Protegiendo al enemigo
(2012) Crítico
de cine La Nación |
He aquí la primera película en Hollywood del director sueco Daniel Espinosa. Se titula Protegiendo al enemigo (2012). Si el nombre del director les parece familiar es porque él es de origen chileno y, me parece, goza de doble nacionalidad. Está pronto a cumplir años: nació el 23 de marzo de 1977. Daniel Espinosa viene antecedido por el éxito de su filme anterior, sueco, titulado Dinero fácil (2010), estudio crudo sobre los bajos fondos en Estocolmo; sin embargo, ahora, en Hollywood, ha sido atrapado fácilmente por el estilo más comercial y tópico de la gran industria con el cine de acción. De esta manera, Protegiendo al enemigo se me asemeja a cualquier película rodada por Tony Scott, John Woo o Paul Greengrass, sin siquiera tener la maña de un Quentin Tarantino. Nada nuevo nos enseña Daniel Espinosa que no hayamos visto en videos o en pantalla grande, donde la trama abusa no solo de la violencia gratuita, sino de un exagerado ritmo febril a punta de montaje. El argumento es simple. Se refiere a la tanta corrupción existente en los círculos de las centrales de espionaje del mundo; en este caso, la que hiede es la Central de Inteligencia de los Estados Unidos (CIA), lo cual tampoco es denuncia novedosa, menos con el asunto del permiso oculto para torturar. El personaje es un tipo que claudica como agente de la CIA y se convierte en traficante de información, por lo que se vuelve peligroso para cualquier central de espionaje, pero gustado por la prensa, quien le compra información millonaria. En un momento, este sujeto queda en manos de un espía novato, dedicado a cuidar una casa de seguridad en Sudáfrica. De esa manera, ambos se ven envueltos en vorágine de acontecimientos, donde no hay cara donde persignarse y donde no se vale hacerse el chancho para comerse al tigre. Persecuciones. Golpizas. Mecos, mucho meco. Balazos como en cosecha. Y vuelta a eso mismo, todo llevado con secuencias breves que parecen dinamizar la acción y solo hacen perder la eficacia del encuadre. La acción transcurre en pantalla como ver un desfile de chompipes sin cabeza y el guion es solo excusa para ejercitarse en el frenesí de la cámara y de la edición (montaje). Es filme previsible, igual a sí mismo de cabo a rabo, de consumo instantáneo y olvidable mientras se está viendo. |
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Constantemente, el filme se plagia con sus secuencias dinamizadas artificialmente y con su argumento de pocos vuelos. Lo hace con total descaro y peores resultados, sin ningún acercamiento significativo a la esencia humana de los personajes, aunque –por ratos– finge hacerlo. Lo que queda por resaltar, únicamente, es la buena dirección de actores, donde Denzel Washington hace bien lo que hace siempre con este tipo de cine y, por su parte, Ryan Reynolds, quien me ha sorprendido por su buena labor histriónica. Todo lo demás es convencional, resuelto con el efectismo ultraviolento para marcar la progresión de la intriga (si la hay). Por ser una fantochada violenta, por su falta de sentido del exceso, por su innecesaria celeridad visual, por su tibia mirada personal, por la punzante sensación que me metió de estar perdiendo el tiempo en una sala de cine, es que no me atrevo a recomendar este filme. |
PROTEGIENDO AL ENEMIGO |
por
William Venegas
cocuyos@racsa.co.cr
Gentileza de La huella del ojo
http://lahuelladelojo.blogspot.com/
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