Doctor Jesús Dueñas Becerra: la psicología insular ha atravesado dos grandes momentos históricos
por Prof. Luis A. Vigueras
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Establecer un ameno diálogo con una de las personalidades vivas de la psicología cubana deviene un verdadero privilegio para un profesional de la martiana ciencia del espíritu que aspira a defender su doctorado en Ciencias Psicológicas, y el tema escogido es —precisamente— la historia de la psicología en la mayor isla de las Antillas.
Por lo tanto, nadie mejor que el doctor Jesús Dueñas Becerra, profesor-asesor (jubilado) de la Vicedirección Docente del Hospital Psiquiátrico de La Habana, donde laborara durante más de tres décadas, dedicadas —sobre todo— a la enseñanza e investigación del Psicodiagnóstico Rorschach, para que nos hable acerca de su participación, como actor y testigo excepcional de lo que ha acaecido en la historia de nuestra noble profesión, dignificada por personalidades de la talle excepcional del venerable padre Félix Varela, José Martí y don Enrique José Varona, piedras fundacionales de la psicología caribeña.
El Prof. Dueñas Becerra es Socio Honorario de la Escuela Romana Rorschach, del Consejo Internacional de la Danza, de la Asociación Internacional de Psicogeriatría, miembro titular de la Sociedad Cubana de Psicología de la Salud y miembro de las sociedades cubanas de Psicología, Neurociencias y Epileptología (disciplina donde trabajara durante más de 3 lustros), así como consultante del Grupo UNESCO de Psicoballet.
Por otra parte, como crítico artístico-literario y periodista cultural, profesiones que ejerce después de su jubilación por vejez, es miembro activo de la Sección de Crítica e Investigación de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC), de la Unión de Periodistas de Cuba (UPEC) y de la Comisión de Prensa de la Asociación Cubana de Naciones Unidas (ACNU).
Ahora, le cedo la palabra con mucho gusto al también escritor e investigador villareño, pero habanero por devoción.
¿Qué prácticas psicológicas ha realizado desde graduado? Desde 1974, fecha en que llegué al Hospital Psiquiátrico de La Habana, que hoy lleva el nombre del comandante, doctor Eduardo Bernabé Ordaz, su ilustre director fundador, comencé a realizar prácticas psicológicas, sobre todo en los campos del Psicodiagnóstico de Rorschach con enfoque dinámico (docencia posgraduada e investigación clínica y socio-cultural), la psicoterapia individual y de grupo, la comunidad terapéutica y la Escuela de Padres. Contexto este último en el que las pacientes de corta y mediana estadías recluidas en el Servicio del Dr. Allan Rosell Anido valoraban y hacían aportes —desde su óptica sui generis— a temas sobre educación infanto-juvenil que habían sido tratados en el desaparecido espacio televisivo Nuestros hijos y recogidos en impresiones ligeras facilitadas por el Dpto.de Psicología Educacional del Ministerio de Educación.
¿Cómo las instituciones han regulado su práctica psicológica?
En honor a la verdad histórica, el doctor Bernabé Ordaz tenía una mente muy abierta en cuanto a las concepciones teóricas utilizadas en la práctica clínica por los profesionales de la psicología, ya que lo mismo tenías libertad para emplear el enfoque psicoanalítico ortodoxo, que era el imperante hasta el triunfo revolucionario, o la reflexología soviética, que era la doctrina oficial adoptada en aquella época socio-histórica. En mi caso, por ejemplo, utilizaba el método dinámico para calificar las láminas del Psicodiagnóstico de Rorschach, pero en las clases de Psicología que impartía en el pre-grado y en los posbásicos de Enfermería, así como en posgrados, diplomados y maestrías dirigidos a profesionales de la medicina y la psicología, por un problema de disciplina y respeto a la doctrina prevaleciente, usaba los principios de la escuela soviética, los cuales conocí y llevé a la praxis docente-educativa, e incluso, clínico-asistencial (sobre todo, cuando me enfrentaba con personas que padecían disfunciones sexuales de tipo eréctil y de naturaleza psicógena). ¿Cómo ha sido la relación entre sus referentes y las exigencias de la realidad? Al principio, me fue difícil —y hasta un poco traumatizante— armonizar mi orientación (no formación) psicoanalítica, heredada de mis profesores de Psicología General, del Niño y el Adolescente y Educacional, en la Facultad de Educación de la UCLV, con las leyes, categorías y principios sustentados por la escuela soviética, pero como bien se enuncia en la pregunta las exigencias de la realidad me obligaron a familiarizarme con el enfoque teórico-conceptual y metodológico de esa escuela euro-asiática, lo cual me abrió un espacio mayor para disponer de una visión mucho más amplia de los fenómenos de la psiquis humana, supuestamente normal y anormal. ¿Cuáles son los principales problemas que ha debido resolver la psicología en el período revolucionario? De acuerdo con mi leal entender y sano juicio, los problemas más acuciantes que ha debido resolver la psicología en el período revolucionario han consistido —en lo fundamental— en lograr un equilibrio entre la teoría, adquirida en las aulas universitarias, y la práctica; por ejemplo el choque que se produce cuando los jóvenes recién graduados tienen que enfrentarse a un paciente, a un niño o adolescente con problemas de aprendizaje o a un trabajador que, por una u otra razón, sub-rinde desde