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Ted (2012) Crítico
de cine La Nación |
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Mientras escribo esta crítica, vuelvo a reírme con solo recordar algunas secuencias de la película Ted (2012), dirigida por un irreverente creador de series de televisión: Seth MacFarlane. Confieso que, en el cine, me hizo reír bastante. Estamos ante una eficaz comedia con dos personajes en una sola línea. Al principio vemos a John, niño rechazado por los demás güilas, sean estos judíos o cristianos. Por eso, sus padres le regalan un oso de peluche de color canelo. El deseo de John niño es que su oso de felpa, a quien llama Ted, se vuelva “de verdad”. Así sucede. Luego tenemos una elipsis (supresión de imágenes sin perder la línea narrativa de la película) y, mediante humorosas secuencias, estamos 27 años después, con John y Ted en un inmaduro alboroto de vida. El problema es que esa amistad, entre relajos, malacrianzas verbales y demás gamberradas, afecta negativamente la cohabitación de John con su novia, la bella y dulce Lori, quien ya no aguanta más y lo dice: “O Ted o yo”. ¿Qué creen que va a pasar? |
Otra dificultad es que esos libertinos e irresponsables no encuentran manera para entrar a la vida adulta, o sea, para pasar del “hombre niño” y del “oso niño” a hombre y a oso adultos respectivamente. Por ahí va el argumento del filme. Alguien podrá quejarse de tanto chiste malcriado en la película y se asombrará de que yo diga que estamos, aún así, ante una buena comedia. Lo cierto es que si no fuera por esa ordinariez (sobre todo verbal), Ted sería una película a lo Disney, un folletín romántico con lágrimas de cocodrilo. No es así, porque ese oso le pone salero con toda la ironía y desfachatez del caso. Aceptada la premisa de un peluche que piensa, habla, camina y demás menesteres humanos, entendemos al rato su precocidad y sus obsesiones eróticas, aún sin miembro fálico (error del fabricante: lo dice con descaro el propio Ted). La coherencia interna del relato no falla. Es trama bien redondeada en sí misma, incluidas sus sandeces para hacer reír al espectador. La cinta no afloja. Cuando está a punto de caerse, surge una nueva situación y, otra vez, las gamberradas de Ted salvan la tanda. La película se sostiene con sus diálogos, aunque falla al no construir situaciones propias de la mejor comedia con drama: su humor es provocado por la frase, característica más bien teatral. Cierto que hay humor visual, pero no es consistente en términos narrativos: no pasa del efecto (“gag”). Por eso, Ted, el filme, pierde su dinamismo integral y, al rato, hasta su propia capacidad de sorpresa, por lo que más parece –entonces– un capítulo televisual alargado. Espero haber recapitulado lo bueno y lo malo del filme. Agrego las buenas actuaciones y la buena química entre Mark Wahlberg y Mila Kunis, quienes sacan rica tajada de sus personajes. Conceptualmente, el filme se burla de la “dignidad” cotidiana socialmente establecida, esto es, de la hipocresía. Es un poco de sátira social, pero no ahonda en ella. ¡Qué lástima! Cierro mi comentario: parece una película para niños, pero no la es; pero ponerla solo para mayores de 18 años raya en el estrictismo. Ni modo. Estamos indefensos ante los “calificadores oficiales” del país. |
TED
Título original:
Ted |
por
William Venegas
cocuyos@racsa.co.cr
Gentileza de La huella del ojo
http://lahuelladelojo.blogspot.com/
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