“Con
lámparas pero sin aceite”. Para
un repensarnos desde Cuba la transdisciplinariedad.[1] |
“Estamos
en un punto a educación como las vírgenes
fatuas del Evangelio: con lámparas pero sin aceite”.[2] José de la Luz y Caballero. |
La
educación es una obra infinita de, por, y para la totalidad social
inserta en cada experiencia histórica. No puede a su vez operar está de
espaldas a las dinámicas mundiales, ellas penetran por todos sus
intersticios trayendo consigo luces y sombras al devenir nacional las que
al hibridarse con los candiles y magreces que nos son propias, originan
mixturas expresivas que hasta nos autoniegan en ese intento de revitalizar
y crear resplandeces de autoctonía. Es por ello, que la reflexividad y
autoreflexibidad individual y colectiva han de dialogar en esos cambios
paradigmáticos que se nos hacen urgentes, y que han de partir desde lo
que no es distintivo en un religar el legado cultural pasado, –entendido
este sin dicotomías paralizantes- con el presente que conecta y media al
porvenir que deseamos construir construyéndolo y haciéndolo desde la
realidad, y no desde el imaginario que corre a cuenta y riesgo de sus diseñadores.
Con
lámparas aisladas no se gesta cultura y menos aun sin el aceite que ha de
mantenerlas vivas, lubricadas, imbricadas en toda la nación,
en especial “… porque las obras de los tiempos de reenquiciamiento y
remolde son por esencia mudables e inquietas; no hay caminos constantes,
(…) Y hay ahora como un
desmembramiento de la mente humana”.[3] Es
la Universidad esencialmente una comunidad, un corpus espiritual encargado
de penetrar en las realidades históricas en que se encuentra inserta y
generar a su vez alternativas viables en lo individual, en lo colectivo,
en lo civilizatorio. La preocupación
pertinaz por esos y otros problemas, son asuntos a tener en la mira si de
fundar cultura se trata. Los
programas de estudios vigentes no promueven aun la transrelacionalidad
disciplinar necesaria para abrir cauces a transiciones efectivas en el
logro de una perspectiva transdisciplinar propulsora de los entendimientos
científicos y humanos de nuestra época. Por tanto, urge
repensarnos los espacios desde donde podamos iniciar y dar curso a ese
proceso, asegurando su progresión para que las Altas Casas de Estudio
cumplan con su misión de ser promotoras de historia y praxis humanista.
Las
esencias de estos meditares que comparto, apuntan a
una revitalización del pensamiento cubano desde una propensión epistemológica
que levante su aprehensión cultural como atributo de una reorganización
civilizatoria alternativa, nuestra, calibanesca por sus enjundias
nacionales. De la transdisciplinariedad –tan apremiante- mucho se
habla, se discute, pero qué caminos despuntan sus horizontes, esos aún
se nos presentan lejanos, cuando no imposibles. Hurgar
en la herencia y en lo que se produce hoy fragmentadamente en todo el país,
tender puentes, para conectarnos, transrelacionarnos desde una comprensión
de las complejas transiciones culturales en las que nos encontramos
insertos, he ahí una propuesta de concurrencias posibles. Desde
tales motivaciones, resulta pertinente reflexionar sobre la enseñanza e
investigación del pensamiento cubano en la educación, en particular la
superior, por cuanto compone uno de
los ejes esenciales del paradigma
cultural que se propone reorganizar la nación cubana en la actualidad.
Por lo tanto, este no es un pensar más sobre los problemas en materia
educativa, es un deliberar sobre la construcción cultural –diversa por
excelsitud- en todas las aristas posibles, cognoscibles a la que estamos
convocados. Los
objetivos, por
tanto, apuntan a un esclarecimiento –dentro de los múltiples empeños
que se despliegan- de una asunción
del encargo y apremio transdisciplinar como transcurso cultural
totalizador, mediado y auto mediado por todos. Todo ello, de
entender que la
transdisciplinariedad es en sí misma, como eje del tipo de educación
científica del hoy “un aprender a conocer, aprender a hacer,
aprender a vivir juntos y aprender a ser”[4].
Por lo que, los contenidos y las cualidades de una educación realmente transversal
pasan por un posicionamiento real transrelacional y transtransicional de
dichas transformaciones perspectivas a la que nos encontramos convocados sí
de plantearnos una vida comprensible y vivible hablamos, construida además
desde, por y para los cubanos que son por derecho propio ciudadanos del
planeta azul . I-
LOS POR QUÉ MÁS ÍNTIMOS. “No
hay error, todo acontece como respuesta a tiempos, espacios situaciones
que reúnen y unen. (…) Es la memoria viva haciéndose a sí misma
siempre igual y distinta. Eso somos, el mismo en sus diversas
representaciones. (…) dinos alguna vez cómo y quién somos o seremos,
está en tus ojos”.[5] En
una apretada síntesis, dado que los por qué más íntimos sobrepasan éstos
espacios de que dispongo distingo que: ¿A dónde vamos culturalmente? En
cuanto gestación múltiple e inclusiva sigue corriendo por aguas tan
sibilinas que son imposibles de encauzar de reenquiciar para re-construir
desde lo cronísticamente acumulado. Sin descontar por cierto, Lo
acumulado y las soluciones dadas a lo largo de estos años de revolución
no han logrado aquellas predicas martianas de que: “Cada alumno
que progresa es un maestro”[6];
pues la cuestión no es
alfabetizar o instruir –cuantitativamente que es lo que aparentemente
pesa- es construir y
autoconstruir como necesidad interna de educación, de cultura, ya que:“Instruir puede cualquiera,
educar sólo quien sea un evangelio vivo”, y lo que urge
sobrepasar es la improvisación y el resultadismo numeral donde los vacios
cualitativos son abismales, ya que entre otros separan u obvian la vocación, la pasión de ser maestro y prima por
sobre ellas la profesión, precisemos el oficio remunerado. Las interrogantes entonces
podrían ser: ¿Hemos sido capaces o nos han permitido ser capaces de
rescatar esos preceptos básicos del magisterio cubano y desarrollarlos de
conformidad con los tiempos, hasta dónde realmente creamos hoy desde esas
raíces y la transrelacionalidad que cualifica la vida?, dejo pues a cada
uno de ustedes las respuestas. Acá
también cabría cuestionarnos marcando rumbos que son desconocidos, ¿por
qué el legado del pensamiento cubano no toma cuerpo en los canales
decisorios en materia cultural, más allá de frases de salón
totalmente desconectadas hasta de por qué se dijeron en sus momentos y de
conformidad con ello, que desvalores contienen sus recurrentes
ausencias?. Poéticamente explicándolo –que es cubanamente científica-
“¿A qué amar la estrella en el lago? ¿A qué tender la mano
hacia la frágil mentira del agua? Mendigo de bellezas, buceador
de esperanzas, mira que sólo la Verdad es digna de tus sueños: sé
fuerte alguna vez y apedrea la estrella que no existe en el agua falaz y
brilladora”.[7] En
tal sentido, la argumentación necesaria, -puede y de hecho- se encuentra
también en la literatura, cuestión esta que una buena parte de los científicos
sociales en su “purificación” de enfoques obvian o subvaloran. Así
las cosas, en una excelente explicación de estos fenómenos Antón Arrufa
nos enseñaba: “Tenemos el hábito
de recurrir a incompletas polaridades, como si fuéramos víctimas
de una maquinaria mental dominadora e impositiva. Apenas hemos
avanzado a las categorías disociadoras e indistintas de la filosofía clásica.
