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El
realizador neoyorquino, Darren Aronofsky,
sacude de nuevo el ambiente del cine con su película “¡Madre!”
(2017). Desde la expresión misma del título, estamos ante un filme donde
lo femenino le es consustancial, o sea, en este caso, el título es la
primera aproximación a la trama de la película.
Por mi parte,
quedé cautivado desde las imágenes iniciales del filme. De ahí, la
película nunca me dio descanso, incluso más allá del final. Se trata de
un relato muy bien escalonado como argumento, no tan fácil de
desentrañar en todos sus conceptos (bullen como en aceite hirviendo) y
que siempre se comporta como parábola.
Es allí, como alegoría o metáfora, que “¡Madre!” se resiste a ser
película del montón, aunque bordee la tonalidad del género fantástico
(suspenso y terror). En efecto, este drama es más para un público de
cultura mejorada: tanto en lo que es percepción de imágenes como en lo
que hay más allá de ellas.
Por eso, durante la evolución de su trama,
Darren
Aronofsky abre la mirada crítica del filme y lo hace de manera
dialéctica, o sea, necesita del conocimiento del público para entender
bien lo narrado y lo que –desde ahí– se cuestiona. En efecto, el
espectador puede enriquecer aquello que ve en pantalla. En caso
contrario, puede aburrirse.
Podemos decir que
“¡Madre!”
es un texto para mostrar lo despreciable o lo ya degradado. En dicho
texto, la cultura se desgasta pronto a partir de sus contradicciones.
Así, lo que sucede y crece en el interior de un hogar apacible es tan
solo una figura de la decadencia humana en su totalidad. Es cine
pesimista.
La historia básica es la de un escritor a quien se le escapa la
inspiración y está bloqueado. Junto a él, con su ego maltratado por sus
páginas en blanco, está su pareja, mujer que lo ama al punto de aparejar
su vida para que su compañero sea feliz y encuentre lo que busca.
Un día, la afabilidad del
hogar se ve interrumpida por la llegada de extraños. Llegan de uno en
uno, pero conforman una familia que nos refiere a Adán, Eva, Caín y
Abel; incluso uno de los hermanos asesina al otro. De ahí en adelante el
vértigo es imparable y el suspenso crece con la trama.
La esposa del escritor queda embarazada y da a luz un niño. En tanto, el
poeta encuentra la inspiración: escribe y sus libros se venden en medio
de la apoteósica admiración de legiones de lectores. La vanidad del
escritor se agiganta al punto de creerse él un dios, mientras entrega a
su pequeño hijo para que sea idolatrado por sus lectores más exaltados. |
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Jennifer
Lawrence y Javier Barden dan cuerpo a filme fuera del cánon
tradicional. |
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