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He aquí una película crepuscular, esto es,
sobre el proceso de decadencia de su personaje principal (una estrella
roquera) llamado Jackson Maine, por culpa de las drogas y del licor,
para “cumplir” con uno de los estereotipos de muchas personas que así
ven el mundo de la música roquera.
El filme se titula “Nace una estrella” (2018), dirigida por el
actor Bradley Cooper, quien, a su vez, encarna al personaje principal.
Lo acompaña la cantora Lady Gaga, como una estrella que surge como
cantante. De ahí el título.
Se supone que la película debe concentrarse en el proceso de
mejoramiento de esa muchacha (se llama Ally); sin embargo, Bradley
Cooper, tanto como director como coguionista del filme, se las ingenia
para concentrar la atención narrativa del filme sobre su personaje Maine
(manera de quedarse con las estrellas del premio).
Así, nunca se contrasta bien el proceso de crecimiento personal de Ally,
como estrella popular, con el viaje dantesco (a los infiernos de sus
demonios) de Maine. Espero que se haya sobreentendido que ambos llegan a
ser pareja amorosa, al punto que se casan.
Romper el contexto
De esa manera y aceptemos que con buena gramática de la narración por
imágenes, tenemos lo que el filósofo y estudioso de la narrativa, el
húngaro Georg Luckács, define como la historia donde un sujeto
degradado, en un mundo igualmente degradado, localiza el problema
medular y provoca una ruptura con ese contexto.
Esto sí lo logra muy bien Bradley Cooper con el desarrollo del relato,
aunque la ruptura con el mundo –propuesta por el filme– no sea
exactamente del agrado ético de muchas o de algunas personas (es el
final de la película, imposible contarlo aquí).
Con virtuoso trabajo de montaje o edición, es de esa manera que la trama
de este filme de aires roqueros supera el entorno romántico de una
pareja a la luz de la música que, juntos, ellos componen y cantan, para
mostrar dos rutas de una misma embarcación, una río arriba (Ally) y otra
hacia el mar, en espiral absurda de autodestrucción (Maine). |
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Las
actuaciones de Bradley Cooper y de Lady Gaga no siempre giran
sobre el mismo eje y se pierde la dialéctica histriónica |
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