Quedan fuera modos de interacción zonas intermedias decisivas donde tales
polaridades, en apariencias absolutas, se comunican
y corresponden. Me doy a imaginar una época en la que seamos capaces de realizar
conjunciones transformando estas categorías duales en algo complejo, en
una fluencia, un continuum. ¿Será posible?”.[8]
Siendo
consecuentes en tal sentido con las prédicas martianas en el espacio de
continuidad y perpetuidad del crecimiento científico, recordamos aquello
de que, “(...) la elemental pedagogía enseña que dañan los
intervalos a la educación”.[9]
A lo que se añadirían los bandazos organizativos para los que ni
siquiera existen condiciones, más que en los metarelatos arquitectónicos
de quienes le diseñan hasta con los colores que han de destacarles. Sin
lugar a equívocos en los transcursos educacionales, la estructura
de la toma de decisiones ha de descansar en lo fundamental y en primera
instancia en los docentes que asumen la responsabilidad por sus
destinos, lo que impone además, la
imperiosa necesidad de contar en tal movimiento con -los modernamente
llamados usuarios- a saber en este caso: el estudiantado de la Educación
Superior donde ejerzo el sacerdocio y donde tales consustanciales asuntos
siguen en sus connaturas y no imposturas vacíos. En
tal sentido coincido con Alicia Conde cuando sostiene: “Un
plan de estudios puede hacer fecunda a una sociedad o puede retrasarle
hasta límites insospechados. El espíritu de cambio se torna
entonces regresivo que es decir decadente, involutivo. Deja de ser”[10].
Y tal aspecto de extrema significación es subrayado también por Medardo
Vitier al sustentar: “un método para pensar afecta, en sus
resonancias, toda la estructura de una sociedad y puede alterar una época”.[11]
Ambas
alertas, entre una variedad coincidente con ellas en nuestra herencia
cultural me hace aseverar como docente activa hoy y por sobre la “herejía”
que planteo, y es que soy capaz de cambiar algunos errores ortográficos
–sin subestimar u obviarlos- por una sola idea, una solita propia, auténtica
libre de la inopia de repetir, de la pobreza de copiar, del absurdo de
sobresalir por tener acceso a tecnologías que otros no alcanzan y que se
abrazan como propias y se generalizan como “novedades”,
“creaciones”
que se esparcen como las hojas desprendidas de los árboles en otoño y
son arrastradas por los vientos en todas direcciones, asentándose e
incorporándose a la madre tierra “como nueva materia inorgánica
profundamente nutritiva”. Bajo tales designios comportamentales las
fantasías velan a la realidad; una realidad que marca sus pasos en el
reloj social en un ambiente de hiper cyber conceptualización falso que
ofende a la inteligencia y denigra la cubanía. Son
tiempos, en que para unos sobra y para otros no alcanza el tiempo.
“Abrir los ojos es romperse por el centro”[12].
Pero, no se puede “retroceder”. Es preciso al menos, provocar a partir
de un ejercicio investigativo que insinué y no enclaustre. En el que, por
la propia naturaleza de su construcción no concluyente, conmueva a una reflexión de los procesos históricos como transcursos
perpetuos de construcción y autoconstrucción múltiple y no desde linealidades, posibilismos y determinismos asociados
a un mundo en el que los modelos mentales se han construido cronísticamente
desde la unidireccionalidad, unidimensionalidad y la estática. En
donde, por adición, la gestación del pensar y actuar preñados e
interconectados de nuevos contenidos reales de comprensión compleja de la
vida, aún no cuajan en ese andar y desandar de las Ciencias en general, y
de las Ciencias Sociales en especial[13].
Por
dónde empezar hoy en Cuba, para hacer
posible lo que el decurso civilizatorio y nacional ha cuestionado -y
cuestiona- en cuanto a posibilidad
real. O acaso, qué valor tiene la vida que
no genera en la cualidad, qué significado posee intentarlo en la
angustiosa soledad que olvida de dónde brotó la idea nueva, que tantas
veces se podó –y se poda- en su floración primera. Las
cronísticas incomprensiones, asfixias de las potencias vitales humanas han devenido en fragmentaciones y atomizaciones de toda la civilización
para con ella misma, y su propia morada. Razón por la cual, y desde una poética insustituible en su
“Fragmentos a su imán”, insinuamos hoy, apropiándonos
afirmativamente de su espíritu: |
“Cómo
aislar los fragmentos de la noche Para
apretar algo con las manos, (…) Yo
quería rescatar los fragmentos de la noche y
formaba una sustancia universal, comencé
entonces a sumergir los
dedos y los ojos en la noche, le
soltaba todas las amarras a la barcaza. Era
un combate sin término, Entre
lo que yo quería quitar a la noche y
lo que la noche me regalaba”[14] |
Sé
es de la consideración, que el legado cultural que nos asiste junto a la creciente producción
de los contemporáneos, de plantearnos se convierta verídicamente en sus
fuentes originales y sin intermediarios en sostén de cada cubano, en
necesidad interna de un modo de existencia común, asumidas todas ellas en
su controversial movimiento, -hasta el presente diseminada, no
interconectada en su real continuum, al decir de Antón Arrufat-, podría contribuir a transiciones
culturales efectivas. Comenzando
con un religar e interdialogar la herencia con la realidad que nos puebla
activamente, tributando a un conocimiento y autoconocimiento, a un
discernir-forjar desde cada uno de nosotros mismos en sus complejas
interacciones sociales. Tal afirmación no peca de exceso, ya que partimos
de aquello que Medardo Vitier aleccionará: “Ahora, cuando en América
estamos haciendo el examen y el recuento de las peripecias intelectuales
de por acá, debemos
cuidar de que los estudios no salgan viciados de exageración. Bajo signo
de mesura servimos mejor a la cultura patria.[15] El
presente estudio se propone además
-cual perspectiva que reenquicia que libera, que activa argumentos para
quitar del camino piedras y autocortinas para que los seres piensen y actúen
en avenencia con sus propias esencias y olvidadas herencias- un
estudio de las dinámicas culturales aprehendidas en sus conexiones
internas y externas activas. Coloca para ello, en su centro, un ámbito
no desarrollado en Cuba en un sentido totalizador, y a su vez mediador e
intercomunicador, como meditara Arrufat, “modos
de interacción zonas intermedias decisivas donde tales polaridades, en
apariencias absolutas, se comunican y
corresponden” como lo es la transición, precisemos lo
transtransicional cultural. Se intenta responder con el
