La
película Red social
(2010) es lo que es, una gran película, por tres importantes razones, muy
bien alineadas y conjugadas entre sí. La primera: el guion de Aaron
Sorkin, firme y convincente con su núcleo argumental, planteamiento de
situaciones, definición de personajes y su desarrollo ágil de los diálogos.
La
segunda razón se consolida con el arte siempre creativo de un gran
realizador como lo es David Fincher, cuyo instinto se respira plano a
plano, encuadre a encuadre, secuencia a secuencia: su maestría como
director se siente por todos los poros de la pantalla. Fincher es un
virtuoso narrador con imágenes en movimiento y esta vez supo ser más
contenido para bien de la película.
Por último, para enfatizar que el cine es narración y representación, tenemos muy buenas actuaciones de un equipo histriónico bastante joven (sin olvidar que David Fincher es también excelente director de actores). Así, Jesse Eisenberg, Andrew Garfield y Justin Timberlake encarnan de manera axiomática no solo los hechos que llevaron a la irrupción del fenómeno social llamado Facebook, sino también las emociones, contradicciones y toda la dialéctica pasional que vivieron –en un momento dado– aquellos muchachos que, desde las aulas universitarias, apenas entendían el futuro de lo que tenían entre sus manos, más específicamente: en la yemas de sus propios dedos.
El filme es, por esa ruta, un juego de álgidas excitaciones que nos lleva –con adecuada tensión– hacia el final abierto de una historia aún inconclusa. La fuerza de esta película no reside tan solo en lo específico de su tema (Facebook), sino también en la manera cómo se narra su historia, con excelente sintaxis y fina textura. Aquí, David Fincher crea una especie de laberinto visual, que es formidable estructura lógica de las ideas y le da cuerpo artístico al filme.
Red social es una película que, en manos de un director chapucero, habría sido una suma aburrida e intrascendente de sucesos, pero con Fincher rezuma imaginación y soluciones inteligentes, con ayuda de la fotografía acuciosa de Jeff Cronenweth y, ante todo, sobre todo, con todo, con el intenso subrayado de la música de Trent Reznor y Atticus Ross, a tal punto que las imágenes parecen correr intensamente por el pentagrama.
