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Timbuktú (2014)
Crítico de cine La Nación |
He aquí que se ha estrenado en el país un excelente filme político llamado Timbuktú (2014), dirigido de manera eximia por Abderrahmane Sissako, nacido en 1961, en Mauritania, y quien estudió cine en Moscú.
Cuando se escribe de un filme de tal calibre, en cuanto a su arduo compromiso social y profundo humanismo, uno desea tener palabras más convincentes para que todo lector asista a ver este cine de tan alta calidad.
Timbuktú es filme que oscila dentro del compromiso realista propio del documental y la recreación simbólica desde el campo de la ficción, donde la crueldad es llaga propia de paranoicos, el dolor humano es poesía de denuncia y la esperanza sigue siento un canto rebelde.
Aquí no hay mutilación de contenidos. Es el año 2012 en Malí. La ciudad de Timbuktú ha caído en manos del fanatismo religioso, el de los yihadistas, quienes imponen un régimen de terror y, en nombre de un dios manejado de manera ideológica, dan lugar al poder absoluto atroz.
La película nos sorprende visceralmente: ¿no que estamos en el siglo XXI? ¿De dónde tanta barbarie? ¿Es que los árabes responden de manera tardía a la ferocidad católica de las antiguas cruzadas? Vemos cómo, cada día, tribunales sectarios lanzan veredictos tan absurdos como trágicos “en el nombre de dios”.
Los personajes que dan lugar al drama social solo son vehículos o sujetos para exponer el dantesco viaje a la fiereza que puede darse –y se da– en |
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determinadas geografías. Lo peor es que sucede ante el silencio cómplice de una gran parte de la humanidad, hundida de manera burguesa en el egoísmo institucionalizado.
He ahí la importancia sociológica de una película como Timbuktú. El mérito de este filme es que su texto apelativo y político nunca perturba el desarrollo de los sucesos planteados. Trama y conceptos más diálogos e ideas se complementan con exactitud narrativa. El filme logra dar tensión a la trama y pasión a los momentos claves de la historia (o de sus historias). Su poesía clama al ser humano; por ejemplo, esa inolvidable secuencia de muchachos jugando futbol sin pelota, solo porque dicho deporte ha sido prohibido por los yihadistas.
La sinceridad del filme es a toda prueba: pensemos en la secuencia de los jóvenes metidos en una habitación donde solo cantan, algo que también es prohibido. Así, podemos señalar más momentos de la película.
Timbuktú, como cine, muestra la honestidad de su director Abderrahmane Sissako, pero también su rigor artístico (es cine-arte) en la mirada fílmica, donde se privilegia la autenticidad sobre la construcción de los efectos, al punto que la narración se adivina más intensa en la evocación melancólica.
Fotografía, música, montaje, actuaciones y dirección de arte confluyen a darnos la impactante atmósfera de un cine perfecto y prácticamente sin tema: es solo que tiene cosas que decir y las dice con valor y maestría. No se pierdan por nada esta película. |
Timbuktu Official Trailer 1 (2014) - Abel Jafri Drama HD |
TIMBUKTÚ
Título original:
Timbuktú
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por
William Venegas
cocuyos@racsa.co.cr
Gentileza de La huella del ojo
http://lahuelladelojo.blogspot.com/
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