los puntos de vista intelectual y ocupacional en la plaza que ocupa en una fábrica u otro centro laboral. ¿Cómo se han relacionado los intereses de la psicología y el proyecto social de la revolución cubana? Pudiera ejemplificar. Al igual que la educación y la cultura, la Psicología, como rama de la superestructura social, está en función de los intereses de la clase dominante. Por lo tanto, los vastísimos recursos de que dispone nuestra disciplina, como ciencia y profesión, están al servicio de la edificación de la nueva sociedad que, desde hace más de seis décadas, estamos construyendo. Un objetivo priorizado por la Revolución desde que llegó al poder en enero de 1959 es formar a un hombre y una mujer, caracterizados —básicamente— por el amor al otro, a la patria y a la humanidad, así como por la solidaridad con el necesitado de ayuda, no solo material, sino también emocional y espiritual y la sensibilidad para luchar contra cualquier tipo de injusticia, donde quiera que se produzca. La ciencia del espíritu está llamada a desempeñar una función relevante en la consecución de ese objetivo primordial. Ahora bien, para lograrlo, es necesario acabar de entender, de una vez y por todas, que los valores no se forman ni se adquieren mediante leyes, decretos o cátedras, sino se descubren en los evangelios vivos en que —por derecho propio— deben convertirse los progenitores, los familiares que conviven con los niños y adolescentes, los maestros y la sociedad en general. Si no interiorizamos e incorporamos a nuestro quehacer profesional cotidiano esa verdad bíblica, jamás alcanzaremos tan noble fin. ¿Cómo los factores culturales de nuestra nación se han relacionado con la práctica psicológica? La cultura, en su acepción más amplia, no es más que la transmisión de los valores materiales y espirituales que las generaciones precedentes les han legado a las actuales. Como parte de esa herencia, los conocimientos psicológicos forman parte integrante de ella. Por ende, la práctica psicológica desarrollada en nuestra geografía insular está mediatizada por los factores multi-étnico-culturales, devenidos condimentos indispensables del delicioso «ajiaco criollo» que, según el sabio don Fernando Ortiz, alimentan la personalidad básica (concepto antropogénico) de ese mestizo único e irrepetible que ama, vive, crea y sueña en la mayor isla de las Antillas. ¿Qué principios éticos han guiado su práctica profesional? Los que signaron la vida y la obra del venerable padre Félix Varela y Morales, José Martí y don Enrique José Varona, piedras fundacionales de la psicología cubana ¿Cuál es el origen de esos principios éticos y cómo los hizo referentes de su trabajo? Por el conocimiento que me proporcionó la lectura serena y profunda de los textos clásicos de esos gigantes del pensamiento universal, así como por el legado intelectual y espiritual que nos dejaran no solo en sus respectivas obras poético-literaria, científica y periodística, sino en los valores que fui capaz de descubrir durante su existencia terrenal y que han llegado a mí a través del estudio biográfico realizado por prestigiosos investigadores que han calado hondo en la vida de Varela, Martí y Varona. La incorporación de esos principios a mi labor profesional (sobre todo la docente-educativa) reside en el amor, la veneración y el respeto que experimento hacia sus sabias enseñanzas, y que —a través de un mecanismo inconsciente— he ido integrando poco a poco, como llega cojeando la verdad de la mano del tiempo, no solo a mi actividad profesional en el campo de la psicología, sino también al ejercicio del criterio y el periodismo cultural. ¿Cómo se pudiera periodizar una historia de las prácticas psicológicas en la Cuba revolucionaria? En mi opinión, hay un antes y un después de la caída del Muro de Berlín, la desaparición del campo socialista este-europeo y la desintegración de la Unión Soviética. Esos acontecimientos no solo influyeron en las prácticas psicológicas en la Cuba revolucionaria, sino también en los métodos pedagógicos utilizados en las universidades del país para la enseñanza de la psicología. El enfoque marxista-leninista, si bien todavía continúa vigente en nuestros centros de educación superior, perdió la hegemonía que tuvo durante 30 años. En consecuencia, el proceso de enseñanza-aprendizaje de la ciencia del espíritu asimiló los valiosos aportes de otras escuelas y doctrinas psicológicas alejadas años-luz de ese enfoque doctrinal. Un ejemplo de ello fue la rehabilitación de dos figuras «clave» en la disciplina que nos ocupa: Sigmund Freud y Hermann Rorschach, dos genios de las neurociencias contemporáneas, que fueron eliminados por completo del diseño curricular de la especialidad de Psicología, así como de las carreras donde dicha asignatura se imparte como parte del plan de estudio. ¿Cuál será el futuro de la Psicología en Cuba? Como soy una persona caracterizada por el optimismo, pero con los pies en la tierra, tengo fe y confianza en que los «pinos nuevos» recogerán lo que han sembrado los precursores de la psicología cubana, así como sus discípulos directos o indirectos, que los hubo y los hay muy brillantes, y la exalten a la cima de la montaña. ¡Estoy seguro de que así será! […]. |
Prof. Luis A. Vigueras
Doctor en Ciencias Psicológicas.
Universidad de Oriente
Dr. Jesús Dueñas Becerra en Letras Uruguay
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