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¿Qué voy a hacer con mi marido? (2012) Crítico
de cine La Nación |
He aquí, en cine, una película sobre la llamada “cultura de la piel”, que nos llega con el título de ¿Qué voy a hacer con mi marido? (2012), dirigida con cuidado y sin exigencia mayor por David Frankel.
Se trata de una pareja con más de 30 años de casados. Se aman. Eso está claro. Sin embargo, por alguna razón, dejaron de tocarse entre sí desde muchos años atrás. La piel de la otra persona desapareció para cada cual. Este es el núcleo argumental que da lugar a la comedia romántica.
Por supuesto que es la mujer quien primero percibe esa ausencia y es quien se decide a poner las cosas en su lugar. Ella busca la terapia porque no hay mal que dure cuatro años ni votante que se lo aguante (para poner el refrán a tono con el momento actual en Costa Rica).
Es cuando la comedia se abre con humor ácido. No es desternillante, pero sí es filme con gracia inteligente, llevada por el tránsito del diálogo y por el contraste de los temperamentos de la pareja. Aquí se luce la dirección actoral con dos grandes piezas histriónicas.
Primero, Meryl Streep aporta hechizo para su personaje. A piel abierta. Se manifiesta muy bien entre el desconsuelo, la esperanza y la alegría, según sea el acontecimiento que veamos. Muy fina como la esposa con deseos de recuperar lo que se ha roto: lo erótico, la pasión y el gozo íntimo.
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Segundo, Tommy Lee Jones se luce como el viejo cascarrabias, agrio e insoportable, quien ve como estándar la pérdida del deseo conyugal, aunque se le descubre su deseo reprimido por vivir un trío erótico con su esposa y con la vecina.
Tommy Lee Jones maneja muy bien su actuación de marido, contraste ante la vitalidad de su compañera de vida. Más bien, su actitud gruñona provoca momentos hilarantes, sobre todo cuando están en terapia.
Es justo señalar el papel comedido de Steve Carell como el terapeuta que debe afrontar los líos de una pareja tan disímil como la protagonista de esta comedia. Lo bueno del filme es que nos convierte en atentos observadores de los enredos maritales de “otra” pareja, como si los espiáramos por un hueco en la pared.
La película es bastante oclusiva en lo visual, con pocas secuencias fuera de habitaciones o del consultorio del doctor Feld, el consejero matrimonial. El filme se sustenta con los diálogos, sobre estos se sostiene la trama de principio a fin y, sobre ellos, su definida eutrapelia o humor urbano.
Es ahí también donde se expresa lo nutritivo del filme, o sea, sus conceptos sobre la pérdida de pasión en la pareja, sobre el valor del acercamiento físico sin importar los años juntos, sobre la incomunicación y sobre la rutina. Bajo de la piel de esta película, hay asuntos a los cuales se les debe poner atención.
También podemos decir que, bajo la piel de la comedia, se expone el drama de la vida en pareja, sobre todo cuando se ignora aquello capaz de romper una relación. Es asunto de actuar a tiempo antes de dejarse derrotar.
¿Qué voy a hacer con mi marido? no es derroche de calidad, pero sabe sostenerse con lo que ofrece, por lo que su resultado es del todo recomendable. Es película que dice más de lo que vemos o imaginamos. A la larga, eso lo descubrimos en otro sitio y en otro momento. Ahí les queda la sugerencia.
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¿QUÉ VOY A HACER CON MI MARIDO?
Título original:
Hope Springs
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por
William Venegas
cocuyos@racsa.co.cr
Gentileza de La huella del ojo
http://lahuelladelojo.blogspot.com/
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