mismo, desde una memoria histórica activa –actuante- y no simplemente
declarada, al apremio de creación inédita martiana de: “Depende esto,
entre otras cosas, de las vagabundas y ambiciosas facultades imaginativas
de los hijos de América, y de la falta de teoría para el
ejercicio de la libertad. Somos
libres, porque no podemos ser esclavos: nuestro continente es salvaje,
y nuestra condición es el dominio propio; pero
no sabemos ser libres todavía”.[16]
Desde
tales presupuestos, cabría la pregunta ¿Por qué esta investigación
focaliza a la transición en su intento de
dotar de teoría al ejercicio de la libertad? ¿Por qué no obvia tan
controversial ámbito reflexivo? ¿Por qué para ser
libres debemos sumergirnos en aguas tan sibilinas? ¿Por qué se
conecta a la transicionalidad con la trasdisciplinariedad como apremiante
perspectiva? Ante
todo, porque sí bien en el mundo existe una amplia producción sobre el
particular, autodenominada incluso, en algunas de sus tendencias como
Transitología[17];
en nuestro país, la comprensibilidad del término se asocia a una
variante bastante poco tratada científica y humanamente posible como tránsito
del capitalismo al socialismo proveniente del extinto bloque socialista
-por muchas vueltas que se le dé al asunto-. La cual, en su peculiar
movimiento asimilador ha diluido –y diluye-, llega hasta despersonalizar
las ideas desenajenadoras a partir de las que fueron gestadas, y al
proceso mismo en que vivimos, ténganse en cuenta para ello, sólo por
motivar a una relectura los análisis de Carlos Marx, en su Introducción
a los Grundrisse, donde la transitoriedad en íntima vinculación
epistemológica acompaña a las mediaciones en sus aproximaciones a la
totalidad, desde un entendimiento complejo transrelacional de los
transcursos de construcción social[18].
Sin olvidar, por cierto, en este deslindar metodológico otras influencias
segmentadas, “especializadísimas” sobre la “transitoriedad
factible” en la periferia de los grandes capitales. Lo
que nos convoca por tanto a proveerle textura cubana a la condición de
transicionalidad desde las honduras que nos son propias, y no injertadas o
autoinjertadas como hierba mala que da curso al espíritu de colonia
calada a tuétano de hueso aún en nuestra tierra. Donde por demás, en
palabras de Fernández Retamar, los calibanes[19]hacemos
historia reorganizadora desde 1959. Sin
lugar a dudas, el país ha atravesado por profundas y aceleradas
transiciones sociales. Sin embargo, la
cualidad como novedad o no-verdad que dé cauces a transtransiciones
culturales de mayores alcances y complexiones está por hacerse, por
construirse con-ciencia y sensibilidad científica. Al emprenderla con
lo que nos es común, lo que nos hermana y espiga, y comenzando por las
propias potencialidades que puedan tributar las transiciones políticas,
económicas, sicológicas, entre otras que se han verificado, reorganizándolas.
Por
cuanto, esas mismas transiciones
desplegadas en ámbitos no siempre conexos, o meditadas con mayor mesura
por todos, quedarían inconclusas sin el acabamiento cultural que es
pertinente ir labrando en ese estar siéndolo y haciéndolo aquí y ahora
enhebradamente con el pasado; como “Razón de ser” de seres vivos,
activos, no desmembrados espiritualmente. Al propiciar así interacciones
capaces de responderle -y autoresponderse- a
cada sujeto presente en la experiencia de cambio real, para acercarnos
a reconocernos: “(…) quién es, qué es, y qué papel habrá de
desempeñar, en absoluta
identificación consigo mismo, en los vastos y turbulentos escenarios
donde en la actualidad, se están representando las comedias, dramas,
tragedias –sangrientas y multitudinarias tragedias- de nuestro
continente”.[20]
Todo lo cual, coincide también como norte, con el legado gramsciano en
materia de entender la cultura[21];
y de conformidad con ello, las transtransiciones culturales efectivas, y
es que, desde una visión muy cubana: “El problema de la independencia
no era el cambio de formas, sino el cambio de espíritu”.[22]
La
raigambre más íntima a reorganizar, pocas veces observada, aunque
constituya eje de las cualidades de cultura que urgen fraguarse, apunta al
interior de los individuos insertos, interactuando multidimensionalmente
en el sistema de relaciones en que se desenvuelven y viceversa.
Por lo examinado hasta el momento es argumentable que no podemos
aprestarnos a la transdisciplinariedad sin recorrer caminos más
totalizadores, proponiéndonos comprender las mediaciones o sus ausencias
y dicotomías cronísticas que casi se hacen insalvables para que el
aprender a conocer, aprender a
hacer, aprender a vivir juntos y aprender a ser no siga operando sólo
como un hermoso texto, utopía o idealidad que nos engolosina y hasta se
nos hace rentable pero que no sabemos hacerla tomar cuerpo en un mundo
trnasglobalizado. Por
tanto, lo que proponemos en ese andar caminos mancomunados –no puede ser
de otra manera- es un ejercicio analítico donde lo interno y externo sea
verídicamente pensado, conscientemente asumido en la reorganización como aproximación cambiante y autocambiante. No es una propuesta macro social general, abstracta y despersonalizada.
Es lo que existe, articuladamente con lo que se propone transformar desde
la diversidad de sujetos históricos existentes, con lo cual deja
margen en su proyección a lo eventual, es decir, no lo obvia, ni lo
olvida por una rigidez objetivista fútil. Dado
que las mediaciones y en consecuencia las transiciones operan -dentro
de los transcursos transicionales que sean necesarios- desde una
intervincularidad que permite abrir vías plurales fecundantes. Sin ese
norte constatador, la alternativa al progreso real no concurre o se escapa
como las palabras desde los altavoces. [23]
El
problema en materia de transición, como transcurso cultural totalizador e
imbricador, que penetre y se procese por cada individuo presente en la
experiencia desde sus dinámicas propias relacionales, se encuentra
referido a que no se ha hecho “el examen y
el recuento” intervinculante de su cometido, que no se han abierto caminos a las mediaciones, articulaciones hasta
educacionales que pueden potenciarle. Pues,
en este aspecto, no basta con que
la instrucción sea un derecho innegable, sino
en qué medida el propósito alcanza el ser culturalmente real en la
experiencia y disfrute de los saberes como vivos, afectivos, actuantes
porque nos son propios, valederos
porque se incorporan en una cadena plural en crecimiento en auto progresión.
