentos como La Estrategia de Seguridad Nacional de Estados Unidos
del 20 de Septiembre del 2002. [146]
Por si esto no fuera poco, la abierta reafirmación y defensa de la
vocación imperialista de EE.UU. tuvo un enorme impacto ideológico
sobre la izquierda política e intelectual. Todo esto explica, al
menos en parte, el abandono en que cayera, por un período de unos
veinte años, el empleo de la palabra imperialismo. Si se revisa la
literatura de las últimas dos décadas del siglo pasado, se comprobará
que, prácticamente, la palabra desaparece por completo, y quienes tenían
la osadía de hacer uso de ella eran rápidamente silenciados. Se decía
que la globalización había acabado con todo aquello y que el
imperialismo era un fenómeno del pasado. Boron,
Atilio: “La cuestión del imperialismo”, en La Teoría
marxista hoy. Problemas y perspectivas. wwwclacso.org.bibiblioteca.ar
2006. [147]“(...) lo que se llama globalización es en verdad otro nombre empleado
para definir la posición dominante de Estados Unidos (...) por ser la
única nación explícitamente creada con la idea de libertad, Estados
Unidos siempre creyó que sus valores eran relevantes para el resto de
la humanidad. Por
eso nos mueve el impulso de una obligación misionaria para
transformar el mundo a nuestra imagen”.
Henry Kissinger:
“Conferencia dada en el Trinity College de Dublín”, citado de
Miguel Urbano Rodríguez en “Otra América es Posible”, en Rebelión,
22 de diciembre de 2002, p. 28. [148]Morgenthau, Hans: Política entre las
naciones. La lucha por Poder y la Paz”. Grupo Latinoamericano,
Buenos Aires, 1986. Donde se esclarece que en el lenguaje de la geopolítica,
el término pragmatismo es sinónimo de realismo político. En síntesis,
es la idea de que el criterio lícito para valorar la verdad es asumir
en principio sus efectos prácticos, puntualicemos: “lo cierto es lo
que funciona” en cada circunstancia. [149]
Más de un autor ha
puesto en tela de juicio el llamado “Nuevo orden mundial”, véase
para ello, entre otros, Dieterich,
Steffan: Guerra en Medio
Oriente: “El nuevo orden mundial”. Jorales Editores 2004. Gowan,
Peter: La apuesta por la
globalización. La geoeconomía y la geopolítica del imperialismo
euro-estadounidense. Akal, Madrid 2001. Held, Dave y otros: Transformaciones
globales. Política, economía y cultura. Oxford, México 2002. Saxe-Fernández
John (compilador): Globalización:
crítica a un paradigma. Amin,
Samir: Los fantasmas del capitalismo. Una crítica de las modas intelectuales
contemporáneas, Bogotá 2001.
Borón Atilio: Imperio e imperialismo (una lectura crítica de Michael Hard y Antonio
Negri), CLACSO, Buenos Aires, 2002. [150]
Hard, Michael, y Negri, Toni: Imperio, Paidós, Buenos
Aires, 2002, p. 14. [151]
“El siglo XX fue el más
sanguinario del que la historia tenga registro. El número total de
muertes causadas o asociadas a sus guerras se estima en 187 millones,
el equivalente a más de 10 por ciento de la población mundial en
1913. Si situamos su inicio en 1914, fue un siglo de guerras
ininterrumpidas, y hubo pocos y breves periodos en los que no hubiera
algún conflicto organizado en alguna parte”. Hobsbawn,
Eric: “La guerra y la paz en el siglo XXI”, en la
Jornada, 20-03-02. [152]
Martí, José: “II Notas en Cuadernos de Trabajo”, Aforismos y
Reflexiones, Editorial Lex 1953, Pág. 1658. [153]
“(…) si mata por una
idea, puede igualmente hacerse matar por ella; en los dos casos,
tirano o mártir es un monstruo. No hay seres más peligrosos que los
que han sufrido por una creencia: los grandes perseguidores se
reclutan entre los mártires a los que no se ha cortado la cabeza.
Lejos de disminuir su apetito de poder; el sufrimiento lo exaspera”.
Emil, M. Ciorán citado de
“Llegó Alí Baba”, El
Universal, marzo 19 del 2003 [154]
Véanse entre otros
textos: Brzezinski, Zbigniew:
El gran tablero mundial: la
supremacía estadounidense y sus imperativos geoestratégicos. Una
estrategia para Eurasia, Ediciones Paidós, Barcelona 1998.
Fuller, G. E: “Velha Europa” ou “velha América”, Global
Viewpoint, 16 de febrero de 2003. Hard,
Michael, y Negri, Toni: Imperio. Paidós, Buenos Aires, 2002,
donde, el nuevo orden mundial reconocido por los autores, es
comprendido desde las llamadas realidades que arroja la
“postmodernidad” y aún no se separa de la lógica de intelección
de el fin de la historia y en consecuencia del fin de los sujetos,
entre otras debilidades científico metodológicas que le acompañan.
“La problemática del Estado está determinada en primera instancia
por un hecho simple: que haya un orden mundial. Este orden se expresa
como una formación jurídica. Nuestra tarea inicial es, entonces,
llegar a comprender la constitución del orden que se está formando hoy. …Antes de
investigar la constitución del imperio en términos jurídicos,
debemos analizar con algún detalle los procesos constitucionales que
han llegado a definir las categorías jurídicas centrales y, en
particular, prestar especial atención al prolongado proceso de
transición que condujo desde el derecho soberano de los
Estados‑nación (y el derecho internacional subsecuente) a las
primeras figuras globales posmodernas del derecho imperial. … Este
paradigma imperial es cualitativamente diferente de los diversos
intentos hechos en el período de transición para definir un proyecto
de orden internacional. … En
suma, el cambio de paradigma se define, al menos inicialmente,
mediante el reconocimiento de que sólo un poder establecido
ultradeterminado y relativamente autónomo respecto de los
Estados‑nación soberanos puede funcionar como el centro del
nuevo orden mundial, ejerciendo sobre él una regulación efectiva y,
cuando es necesario, la coerción.” Págs. 1 y 6 respectivamente. [155]Gallardo, Helio: “Luchas
revolucionarias e imaginario marxista de los movimientos sociales”,
en Conferencia Marx y los desafíos del siglo XXI 2006, pág. 1
[156]Amin, Samir: “El futuro de la polarización
global”, en Nueva Sociedad (revista),
Nº 132, julio/agosto 1994, Caracas, Venezuela.
[157]
Kinoshita, Dina Lida: “Y ahora, que mundo”, en 11 de septiembre las caras de la globalización, Instituto de
Estudios Parlamentarios, México 2002, págs. 185. [158]Ramonet, Ignacio: Conferencia impartida
durante la Feria del libro en Ciudad de la Habana Cuba en febrero del
2002. [159]
“El reto para el siglo
XXI es la recuperación de estos valores para
construir un nuevo orden mundial basado en una cultura de paz entre
los seres humanos y las naciones, con una nueva Organización de
Naciones realmente Unidas”. Espinosa,
Ramón: “La ONU y el problema de la paz”, en 11
de septiembre: las caras de la globalización, Jorales editores
2004, pág 244. [160]El
exclusivismo en materia humana ha calado tan profundo que encontramos
posiciones como la muy conocida de Samuel
Huntington, cuando al argumentar sobre “el choque de
civilizaciones”, expone como la cultura norteamericana ya no tiene
en su centro a la raza blanca, sino a dos elementos: lo anglo y lo
protestante. Ambos se desglosan según el autor: “La lengua inglesa;
la convicción religiosa; los conceptos del imperio de la ley, la
responsabilidad de los gobernantes y los derechos de los individuos, y
los valores de los protestantes disidentes (el individualismo, la ética
del trabajo, y la creencia de que los seres humanos tienen la
capacidad y la obligación de crear un paraíso en la tierra, una
‘Ciudad sobre la Colina’)”. Las implicaciones directas de tal
discursivismo, conllevan en la práctica a considera a los emigrantes
ya sean mexicanos, entre otros como problema de seguridad nacional. [161]
Rice, Condoleezza, declaraciones en la Casa Blanca, Washington, D.C.,
22 de febrero del 2001. [162]“En
ningún momento de su larga
y tortuosa realización llegó el Holocausto a entrar en conflicto con
los principios de la racionalidad. La “Solución Final” no chocó
en ningún momento con la búsqueda racional de la eficiencia, con la
óptima consecuencia de los objetivos. Por el contrario, surgió de un
proceder auténticamente racional y fue generado por una burocracia
fiel a su estilo y a su razón de ser. …El Holocausto no resultó de
un escape irracional de aquellos residuos todavía no erradicados de
la barbarie premoderna. Fue un inquilino legítimo de la casa de la
modernidad, un inquilino que no se habría sentido cómodo en ningún
otro edificio”. Bauman, Zigmunt: Modernidad y
Holocausto, Ediciones Sequitur Madrid 1997, Págs. 22-23.
[163]
“El gobierno pone fin
a la diplomacia secreta, manifestando su firme resolución de llevar
todas las negociaciones a la luz del día, ante el pueblo entero,
procediendo inmediatamente a la publicación íntegra de los tratados
secretos…Declara a su vez absoluta e inmediatamente anuladas todas
las cláusulas de esos tratados secretos… nosotros estamos en contra
de la diplomacia secreta y actuaremos a la luz del día, ante todo el
pueblo.” V, I, Lenin:
“Decreto de Paz”, Obras Escogidas en 3 tomos, tomo 2, Moscú 1960,
págs. 286-288. [164]
“Será nuestro deseo y
propósito que los procesos de paz, una vez se hayan iniciado, se
hagan de manera totalmente transparentes y que ellos no involucrarán
ni se permitirán en el futuro acuerdos secretos de ninguna
naturaleza. Los días de conquista y de engrandecimiento han pasado;
también los tiempos de pactos secretos celebrados en el interés de
gobiernos particulares, y con posibilidades de que en un momento
inesperado trastornen la paz mundial. … Abrir convenciones de paz, a
las que llegue abiertamente, después de las cuales no haya
entendimientos internacionales privados de ninguna naturaleza sino que
la diplomacia siempre procederá francamente a la vista del público”.
