La pregunta me bullía ahí mismo en la sala: ¿cómo es que un filme tan animosamente ecologista, se sobreponga a su discurso y no se sienta panfletario? Me refiero a la película animada que nos llega con el título de El Lórax: En busca de la trúfula perdida (2012), dirigida por Chris Renaud.
Con respecto a su discurso, hay más con esta película: es su franqueza para cuestionar la avaricia capitalista, causa del desorden ecológico, en una sociedad dañada por el afán de lucro, por la concentración monopólica del capital y por el consumismo de la gente; ¡vaya!
El texto es clarísimo y, no lo olvidemos, es película animada, de diseño totalmente para niños y niñas, sin inclusiones solapadas para adultos. Visualmente, es una cinta fresca, limpia, llena de detalles simpáticos, una cosita allá, otra por aquí, bien trazada y lograda de manera exquisita.
El relato viene de un cuento infantil de un hombre revolucionario con su literatura: el Dr. Seuss (Theodor Seuss Geisel, 1904-1991), el mismo creador de personajes como el Grinch, el Gato Garabato (el Gato en el sombrero) y muchos cuentos más. Seuss fue escritor que no tuvo hijos, a pesar de escribir tantos cuentos infantiles, siempre críticos y muy solidarios.
Esta película tiene como personaje a un sujeto mágico que es la voz de los árboles ante la tala indiscriminada de vegetación, hecha para favorecer proyectos económicos en contra de la armonía de la humanidad con la Naturaleza. En una sociedad sin árboles, de concreto, artificial, he aquí que una niña le dice a un niño que si quieren ser novios ha de conseguirle un árbol.
Así se abre la fábula, con tono futurista, pero con denuncia de presente. Repito, es una película visualmente exquisita, con buen manejo de las subtramas y narrativamente limpia, de nobleza ética e importante, aunque el New York Times haya dicho que es “basura inútil”.