Precisemos -y las precisiones nunca son exactas-, no culminan esos procesos simplemente, en exagerados resultados
cuantitativos desde el imaginario, que también transita a su cuenta y
riesgo, y por tanto, con un mayor peligro en cuanto a incorporación sin
procesamiento de soluciones culturales que nos son ajenas.
Algo así, como lo que nos enseñara Alejo Carpentier cuando
meditaba: “No sé hasta qué punto los jóvenes latinoamericanos de hoy
se complacen en el estudio sistemático, científico, de su propia
historia. Es probable que la estudien muy bien y sepan sacar fecundas enseñanzas
de un pasado mucho más presente de lo que suele creerse, en este
continente, donde ciertos hechos
lamentables suelen repetirse, más al norte, más al sur, con cíclica
insistencia. Pero piensen siempre –tengan siempre presente-
que, en nuestro mundo, no basta con conocer la historia patria para cobrar
una verdadera y auténtica consciencia latinoamericana. Nuestros
destinos están ligados ante los mismos enemigos internos y externos,
ante iguales contingencias”.[24] Los
semejantes enemigos internos[25] y externos coligados, así
como sus contingencias similares en los procesos transtransicionales[26]
actuales en sus versatilidades y aproximaciones posibles, son propósitos
también del presente estudio. Dado
que buscamos los intersticios por donde penetran y se enseñorean del
entramado social. Por ello, enhebramos épocas transitadas mediante
las claves y los ejes que las componen, observando sus simétricas y asimétricas
concentraciones en las conflictuabilidades de los momentos que vivimos,
donde se perciben con gran nitidez, las pugnas por las conexiones
necesarias para que el árbol tenga las raíces que requiere el fruto en
gestación. Sondeamos, así, “en las fugas inútiles”, en los puentes
rotos, en los que no se han construido en esos azarosos transcursos donde,
“El agua del río va huyendo de sí
misma. Tiene miedo de su eternidad”.[27]
“Pensar es servir”, es actuar en consonancia con la contribución
que argumenta, ya que se plantea poner “a la Ciencia en Lengua
diaria”, para que la libertad encuentre cauces a su afirmación. Se
inscribe aquí una variante educativa que por muy llevada y traída sigue
operando contraproducentemente, se hace alusión a los “viejos” y
“nuevos” libros de texto. Las
metamorfosis sufridas por los acomodaticios vicios del manualismo –no
desparecidos en las esencias estrechas que les pueblan- son de
sorprendente textura, incluso llegan al ámbito tecnológico, relegando así
las posibilidades de interacción múltiple que en el caso de poseerse
pueden utilizarse con más eficacia. La transición del manual al texto,
enmascara denominaciones en las que la diferencia a veces radica en que
son elaborados por autores cubanos. En su generalidad, son concebidos por
el educando -con independencia de su nivel incluso posgraduado- como vía
para sacar la correspondiente asignatura. Aspecto
al cual, convendría agregar que los libros de texto básicos pueden
demorar en actualizarse hasta cinco años, y entre su conformación y
llegada a manos de su depositario hasta transcurren dos o tres años. Con
lo cual, la información llega envejecida, en
tanto la vida y la propias polémicas en el país marchan en rumbos
diferentes. Por otra parte, no se puede obviar que el
acuñamiento de “básico” certifica la exclusión “pedagógica” de
otros criterios válidos que nunca llegan a ser conocidos. De esta manera, la diversidad se relega u olvida en ese “resolver el
problema”, generando otros de
mayor magnitud para el pensamiento.[28]
Lo cierto es, que sí bien en algún momento de los transcursos
revolucionadores en Cuba se hicieron necesarios los mismos, dadas las
condiciones de que se partía en esos movimientos de instrucción
masificada, las circunstancias posteriores y actuales demandan de otras
acciones e intenciones culturales acordes a las dinámicas y alternativas
del mundo de hoy. Esos
problemas se encuentran arraigados, inclusive a nivel de consciencia y
praxis social. Tal afirmación no es festinada sino latente, actúa y
retroactúa metamorfoseando rumbo e intenciones. En tal sentido, existe un
problema en específico que se instituye –y ha instituido - en eje
medular de todo su desenvolvimiento a saber: la
integración real que persistentemente se declara, en oposición a la
segmentación y parcelación en que realmente existimos y por adición,
nos apropiamos de la realidad. El
tránsito de la fragmentación en que efectiva e innegablemente
interactuamos en el plano social, con todas las complejidades que acarrean
los procesos en que nos encontramos inmersos, para una aproximación a la
calidad de la integración a que conmina nuestro cometido, ha sido, es y
será un reto que trasciende y que se explaya por todo el enclave de las
Ciencias Sociales - por acotar el ejemplo -, tanto nacional como
internacionalmente,[29]
lo cual invariablemente atenta contra la intelección de los procesos a
los que se debe dar respuesta, en particular en el ámbito de la formación,
aunque obviamente sobrepasa a la misma. Todo
esto, impulsa a que se debe volver una y otra vez sobre las circunstancias
que originan la permanencia de tal problema, así como de los aspectos
para los cuales existen respuestas mancomunadas posibles, para acercarnos
a solucionar nacional y contextualmente el mismo. Estas
imprescindibles interrelaciones indican, que se debe fijar la mirada no sólo
en el avance especializado[30]
-aspecto este loable en una distinción metodológica orgánica como tal-
sino conjuntamente, en la contribución
que se insinúa como totalidad intercomunicadora en el perfeccionamiento
de su proyección lo más integradora, compleja y diversificadamente
posible, sin perder de vista la peculiaridad del problema que se presenta.