Morgenthau, Hans: Política
entre las naciones. Grupo editor Latinoamericano, Buenos Aires,
1986, pág. 622. [165]“La
antítesis de no-propiedad y propiedad, en tanto no sea entendida como
la antitesis de trabajo y capital, sigue siendo una antitesis de
indiferencia, no aprehendida en su conexión activa, su relación
interna: antitesis aún no aprehendida como contradicción. (...)
Pero el trabajo, la esencia subjetiva de la propiedad privada como
exclusión de propiedad, y capital – trabajo objetivado como exclusión
de trabajo constituyen propiedad privada como su estado de contradicción
desarrollado: de ahí una relación dinámica que avanza
inexorablemente hacia su resolución.” Marx,
Carlos: Manuscritas Económicos y Filosóficos de 1844, Editora Política,
La Habana 1965.Pág. 103. [166]
Martí, José: “II Notas en Cuadernos de Trabajo”, Aforismos y
Reflexiones, Editorial Lex 1953, Pág. 1658. [167]“El
acto político es moral cuando traduce necesidades y aspiraciones
esenciales de la vida de los pueblos. Es inmoral, en cambio, si las
ignora o impide satisfacerlas. Hablando en términos concretos es
moral un acto político si se endereza a mermar o suprimir la injusticia,
la opresión, la miseria o la ignorancia. Cuando
apuntala o robustece el poder que vive para sí y no para la
colectividad, el acto político es inmoral, a despecho de la
limpieza de sangre y de la decencia privada de sus ejecutores.”
Roa, Raúl: En Pie, Editorial Universidad Central de las
Villas, 1959, pág. 220. [168]
José Martí, “Norteamericanos”: El General Grant
XI. Pág 1122. Obras Completas en 2 tomos T. 1 Editorial Lex,
la Habana, 1953. [169]“La
sociedad burguesa está situada ante un dilema: o pasa al socialismo o
cae en la barbarie”. Luxemburgo,
Rosa: La crisis de la
socialdemocracia, Roca México, 1972, pág. 23 [170]García, Bermejo, Carmen:
“La coalición anglo-estadounidense bombardea el patrimonio. Irak:
destrucción histórica y genocidio cultural”, en el Financiero,
3 de abril del 2003. Pág 57. Donde se destaca como “(25 mil sitios
arqueológicos y 4 mil monumentos y zonas histórico culturales)
legadas por la antigua Mesopotamia (…) es castigada por miles de
bombas y mísiles de los nuevos cruzados imperialistas” [171]
Marx, Carlos: Manuscritos
Económicos y Fi1osóficos de 1844. Editora Política, La Habana
1965, pág. 118. [172]
Marx, Carlos: "El Dieciocho Brumario de Luís Bonaparte”,
0. E. en dos Tomos, Tomo I,
Editorial Progreso Moscú 1955, págs. 232, 233-234. [173]
Martí, José: “Nuestra América” Inmigración. Honduras y
los extranjeros, Obras Completas en II Tomos. Tomo I. Editorial Lex,
1953. pág 489. Referencias. Consejos de ausentes [174]“Consejos
de un ausente”, es el título dado por V. I. Lenin a un trabajo
escrito el 8 (21) de Octubre de 1917,
donde revitaliza el pensamiento de Carlos Marx a la luz de la
inminente insurrección y de los modos concretos en que el Soviet debía
asumir dicho proceso para acceder al poder y utilizar eficazmente
todas las potencialidades del movimiento revolucionario. Desde el hoy
y los denuedos que nos acompañan, tal ejercicio es asumido en plural,
imbricando legados del Marxismo revolucionario. [175]Martí, José: “Escenas Europeas: España”,
Obras Completas en II tomos,
tomo 2, Editorial Lex, La Habana 1953, pág. 978. [176]“El
único camino que conduce a ese renacimiento es la escuela de la vida
pública de una amplia democracia... Sin elecciones generales, sin
libertad de prensa y de reunión ilimitadas, sin una lucha de
opiniones libres, la vida mengua
en todas las instituciones públicas, vegeta, y la burocracia queda
como el único elemento activo.” Luxemburgo,
Rosa: La Revolución Rusa, Editorial Grijalbo, Barcelona 1974, págs.82-83.
[177]
Martí José: “Escenas Mexicanas”, en “Revista Universal”, México
12 de Agosto de 1875. [178]Boron,
Atilio: “Poder,
“contra-poder” y “antipoder.”Notas sobre un extravío teórico
político en el pensamiento crítico contemporáneo”. Ponencia
presentada al V Encuentro Internacional de Economistas sobre
globalización y problemas del desarrollo, febrero 2003 La Habana
Cuba, pág. 1 [179]“Ante
todo, el imperio actual no es estadounidense y los Estados Unidos no
son el centro. El principio fundamental del imperio, como lo hemos indicado a lo largo
de todo este libro, es que su poder no tiene un terreno ni un centro
reales y localizables. El poder imperial se distribuye en redes,
mediante mecanismos de control móvil y articulado. Esto no
equivale a decir que el gobierno de los Estados Unidos y el territorio
estadounidense no sean diferentes de cualquier otro: los Estados
Unidos ocupan ciertamente una posición privilegiada en las
segmentaciones y jerarquías globales del imperio. No obstante, a
medida que decaen los poderes y las fronteras de los Estados ‑
nación, las diferencias entre los territorios nacionales se hacen
cada vez más relativas. Ahora ya no son diferencias de naturaleza
(como lo eran, por ejemplo, las diferencias entre el territorio de la
metrópolis y el de la colonia) sino que son diferencias de grado. El
cambio más importante tiene lugar pues en el seno de la humanidad,
puesto que con el fin de la modernidad también termina la esperanza
de encontrar algo que pueda identificar al sí mismo fuera de la
comunidad, fuera de la cooperación y fuera de las relaciones criticas
y contradictorias que cada persona encuentra en un no lugar, es decir,
en el mundo y las multitudes.
…El derecho general a controlar sus propios movimientos es
la demanda última de la multitud por una ciudadanía global.”
73 Hardt Michael y Antonio Negri: Imperio, Buenos Aires, 2002, p. 66 y 73. [180]
“Sin el marxismo, o de espaldas al marxismo, no podemos adecuadamente
interpretar, y mucho menos cambiar, el mundo. El problema es que sólo
con el marxismo no basta. Es necesario pero no suficiente.” Boron,
Atilio: “Introducción:
El marxismo y la filosofía política”, Ponencia presentada a las
Primeras Jornadas Nacionales de Teoría y Filosofía Política,
organizadas por EURAL y la Carrera de Ciencia Política bajo el
auspicio del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales, CLACSO, p.
3 [181]Vanguardia,
era la forma mediante la cual V. I. Lenin denotaba a la dirección política
revolucionaria para la transición al socialismo. [182]“Para ello, la política revolucionaria enfrenta hoy varios desafíos, uno
de ellos central: construir
el actor social y político colectivo capaz de llevar adelante
los procesos sociales y políticos concretos necesarios para
transformar las sociedades en las condiciones de la democracia
latinoamericana,
con las oportunidades que ella brinda hoy y a pesar de sus
limitaciones; profundizarla, transformarla, es parte también de las
tareas sociotransformadoras”. Rauber, Isabel:
“Los desafíos actuales de
la política”. Evento Carlos Marx y los desafíos del siglo XXI La
Habana 2006. [183]Lenin, V. I: Obras Escogidas en 12 Tomos, Tomo
12, Editorial Progreso,
Moscú 1977, pág.190. [184]
"Hemos insistido frecuentemente en esta tesis general que, en el
período histórico dominado por la clase burguesa, todas las formas
de asociación (incluso las que ha formado la clase obrera para
sostener la lucha), en cuanto nacen y se desarrollan en el terreno de
la democracia liberal (o autocrática), no pueden menos que ser inherentes al sistema burgués y a la estructura
capitalista; por lo tanto, tal como han nacido y se han desarrollado
con el nacimiento y desarrollo del capitalismo, así también decaen y
se corrompen al decaer y corromperse
el sistema en que se encuentran incorporados. Se hace posible
prever la transformación del partido socialista de asociación nacida
y desarrollada en el terreno de la democracia liberal en un nuevo tipo
de organización exclusivo de la civilización proletaria”. Gramsci,
A: Antología, Ciencias
Sociales, 1973, p. 49. Véase además, 66-71, 77-82, 93-97 y el ensayo
de Vilá, Blanco, Dolores: “Naturaleza del socialismo como proyecto
civilizatorio humano. Reflexiones desde la Filosofía Política”, en
Emilio Duharte Díaz (Comp.) y coautores: Teoría
y Procesos Políticos Contemporáneos, Tomo II, Editorial Félix Varela, La Habana, 2006. [185]V, I, Lenin: Obras
Escogidas en 12 Tomos, Tomo 11, Editorial Progreso, Moscú, 1977,
p. 83-84. [186]
V, I, Lenin: Obras Completas,
Tomo 26, Editorial Progreso, Moscú, 1986, p. 272. [187]“Reconociendo
la necesidad de una instancia política para conseguir los objetivos
de cambio social, la izquierda marxista, sin embargo, ha hecho muy
poco por adecuarla a las exigencias de los nuevos tiempos. Durante un
largo período esto tuvo mucho que ver con la copia
acrítica del modelo bolchevique de partido. Aquí estoy
aludiendo a los partidos políticos, a las organizaciones político-militares,
a los movimientos y frentes políticos.” Harnecker,
Marta: “Acerca
del sujeto político capaz de responder a los desafíos del siglo
XXI”, en Evento Carlos Marx y los desafíos del siglo XXI, 2006, p.
