Quiero matar a mi jefe William
Venegas Crítico
de cine La Nación |
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He aquí un tema que se viene planteando en la comedia cinematográfica desde los tiempos de Chaplin: el de la opresión laboral por parte de los jefes, en medio de un sistema competitivo según el capitalismo de tiempos modernos. En las tramas de estos filmes, las víctimas son los empleados, quienes siempre encuentran un método para reivindicarse.
Con guion escrito por
Michael Markowitz, John Francis Daley y Jonathan M. Goldstein, en la
película Quiero matar a mi jefe asistimos al caso de tres
sujetos que, ante la imposibilidad de dejar sus trabajos en plena crisis
laboral en Estados Unidos, deben aguantarse a sus respectivos
directores. Los “bosses” tienen sus
propios vicios. El jefe de uno es un tipo cínico e irrespetuoso. El del
otro vive hundido en las drogas y similares. La jefa del tercero,
asistente dental, es una odontóloga que lo acosa sexualmente con las más
furibundas calenturas eróticas (lo que da pie a bastante diversión, como
es fácil suponerlo). Como el trío de trabajadores no aguanta más, ellos buscan la ayuda de un exconvicto que, más bien, es una caricatura de sí mismo y quien les da malos consejos para matar a los jefes pertinentes. Por aquí se arma el embrollo de esta comedia que es de situación, de personajes y de algo más (lastimosamente). Así es, aunque con buen planteamiento de situaciones, con buen diseño de personajes y aceptable estructuración narrativa, este filme se hunde en el gancho fácil de las groserías como efecto cómico (gag), lo que incluye palabrotas, chistes sexuales a montones, más palabrotas y mucho fraseo escatológico (soez o indecente). ¿Seré yo tan conservador? No creo.Lo que planteo es que esa es la manera más cómoda de producir humor. Para mí, es como si el guionista se resistiera a pensar o a generar humor de manera inteligente, por lo que cede a la tentación de lo ordinario, corriente, común, chabacano, rústico, tosco, grosero, pedestre, inculto, trivial y demás sinónimos que quieran ustedes desenfundar. ¿Queda claro mi punto de vista? |
Las buenas actuaciones
sostienen bien a los personajes, aunque –a la salida– lo más comentado
es lo bien que la actriz Jennifer Aniston maneja el descaro de su
personaje (la peligrosa odontóloga ninfómana). También quiero rescatar
el humoroso (por sutil) papel de Jamie Foxx como un criminal capaz de
hacernos reír desde sus frustraciones como tal. Kevin Spacey está extraordinario con su cinismo desbordado como jefe y Colin Farrell como el jefe heroinómano. Con este desglose pretendo decir algo: con sus actuaciones, son mejores los secundarios que los actores principales (Jason Bateman, Charlie Day y Jason Sudeikis). Pese a mis alabanzas a la dirección y a las actuaciones, no quiero perdonarle al filme su falta de inteligencia y su hundirse –gratuitamente– en el fango de la vulgaridad. Por eso, solo le doy dos estrellas de cinco posibles. |
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Dos oficinistas y un asistente dental no aguantan a sus jefes y confían en que un ex convicto negro (Jamie Foxx) ayude a liquidarlos | El lenguaje abiertamente vulgar se convierte en hilo conductor de un filme que encuentra en la actriz Jennifer Aniston la expresión de la ninfomanía |
Quiero matar a mi jefe Título original: Horrible Bosses Estados Unidos, 2011 Género: Comedia Dirección: Seth Gordon
Elenco:
Jason Bateman, Charlie Day,
Jason Sudeikis,
Jennifer Aniston,
Colin Farrell,
Jamie Foxx,
Kevin Spacey, Donald
Sutherland Cines: CCM Cinemas, Cinépolis, Cinemark, Nova Cinemas Calificación: DOS estrellas de cinco posibles |
por
William Venegas
cocuyos@racsa.co.cr
Gentileza de La huella del ojo
http://lahuelladelojo.blogspot.com/
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