Porque en la medida en que se religan orgánicamente los fenómenos desde
el micro nivel de su incidencia y las plurales dimensiones en que
concurre, se estará favoreciendo a una interrelación obrada desde un
tejido concebido en conjunto como norte no solamente de método, sino en
especial, desde las especificidades
científicas que les sustentan y que muy comúnmente se pone en
entredicho, de lo cual somos responsables obviamente nosotros mismos,
aunque innegablemente existen otros gestores invisibilizados desde los
compartimientos o parcelas en que actúan. La
propuesta no es sólo pensar y actuar desde y como disciplinas, cátedras,
departamentos o grupos de investigación que son las formas en que cronísticamente
nos han y hemos estructurado en el ejercicio de la profesión y sobre las
que existe una amplia polémica. Por
el contrario, es la de proponernos imprimir a los desempeños científicos
de una dinámica que retroactúa activísima por excelsitud, que es lo que
le tipifica desde sus cambiantes, interconstituyentes e interrelacionados
objetos tejidos en su conjunto. Todo lo cual, puede contribuir a una
práctica de organización capaz de producirse a sí misma y regenerarse, para dar curso al surgimiento de cualidades nuevas cual emergencias
organizacionales que abonan en
el mejoramiento del todo, por sobre las disposiciones organizativas
que se imponen desde fuera de la ciencia, y contra las que es increíblemente
más difícil transgredir, pues son resultado de unos anales de
funcionamiento donde no siempre lo científico, lo objetivo es la causa de
su preexistencia y permanencia. II-TIEMPOS DE LO POSIBLE. No
fue con un discurso como la luz se hizo ni como se ordenaron las
tinieblas. Fina
García Marruz Dos
cartas Transdisciplinariedad,
es para la autora de estos espacios discursivos una propensión, una
proposición insoslayable del presente y porvenir si de rupturas humanas
con lo excluyente se trata y se afirma esto porque en nuestros predios
–como en otras partes- queda bastante por hacer para labrar sus
sentidos, significantes y su vocación a tensar el pensamiento y la
existencia. Baste sólo meditar sobre esa célebre frase de Marx que hasta hoy
ronda y marca sentidos, “Una
base para la vida y otra base para la ciencia es una mentira a priori”.[31] Por
lo que coincidimos con Martín Barbero, cuando esclarece: “Voy
a trazar un mapa “a mano alzada” de la transdisplinaridad como
cuestión que rebasa no solo los asuntos y las modas académicas sino también
el propio mundo de la ciencia, ya que concierne a algunas de las
trasformaciones más profundas de nuestras sociedades. (…) Se trata
en verdad de la convergencia de tres procesos: un
proceso interior a las ciencias, un proceso que conecta a las ciencias con
su exterior y finalmente un proceso que interpela al estatuto mismo del
saber científico desde la cuestión por la supervivencia de nuestras
sociedades, y aun de este planeta”.[32] Esos
tres procesos son pensados por esta autora buscando caminos desde la
transrelacionalidad, la transtransicionalidad como hipervínculos
gestantes de transdisciplinariedad.
Hoy día se explican muchas cosas interesantes sobre ella como un
conocimiento más, como algo pensado a conservar y tal postura es en sí
misma contraproducente hasta con sus esencias activas. “La transdisciplinariedad exige varios pasos más allá. (…)
no solo quiebra-abre las disciplinas sino que la transdisciplina las
desborda por el establecimiento de unas relaciones cada vez más densas no
sólo entre ciencias exactas y ciencias humanas o sociales, sino de las
ciencias con las artes, con la literatura, con la experiencia común, con
la intuición, con la imaginación social. Pues no se trata solo de una
interacción de discursos en términos de lógicas científicas sino también
de la interacción de discursos en términos de diversidad de lenguajes y
escrituras”, [33]
de realidades puestas todas en función de potenciar la vida o no habrá
vida. Reside,
por tanto, la propensión transdisciplinar como eje motivador a partir del
cual se construyen éstas ideas cual aproximaciones inconclusas donde se
traspasan nuevas y desconocidas aristas a perpetuidad, como lo es –entre
otras- la versátil transicionalidad. No
creo tener que demostrar un enfoque transdisciplinar acabadito y
limpiecito con el que dormir largamente bajo la almohada una vez concluida
la faena diaria, o plasmado para dictar cotidianamente desde libros de
textos que se mantienen en los anaqueles docentes amarillando no sólo
hojas sino contenidos, por el contrario ella rompe con la costumbre de prácticas
obsoletas por su propia connatura actuante y retroactuante, pujante en su
condición abierta y dialogante. La
transdisciplinariedad no es atrapable, ni cabe en disposiciones fuera de
los sujetos y sus interacciones recursivamente. La indagación de la
transicionalidad como caminos a la transdisciplinariedad, busca indicar
los fragmentos realmente existentes, y que imanes permitirían romper con
sus predestinaciones destructivas y autodestructivas. Los
fragmentos están por doquier, son connatura del sistema cultural
mundialmente hegemónico[34],
a su vera y asumiendo diversos rostros se esparcen por el mundo, se
desintegran y llegan a perecer en una lógica aislacionista profundamente
antihumana. Allí, también se
encuentran, originales en su originalidad propia, los de Cuba y los de
cada cubano en sus heterogéneas y controvertidas transiciones. “Desatar
las voces, desensoñar los sueños:
escribo queriendo Al
fin y al cabo, somos lo que hacemos para cambiar lo que somos. “Al
imán”, es el clamor –consciente o inconsciente- de todos los que
experimentan el aislacionismo típico de la civilización contemporánea.
De aquellos, que marchan con un poco de luz en la frente ante un porvenir
que se cuece fuera y a despecho de nosotros mismos. Que se proponen
rescatar, en azarosa marcha resplandeces, desde una identidad que pugna
que frunce el ceño a fuerza de quebrarse cada día.
Ya que, “somos lo que hacemos
para cambiar lo que somos” en lo personal y en lo social en la
reproducción cotidiana de la vida. La cualidad y calidad de eso que se
hace, cómo se hace, marca los rumbos. Lo que explicaría, el que “ciertos hechos lamentables suelen repetirse, más al norte, más al sur,
con cíclica insistencia”. ¿Qué
elementos constitutivos en crecimiento perdurable conforman el imán
cubano hoy? ¿Qué conexiones,
pueden brindar la textura y consistencia articulativa que tanto impelen
las circunstancias de ahora? Sí de porvenir transitable construible
hablamos y no solamente de un presente por un presente, de un imaginario
por un imaginario, que puede generar vaciamientos, crisis de credibilidad
hasta de las potencias vitales que nos pueblan.
