Tron: El legado William
Venegas Crítico
de cine La Nación |
En lo visual, he aquí una película entretenida, tanto como un deleitable juego de pólvora. Hablo de la secuela titulada Tron: El legado (2010), dirigida por Joseph Kosinski, filme que viene a alargarnos una historia narrada –en 1982– por la película Tron, dirigida por Steven Lisberger. Esta secuela es como elegante traje en un maniquí, que no en una persona de carne y hueso. Este símil nos da exactamente la tesitura del filme, llegado con una aún más fachendosa campaña publicitaria, trampa en la que caen medios de prensa y, por supuesto, los mismos espectadores. Esta campaña incluye un remache a favor de la tercera dimensión (3D), aunque no toda la cinta viene de esa manera. ¡En efecto! Al principio, en pantalla, un letrerito nos avisa que debemos ponernos los anteojos oscuros, aunque la película tenga partes en 2D (lo advierte antes). Es como si nos dijeran que en el camino se acomodarán las cargas. ¿Ah, sí? Simple, los estudios Disney ofrecen una clase de película donde no es necesario quitarse los anteojos para ver las partes en 2D. Ya sabemos que las imágenes no pasan a la misma velocidad en 3D que en 2D. Me aflora una pregunta: ¿por qué será que cobran el boleto para una película toda en 3D, si la tercera dimensión es solo una parte del metraje? Sería interesante oír a la Defensoría del Consumidor. Es una glosa de mi parte, porque –para lo que toca a esta crítica– el juego de las dimensiones está bien planteado en lo conceptual. Cuando el filme remite a la cinta de 1982, las imágenes corren en 2D. Pasado ese momento, cuando se entra al mundo virtual creado por el personaje Kevin Flynn, o sea, el universo de la programación, se pasa a la forma 3D. Con el regreso al mundo real de los usuarios, se concluye con la hechura tradicional 2D. |
Con tales peripecias, el argumento de Tron: El legado pretende mostrarse como una fábula propia del género fantástico (moralejas incluidas), pero lo cierto es que lo visual se sobrepone a todo intento por decir algo importante y, curioso, más bien la trama termina por ser confusa. Con el pecado viene la penitencia, porque se muestra como complejo aquello que solo es complicado. Con sus efectos especiales por computadora, el arduo trabajo visual de este largometraje deviene en admirable juego de luces colocado, ¡achará!, ante un edificio vacío: tras el impacto visual hay poco contenido, por lo que los propios diálogos del guion son superficiales, muy cercanos a la depauperación absoluta. Ya se sabe: aunque la mona se vista de seda, mona se queda. Por la misma razón, igual sucede con el diseño de personajes y con las respectivas actuaciones, más flojas que un clavo herrumbrado en una silla vieja, sin contar con lo feo (feísmo total) de la mal lograda imagen rejuvenecida del actor Jeff Bridges (se les quema el pan a la entrada del horno). Igual, si en Hollywood a los actores les pagaran por su calidad, al mediocre Garrett Hedlund le darían un cheque con algunos céntimos, y serían demasiados. Sí nos queda esperar cosas mejores de la actriz Olivia Wilde, quien exhibe buen manejo de los signos histriónicos, amén de una filosa y estimulante belleza. También se planta muy bien la música del filme, responsabilidad de Daft Punk, siempre oportuna, es buen subrayado para matizar las secuencias de acción, que son bastantes durante la parte en 3D. De la fotografía queda poco por decir, porque la película prácticamente se manifiesta a puro ordenador e imagino que el proceso de montaje fue ardua escogencia de escenas que, eso sí, se ajustan bien en la planificación total de la cinta. (Mientras escribo esta crítica me percato de que el filme va con una cal y otra de arena). Así pues, lo más débil de esta película es su trama que pareciera sacada con fórceps: ¡tanto nadar para ahogarse en la orilla!; las actuaciones son deficitarias en mucho, por lo que tanto peca el que roba la huerta como quien le cuida la puerta, o sea, es culpa tanto de los actores como del director del filme; su fotografía es apenas funcional, pero la pantalla se muestra sabrosa por los efectos visuales y su montaje. Lo demás, todo el barullo comercial, eso no me toca comentarlo, aunque sigo tentado por ir a tocar las puertas defensoras del consumidor por el cuento del 3D, amén de que es una tercera dimensión hecha casi toda del plano de la pantalla hacia adentro y no hacia fuera, ¿cuál es la gracia, díganme, por favor? ¡Ahhh!, pongan atención al tema del libre software. |
TRON: EL
LEGADO (TRON:
LEGACY) Estados
Unidos, 2010 Género:
Fantástico/Acción Dirección: Joseph Kosinski. Elenco:
Jeff
Bridges, Garrett
Hedlund, Olivia
Wilde Cines:
Cinépolis, Cinemark, Nova Cinemas, Cadena CCM, Paraíso, Citi Cinemas,
Variedades Calificación: TRES ESTRELLAS |
por
William Venegas
cocuyos@racsa.co.cr
Gentileza de La huella del ojo
http://lahuelladelojo.blogspot.com/
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