2. [188]
“Para que la acción política sea eficaz, para que las actividades
de protesta, de resistencia, de lucha del movimiento popular logren
sus objetivos antisistémicos, se necesita una instancia o instancias
capaces de orientar y unificar los múltiples esfuerzos que espontáneamente
surgen, y de promover otros.” Harnecker, Marta:
“Acerca del sujeto político
capaz de responder a los desafíos del siglo XXI”, en Evento Carlos
Marx y los desafíos del siglo XXI, en CD 2006, p. 3 [189]Martí, José: “El carácter de la “Revista Venezolana”, 15 de julio de 1881.
[190]Martí, José: “Guatemala”, “Los códigos nuevos”, Carta al Ministro de Relaciones
Exteriores Abril 11 de 1877. [191]
Ariel, es el personaje nativo que presta servicios representando a la
civilización europea o colonizadora en espíritu y carne, en “La
Tempestad” 1612, de William Shakespeare. Los personajes han
continuado su curso y metamorfosis, desde las visiones que han
atravesado cronísticamente a la dominación planetaria por parte de
un puñado de países, que han ido modificando sus casacas sin
abandonar su esencia a la supremacía en materia de convivencia
humana. Los énfasis epócales de tales conflictos mundiales, con su
matriz contextual son reflejados
puntualmente por el pensamiento y las diversas manifestaciones
del arte. Véanse, entre otras muchas: Ariel,
de José Enrique Rodó; Genio y
figura de José Enrique Rodó, de Mario Benedetti; “Literatura
caníbal y filosofía del rechazo”, de Horacio González; y de José
Martí, “Nuestra América”. [192]“La
clase, en tanto sujeto histórico, por sus condiciones de trabajo y de
vida, quedaba de hecho limitada a la clase obrera industrial. Pero
debido a que sus organizaciones de clase -los sindicatos-
“naturalmente” eran reivindicativas y no podían superar tal
barrera –ni las organizaciones ni la clase-, ella no tenía
posibilidades de ejercer su condición de sujeto de modo directo. Hacía
falta que ese sujeto histórico –para serlo construyera las
herramientas políticas que le permitieran cumplir con su tarea
liberadora (misión histórica), para lo cual debía tomar el poder
político, objetivo primero y central de toda revolución. Construir el partido político -de la clase- se constituyó entonces en
tarea prioritaria y expresión más elevada de la conciencia política
de la clase obrera, ya que se trataba de su instrumento fundamental
para realizar su misión histórica: derrocar al capitalismo e
instaurar el socialismo. Por ese camino, el
partido de la clase se ubicaba por encima de la propia clase
–que quedaba subordinada a sus decisiones y orientaciones-, y se
erigía así en el sujeto político
de la transformación revolucionaria. Ese partido, como expresión
mayor de la conciencia política de la clase, se asumía también como
el poseedor de la (única) verdad acerca de la sociedad, los cambios,
las orientaciones estratégicas y tácticas, los métodos de lucha,
etc. Más allá del manual, la profusión de organizaciones político
partidarias de izquierda que se desarrolló, particularmente en
Latinoamérica, creó en ellas la necesidad de esclarecer cuál era la
“verdadera” representante del proletariado, y esto implicó la
disputa por la posesión de la verdad, posesión que –como se dirimía
en la práctica- impulsó el desarrollo del sectarismo y la
competencia por ganar la dirección de las masas.” Rauber,
Isabel: “Los dilemas del
sujeto movimiento social y organización política en América Latina.
Lógicas en conflicto”, en Evento Carlos Marx y los desafíos
del siglo XXI, en CD 2006, p. 10 [193]V, I, Lenin: Obras
Completas, Tomo Seis, Editorial Progreso, Moscú, 1981, p. 95.
[194]
V, I, Lenin: Obras Completas,
Tomo Seis, Editorial
Progreso. Moscú 1981. Pág. 89. [195]
Hacneker, Marta: Cuadernos de
Nuestra América. Vol. VII No
14. Pág. 52 [196]V, I, Lenin: Obras
Completas, Tomo 6, Editorial Progreso Moscú 1981, Pág. 25 - 26. [197]V, I, Lenin: Obras Escogidas en Tres Tomos,
Tomo I, Editorial Progreso, Moscú 1961, p. 200. [198]“Muchos
errores se cometieron en la parte administrativa del ejecutivo, -
analizaba el Che – enormes fallas se cometieron por parte de los
nuevos administradores de empresas que tenían responsabilidades
demasiado grandes en sus manos y grandes y costosos errores cometidos también en el aparato político
que, poco a poco, fue cayendo en una tranquila y placentera
burocracia, identificando casi como trampolín para ascensos y para
cargos burocráticos de mayor o menor cuantía, desligados totalmente
de las masas”. Guevara, Ernesto: “El cuadro columna vertebral de la Revolución”, en Tomo 6, Pág.
440. [199]
V, I, Lenin: Obras Escogidas
en 12 Tomos, Tomo 12, Editorial Progreso, Moscú 1977, p. 186. [200]Véase
de Vila Blanco, Dolores: “La Fuga Inútil”, tercer ensayo
del libro. [201]
Martí, José: Obras Completas
en II Tomos, Tomo II, Escenas Mexicanas, Editorial Lex. Edición
del Centenario La Habana 1953, p. 729. [202]Martí, José: Obras Completas en II Tomos, Tomo
II, Escenas Mexicanas, Editorial Lex, La Habana 1953, p. 709. Referencias. ¿El león dormido o leones que no duermen? [203]
Martí, José: "Escenas Europeas: Francia”, Obras Completas,
en dos Tomos, Tomo II, Lex La Habana 1953, Pág. 1085. Edición del
Centenario. [204]Martí, José: “Las reformas en Cuba”, Artículo publicado en “Patria”, Nueva York
8 de Diciembre de 1894. En el mismo texto esclarecía desde los
significantes y apremios de su tiempo, vitales también hoy en
nuestras complejidades “(…) Unos juegan con sombras, y visten los
esqueletos de palabras, y llenan los ecos de pueril desafío: los
otros caminamos, caminamos. El lodo resbala sobre el mármol: el
diente se rompe contra el mármol: las estatuas de polvo se caen solas
por tierra. Guiar es prever.
El débil se aturde por lo superficial: el
fuerte le ve las entrañas al enemigo, y da sobre ellas. No se lee
en papeles, ni se oye en discursos; pero
da en las entrañas. (…) Ver después, no vale. Lo que vale es ver
antes y estar preparados.” [205]El
proceso de aproximación a la especificidad de las reformas en la
transición al socialismo, han ido apareciendo en diversas
publicaciones sobre el tema a las que fuese invitada la autora, con
las limitantes propias del tipo de publicación, conocimiento y
aceptación sobre la problemática en cuestión. Con lo cual, pudieran
parecer “parecidas”, de no volver a consultárseles en su
continuidad investigativa en crecimiento y posibilidades para decir
fuera de los contextos de digamos, un evento o coloquio donde dichas
ideas pueden asumir una expresión más dinámica que las
publicaciones mismas. Véanse: Revista Marx Ahora, 1998-1999, “Las
reformas y su Lugar en la Transición al Socialismo. Análisis para
una revitalización del pensamiento Leninista”, en libro Teoría
Sociopolítica, Tomo I, Félix Varela, 2000 Cuba,
su reedición del 2004, “Las reformas: alternativa
reorganizadora desde la transición al socialismo”, en Teoría
y Procesos Políticos Contemporáneos, Tomo II, Editorial “Félix
Varela”, La Habana, 2006. “Las Reformas y su lugar en la Transición
al Socialismo, en Selección de Lecturas (2 Tomos) Tomo II, Sociología
Política, Félix Varela, 2004, Cuba, “Las reformas: alternativa
reorganizadora desde la transición al socialismo”, en Política Y Sociedad Contemporáneas (Un acercamiento a los dilemas políticos
de la educación superior), Félix Varela, 2008, entre otras. [206]
Boron, Atilio: “Las “reformas del estado” en América Latina: sus negativas
consecuencias sobre la inclusión social y la participación democrática”,
CLACSO http://www.clacso.org.ar/biblioteca
Parte, “Una tipología de los avances “reformistas”” Pág. 4.
Véase además, Boron Atilio: Tras el Búho de Minerva:
Mercado contra democracia en el capitalismo de fin de siglo. Petrópolis,
Editora Vozes, 2001. [207]Retomamos
la cronística contraposición que ha acompañado a los personajes de
la novela “La Tempestad” 1612, de William Shakespeare, presente a
su vez, en la multiplicidad de visiones y connotaciones dadas en las
diversas épocas, en particular en la ensayística científico social
latinoamericana. [208]“Un análisis de esas obras permite fijar mejor
la metodología histórica marxista, integrando, iluminando e
interpretando las afirmaciones teóricas dispersas por todas las
obras. Así podrá observarse cuántas cautelas reales
introduce Marx en sus investigaciones concretas, cautelas que no podían
formularse en las obras generales”. Gramsci, Antonio:
“Economía e Ideología”, en Antología,
Editorial Ciencias Sociales 1973, pág. 276-277. “El
diálogo fructífero de saberes es posible por la comunidad de
naturaleza de los problemas que abordan –problemas de nuevo tipo –
y de las ideas que estas perspectivas de análisis tienen en común. Como
vemos, entre ellas sobresalen la
integración de conocimiento y valor; la reconsideración del objeto
de la ciencia y el lugar de la incertidumbre en el conocimiento; la
preocupación por el futuro y las consecuencias a mediano y largo
plazo de las intervenciones prácticas de los seres humanos”. Sotolongo
Codina, Pedro Luís; Delgado Díaz, Carlos Jesús: Capítulo IV.
La complejidad y el diálogo transdisciplinario de saberes, en La
revolución contemporánea del saber y la complejidad social. Hacia
unas ciencias sociales de nuevo tipo. 2006 ISBN 987-1183-33-X, Págs.
