Operación: Código Olimpo (2013) Crítico
de cine La Nación |
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Pues sí, el Olimpo ha caído, al menos en el cine. Eso es lo que nos dice el título original de la película Operación: Código Olimpo (2013), con esos fallidos dos puntos ahí metidos. El título original es Olympus Has Fallen y la dirección viene de la mano de Antoine Fuqua. Fuqua es realizador que tuvo su momento de éxito con el filme Día de entrenamiento (2001). Ahora, con Operación: Código Olimpo, muestra todas sus deficiencias para narrar, porque la “peli” va a saltos desordenados y la acción cambia de escenario de la manera más arbitraria imaginada. No es solo eso, el núcleo argumental se diluye como niebla entre su forzado contenido ideológico. Aquí sí es cierto que su discurso político lo único que hace es meter la nariz donde no cabe, con tal de introducirnos un concepto: Corea del Norte es un peligro para el mundo. Dentro del título del filme, el Olimpo se entiende como lo más alto de lo alto, donde solo habitan dioses y diosas. Así, el dios supremo, Zeus, digamos, es nada menos que el presidente de Estados Unidos (encarnado sin ninguna convicción por Aaron Eckhart: ni él se cree su personaje ni la trama). Por supuesto que la Casa Blanca es el Olimpo universal. De pronto, sin la ayuda del genio de la lámpara maravillosa y sin saber uno cómo, un grupo de norcoreanos logra lo que no han logrado los extraterrestres en otras películas: apoderarse de ese Olimpo y secuestrar al presidente de Estados Unidos. De manera inadmisible para la realidad o para la ficción, el ejército de ese país tarda 15 minutos para reaccionar, mientras los norcoreanos (ellos y ellas) tardan 13 minutos para invadir todo el soporte político estadounidense. ¡Por dos minutos! ¡Uy, qué tensión más cómica! Cuando uno ve cómo es rota la bandera de las conocidas barras y estrellas, arrancada de su asta y pisoteada al principio, de una vez intuimos el final, ¡claro!, dicha bandera volverá cara al viento al asta que le corresponde. Entre un suceso y otro, solo quedan un reguero de violencia y la maldad norcoreana. Todo filme implica un discurso dentro de su narración. Sin embargo, con Operación: Código Olimpo es al revés: el discurso patriotero sobre Estados Unidos como salvador del mundo (no estamos exagerando) está por encima del relato, con diálogo aplastante que lo confirma |
Lo peor: como el ejército llega tarde a enfrentarse a los norcoreanos, hay un solo tipo que les hace la tarea. Es un nuevo Rambo que vence a los “achinados”; este personaje conlleva una actuación muy mala de Gerard Butler, enlazado con alguien afuera de la Casa Blanca, asumido por el actor Morgan Freeman, a quien le basta con poner ojos lastimeros. No hay un solo elemento del lenguaje cinematográfico que uno pueda destacar en esta película. Nada en lo formal; nada en contenido. Su violencia es extrema, oficiada con deleznable criterio de culto visual (hay que ver con qué deleite visual, de parte del director, se muestra la horrenda golpiza que sufre una mujer). Hay quienes dicen que esto es “cine de entretenimiento”. Si es así, que nos protejan las diosas del Olimpo, no los dioses, qué mal andamos, de verdad, y qué bajo cae este tipo de cine. |
OPERACIÓN: CÓDIGO OLIMPO
Título original:
Olympus Has Fallen
Duración:
119 minutos Calificación: UNA estrella ( * ) de cinco posibles |
por
William Venegas
cocuyos@racsa.co.cr
Gentileza de La huella del ojo
http://lahuelladelojo.blogspot.com/
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