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Mi semana con Marilyn
(2011) Crítico
de cine La Nación |
Así como en la mitología griega, el dios Cronos se engullía a sus hijos tan pronto nacían, igual se comporta la industria de Hollywood con sus criaturas, de manera cruel, sobre todo cuando sus divas envejecen. Esto es un tanto lo que nos quiere refrescar, en nuestra memoria, la película inglesa Mi semana con Marilyn (2011), dirigida por el debutante Simon Curtis, a partir del libro escrito por Colin Clark, que describe su experiencia como ayudante de Laurence Olivier durante la filmación de una película menor titulada El príncipe y la corista (1957). Con su tesis, el personaje principal es Marilyn Monroe, presentada como el icono mediático del Hollywood tragamonedas y desdoblada desde las contradicciones de su conducta, ante ella, y las habidas ante el medio que la manipula como bomba sexual de la época. Solo que la señora Monroe fue una mujer vulnerable y es aquí donde la película no es tan resuelta para mostrar los dilemas de dicha buena actriz, porque se trata de una buena actriz. Ciertamente, Mi semana con Marilyn peca por ser un filme irregular, capaz de amarrarse bien del mundo que intenta describir y –de pronto– soltarse de él y no decir nada importante. Dentro de esa irregularidad, tenemos un filme gracioso por momentos, pero al que le falta fuerza dramática cuando más la necesita (no solo al mostrar los conflictos internos de la actriz, sino también los de de ella con ese genio del cine y del teatro que fue Laurence Olivier). Podría decir que es una cinta que se frena a sí sola. ¿Por qué? ¿Debilidad del guión? ¿Temores de un director debutante? ¿Imposibilidad del diseño de producción para meterse en una especie de intrahistoria sobre un capítulo del cine? Diría que un poco de todo eso. |
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Lo cierto es que Mi semana con Marilyn huye de los momentos más álgidos, le teme a lo espinoso y prefiere, por ejemplo, distraerse con lo cursi en la relación amorosa entre el personaje femenino del caso y el escritor del libro, Colin Clark. Aquí, aburre la película para mostrarnos a una Monroe dulce. Por dicha, toda la irregularidad del filme tiene su contraparte, como sucede con las excelentes actuaciones. Así, Kenneth Branagh está extraordinario como sir Laurence Olivier, a quien encarna con respeto, exactitud profesional y mucha calidad: no es fácil. Eddie Redmayne configura muy bien su personaje de Colin Clark y su devoción animosa por el cine. Sobre Michelle Williams, elogiada por tirios y troyanos al encarnar a Marilyn Monroe, algo no me gusta de ella: sentí que su personaje le llegaba de afuera (impostado) y no le salía de adentro. Es parte de una postal interesante y hasta bonita, pero nunca meticulosa con el personaje. Insisto en que la cinta se queda a medio camino en todo: es película frenada, dije antes. Se mantiene en especie de melodrama sin el rigor interno de la tragedia anunciada por los parlamentos sobre Marilyn Monroe (por ejemplo, lo que dice el personaje Arthur Miller, esposo de la Monroe en ese momento). Me da la impresión de que Mi semana con Marilyn funcionaría mejor en la tele que en el cine; de hecho, de ahí viene su director y parece que el formato televisual aún lo controla. Es cine para curiosos, y para ellos no más es mi recomendación. |
MI SEMANA CON MARILYN
Título original:
My Week with Marilyn |
por
William Venegas
cocuyos@racsa.co.cr
Gentileza de La huella del ojo
http://lahuelladelojo.blogspot.com/
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