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Maléfica (2014)
Crítico de cine La Nación |
El filme La bella durmiente (1959), fue el último de los estudios Disney entintado a mano. De ahí en adelante, para la cofradía Disney, Maléfica pasó a ser la villana más respetada del cine: hoy le dan protagonismo en la película que lleva su nombre, para honra y gloria de las “hadas malas”.
El cuento de la princesa dormida por el pinchazo de una aguja ha
trascendido más allá de la literatura. Lo que Disney hace ahora es
forjar más cuento de otro cuento y más cine de otro filme (“spin-off”:
derivado). El ardid es válido.
Con Maléfica, la película, nos enteramos por qué ella endurece su corazón y por qué solo anida el sentimiento de venganza. La paradoja está en el hecho de que solo Aurora, la princesa que arrastra su maldición, podrá devolverle la generosidad a Maléfica. ¿Cómo? La película es exuberante con su trabajo visual, sobre todo en la recreación del reino de Maléfica (Páramo) y con los cambios que ahí se dan. Es tan visualmente desbordante que, por contrasentido, termina visualmente desbordada: es mucho con demasiado de lo mismo y lo grato termina por aburrir. |
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Por ahí, es cine “mid-cult”, o sea, cine de cultura media, que adrede busca una estética para seducir de manera común a la mayoría de espectadores. Así, no dudo en catalogar todo ese mundo visual del filme (igual es en 3D, o es peor) como fruidor del mal gusto: cine “kitsch”.
Una vez que el filme se ve dominado por esa estética cursi, la narración
pierde fuelle. Cuando ha transcurrido algún tiempo de metraje y el filme
pretende meterse con los demonios internos de sus personajes, le es
tarde: ya la película está consumida por la autocomplacencia.
Así, el proceso dramático e interno del personaje se diluye y, por ende, el filme se disipa como un globo al que se le acaba el aire: su estructuración dramática se viene de pique y su clímax se desgasta solo, amén de la poca originalidad que presenta con dragones de por medio.
Maléfica deviene en cine plano y lineal –en todo sentido– e insiste en lo sentimentalón, sello repetido de la escudería Disney. Agreguen el exceso de voz en “off” (fuera de la pantalla) y el de una música que obliga a cerrar los oídos.
Lo que queda es poca magia, mientras el filme se arrodilla ante Angelina Jolie para obtener más provecho económico. Es una película a lo sumo mediocre y nos queda debiendo, incluso en su diseño artístico, precisamente el campo del que viene su director Robert Stromberg.
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MALÉFICA
Título original:
Maleficent
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por
William Venegas
cocuyos@racsa.co.cr
Gentileza de La huella del ojo
http://lahuelladelojo.blogspot.com/
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