76, véase la pág. 68 [209]Una
conceptualización sobre reforma en general, dentro de la
multiplicidad de ideas que le acompañan en la literatura para
conocerlas, pensarlas, pero no
para aplicarlas, cuestión ésta que ya he visto en algunos enfoques
en Cuba, apunta a que es: Es
un cambio político, gradual, limitado y controlado, en el liderazgo
político de la sociedad, en la política del gobierno y en las
instituciones políticas, que
termina modificando aspectos básicos de la convivencia social. No
todo cambio moderado es una reforma. … El concepto mismo de reforma
implica algo relacionado con la dirección del cambio. Dice
Hirschman que una reforma es un cambio "...en el cual se frena el
poder de grupos hasta entonces privilegiados y mejora...la situación...de
grupos carentes de aquellos privilegios". En el caso de una
reforma, se entabla una guerra en dos frentes: contra los
conservadores y contra los revolucionarios; se plantea, además, un
agudo problema de elección de objetivos y prioridades, y hay que
ser más refinado en el manejo del cambio social, para lograr cambios
graduales y no convulsivos. Hay dos estrategias reformistas clásicas:
la raigal o frontal, que plantea todos sus objetivos desde el
principio y luego presiona para obtener el máximo posible; y la
gradual, que oculta sus objetivos finales, los va dando a conocer de a
poco y encara las reformas de a una por vez. La experiencia política
ha mostrado con frecuencia que el método más eficaz suele ser una
combinación de ambas: separar y aislar los problemas, y en el momento
oportuno, solucionarlos con la máxima rapidez, antes de que los
opositores consigan movilizar sus fuerzas. Un
problema clave para el reformador es cómo lograr la movilización política
de nuevos grupos para la actividad política, de modo que en cada
ocasión sus partidarios predominen sobre sus rivales. En
comparación con las revoluciones, las reformas no son violentas. Sin
embargo, cierta dosis de violencia suele acompañar a la reforma. El
riesgo está en que el acostumbramiento produzca una "escalada
de la violencia" que lleve a perder el control. Arnoletto,
Eduardo J: Glosario de
conceptos politico usuales, Editorial Triunfar Cordoba, pág.74, Véanse
entre otros: Bobbio, N: Diccionario De Política, México
Siglo XXI 1987 [210]“Científico. ¿Qué es científico?” (…) No existen ciencias por
excelencia, ni existe un método por excelencia, un “método en sí”.
Cada investigación científica se crea un método adecuado, una lógica
propia cuya generalidad o universalidad consiste en ser “conforme a
un fin”. Esta metodología
abstracta (…) o sea, no sólo a una profundización de las pasadas
experiencias de metodología del pensamiento (de la técnica del
pensamiento), a una absorción de la ciencia del pasado, sino también
a lo que es: una condición para
el ulterior desarrollo de la ciencia misma. (…) El adjetivo
"científico" se utiliza hoy ampliamente, pero su
significación puede reducirse siempre a "conforme al fin",
en cuanto esa "conformidad" se busca racionalmente (metódicamente) tras un análisis detalladísimo
de todos los elementos (hasta lo capilar) constitutivo y
necesariamente constitutivos (eliminación de los elementos emotivos
incluidos en el cálculo)”. Gramsci,
Antonio: “Científico. ¿Qué es científico?”, en Antología,
Editorial Ciencias Sociales 1973,
págs. 286-287. [211]
“Si se quiere estudiar el nacimiento de una concepción del mundo
nunca expuesta sistemáticamente por su fundador (y cuya coherencia
esencial tiene que buscarse no en cada escrito ni en cada serie de
escritos, sino en el desarrollo
entero del variado trabajo intelectual que contiene implícitos los
elementos de la concepción) hay que realizar previamente un trabajo
filológico minucioso, con el máximo escrúpulo de exactitud, de
honradez científica, de lealtad intelectual, de eliminación de todo
concepto previo, apriorismo o partidismo. Hay
que reconstruir, antes que nada, el proceso de desarrollo
intelectual del pensador considerado, para
identificar los elementos que han llegado a ser estables y
"permanentes", o sea, que han sido tomados como pensamiento
propio, distinto de y superior al "material" anteriormente
estudiado y que ha servido de estímulo; sólo estos elementos son
momentos esenciales del proceso de desarrollo. Esta selección puede
hacerse para períodos más o menos largos, apreciados desde dentro, y
no por noticias externas (aunque también éstas pueden utilizarse), y
motiva una serie de "residuos", de doctrinas y teorías
parciales por las cuales el pensador puede haber tenido en algunos
momentos cierta simpatía, hasta el punto de aceptarlas
provisionalmente y utilizarlas para su trabajo crítico o de creación
histórica y científica”. Gramsci,
Antonio: “Cuestiones de método”. en Antología,
Editorial Ciencias Sociales 1973, pág. 384. [212]“Lo expuesto pone en evidencia que es necesario considerar como parte de
las tareas estratégicas actuales el desarrollo de un nuevo pensamiento estratégico crítico y autocrítico, capaz de
recrear los fundamentos teórico-metodológicos articuladores y
proyectivos de lo nuevo en gestación. Para ello resulta imprescindible nutrirse de las enseñanzas de la
historia de las luchas anticapitalistas y
de las experiencias socialistas del siglo XX, profundizar la crítica
al funcionamiento del sistema del capital en la actualidad, y –en
nuestro caso- rescatar la riqueza de los pensamientos
independentistas, de los pueblos originarios, de la teología de
liberación, de la educación popular, etc., para cumplir su función
orientadora de los movimientos revolucionarios de nuevo tipo que enseñan
su fuerte presencia ya desde los albores del siglo XXI. Esto supone también, asumir la
batalla cultural hacia y desde el interior de nosotros mismos,
despojándonos de supuestos modos de “saber hacer” que ya no se
corresponden con la época, ni con la experiencia y saberes
acumulados, ni con las necesidades de los pueblos. En este sentido,
resulta metodológicamente recomendable abrir nuestras entendederas e
interrogar cada vez a la realidad del mismo modo que ella nos
interroga y desafía a nosotros a diario; es indispensable dudar,
incorporar la hermenéutica
de la sospecha ante todo lo que se nos presenta aparentemente
ordenado y resuelto, ante lo unidireccional y lineal. En
este espíritu van formándose las nuevas generaciones y es importante
también, transformarnos los ya formados. Tomar conciencia plena de ello e
impulsar procesos de formación en todos los ámbitos de las luchas
sociales resulta entre las
actuales tareas (culturales) estratégicas articuladas a la construcción
de nuevo pensamiento, al diseño del proyecto alternativo, y la
construcción-acumulación de poder propio. Estos son componentes
inalienables del proceso de transformación-autotransformación
cotidiana y permanente, crítica y autocrítica, y –como tales-
parte inseparable e infaltable del camino de tránsito hacia lo
nuevo”. Rauber,
Isabel: “La Transformación
Social En El Siglo XXI ¿Camino
de reformas o de revolución?
Miradas desde
abajo”. IV. Necesidad De Un
Nuevo Pensamiento Estratégico Crítico Y Autocrítico, Pasado y
Presente XXI, Junio de 2004, págs.21-22. [213]
Ver un artículo de la propia autora publicado en
Teoría Sociopolítica,
Selección de temas Tomo I, Editorial “Félix Varela”, La
Habana, 2000 y en Teoría y Procesos Políticos
Contemporáneos, Tomo II, de la Editorial “Félix
Varela”, La Habana, 2006. [214]
Cuando se denota al proyecto transicional, se debe tener en cuenta su
íntima vinculación con las bases sobre las que se diseña, por lo
que ha de atender las imbricaciones de los sostenes económico, político,
social, espiritual, tradicional y psicológico, entre otros aspectos,
los cuales dan solidez a una determinada opción. El proyecto de
reorganización social socialista ha de partir y respetar las
condiciones reales para ser viable y aceptado. El consenso a un
determinado diseño para la transformación de las relaciones sociales
no puede descansar en la buena voluntad de sus gestores, o en un
voluntarismo sin par, que arrastre al pueblo a un inevitable
retroceso. Optimizar la armonía de estos dos aspectos de un problema
tradicional para el socialismo, es una condición indispensable para
el reconocimiento fidedigno de sus verdaderos hacedores, a saber: las
masas, los individuos y sus hipervínculos exógenos y endógenos. [215]Martí José:
“México en los Estados Unidos”, Carta al Señor Director de El
Partido Liberal, New York, Junio de 1887. [216]
Lenin, V. I: Obras Completas, Tomo Seis, Editorial. Progreso, Pág.