Estas, son cuestiones que se desplegaran con toda la complejidad que les
asiste más allá de estos espacios del taller que compartimos, y
desde una identidad que se niega a la vitrina, que se autoniega en las
formas en que ha sido asimilada, pues busca asidero, intervincularidad en
cada partícula humana presente en la experiencia en sus mixturas hibridas
de significantes y significados: |
“De
la contradicción de las contradicciones, la
contradicción de la poesía, obtener
con un poco de humo la
respuesta resistente de la piedra y
volver a la transparencia del agua que
busca en el caos sereno del océano dividido
entre una continuidad que interroga y
una interrupción que responde, (…) la
contradicción de las contradicciones. La
contradicción de la poesía, se
borra a sí misma y avanza Con
cómicos ojos de langosta. Cada
palabra destruye su apoyatura Y
traza un puente romano secular. (…)
De la contradicción de las contradicciones, La
contradicción de la poesía, Borra
las letras y después respíralas al
amanecer cuando la luz te borra.”[36] |
Al
imán, retorna a la identidad –no puede ser de otra manera- , la rescata
en su originalidad y simultaneidad fecundante. Religa
los análisis producidos por los anales y la actualidad del pensamiento
cubano, incluyendo su producción literaria que generalmente queda fuera
del examen científico social. Las sitúa a contraluz aleccionando,
indicando, sugiriendo al presente como memoria histórica activa, culta
porque actúa en avenencia con las urgencias de la realidad. “Conmover
es moralizar”, legaba el apóstol. Es
por ello, que se someten a estudio la naturaleza de las fracturas
esenciales que se verifican en el tejido social, para comprender y
contribuir a un movimiento cultural propio, capaz
de sortear con mejor éxito -porque
es pensado por todos sus implicados, situados en capacidad de hacerlo
desde sus capacidades propias- aquello a lo que nos encontramos
abocados, con los peligros que le han velado y velan, y que en palabras de
martianas se relacionaba con que: “La elaboración del nuevo estado social hace insegura la batalla por la
existencia personal y más recios de cumplir los deberes diarios que,
no hallando vías anchas, cambian a cada instante de forma y vía”. Encontrar
nuestras formas y cauces a partir las dinámicas existentes en conflicto y
crecimiento –“continuidad que
interroga” e “interrupción que responde”-, capaz de favorecer a
su vez una creación propia, vinculante,
incluyente; hábil en evadir ya por premura, desconocimiento o por
modelos mentales de rechazo o reverencia absoluta a lo foráneo que se nos
tamiza por hendeduras impensables, entre otras variantes que retroactúan
-lo queramos o no-, he ahí el lance a dirimir en estos espacios. Porque
como dijera José de la Luz y Caballero: “Estamos
en un punto a educación como las vírgenes fatuas del Evangelio: con lámparas
pero sin aceite.” Las Lámparas hay que reforjarlas en su
proyección transdisciplinar resultado de una activa transrelacionalidad
humana, de lo contrario no alumbran. La luz está en la frente cada cubana
y cubano de hoy, cabe a todos impulsarla, salvarla. Notas: [1]Doctora en Ciencias Filosóficas. Profesora Titular de la Universidad de la Habana. Email: dvb@ffh.uh.cu En CD-ROM Multimedia de la Sociedad Cubana de Investigaciones Filosóficas ISSN-1028-0847. [2]
José de la Luz y Caballero, Aforismos, Obras,
Biblioteca de Clásicos Cubanos, no. 17. [3]
José Martí, Prólogo al Poema del Niágara, Nueva York 1982. La cita
ampliada explica: “(…) No hay obra permanente,
porque las obras de los tiempos de reenquiciamiento y remolde
son por esencia mudables e
inquietas; no hay caminos constantes, vislúmbranse apenas los
altares nuevos, grandes y abiertos como bosques. (…)
La elaboración del nuevo estado
social hace insegura la batalla por la existencia personal y más
recios de cumplir los deberes diarios que,
no hallando vías anchas,
cambian a cada instante de forma y vía (…)
Y hay ahora como un
desmembramiento de la mente humana”. [4]Véanse:
Basarab, Nicolescu, La
transdisciplinariedad. Manifiesto, Multiversidad Mundo Real, Edgar
Moran, A.C. 1996, en www.multiversidadreal.org [5]
Fernández, Pablo Armando, “Tiempo y escritura”, Escalas
de ascenso, Letras Cubanas 2002,
pág. 97. [6]Martí,
José. Escenas
Mexicanas; Escultura. Obras Completas en 2 Tomos. Lex 1953.
Edición del Centenario. Tomo 2. Pág. 654 [7]
Loynaz, Dulce, María, Juegos
de Agua, Simancas Ediciones 2002, Pág. 105. [8]
Antón Arrufat, El hombre
discursivo, Editorial Letras Cubanas 2005, págs. 15-16. [9]
Martí, José, “Escenas Mexicanas: Boletines de Orestes, Obras
Completas, Volumen II. Edit., Lex La Habana 1953, Pág. 743. [10]Conde
Rodríguez, Alicia, Selección de Lecturas de Historia del Pensamiento
Político Cubano, “Introducción”, editorial Félix Varela 2009, pág.
9 [11]Citado
de Conde Rodríguez, Alicia, Selección de Lecturas de Historia del
Pensamiento Político Cubano, “Introducción”, editorial Félix
Varela 2009, pág. 9 [12]
José Lezama Lima, obra citada, pág. 62 [13]Vilá
Blanco, Dolores, “La fuga inútil”, Tercer Manuscrito del Libro Manuscritos
a contraluz. Cuba entre imaginario y realidad, pág. 43, en: http://letras-uruguay.espaciolatino.com/aaa/vila_blanco_dolores/index.htm [14]
José Lezama Lima, Fragmentos a
su Imán, Editorial Letras Cubanas 2002, pág. 66. Véase a su vez
esa propensión de las interacciones humanas al segmento, en José
Martí cuando afirmaba: “Diríase que al venir a tierra tantas coronas de cabezas de reyes, las
cogieron los hombres en sus manos y se han ceñido a las sienes sus
fragmentos”. En “Respeto a Nuestra América”,
“La América”, Nueva York, Agosto de 1883. [15]
Medardo Vitier, la Filosofía en Cuba, Editorial Ciencias Sociales, la
Habana 2002, Pág. 232 [16]
José Martí, “Revista Universal”, México, 7 de Marzo de 1876. [17]
Los intentos de construir una teoría sobre las transiciones, o de
explicar procesos de esa índole por científicos de las ciencias
sociales en el mundo, posee una
historia desconocida aún en su totalidad crítico cosmovisiba en Cuba.
En líneas generales apuntan a procesos políticos y económicos
fundamentalmente, aunque su espectro dentro de las teorías sociales
es mayor. Su activación como ámbito reflexivo acaeció en la década
de los 90 del pasado siglo. Los
deslindes científico-metodológicos sobre las mismas componen también
ejes de la investigación propuesta.