89 [217]En
este largo aprendizaje socializador por excelencia –no puede ser de
otra manera-, con relación a
diversos asuntos concernientes a la transición al socialismo, me he
encontrado con científicos sociales y dirigentes políticos que ante
mi insistencia de lo diferenciante entre capitalismo y transición
socialismo para articular puentes desde la desenajenación gradual e
incluso perspectiva, han llegado a exclamar en el límite de sus
argumentos: ¡desenajenación, ahora!, no, no, vamos a concretar sobre
otras cosas más científicas. Respetemos entonces la sabiduría que
les acompaña, o digamos como Marx, al final del prólogo a la primera
edición del Capital, el 25
de julio de 1867, “¡Segui Il Tuo Corso, E Lascia Dir Le Genti!”,
“¡Sigue tu camino y deja que murmure la gente!”,
Verso de “La Divina Comedia” de Dante, Capital
Tomo I, pág. XII, Editorial Ciencias Sociales 1973. [218]
“(…) la nacionalización sólo representará
un progreso económico, un paso de avance hacia la conquista
por la sociedad de todas las fuerzas productivas, aunque esta medida
sea llevada a cabo por el Estado actual, cuando los medios de producción
o de transporte se desborden ya realmente de los cauces directivos de
una sociedad anónima, cuando, por tanto, la medida de la
nacionalización sea ya económicamente inevitable. Pero
recientemente, desde que Bismarck emprendió el camino de la
nacionalización, ha surgido una especie de falso socialismo, que degenera alguna que otra
vez en un tipo especial de socialismo, sumiso y servil, que en todo
acto de nacionalización, hasta en los dictados por Bismarck, ve una
medida socialista. Si la nacionalización de la industria del tabaco
fuese socialismo, habría que incluir entre los fundadores del
socialismo a Napoleón y a Metternich. (...) todas estas medidas no
tenían, ni directa ni indirectamente, ni consciente ni
inconscientemente, nada de socialista”. Engels,
Federico: "Del Socialismo Utópico al Socialismo Científico",
O. E. en 3 Tomos, T. III. Progreso Moscú 1973, Pág. 152 (Pie de página). [219]“Las tendencias burocráticas, que sofocan al movimiento obrero, también
deberán manifestares por doquier después de la
revolución. Pero es evidente que mientras más pobre sea la
sociedad nacida de la revolución, esta ley deberá
manifestarse más severamente, sin rodeos; y mientras más brutales
sean las formas que debe revestir, el burocratismo será más
peligroso para el socialismo. No son los “restos” impotentes por sí
mismos de las antiguas clases dirigentes (…) son factores
infinitamente más potentes como la indigencia material, la falta de
cultura en general y el
dominio consiguiente del “derecho burgués” en el terreno que más
interesa directa y vivamente a todos: el de su conservación
personal”.Trostki L: La
Revolución Traicionada, Editorial Pathfinder 1994, Pág. 55. [220]Puntualizando
desde la experiencia soviética sobre las reformas, y cómo se
adentraron en ella en su condición de alternativa V. I. Lenin
destacaba entre otros análisis sobre la pertinencia de ese recurso:
"Hasta el triunfo del proletariado, las reformas son un producto
accesorio de la lucha revolucionaria de clase. Después del triunfo,
ellas (aunque a escala internacional sigan siendo el mismo
"producto accesorio") constituyen
además, para el país en que ha triunfado, una tregua necesaria y legítima
en los casos en que es evidente que las fuerzas, después de una tensión
extrema, no bastan para llevar a cabo por la vía revolucionaria tal o
cual transición. (...) "El triunfo proporciona tal
"reserva de fuerzas" que hay con qué mantenerse, tanto
desde el punto de vista material como moral, aun en el caso de una
retirada forzosa. Mantenerse desde el punto de vista moral significa
no dejarse desmoralizar, conservar una apreciación serena de la
situación, conservar el ánimo y la firmeza de espíritu, replegarse
aunque sea muy atrás, pero en
la justa medida, replegarse de modo que se pueda detener a tiempo
el repliegue y pasar nuevamente a la ofensiva". Lenin,
V. I: Tomo Citado, Págs. 200 – 201. [221]Loynaz, Dulce María: Juegos de aguas, El Parnasillo
Simancas Ediciones 2002, pág.
80. [222]
Martí, José: “La esposa del vengador”, Crítica y Didáctica:
España, “Revista Universal, México 13 de Noviembre 1875. [223]
Lenin, V. I: Obras Escogidas en 12 Tomos, Tomo 12, Editorial
Progreso 1977, pág. 193. [224]
Idem 194. [225]
De tal suerte ahondaba en sus argumentos con el fin de enseñar
aprendiendo, sumar ideas y encaminar una práctica que atendiera a los
ejes centrales de la teoría que defendía: "El mayor peligro -y
quizás el único- para un auténtico revolucionario consiste en
exagerar su radicalismo, en olvidar los límites y las condiciones del
empleo adecuado y eficaz de los métodos revolucionarios. (...) "Es ahí donde los auténticos revolucionarios se estrellaban con
la mayor frecuencia al comenzar a escribir "revolución" con
mayúscula, colocar la "revolución" a la altura de algo
casi divino, perder la cabeza, perder la capacidad de comprender,
sopesar y comprobar con la mayor serenidad y sensatez en qué momento,
en qué circunstancias y en qué terreno hay que saber actuar a lo
revolucionario y en qué momento, en qué circunstancias y en qué
terreno hay que saber pasar a la acción reformista. (...) Los auténticos
revolucionarios sucumbirán (no en el sentido físico, sino espiritual
de su causa) sólo -pero sin falta- en el caso de que pierdan la
serenidad y se figuren que la revolución "grande, victoriosa y
mundial", puede y debe cumplir obligatoriamente por vía
revolucionaria toda clase de tareas en cualquier circunstancia y en
todos los terrenos. Y
continuaba, (...) "¿De qué se deduce que la revolución
"grande, victoriosa y mundial", puede y debe emplear únicamente
métodos revolucionarios? De nada. Eso es absoluta y totalmente falso.
La falsedad de eso es evidente de por sí sobre el fondo de tesis
puramente teóricas, si no se aparta uno del terreno del marxismo. La
falsedad de eso es confirmada también por la experiencia de nuestra
revolución". Ídem
Pág. 195. [226]Martí, José: “Prologo” al libro “Cuentos de hoy y de mañana”, Crítica y Didáctica.-Cuba,
Octubre de 1883. [227]
En los “Manuscritos Económicos y Filosóficos de 1844”, evaluaba
a estas variantes de comunismo de la siguiente manera: “(…) el
comunismo es: 1)
En su primera forma es sólo una generalización y consumación de
esta relación. Se muestra como tal, en una doble forma: primero, el
dominio de la propiedad material es de tal magnitud que quiere
destruir todo lo que no es posible ser poseído por todos como
propiedad privada, quiere abstraer por la fuerza del talento, etc.
El único propósito de la vida es la posesión directa física. No
se elimina la categoría de trabajador, sino que se extiende a todos
los hombres. Persiste la relación de propiedad privada como relación
de la comunidad con el mundo de la cosas. (…)
Al negar la personalidad del hombre, en todas las esferas, este tipo
de comunismo no es en realidad otra cosa que la expresión lógica de la propiedad
privada, que es esta negación. Al constituirse en envidia
universal, en un poder, es el
disfraz en que se restablece y se satisface la codicia, sólo que de
otra manera. Las ideas de todos los elementos de propiedad privada
-inherente en cada elemento en cuanto a tal- se vuelven a lo menos
contra toda la propiedad privada más rica en forma, de envidia y prisa por reducir a un nivel común de
modo que esta envidia y prisa aún constituyen la esencia de la
competencia. El comunismo grosero sólo es la consumación de esta
envidia, y de esta nivelación que parte de un mínimo preconcebido.
Tiene un estándar definido
limitado. Cuán poco esta anulación de la propiedad privada
constituye una verdadera apropiación está demostrado por la negación
abstracta de todo el mundo de la cultura y civilización, la regresión a la simplicidad contraria a la naturaleza del hombre que
no pide nada que no sólo ha fracasado en sobrepasar a la propiedad
privada, sino que ni siquiera ha podido alcanzarla”. Marx, Carlos: Manuscritos Económicos
y Filosóficos de 1844,
Editora Política 1955, págs. 104, 105, 106 y 107. [228]“Así
pues, lo utópico ha
pasado a convertirse en una palabra en clave de la izquierda para
decir socialismo o comunismo; mientras que, para la derecha, se ha
vuelto sinónimo de totalitarismo o, en realidad, de estalinismo. Los
dos usos del término parecen de hecho superponerse de algún modo y
suponen que una política que desee cambiar el sistema radicalmente se
calificará de utópica, con el matiz derechista de que el sistema
(ahora entendido como el libre mercado) forma parte de la naturaleza
humana; que cualquier intento de cambio irá acompañado de violencia;
y que los esfuerzos por mantener los cambios (contra la naturaleza
humana) necesitarán de una dictadura. De modo que, en este marco,
entran en juego dos cuestiones práctico-políticas: una crítica de
izquierdas del reformismo socialdemócrata, dentro del sistema, y, por
otra parte, un fundamentalismo del libre mercado. Con
todo, el ocaso de la idea utópica constituye un síntoma histórico y
político fundamental, que merece un diagnóstico por derecho propio, si
no una nueva terapia más eficaz. Por una parte, ese
debilitamiento del sentido de la historia y de la imaginación de la
diferencia histórica que caracteriza la posmodernidad está, paradójicamente,
entrelazado con la pérdida de ese lugar más allá de todas las
historias (o después de su final) que llamamos utopía. Por otra, resulta
muy difícil imaginar hoy un programa político radical sin la
concepción de una alteridad sistémica, de una sociedad alternativa,
que sólo la idea de utopía parece mantener viva, aunque débilmente.
Esto desde luego no significa que, si conseguimos recuperar la utopía
como tal, los contornos de una política práctica nueva y efectiva
para la época de la globalización se harán visibles de inmediato,
sino sólo que nunca llegaremos a una política tal sin utopía”
(…) no obstante, cabe decir que este tipo de análisis ayuda a
determinar la relación específica con lo político en sentido
estricto, que mantiene no sólo la utopía como texto, sino también
el pensamiento y los impulsos utópicos en general. Se
trata de una relación peculiar y paradójica, tal y como ya he dado a
entender; la utopía es o demasiado política o no lo suficiente”.
Jameson, Fredric: “La
política de la utopía”, trascripción de
New Left Review
nº 25, págs.
1 y 11. [229]
Ídem 197. [230]
Lenin, V. I: Citado de Marx,
Engels y Lenin. Acerca de la Democracia Burguesa y de la Democracia
Socialista, Progreso 1989, Pág. 279. [231]Valiosas
explicaciones de comprensión metodológica del asunto, se encuentran
en la obra de Gramsci valorando la experiencia bolchevique: “El
proletariado ha asumido la dirección de la vida política y económica
y realiza su orden. Su orden, no
el socialismo, porque el socialismo no se impone con un fíat mágico: el
socialismo es un desarrollo, una evolución, de momentos sociales cada
vez más ricos en valores colectivos. El proletariado realiza su
orden constituyendo
instituciones políticas que garanticen la libertad de ese desarrollo,
que aseguren la permanencia de su poder. (…) El
problema consistía en suscitar una jerarquía, pero abierta, que no
pudiera cristalizar en un orden de casta y de clase. (…)
¿Dónde está la utopía de esa espontaneidad? Utopía
es la autoridad, no la espontaneidad, y
es utopía en cuanto se convierte en carrerismo, en cuanto que se
transforma en casta y cree ser eterna: la libertad no es utopía,
porque es aspiración primordial, porque toda la historia de los
hombres es lucha y trabajo por suscitar instituciones sociales que
garanticen el máximo de libertad. Pero entonces ¿no
es el socialismo? (...) No, no es el socialismo en el groserísimo
sentido que dan a la palabra los filisteos constructores de proyectos
mastodónticos; es la sociedad humana que se desarrolla bajo el
control del proletariado. Cuando éste se haya organizado en su mayoría,
la vida social será más rica en contenido socialista que ahora, y el
proceso de socialización Irá intensificándose y perfeccionándose
constantemente. Porque el
socialismo no se instaura en fecha fija, sino que es un cambio
continuo, un desarrollo infinito en régimen de libertad organizada y
controlada por la mayoría de los ciudadanos, o sea, por el
proletariado”. En otros pasajes del mismo texto explicaba:
“Una vez formada, esa jerarquía desarrolla su lógica propia. Los
Soviet y el partido bolchevique no
son organismos cerrados: se integran continuamente. He ahí el
dominio de la libertad, he ahí las garantías de la libertad. No son castas, son organismos en desarrollo constante. Representan la
progresión de la conciencia, representan la organizabilidad de la
sociedad rusa. (…) Se produce un intercambio continuo entre esas
fases jerárquicas: un individuo sin formar se afina en la discusión
para la elección de su representante en el Soviet, y
él mismo puede ser ese representante; él controla esos organismos
porque siempre los tiene a la vista, junto a él en un mismo
territorio. Así cobra sentido de la responsabilidad social, se
convierte en ciudadano activo en la decisión de los destinos de su país.
Y el poder y la conciencia se extienden por medio de esa jerarquía
desde el individuo hasta la muchedumbre, y la sociedad es como nunca
se presentó en la historia. (…) Tal es el ímpetu vital de la
nueva historia rusa. ¿Qué hay en ello de utópico? ¿Dónde
está el plan preestablecido cuya realización se hubiera decidido
incluso contra las condiciones de la economía y de la política? La
Revolución rusa es el dominio de la libertad: la organización se
funda por espontaneidad, no por el arbitrio de un "héroe"
que se impusiera por la violencia. Es una elevación humana continua y
sistemática, que sigue una jerarquía, la cual crea en cada caso los
organismos necesarios para la nueva vida social”. Gramsci,
Antonio: “Utopía”, Antología,
Ciencias Sociales 1973, págs. 44-51. [232]Castro
Ruz, Fidel: Discurso
pronunciado en el acto por el aniversario 60 de su ingreso a la
universidad, efectuado en el Aula Magna de la Universidad de La
Habana, el 17 de noviembre de 2005. (Versiones Taquigráficas -Consejo
de Estado) http://www.cuba.cu/gobierno/discursos/2005/esp/f171105e.html,
págs. 21-22.
[233]
Ídem 199. [234]Martí,
José: “Revista Universal”, México 21 de Julio de 1875. [235] V. I. Lenin Citado de L. Trotsky: "La Revolución Traicionada". Pág. 90.
Pathfinder. 1994. [236]
Castro, Fidel: Por el Camino
Correcto. Compilación de Textos, Editora Política 1988, Págs.
255-256. [237]Castro
Ruz, Fidel: Discurso
pronunciado en el acto por el aniversario 60 de su ingreso a la
universidad, efectuado en el Aula Magna de la Universidad de La
Habana, el 17 de noviembre de 2005. (Versiones Taquigráficas -Consejo
de Estado) http://www.cuba.cu/gobierno/discursos/2005/esp/f171105e.html,
págs. 30-31. [238]
Ganando en precisiones para los apremios actuales e intervinculándolos
con la tradición marxista revolucionaria: “El concepto “desde
abajo” se refiere –en la definición que propongo- al fundamento
de lo existente que se quiere transformar o sobre lo que se quiere
influir; se refiere a lo que (llega y) parte desde la raíz de todo
fenómeno, problema, situación. A la vez, indica que, simultáneamente,
“desde abajo” también –en el propio proceso de transformación-
va naciendo lo nuevo, construyéndose día a día. La expresión, poco
tiene que ver con la ubicación geométrica del problema, de los
actores, de las propuestas o las esferas en las que se actúa, aunque
cierto es que –en el lenguaje político corriente- se emplea
frecuentemente como sinónimo de “desde las bases”, o para indicar
que una instancia, sector social o persona está por debajo de otras
que estarían “arriba”. Rauber,
Isabel: “La transformación social en el siglo XXI. ¿Caminos de
reformas o revolución? Miradas desde Abajo”, en Pasado y Presente
XXI Junio 2004. Deben verse
además, Isabel Rauber: “Los desafíos actuales de la política”,
en Conferencia Internacional “Marx y los desafíos del siglo XXI”,
La Habana, Cuba, 2006. Y, Rauber, Isabel: “Los Dilemas del
Sujeto. Movimiento Social y organización política en América
Latina. Lógicas en Conflicto”, 2006.
[239]Martí, José: “Prologo” al libro “Cuentos de hoy y de mañana”, Crítica y Didáctica.-Cuba,
Octubre de 1883. [240]Véase
como plantea esto V. I. Lenin en Obras Escogidas en 12 Tomos
Tomo 12, Progreso 1977, Pág. 182 - 183. [241]Ídem,
Pág. 194. [242]El
"desarrollo a paso de tortuga" es la estrategia política en
materia económica que sobreviene -o mejor- se adopta con
posterioridad a la muerte de V. I. Lenin. Ella funcionaba sobre base
de la consigna bujarinista de ¡enriqueceos! dirigida a permitir un
desarrollo libre en extremo del campesinado. Lo real, dadas las
circunstancias en que discurría la experiencia soviética, era el
enriquecimiento del campesino rico y medio, junto al olvido casi total
del campesinado pobre. Paralelo a este proceso, se verifica por la
dirección política del país un olvido total de la necesaria
industrialización que debía acompañar a cualquier intento
socialista. Stalin era en aquel momento partidario de que el tractor
para el campesino era lo mismo que ofertarle un gramófono en lugar de
una vaca. Las discusiones -polémicas- en torno a tal estado de cosas,
transcurren entre la entonces dirección política soviética y la
llamada oposición de izquierda. Véase para mayor claridad del
problema: El comunismo unicéntrico:
balance de una experiencia histórica. Tesis doctoral de la autora
del presente trabajo; y L.
Trotsky: La revolución
traicionada, Editorial Pathfinder, 1992, Pág. 68 – 71. [243]El
estudio de las reformas en la Europa Oriental y Central exigen del
esclarecimiento de algunos presupuestos metodológicos importantes
para su abordaje integral. En primer lugar, las mismas fueron
impulsadas de diferentes maneras en los distintos países y por
diversas causas en el orden justificativo del problema, ya que lo
cierto era la existencia
de un proyecto socialista diseñado a imagen y semejanza de la
experiencia soviética y como resultado de una imposición del modelo
existente en la mayor de las eslavas. En segundo lugar, es
significativo ganar en claridad con relación al proyecto
"reformador" de los reformistas centrales y orientales
europeos antes de la toma del poder y después de alcanzado éste. En
tercer lugar, todos los experimentos reformadores, independientemente
de la naturaleza de sus gestores, incidieron en las fallas descritas
en el presente trabajo con relación al accionar corrector. Si existe
alguna similitud que las emparentó a todas, es pretender resolver los
problemas que se presentaron en las mismas en base a reformas
solamente económicas, ya fuese el modelo de "planificación
burocráticamente centralizada", con los ligeros retoques que
recibió como resultado de las reformas soviéticas de la década de
los sesenta, o el modelo de "utilización de los mecanismos de
mercado para el plan" o el de "socialismo de mercado
yugoslavo". Puede consultarse, para mayor esclarecimiento del
asunto, la tesis doctoral “El Comunismo Unicentrico: balance de una
experiencia histórica”, o el artículo titulado "Las
concepciones sociopolíticas de los reformadores de la Europa Oriental
y Central", de la autora del presente estudio. La bibliografía
relacionada con estos aspectos se encuentra muy diseminada, y resultaría
muy extenso citarla en este trabajo. [244]Lenin, V. I: Obras Escogidas en 12 Tomos, Tomo 12, Editorial Progreso 1977, Pág. 331. [245]Ídem 194. [246]
“La primera tendencia negativa fue la creencia de que los mecanismos
económicos en el socialismo iban
a funcionar como en el capitalismo, y que porque usted
inventara o elaborara, o desarrollara equis mecanismos económicos y
aplicara las categorías del capitalismo, el concepto de
autofinanciamiento y la rentabilidad, del cálculo económico, la
ganancia, etcétera, de repente todas las cosas comenzarían a marchar
maravillosamente bien. Una ilusión, es una ilusión, porque jamás,
por perfectos que puedan ser los mecanismos que el hombre invente para
buscar eficiencia en el socialismo, tales mecanismos jamás tendrán
la eficiencia que tienen en el capitalismo, en que todo se mueve a
través de esos resortes; las fuerzas del mercado, la competencia, la
libertad de precios, la ausencia total de planificación. Aquí se desarrolló la tendencia a creer que de modo espontáneo todo
marcharía sobre rieles; empezó a descuidarse el trabajo político y
algunos de esos mecanismos empezaron a conspirar contra el espíritu
revolucionario de la gente, contra ese espíritu solidario y
altruista. Esa es la realidad”.
Castro, Fidel: Por el Camino
Correcto. Compilación de Textos, Editora Política 1988, Págs.