[18]“Sin
embargo, permanece siempre el hecho de que las categorías simples son
expresiones de relaciones, en las cuales puede haberse realizado lo
concreto menos desarrollado, sin
que haya sido producida todavía la relación o conexión multilateral
que está expresada espiritualmente en la categoría más concreta;
mientras que lo concreto más desarrollado conserva a estas mismas
categorías en cuanto relación subordinada (…)
Por lo tanto, esta categoría completamente simple no se presenta históricamente
en su intensidad más que en las condiciones más desarrolladas de la
sociedad (…) Así, a pesar de que la categoría más simple puede
haber existido históricamente antes que la más concreta, en su pleno
desarrollo intensivo y extensivo, sin embargo puede pertenecer
precisamente a una forma de sociedad compleja, mientras que la categoría
más concreta estaba ya plenamente desarrollada en una forma de
sociedad menos desarrollada. (…)
La
sociedad burguesa es la organización histórica de la producción más
desarrollada y compleja. Las categorías que expresan sus
relaciones, la comprensión de su organización, permiten comprender
al mismo tiempo la organización y las relaciones de producción de
todas las formas de sociedad pasadas, con cuyas ruinas y elementos
ella ha sido edificada, de los cuales ella continúa arrastrando en
parte consigo restos todavía no superados, mientras que meros
indicios han desarrollado en ella todo su significado. En la anatomía
del hombre está la clave para la anatomía del mono”, Marx Carlos,
http://www.ucm.es/info/eurotheo/hismat/materiales/grundrisse.htm (1 of
7) [20/05/2003 06:10:20] Materialismo Histórico | Materiales:
Grundrisse. [19]Roberto
Fernández Retamar, “Todo Calibán”, Revista
Milenio Número 3 Noviembre de 1995, República Argentina, puede
consultarse la edición Fondo Cultural del Alba 2006, donde Caliban
aparece ahora sin acento, y con nuevas explicaciones de su autor, que
actualizan la problemática en el enclave latinoamericano. [19]Alejo
Carpentier, Razón de Ser,
Editorial Letras Cubanas 2007, pág. 10. [20]Alejo
Carpentier, Razón de Ser,
Editorial Letras Cubanas 2007, pág. 10. [21]“Es
organización, disciplina del yo interior, apoderamiento de la
personalidad propia, conquista de superior consciencia por la cual se
llega a comprender el valor histórico que uno tiene, su
función en la vida, sus
derechos y deberes. Pero eso no puede ocurrir por evolución
espontánea, (…) el hombre es sobre todo espíritu, o sea, creación
histórica, (…) Conocerse a sí mismos quiere
decir ser lo que se es, quiere decir ser dueños de sí mismos, (…)
Y eso no puede obtenerse si no se conoce a los demás, su historia, el
decurso de los esfuerzos que han hecho los demás para ser lo que son,
para crear la civilización que han creado y que queremos
sustituir por la nuestra. Y aprenderlo todo sin perder de vista la
finalidad última, que es conocerse mejor a sí
mismos a través de los demás, y los demás a través de sí
mismos”. Antonio
Gramsci, “Socialismo y
cultura”, en Antología. Editorial
Ciencias Sociales. La Habana 1973. Págs. 15-17. [22]José
Martí, Nuestra América,
“El Partido Liberal”, 30 de Enero de 1891. [23]
Vilá Blanco, Dolores, “Lo único que sé es que no soy marxista”,
Primer Manuscrito del Libro Manuscritos
a contraluz. Cuba entre imaginario y realidad, pág. 10, en: http://letras-uruguay.espaciolatino.com/aaa/vila_blanco_dolores/index.htm [24]
Alejo Carpentier, Razón de ser,
Editorial Letras Cubanas 2007, pág. 14. [25]
Cuando nos referimos a enemigos internos, consideramos a su vez, a los
que perviven en el interior de nosotros mismos, como efecto y casusa
de las interacciones en que existimos. “(…)
El espíritu se nutre y enraíza en la libertad de investigación y crítica.
La intolerancia - <<esa
extensión hacia fuera del dominio exclusivo ejercido dentro de
nosotros mismos por la fe dogmática>> - intoxica la
inteligencia, deforma la sensibilidad y frustra la actividad científica,
que es impulso libérrimo hacia la conquista y posesión de la verdad.
El más alto deber de la inteligencia (…) es ser inquebrantablemente
fiel a esta misión, que es raíz y ala de todo progreso cultural y
humano”. Raúl
Roa, Historia de las Doctrinas Sociales, Centro Pablo de la Torriente
Brau 2001, Págs. 24-25. [26]
Lo transtransicional se argumentará a lo largo de la investigación,
de conformidad con Martí cuando enseñaba “… usará de lo antiguo
cuando sea bueno, y creará lo nuevo cuando sea necesario: no hay
porqué invalidar vocablos útiles, ni por qué cejar en la faena de
dar palabras nuevas a ideas nuevas”, a procesos nuevos. Véanse
José Martí, “El carácter de la “Revista Venezolana””,
Julio 15 de 1881. Alejo Carpentier, Razón
de ser, Editorial Letras Cubanas 2007, págs. 68-96 entre otros. [27]Dulce
María Loynaz, Poema “La
fuga inútil”, Juegos
de Agua, El Parnasillo Simanca Ediciones 2002, Pág. 86. [28]“Los
libros de texto, en cambio, hacen precisamente todo lo contrario.
Metafóricamente interesados por
desenredar el conocimiento de los pensadores (investigadores y/o
intelectuales), un autor de libros de texto estructura
un discurso esquemático, vacío de complejidad y profundidad, con
lo que puede tomar de libros originales o, peor aún, de otros libros
de texto o enciclopedias. Así, el
libro de texto es un discurso cuyo espíritu está configurado a
fuerza de arrancarle un poco de espíritu original a otro tipo de
libros. El libro de texto es un cementerio de contenidos.
Las tumbas son los cuerpos de contenidos ya sin espíritu, esto es,
sin riqueza ni complejidad. ¿Acaso esto no convierte ese obsoleto
recurso de tecnología educativa en un perverso enemigo de los libros
que refieren pensamientos originales? (…) Si hemos de traer a colación
la queja de los cultos o ilustrados de que en un país no se lee, pues
ya sabemos que uno de los enemigos de la lectura es el mismo libro de
texto y, naturalmente, sus auspiciadores. En
la posición de escribir libros de texto, hay también una actitud
contra-pedagógica que considerar, como otra de las causas de la
acriticidad del libro de texto: la actitud de alguien de erigirse como el “explicador” -resumidor,
descomplejizador o didactizador-
de una serie de contenidos, porque quizás otros, que obviamente son
los lectores inexpertos, no serían capaces de comprender lo complejo
del conocimiento producido por los pensadores. Esto quiere
decir que “todos” llegan únicamente a conocer lo ya comprendido o
digerido por el libro de texto. ¿Qué gravedad tiene esto? Quienes
leen libros de texto están aprendiendo lo ya comprendido por otro que
es un autor enciclopedista. Eso quiere decir que
se cancelan las posibilidades de “aprender a comprender”, porque
lo mejor es aprender lo ya comprendido. La actitud de estructurar
un libro de texto, entonces, está sustituyendo la posibilidad de que
las personas lean libros originales, porque hay alguien más que lo
hará por ellos y no necesariamente con el criterio de aprender a
comprender ni mucho menos, (…) De este modo, la actitud de escribir
libros de textos capitaliza la incapacidad de quienes no pueden
comprender contenidos originales. Esto ocurre a pesar de la certeza
hermenéutica de que las explicaciones no son necesarias para remediar
la incapacidad para comprender. Al contrario. La
“incapacidad es la ficción que estructura la concepción
explicadora del mundo. El explicador es el que necesita del incapaz y
no al revés, es él el que constituye al incapaz como tal.” Explicar
contenidos a alguien consiste en aclarar antes que él no puede
comprender esos contenidos por sí mismo, razón por la cual serían
necesarios los “explicadores”. Todo
esto significa, en última instancia, que el libro de texto ya no sólo
sustituye el “aprender a comprender” por la lógica de “aprender
lo ya comprendido”, sino también la trampa pedagógica,
peculiarmente moderna, de ser el libro de texto, el que decide qué se
debe aprender. De esto emerge el otro argumento de que ese recurso
ya no sólo es acrítico, sino también un artefacto orientado a
promover su misma acríticidad en quienes se acercan a él,
ingenuamente, en busca de “luces” que sólo encontrarán después
de haber sido enceguecidos”. Morin, Edgar:
Contra la acriticidad del
“libro de texto”, www.pensamientocomplejo.com.ar [29]“¿Qué
significa todo esto? Que las figuras más importantes de las ciencias
sociales, incluyendo por cierto a aquellos que no adhieren a la
perspectiva epistemológica del materialismo histórico, han
fundado sus contribuciones en su capacidad para “traspasar
fronteras” disciplinarias que imponían absurdas restricciones a sus
esfuerzos de análisis e interpretación de la realidad social. (…)
Desde la tradición marxista la
idea de una pluralidad de “ciencias sociales” siempre fue vista
como un tributo a la concepción fragmentadora propia de la visión
del mundo de la burguesía y no como el producto de una operación
científica.” Boron,
Atilio: “Epílogo ¿Una teoría social para el siglo XXI?”, en
Tras el Búho de Minerva.