258-259. En esa misma compilación se señala: “Todo
esto es una gran aventura y una enorme experiencia. Y lo peor de
todos los procesos revolucionarios es que parten de cero experiencia,
y por ese aprendizaje pasaron todos los procesos, sin excepción de
todas las revoluciones habidas y por haber”. (…) Todo
proceso revolucionario es una experiencia nueva que necesita de
rectificaciones, porque a lo largo de ese proceso se desarrollan
tendencias negativas, y a lo largo de ese proceso se cometen errores
de toda clase y nosotros los hemos cometido. (…) Yo pienso que
nuestro proceso revolucionario se ha ahorrado algunos errores que han
cometido otros procesos, pero no
nos hemos ahorrado ni mucho menos, todos los errores posibles, tenemos
nuestra propia cosecha de errores”, págs. 254-255, y “(…) la rectificación es un concepto muy amplio: rectificar errores
recientes y errores más viejos, rectificar de antes de la Revolución,
conceptos equivocados; rectificar cosas de siglos. Les digo que,
por ejemplo, la lucha contra discriminación de la mujer es rectificar
un mal de siglos, que la
Revolución misma es el primer proceso rectificador, es encontrar
soluciones nuevas a problemas viejos. (…) Y, entonces, estamos
revisándolo todo, analizándolo todo con calma, sin extremismos. Esta
no es ningún tipo de revolución cultural ni cosa por el estilo, ni
para arreglar estos problemas hemos estado azuzando a los jóvenes
contra las generaciones, o a los estudiantes, nada de eso, con un gran
orden se está llevando a cabo este proceso de rectificación. (…) Y
digo que este proceso, bueno, es una revolución dentro de la Revolución,
pero sosegada, pacífica, sin extremismos, y que tiene que ver con
muchas cosas, es un criterio amplio”. Págs. 282, 286, 292. [247]
Ídem, Pág. 185. [248]
La burocracia es uno de los problemas más importantes que se han
presentado en las experiencias socialistas del presente y pasado
siglo. Ello se encuentra vinculado a diversos factores, entre ellos,
el económico, al que en especial se le debe dispensar una atención
objetiva, dado los olvidos imperdonables sobre este factor y los modos
en que se articuló a la hora de determinar las causas de la deformación
burocrática en la transición al socialismo. Se deben tener en
cuenta, además, factores relacionados con el fetichismo del Estado,
los mecanismos de delegación de poder, la tradición autoritaria de
las formas de poder que le anteceden - en el caso ruso el zarismo -;
han de seguirse muy de cerca además, factores en el orden psicológico
que colaboran al fortalecimiento de los tres elementos antes citados
y, por último, la situación cultural en general, y política en
particular, por enumerar los más importantes en la consolidación de
la burocracia y de sus modos particularmente excluyentes de gestión. [249]
Idem, pág. 176. [250l]Idem
Pág. 190 - 191. [251]Idem
Pág. 190- 191 [252]Ídem
Pág. 186 - 187 [253]Ídem
p. 191. [254]Martí José:
“Nuestra América”, “El partido Liberal”, México 30 de Enero
de 1891. [255]Castro, Fidel: "Discurso en la Plenaria Nacional de la C. T. C." La Habana.
Editorial D. O. R. 1970. [256]
Castro Ruz, Fidel: Discurso
pronunciado en el acto por el aniversario 60 de su ingreso a la
universidad, el 17 de noviembre de 2005. (Versiones Taquigráficas
-Consejo de Estado) http://www.cuba.cu/gobierno/discursos/2005/esp/f171105e.html,
págs. 16-17. [257]
Ídem pág.17. [258]
Ídem Pág. 24 [259]Ídem,
27, 30-31, respectivamente. [260] Martí José: “Reflexiones destinadas a preceder los informes traídos por los jefes políticos
de Guatemala a las Conferencias de Mayo de 1878”. [261]
Lenin, V. I: “El desarrollo de la organización soviética”,
Obras Escogidas en Tres Tomos, Tomo II, Editorial Progreso pág. 709. [262]
Lenin, V. I: Obras Completas, “II Congreso de Mineros de toda
Rusia”, Tomo 42, Editorial Progreso pág. 259. [263]Lenin, V. I: Obras Escogidas en 12 Tomos, Tomo 12, Editorial Progreso 1977, Pág. 174 -
175. [264]Ídem
Pág. 177. [265]Martí José:
“La Democracia Práctica”, Libro nuevo del publicista americano Luís
Varela, “Revista Universal”, México 7 de Marzo de 1876. [266]
Lenin, V. I: Obras Escogidas en 12 Tomos, Tomo 12, Editorial
Progreso 1977, Pág. 393. [267]
Véase en este mismo libro el artículo “Injertar el Olmo o Sembrar
Perales”, [268]
Lenin, V. I: Obras Completas, “II Congreso de Mineros de toda
Rusia”, Tomo 42, Editorial Progreso pág. 259. [269]Martí José: “El libro Talonario” de José Echegaray, “Revista Universal”, México 9 de Noviembre de 1875. [270] Retomando las ideas de Marx en La Guerra Civil en Francia, O. E. en 3 Tomos Tomo 2, Moscú 1973, Pág. 237. Referencias. ¿Injertar el olmo o sembrar perales? REFERENCIAS. ¿INJERTAR EL OLMO O SEMBRAR PERALES? [271]
Ernesto Che Guevara: El hombre
y el socialismo en Cuba, Marzo 1965, wwwcheguevara.com, pág. 12. [272]
Marx, Carlos: Crítica de la
Filosofía del Estado de Hegel, México D.
F. 1978, Pág. 290-297. El tratamiento a la problemática de la
Burocracia Estatal en el pensamiento marxista ocupa un lugar muy importante. Desde1843 Marx se encuentra trabajando en él
(véanse los artículos en la Zeitung, del 17, 18 y 19 de julio
de 1843). La noción acerca de la burocracia estatal es presentada a
través de la relación burocrática presente entre las instituciones
de poder y los grupos sociales sometidos a ellas, instituyéndose esa
relación social esencial hasta las personas que toman las decisiones.
Por lo que, Marx deduce que una
administración estatal burocrática, aún y cuando funcione con el máximo
de ejecutividad, reproduce inevitablemente este fenómeno en la vida
social en forma de burocratismo. Aparatos que funcionan de acuerdo
a sus propios intereses generales, imponiéndose sobre la sociedad. Véanse
obras como: “El Dieciocho Brumario de Luís Bonaparte” (Parte
VII), "El Capital” T. III. Capítulo23, “La Ideología
Alemana”, “La Guerra Civil en Francia”, entre otros trabajos de
importancia a la que se pudiera añadir el artículo de F. Engels,
“De la Autoridad”. En ellos aparecen los fundamentos esenciales de
la naturaleza del poder de la Burocracia Estatal en el período histórico
en que vivieron y desarrollaron su
obra. [273]
“Sueñan las pulgas con comprarse un perro y sueñan los nadies con
salir de pobres, que algún mágico día llueva de pronto la buena
suerte, que llueva a cántaros la buena suerte; pero la buena suerte
no llueve ayer, ni hoy, ni mañana, ni nunca, ni en lloviznita cae del
cielo la buena suerte, por mucho que los nadies la llamen y aunque les
pique la mano izquierda, o se levanten con el pie derecho, o empiecen
el año cambiando de escoba. Los nadies: los hijos de nadie, los dueños
de nada. Los nadies: los ningunos, los ninguneados, corriendo la
liebre, muriendo la vida, jodidos, rejodidos: Que no son, aunque sean.
Que no hablan idiomas, sino dialectos. Que no profesan religiones,
sino supersticiones. Que no hacen arte, sino artesanía. Que no
practican cultura, sino folklore. Que no son seres humanos, sino
recursos humanos. Que no tienen cara, sino brazos. Que no tienen
nombre, sino número. Que no figuran en la historia universal, sino en
la crónica roja de la prensa local. Los nadies, que cuestan menos que
la bala que los mata. Galeano,
Eduardo: “Nadies…”, en www.patriagrande.net.uruguay [274]Véanse
para ello, las
valoraciones de Marx respecto a "Comunismo Grosero,
Igualitario" y que son contrapuestas a lo que en su connatura
distingue al "Comunismo y Socialismo coincidentes con el
Humanismo" entre otras
obras, en el Tercer Manuscrito de los "Manuscritos Económicos
y Filosóficos de 1844" de la Editora política 1965, en las pág.
103-110. O las de Engels, con relación al concepto socialista de
estatalización, el cual se diferencia de los procesos similares
emprendidos por el capitalismo ya que " (…) la nacionalización
sólo representará un
progreso económico, un paso de
avance hacia la conquista por la sociedad de todas las fuerzas
productivas, aunque esta medida sea llevada a cabo por el Estado
actual, cuando los medios de producción o de transporte se desborden
ya realmente de los cauces directivos de una sociedad anónima,
cuando, por tanto, la medida de la nacionalización sea ya económicamente
inevitable. Pero recientemente, desde que Bismarck emprendió el
camino de la nacionalización, ha surgido una especie de falso
socialismo, que degenera alguna que otra vez en un tipo especial de
socialismo, sumiso y servil, que en todo acto de nacionalización,
hasta en los dictados por Bismarck, ve una medida socialista. Si la
nacionalización de la industria del tabaco fuese socialismo, habría
que incluir entre los fundadores del socialismo a Napoleón y a
Metternich. (...) todas estas medidas no tenían, ni directa ni
indirectamente, ni consciente ni inconscientemente, nada de
socialista”. Engels, Federico: "Del Socialismo Utópico al
Socialismo Científico", Obras Escogidas en 3 Tomos, Tomo III.
Editorial Progreso Moscú, 1973. Pág. 152 (Pie de página). De igual
manera la historia de las experiencias socialistas en la extinta Unión
Soviética y el enclave europeo central y oriental muestran
absolutizaciones en uno u otro sentido –pureza, mezcla
indiferenciada-. Observemos el período del Comunismo de Guerra, luego
el período de reformas integral y gradual propuesto por Lenin
(digamos intermedio con intenciones correctoras del rumbo errado) y de
ahí al periodo stalinista con los movimientos de “desarrollo a paso
de Tortuga” o NEONEP al desarrollo del modelo de planificación
burocráticamente centralizada. En igual sentido, se encuentran las
experiencias de utilización de los mecanismos de mercado por el plan
y su subsiguiente socialismo de mercado en este último en Yugoslavia,
llama la atención que la pureza o mezcla, como hemos dado en llamar,
obedece a demás, a que los énfasis de las supuestas transformaciones
iban a lo económico y obviaban lo político y lo cultural marchaba
también subordinado a esos rumbos asincrónicos. En Cuba ha sucedido
lo mismo y la génesis de esos procesos se desarrollarán en este
trabajo. [275]Con
esta, como con otras muchas ideas, que se van enhebrando a lo largo
del ensayo apuntamos la vocación martiana de: “(…)
usará de lo antiguo cuando sea bueno, y creará lo nuevo cuando sea
necesario: no hay por qué invalidar vocablos útiles, ni por qué
cejar en la faena de dar palabras nuevas a ideas nuevas”. Martí,
José: “El carácter de la “Revista Venezolana”, 15 de julio de
1881. [276]Guevara, Ernesto: El socialismo y el hombre en Cuba,
Marzo 1965, wwwcheguevara.com, pág. 12-13. [277]
Martí, José: “Escenas
Mexicanas: Boletines de Orestes”. Revista Universal, México 14
de Agosto de 1875. [278]Guevara, Ernesto: Ideología de la Revolución cubana, octubre de 1960, en wwwcheguevara.com,
Págs. 2 y 1 en orden de citado. [279]Guevara, Ernesto: Ideología de la Revolución cubana, en wwwcheguevara.com, Pág. 2. [280]Guevara, Ernesto: Ideología de la Revolución cubana, en wwwcheguevara.com, Pág. 9.
[281]
Guevara, Ernesto: El
socialismo y el hombre en Cuba, Marzo 1965, wwwcheguevara.com, pág.
3. [282]
Guevara, Ernesto: El
socialismo y el hombre en Cuba, Marzo 1965, wwwcheguevara.com, pág.
3. [283]
Guevara, Ernesto: El
socialismo y el hombre en Cuba, Marzo 1965, wwwcheguevara.com, pág.
4. [284]Martí, José: “Francisco de Paula Vigil”, “Revista Universal”, México, 26 de
Agosto 1875. [285]Guevara, Ernesto: El socialismo y el hombre en Cuba,
Marzo 1965, wwwcheguevara.com, pág. 8. [286]Guevara, Ernesto: El socialismo y el hombre en Cuba
wwwcheguevara.com,
págs. 6 y 8. [287]
“La concepción materialista de la historia también tiene ahora
muchos amigos de ésos, para los cuales no es más que un pretexto
para no estudiar la historia. (…) Pero nuestra concepción de la
historia es, sobre todo una guía para el estudio y no una palanca
para levantar construcciones a la manera del hegelianismo. Hay que
estudiar de nuevo toda la historia, investigar en detalle las
condiciones de vida (…) Pero,
en vez de hacerlo así, hay demasiados (…) a quienes las frases
sobre el materialismo histórico (todo puede ser convertido en frase)
sólo le sirven para erigir a toda prisa un sistema con sus
conocimientos históricos, relativamente escasos (…) y pavonearse
luego, muy ufanos de su hazaña”. Engels, Federico: “Carta a
Konrad Schmidt”, Londres 5 de Agosto de 1890, en Obras Escogidas en 3 Tomos, Editorial Progreso Moscú 1973, Págs.
714 -715. [288]
Guevara, Ernesto: El
socialismo y el hombre en Cuba, Marzo 1965, wwwcheguevara.com, pág.
11. [289]"Hemos
insistido frecuentemente en esta tesis general que, en el período
histórico dominado por la clase burguesa, todas las formas de
asociación (incluso las que ha formado la clase obrera para sostener
la lucha), en cuanto nacen y se desarrollan en el terreno de la
democracia liberal (o autocrática), no
pueden menos que ser inherentes al sistema burgués y a la estructura
capitalista; por lo tanto, tal como han nacido y se han desarrollado
con el nacimiento y desarrollo del capitalismo, así también decaen y
se corrompen al decaer y corromperse el sistema en que se encuentran
incorporados. Se hace posible prever la transformación del partido
socialista de asociación nacida y desarrollada en el terreno de la
democracia liberal en un nuevo tipo de organización exclusivo de la
civilización proletaria”. Gramsci, A:
Antología, Ciencias Sociales 1973, Pág. 49. Véase además,
66-71, 77-82,
93-97. [290] Guevara, Ernesto: El socialismo y el hombre en Cuba,
Marzo 1965, wwwcheguevara.com, pág. 10. [291]
Martí, José: “La Conferencia Monetaria de las Repúblicas de América”, “La
Revista Ilustrada”, N. Y. Mayo de 1891. [292]
Trotsky, León: La Revolución
Traicionada. Editorial. Pathfinder 1994, Pág. 55. [293] Guevara,
Ernesto: Escritos y discursos, Compilación en 9 Tomos, Tomo 5, Editorial
Ciencias Sociales, Habana 1985, Pág. 61. [294]
Guevara,
Ernesto: Obra Citada, Pág. 62.
[295]
Guevara,
Ernesto: Obra Citada, Pág. 63
[296]
Castro Ruz, Fidel: Discurso pronunciado en el acto de conmemoración de su 60 aniversario de
ingreso en la Universidad, Aula Magna de la Universidad de la Habana
17 -11-2005, Pág.54. [297]
Castro Ruz, Fidel: Obra Citada, Pág. 55. [298]
Martí, José:
“Carta de Nueva York”,
“La Opinión Nacional”, Nueva York, Marzo de
1882. [299]
“Por último, si existe un fenómeno
como el soborno, si eso es posible, no
puede hablarse de política. En esta cuestión no hay siquiera
proximidad a la política, no se puede hacer política,
porque todas las medidas quedaran en suspenso y no conducirán
absolutamente a ningún resultado. La ley tendrá peor efecto si se
aplica en un ambiente de tolerancia y propagación del soborno”.
Lenin, V. I: Obras Escogidas en 12 Tomos, Tomo12, Editorial
Progreso, pág. 191. [300] Martí José: “Los cubanos de afuera y los cubanos de adentro”, La campaña española,
“Patria”, Nueva York, 4 de Junio de 1892. [301]
Castro Ruz, Fidel: Discurso pronunciado en el acto de conmemoración
de su 60 aniversario de ingreso en la Universidad, Aula Magna de la
Universidad de la Habana 17 -11-2005, Pág.66. Sentencias similares,
como convocatoria a debate popular legó Lenin, en la experiencia soviética
cuando explicará: “Nosotros
hemos llegado al momento más grandioso de nuestra revolución, hemos
levantado a las clases proletarias, hemos levantado a las clases
pobres para que nos apoyen conscientemente, ni una sola revolución ha
hecho lo mismo. No hay clase capaz de derribarnos. (...) nadie
puede perdernos, como no sean nuestros propios errores”. Lenin,
V. I.: Obras Completas,
Tomo 32, Editorial Progreso Moscú 1985, Pág. 49. [302]Martí José: “A la Raíz”, “Patria”, N. Y. 26 de Agosto de 1893. [303]
Guevara, Ernesto: Obra Citada, Pág. 64. [304]Guevara,
Ernesto:
Obra Citada Pág. 64-65.
[305]Guevara,
Ernesto:
Obra Citada, Pág. 64.
[306]Guevara,
Ernesto:
“Discusión colectiva, dirección
y responsabilidad única”, Tomo Citado, Pág. 204. [307]Guevara,
Ernesto:
“El cuadro columna vertebral de la Revolución”, en Tomo 6, Pág.
440. [308]Martí, José: “Los códigos nuevos”, Carta al Ministro de Relaciones Exteriores Abril
11 de 1877. [309]Castro Ruz, Fidel: Discurso pronunciado en el acto de conmemoración de su 60 aniversario de
ingreso en la Universidad, Aula Magna de la Universidad de la Habana
17 -11-2005, Pág.30. [310]Guevara,
Ernesto:
Obra Citada Págs. 441,
442, 443. [311]
Guevara, Ernesto: Obra
Citada, en Tomo 5, Pág. 65. [312]Martí José:
“La Venezoliada”, “Revista Venezolana”, Caracas, 1 de Julio de
1881. [313]Martí, José: “New York y el Arte”, Carta al director de “La Nación”, N. Y. 2 de
Julio 1886. [314] Marx, Carlos y Engels, F: La Ideología
Alemana, Editora Política
La Habana, 1979, Págs. 34-36. [315]Martí, José: “Las “Crónicas
Potosinas””, La Revista Ilustrada, N Y, Mayo de 1891. [316]“La
concepción materialista de la historia también tiene ahora muchos
amigos de ésos, para los cuales no es más que un pretexto para no
estudiar la historia. (…) Pero nuestra concepción de la historia
es, sobre todo una guía para el estudio y no una palanca para
levantar construcciones a la manera del hegelianismo. Hay que estudiar
de nuevo toda la historia, investigar en detalle las condiciones de
vida (…) Pero, en vez de
hacerlo así, hay demasiados (…) a quienes las frases sobre el
materialismo histórico (todo puede ser convertido en frase) sólo le
sirven para erigir a toda prisa un sistema con sus conocimientos históricos,
relativamente escasos (…) y pavonearse luego, muy ufanos de su hazaña”.
Engels, Federico: “Carta
a Konrad Schmidt”, Londres 5 de Agosto de 1890, en Obras
Escogidas en 3 Tomos, Editorial Progreso Moscú 1973, Págs. 714
-715. [317]Véase
la nota número 5. [318]Véanse
las diversas lecturas que se le han dado a lo largo de la historia a
la obra de William Shakespeare, “La Tempestad”, en especial
“Todo Calibán”, del cubano Roberto Fernández Retamar, en Revista
Milenio, número 3, Noviembre de 1995. [319]Martí, José: Nuestra América, “El Partido Liberal”, 30 de Enero de 1891. [320] Vila Blanco, Dolores: “Asnos con garras”, ensayo contenido en este libro. Se ha repetido esta idea por las honduras que le acompañan para desbrozar senderos. Como profesora de inspiración martiana, no se reiteran finales sino comienzos para la continuidad del pensamiento. -Referencias bibliográficas de los ensayos |
por Dolores Vilá Blanco
Doctora
en Ciencias Filosóficas y Profesora Titular de la Universidad de la
Habana
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