Mercado contra democracia en el capitalismo de fin de siglo,
Buenos Aires, Fondo de Cultura económica 2000. [30]“Marx entendía que era imposible comprender las actividades económicas
al margen del complejo haz de mediaciones sociales, políticas, simbólicas
y culturales que las sustentaban. (…)Como lo recordaba
reiteradamente Antonio Gramsci, las separaciones precedentes sólo
pueden tener una función “analítica,” ser recortes conceptuales
que permitan delimitar campos de reflexión a ser explorados de un
modo sistemático y riguroso, pero que de ninguna manera pueden ser
pensados –en realidad, reificados- como realidades autónomas e
independientes. Se convierte
“una distinción metodológica” como la que separa la economía de
la política, advierte Gramsci, “en una distinción orgánica y
presentada como tal”. (…) Frente a una realidad como esta, la
expresión teoría “política” marxista no haría otra cosa que
convalidar, desde la tradición del materialismo histórico, el
frustrado empeño por construir
teorías fragmentadas y saberes disciplinarios que, desde su
unilateralismo, deforman la “realidad” que pretenden explicar.
No hay ni puede haber una “teoría económica” del mercado o del
capitalismo en Marx; tampoco hay ni puede haber una “teoría sociológica”
de la sociedad burguesa. Lo que debe haber, y afortunadamente hay, es
un corpus teórico totalizante que unifique diversas perspectivas de
análisis sobre la sociedad contemporánea, ninguna de las cuales
puede, por sí sola, iluminar
satisfactoriamente un aspecto aislado de la realidad. Es este,
precisamente, al rasgo distintivo del materialismo histórico. (…) Lo que hay en el marxismo, en
realidad, es algo epistemológicamente muy diferente: una “teoría
marxista” –es decir, totalizante e integradora – de la
política, que integra en su seno una diversidad de factores
explicativos, que trascienden las fronteras de la política, y que
combina una amplia variedad de elementos procedentes de todas las
esferas analíticamente distinguibles de la vida social. Así como
desde el marxismo no hay, ni puede haber, una teoría “económica”
del capitalismo o una teoría “sociológica” de la sociedad
burguesa, tampoco hay, ni puede haber, una teoría “política” de
la política. Lo que hay es una
teoría que plantea una reflexión integral sobre la totalidad de los
aspectos que constituyen la vida social, superadora de la fragmentación
característica de la cosmovisión burguesa”. Boron, Atilio: “Teoría política marxista o teoría marxista de
la política”, en La teoría
marxista hoy. Problemas y perspectivas, CLACSO Buenos Aires 2006. [31]
Carlos Marx, Manuscritos
Económicos y Filosóficos 1844, Editora Política, La
Habana 1965, pág. 116. [32]
Martín-Barbero, Jesús, “Transdisciplinariedad: notas para un mapa
de sus encrucijadas cognitivas y sus conflictos culturales”, en Jaramillo,
J. E. (compilador.), Culturas,
identidades y saberes fronterizos, CES,
Bogotá, 2005, véase en http://www.debatecultural.net/Observatorio/JesusMartinBarbero2.htm [33]Martín-Barbero,
Jesús, “Transdisciplinariedad: notas para un mapa de sus
encrucijadas cognitivas y sus conflictos culturales”, en Jaramillo,
J. E. (compilador.), Culturas,
identidades y saberes fronterizos, CES,
Bogotá, 2005, véase en http://www.debatecultural.net/Observatorio/JesusMartinBarbero2.htm
Ténganse en cuenta además otras aproximaciones teóricas como puede
ser aquella que suscribe: “A su vez, reconocemos a
la transdisciplina como el esfuerzo indagatorio que persigue
obtener “cuotas de saber” análogas sobre diferentes objetos
de estudio disciplinarios, multidisciplinarios o interdisciplinarios
–incluso aparentemente muy alejados y divergentes entre sí–
articulándolas de manera que vayan conformando un corpus de
conocimientos que trasciende cualquiera de dichas disciplinas,
multidisciplinas e interdisciplinas”. Sotolongo Codina, Pedro
Luis; Delgado Díaz, Carlos Jesús. Capítulo IV. La complejidad y el
diálogo transdisciplinario de saberes, en La
revolución contemporánea del saber y la complejidad social. Hacia
unas ciencias sociales de nuevo tipo, 2006 ISBN 987-1183-33-X, en
http://bibliotecavirtual.clacso.org.ar/ar/libros/campus/soto/Capitulo%20IV.pdf [34]
Un sistema de desvínculos: para que los callados no se hagan
preguntones, para que los opinados no se vuelvan opinadores. Para que
no se junten los solos, ni junte
el alma sus pedazos”, Eduardo Galeano, El
libro de los abrazos, “Divorcios”, pág. 50. [35]
Eduardo Galeano, El libro de los
abrazos, “Celebración de las contradicciones”, 1989, pág. 51 [36] José Lezama Lima, Fragmentos a su Imán, Editorial Letras Cubanas 2002, págs. 44 y 45 |
por Dolores Vilá Blanco
dvb@ffh.uh.cu
Doctora
en Ciencias Filosóficas y Profesora Titular de la Universidad de la Habana
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